Irene la luchadora 11: combate con hándicap.

Después de muchas semanas de entrenamientos y estudios en la universidad Irene se enfrenta a su quinta pelea

Las semanas posteriores a las angustiosas dos semanas de castidad que Irene había padecido, pasaron con rapidez. En ese tiempo las cosas le habían ido realmente bien en todos los ámbitos.

En la universidad había sacado unas notas extraordinarias en el trimestre, siendo efusivamente felicitada por Xana, la cual pensaba que con la cantidad de distracciones que tenía no podría apenas aprobar, encontrándose con que la chica había sacado en conjunto una media de notable alto, bastante por encima de las calificaciones de su otra Ama, Verónica.

En cuanto a la lucha erótica las cosas habían estado un poco paradas. Irene estaba muy contenta porque de momento mantenía su imbatibilidad, contando ya con 4 victorias contra ninguna derrota pero sabía que aquello no duraría mucho ya que, aprovechando las vacaciones que la joven tendría, Marisa le había programado 4 combates para las navidades, por los cuales iba a cobrar extra ya que eran en fechas muy señaladas.

Irene se pudo negar y pedir permiso para ir a ver a su familia, pero la cantidad que le ofreció Marisa fue tan irresistible que la sumisa no se sintió con fuerzas para rechazar aquella propuesta, la cantidad era muy atractiva si perdía los combates, pero más aún si los ganaba ya que la retribución por la victoria se multiplicaba por dos.

La incursión de Verónica en la relación que tenía la joven luchadora con su entrenadora, en un principio parecía que iba a tenerla privada de sexo con Xana ya que estaba convencida de que Verónica querría hacerla sufrir manteniéndola con asiduidad en castidad. Pero sorprendentemente, Xana había dado a su joven compañera Dominante, poderosos motivos para permitir que Irene pudiese acercarse poco a poco a ella, con lo que Verónica ya aceptaba los placeres que Irene era capaz de ofrecerla aunque tan solo en lo relativo a la sumisión, de momento nada de sexo.

Irene, que hacía unos meses ni siquiera había valorado tener una relación con una chica, en aquel momento se encontraba con una relación con dos. Además tampoco se podía creer hasta el punto que su cabeza se estaba viendo perturbada, ya que lo que en anteriores relaciones le podía parecer un insulto como sería hacer ella todas las tareas de la casa, mostrarse desnuda constantemente mientras sus Amas conservaban la ropa, dar masaje o sexo oral sin recibir ella también… en aquel momento le parecía un regalo.

Como en el exterior hacía bastante frío debido a las inclemencias meteorológicas que eran de prever en un 22 de diciembre, la muchacha, por orden de Verónica se quedó en la casa entrenando con su joven Ama mientras charlaban animadamente, bueno Verónica charlaba animadamente mientras Irene escuchaba atentamente a su Ama mientras intentaba seguir el ritmo que esta le imponía.

Irene, que sabía que no debía sobre esforzarse, ya que aquella misma tarde tenía un combate con otra luchadora, en la misma ciudad. Cosa que era tremendamente extraña ya que normalmente Marisa tomaba la precaución de desplazarlas unos cuantos kilómetros de su lugar de residencia. Intentó realizar los ejercicios con moderación, aunque Verónica, armada con una fusta larga, se encargaba de motivarla con suaves golpes por toda su anatomía ya que sabía que no podía marcarla antes de un evento como el que le esperaba aquella noche.

A media tarde Xana regresó del trabajo acompañada de Marisa, para llevarse a Irene a la nueva pelea acompañada de Verónica que por supuesto estaría en el evento. La mánager ya conocía perfectamente la nueva situación que vivía su joven luchadora. La joven había pensado que aquello no le haría ninguna gracia a su madura jefa, pero sorprendentemente no solo no la enojó sino que incluso la confesó que en el circuito de lucha no era la única sumisa.

Las cuatro se desplazaron al evento en el coche de Xana, llegando al mismo con casi una hora y me día de antelación, tiempo suficiente para que Irene fuera maquillada por una de las profesionales esteticistas con las que contaba aquel espectáculo, para convertirla en una chica totalmente diferente cuando subiera al círculo de pelea.

Pese a que en el último capítulo Irene sufrió un pequeño cambio de look con el pequeño corte de pelo que Dulce le dio, Irene mantenía su mismo estilo con su larga melena rubia. La muchacha, pese a que no luchaba siempre con la misma esteticista debido a que cada vez actuaba en una ciudad y la peinaban y maquillaban de manera diferente, estaba un poco nerviosa porque las posibilidades de que alguien conocido la viera aumentaban al estar en Barcelona, aun así trató de conversar amigablemente con la chica que la maquillaba.

-          Ahora te tienes que poner eso- dijo la chica con una sonrisa señalado una minifalda de cuadritos y una minúscula camisa blanca, que sumado al par de coletas que le había hecho, iba a tener una apariencia de colegiala.

-          No parece muy cómodo para pelear- dijo Irene mirando el conjunto.

-          Son nuevas normas.

Irene no protestó en absoluto y se enfundó en aquellas minúsculas ropas. La pequeña camisa blanca apenas la tapaba el ombligo y apretaba fuertemente sus senos para que estoy quedara alzados y aún más apetecibles, mientras que la falda era algo más holgada pero tan costa que al mínimo movimiento dejaba sus nalgas al descubierto, pero solo sus nalgas ya que bajo aquel disfraz llevaba su habitual indumentaria de luchadora con su tanga y sujetador rojos.

-          De colegiala estás tremenda – dijo Marisa cuando apareció por el vestuario.

-          ¿Voy a tener que pelear con esto puesto? – peguntó Irene que lo veía bastante incómodo.

-          Desde luego, al menos durante un rato, no olvides que por cada prenda que te quite son puntos para ella.

-          ¿Sabes ya contra quien voy a pelear? – preguntó Irene.

-          De momento no, son nuevas normas para darle más emoción a esto, además hay nuevas reglas, ahora se van a permitir los golpes con las piernas así que espero que tengas las uñas cortitas, porque se permiten esos golpes pero la que haga sangre a la rival queda automáticamente descalificada.

-          Parece que nos vamos a hacer más daño con estas normas nuevas.

-          Quizás un poquito, ya se ha probado en otros combates y salís un poco más magulladas.

Después de aquellas nuevas informaciones Irene salió del vestuario para encaminarse a la sala donde pelearían, la cual ya estaba perfectamente iluminada y rodeada por las gradas características, en las que parecía que no había ni un solo hueco.

Al parecer el público ya estaba emocionado, ya que en aquella ocasión la joven luchadora no era la primera en salir. Su contrincante ya estaba calentando los ánimos. A Irene le gustaba salir primera, ya que normalmente era más atractiva que sus rivales, lo que hacía que fuera fácil para ella conectar con el público y que la salida de la rival fuera normalmente de lo más fría, pasando esta inadvertida.

La mujer que estaba calentando los ánimos de los espectadores era una mujer madura, de unos 45 años, piel bronceada, pelo largo y rubio a mechas, que al igual que Irene llevaba una indumentaria poco habitual, compuesta por zapatos de tacón, medias negras, falda negra y una camisa amarilla ligeramente escotada, además de llevar entre sus manos una vara de madera que dejaba claro lo que los organizadores querían escenificar; lucha entre alumna y profesora.

Irene trató de calentar al público comenzando a estirar con aquel atuendo de colegiala, comenzado por ganarse a los espectadores VIPs que era los que más cerca tenía, pero sin descuidar a los espectadores que ocupaban las butacas generales a una quincena de metros de donde se encontraba el círculo de pelea.

Irene hizo todo lo que pudo por animar al público y ponerlo en su favor, pero al parecer aquella noche no iba a conseguir tener un ambiente demasiado favorable, ya que al parecer el morbo que despertaba la profesora era bastante superior al de la alumna, y la mayoría de los espectadores animaban a la maestra a que doblegase y sodomizarse a la joven rubia.

Después de exhibirse durante unos minutos la árbitro llamó a las dos contendientes a sus rincones para ser presentadas. Irene escuchó con orgullo como había ganado 4 combates contra ninguna derrota, peros se quedó boquiabierta cuando escuchó el número de peleas de su rival, Helena, que se contaban por 71 victorias y 35 derrotas, lo que contaba con que se iba a enfrentar a una luchadora centenaria.

-          Más de 100 peleas, ya va siendo hora de que te retires, vieja- dijo Irene en voz bien alta ante lo que recibió algunos abucheos, y unos tímidos gritos de aliento de los espectadores que deseaban ver a la maestra sodomizada por la alumna.

-          Hoy te voy a enseñar a respetar a tus mayores, niñata- dijo Helena con una sonrisa – mira mis niñas ya está preparadas.

Irene se dio la vuelta al momento encontrándose con que fuera del círculo de pelea se habían colocado cuatro chicas, con sujetadores y tanguitas azules, pero ninguna de ellas atravesó la línea en la que se encontraban la maestra y la alumna. Irene, buscó con urgencia a Xana que se encontraba acomodada en una de las sillas de los VIPs, la cual tenía un gesto de sorpresa como el de Irene.

La joven luchadora no salió de su sock cuando la mujer árbitro indicó que podía comenzar el combate, tan solo una patada de Helena sobre su muslo la despertó, recibiendo a continuación un empujón que la hizo caer al suelo recibiendo rápidamente a la maestra sobre ella.

Irene giró sin demasiadas dificultades a Helena colocándose ella en posición dominante, logrando romper la blusa que la maestra llevaba dejando al descubierto el bikini azul y un abdomen plano y bien cuidado, bajo unos pechos firmes y de un tamaño medio que rápidamente se apresuró a estrujar con saña.

Irene localizó con facilidad los pequeños pezones de Helena, ya que estos se marcaban de manera evidente bajo el sostén, agarrando los con firmeza y retorciéndolos con fuerza viendo con disfrute como la resistencia de esta se iba aminorando hasta que tan solo pudo apretar los dientes y mirar furiosa a Irene.

La mujer árbitro se acercó después de unos segundos para separarlas, no sin que antes Irene le arrancar el sostén a Helena de un tirón para acabar sonriendo y tirándoselo a la cara de la derrotada maestra.

Durante aquel combate Irene tuvo que andar con mucho cuidado, ya que cada vez que se acercaba demasiado a la línea que delimitaba el círculo donde ambas luchadoras estaban combatiendo, notaba las manos de las 4 chicas tratando de atraparla, además de no poder perder de vista a su rival, que pese a ser una luchadora veterana se movía con bastante rapidez.

Pese a que la muchacha trató de tomar todas las precauciones que la fueron posibles, el círculo en el que se movían era demasiado pequeño y las manos de las luchadoras externas no tardaron demasiado en alcanzar el cuerpo de Irene para retenerlo, arañarlo ligeramente, tratar de desnudarla e incluso darla alguna que otra patada en los muslos para ir mirando la resistencia de la rubia ante su madura rival.

Irene sabía perfectamente que las externas podrían emplearse con mucha más dureza de cómo lo hacían, pero por suerte para Irene la mujer árbitro estaba siempre atenta para liberarla de las garras de las cuatro ayudantes de Helena, seguramente con la intención de que la madura no se despegara demasiado en el marcador.

Después de casi 10 minutos de combate la muchacha se sentía un poco humillada, y sabía que Xana la castigaría por ello, al encontrarse bastante desgastada físicamente, ya que sabía que a su entrenadora no le valdría la excusa de estar siendo mermada físicamente por un grupo de cuatro luchadoras más su contrincante oficial.

Irene intentaba por todos los medios que la lucha se desarrollase en el centro del círculo, ya que era una zona totalmente inaccesible para las cuatro muchachas que fuera la sujetaban, pero al ir siempre por detrás en el marcador, la rubia era la que tenía que arriesgar y la veterana Helena siempre se mantenía en el exterior, para que si Irene trataba de agarrarla tuviese manos para protegerla.

Aun estando tremendamente agotada, y sabiendo que recibiría un nuevo correctivo, Irene se acercó de nuevo totalmente desnuda a la posición de Helena que estaba siendo custodiada por tres de las cuatro luchadoras externas, que defendían la figura de la mujer en toples, cuyos pechos Irene estaba deseando morder hasta hacerla gritar, pero antes de darse cuenta se encontraba de nuevo agarrada por las piernas y los brazos dejando totalmente expuesto sus pechos los cuales la madura sobó intensamente y su sexo al que aplicó una intensa frotada con la palma de su mano en busca de que Irene exteriorizase su placer.

-          Mira que he tenido combates, pero este es el más fácil que he tenido nunca, zorrita- dijo Helena pasando su lengua por la cara de Irene mientras seguía penetrándola con sus rápidos y ágiles dedos.

-          Ya podréis, cinco contra una – dijo Irene tratando de zafarse de las manos de sus captoras, pero sin demasiado éxito, ya que cada vez que se libraba de una mano aparecía otra para sujetarla, una y otra vez.

-          Esto es cortesía de tu Ama, ella sugirió un combate con hándicap – dijo con una sonrisa pasando los dedos empapados en fluidos por la cara de Irene.

Irene trató de liberarse de los brazos de las jóvenes que la tenían retenida, pero aquello no sirvió de nada ya que sus extremidades estaban demasiado cansadas y las de sus rivales apenas se habían desgastado.

Helena, viendo que Irene no iba a poder volver a soltarse aprovechó para acercarse muchísimo a su rival y tocarla tanto como la vino en gana, acariciando y azotando sus muslos, estrujando con saña sus pechos, mordiendo sus pezones… todo esto ante la mirada pasiva de la árbitro de que permitía aquel abuso viendo como el público lo disfrutaba jaleando a la madura luchadora.

La joven luchadora fue soltada por las ocho manos que en aquel momento la tenían presa, cuando sonó la campana que indicaba el final del combate, cayendo la joven arrodillada y alzando la mirada para ver como de abultada había sido su derrota, encontrándose con un marcador de 141 a 110, lo cual a la muchacha no le parecía demasiado vergonzante según las ventajas que había tenido Helena, pero no se atrevió a cruzar su mirada con Xana por temor a que su entrenadora no fuera de la misma opinión.

Irene que, aunque nunca había perdido, conocía perfectamente el protocolo, permaneció de rodillas en su lado del círculo de pelea a la espera de que la ganadora se cobrara su premio, mientras observaba como sus cuarteto de ayudantes entraban en el círculo para celebrarlo con la madura mujer.

La perdedora fue manoseada por las cuatro jóvenes que la habían estado mermando durante el combate, mientras que Helena se volvía a poner sus ropas iniciales de maestra, prescindiendo de su ropa interior y poniéndose unos zapatos nuevos de tacón alto que la hacían algo más alta que Irene.

Además, para tener un aspecto más de profesora perversa, la mujer se aproximó con una fusta entre sus manos y una sonrisa pícara mientras observaba como sus compinches agarraban los brazos a la rubia para mantenerla retenida, mientras otra de ellas ya de pie, posaba sus manos sobre los hombros de la derrotada luchadora y clavaba ligeramente la rodilla sobre la columna de Irene para que esta curvase su espalda dejando sus pechos aún más expuestos.

-          Que bonitos pechos tienes- dijo la mujer inclinándose y amasando los grandes y firmes pechos de la rubia – ¿de quién son ahora?

-          Tuyos- dijo Irene provocando la sonrisa de Helena.

-          Entonces no habrá problema en que los fustigue un poco – dijo agarrando con fuerza la fusta y comenzando a golpear los tersos y suaves senos de manera intensa y enérgica mientras que el público general la jaleaba y los VIPs se acercaban para gozar del cuerpo de la hermosa perdedora.

La fusta fue pasando de mano en mano, mientras que las manos de los VIPs pasaban por el cuerpo de la perdedora, tocando con total impunidad sus pechos, sexo, nalgas, muslos y todo lo que les vino en gana, ante la total sumisión de Irene.

Las jóvenes que habían resultado decisivas en la derrota de Irene soltaron de su presa a la joven para que esta pudiera atender mejores las exigencias de la ganadora y los espectadores que la rodeaban.

Irene, que siempre había ganado en todas sus luchas hasta el momento no se había dado cuenta de lo que realmente sufría la derrotada, ya que aun estando exhausta debía estar en posiciones forzadas para agradar a los hombres y mujeres que le rodeaban.

La sumisa, después de mucho tiempo sin probarlo, volvió a saborear penes de hombres, lo cual había estado vetado desde que había entregado su sumisión a Xana y posteriormente a Verónica. Irene no recordaba cómo era chupar una polla, pero lo recordó rápidamente cuando se encontró rodeada de tres fallos, destacando uno por encima de los demás estando por encima de los 20 cm y un grosor que no permitía a Irene abarcarlo del todo con una mano.

El dueño de aquella herramienta, un hombre de apariencia de unos 50 años, se sintió alagado por la predilección que Irene tuvo con su miembro, acariciándola la cabeza mientras Irene lamía con intensidad su glande, alzando la mirada para aumentar la excitación del caballero.

La joven perdedora no tardó mucho en darse cuenta de que cuando se centraba en alguno de los espectadores VIPs, los que no eran premiados con su atención no tenían otra cosa mejor que hacer que castigarla para que fuera más equitativa, con lo que rápidamente comenzó a sentir golpes de fusta, pinzas apretando en zonas comprometidas de su cuerpo, mordiscos, azotes.

Irene trató de repartir sus atenciones entre todos los VIPs que la rodeaban, lamiendo las vergas que aparecían a su alrededor, besando los pies de la damas, lamiendo los sexos y pechos de las mujeres que eran más atrevidas… todo a cuanto se le ordenaba sin decir no a nada… aun así eran demasiadas peticiones para satisfacerlas todas a la vez, con lo que en apenas unos minutos el cuerpo de Irene había recibido una cantidad de castigos más que considerable.

-          Bueno, creo que esta perrita ya ha sufrido bastante por aquí- dijo la mujer árbitro con una sonrisa al ver el sudoroso cuerpo de Irene, cuyas nalgas estaban totalmente enrojecidas, sus pechos tenían toda clase de pinzas y marcas de uñas y arañazos sobre ellos, sus labios vaginales habían sido pinzados con saña tan solo salvándose el clítoris…

Helena, que aún llevaba su indumentaria de maestra de cintura para arriba, en aquel momento portaba entre sus piernas un arnés de importantes dimensiones, bastante más grande que el pene que a la joven le había dejado maravillada, el cual se vio obligada a lamer en cuanto la ganadora le agarró de los pelos y la obligó a tragárselo entero, mientras que la gente gritaba excitada deseando ver lo que Helena tenía a bien hacer con ella desde más cerca.

-          Mira cómo te han puesto de semen- dijo Helena sonriendo mientras veía como Irene tragaba cada vez más centímetros de su consolador, mientras golpeaba los pechos empapados en semen y fluidos vaginales de la perdedora – y tu Ama diciéndome que pensaba que te estabas volviendo bollera.

Irene al tener la boca totalmente llena de polla de plástico no pudo decir nada, y casi mejor fue así ya que seguramente no habría sabiendo que decir ante aquello. La joven luchadora quedó deslumbrada por el fotógrafo que tomaba las instantáneas de la humillación mientras que Helena sonreía encantada de su posición de poder sobre la hasta aquella noche imbatida Irene.

Una vez lubricó bien el consolador, Irene estaba casi segura de que sería brutamente penetrada por la ganadora, pero esta le sorprendió cuando agarro una correa de cuero y un collar de perro y se lo enfundó en el cuello de la sumisa para tirar de ella hacia las gradas donde se encontraban los espectadores generales.

Irene, temerosa de que pudiera haber alguien entre el público que la pudiera reconocer se resistió un poco, lo que a los espectadores les encanto, ya que la pobre Irene en aquel momento no estaba en disposición de resistirse a nada. La joven, que estaba físicamente agotada, gateo entre los espectadores recibiendo múltiples caricias en el mejor de los casos y azotes en zonas doloridas de su cuerpo en el peor.

La joven sabía que con los espectadores normales las prácticas sexuales estaban mucho más limitadas que con los VIPs ya que estos últimos se sometía a pruebas médicas antes de los eventos para comprobar su estado de salud, con lo que en aquel momento sabía que lo más seguro sería sufrir mucho dolor.

-          Ahora para terminar con esta rubita la voy a romper el culito – dijo sonriendo cuando vio como al instante un chico y una chica agarraban las nalgas de la rubia para dejar al descubierto el pequeño ano de la joven – muy amables.

Debido a que el ano de Irene no había sido nada lubricado y la lubricación que Irene había dado al falo que en aquel momento la estaba intentando taladrar había sido parcialmente perdida, la muchacha gritó de dolor cuando la cabeza del consolador se adentró en su interior, provocando esto la excitación de Helena y todos los espectadores que la rodeaban, que animaron a la penetradora a seguir adelante mientras acariciaban o atormentaban el cuerpo de Irene.

Irene no pudo contener las lágrimas de dolor mientras que una parejita de chicas observaban su rostro con gran disfrute, mientras que los hombres se centraban más en acariciar sus pechos, tirar de las pinzas que que colgaban de estos y de su sexo, amasar las nalgas que en aquel momento devoraban el arnés de Helena…

-          Vamos cariño que esa golfa ya tiene cara de que se va a correr- dijo una las dos chicas que tenía delante acercándose para besarla con pasión lo que encendió aún más los ánimos del público.

Los besos de la atractiva muchacha, que parecía algo más joven que ella pero que aun así tenía una gran habilidad para besar, permitieron a Irene que se evadiese un poco del intenso dolor de su ano, y de las múltiples perrerías que los  espectadores estaban haciendo con ella.

Irene cayó con sus pechos aún pinzados sobre el suelo cuando sus brazos se quedaron sin fuerza por completo, no pudiendo hacer otra cosa más que gritar de dolor cuando Helena clavó sus uñas en su duras nalgas mientras alcanza el orgasmo.

Irene recibió una patada en el culo de la ganadora antes de que esta la dejara abandonada sobre las gradas, mientras que el resto de espectadores se fueron marchando de manera perezosa, no sin antes acariciar un poco el cuerpo de Irene, pero en las caricias que la sumisa estaba centrada eran en las que recibía sobre su cabeza de la chica que anteriormente le había besado apasionadamente.

Irene que estaba tremendamente agotada hizo un esfuerzo por levantar la cabeza para observar un poco mejor a la chica que la estaba tratando de aliviar. Desde aquella posición Irene casi pensó que era un ángel, tal y como pensaba aquella chica no debía tener más de 20 años  de piel clara pelo media melena, liso y evidentemente teñido de un color rojizo, además iba vestida de forma elegante con un vestido corto que permitía que se la vieran los muslos hasta la mitad.

Irene se dejó llevar por el placer que aquella chica le daba a medida que le quitaba las pinzas. Estaba demasiado débil para resistirse, y pese a que sabía que a sus Amas aquello no les iba a gustar, la muchacha permitió que la joven le quitara las pinzas con delicadeza de sus pechos y sexo recibiendo un beso, lamida o caricia después de retirar cada aparato.

La joven agotada se estremeció de placer cada vez que la lengua de la experta desconocida pasaba sobre las zonas de su sexo que instantes antes habían estado pinzadas, hasta que una tos y una simpática sonrisa apareció de la nada, era Marisa.

-          Hola Marisa, veo que sigues con un ojo excelente para captar luchadoras- dijo la pelirroja con una sonrisa, mientras la miraba fijamente sin dejar de atender el sexo de Irene con su mano derecha – Espero que no te moleste que pruebe un poquito a esta luchadora, es que la he visto ya en varios combates y me encanta.

-          No hay problema y me parece bien que te encante, siempre y cuando no la quieras para tu madre.

-          La verdad es que no la quiero para mi madre, sino para mí, me ha cedido los contratos de 5 de sus luchadoras pero quería hacer una incorporación propia, e Irene me encanta.

-          La verdad es que ahora Irene es una de mis luchadoras estrella –dijo Marisa con una sonrisa mirando a Irene que mantenía su espalda pegada al suelo y observaba el techo extasiada ante la hábil mano de la recién llegada- ¿tú qué opinas, coñito? – preguntó Marisa apoyando su zapato sobre el sexo depilado de Irene. Irene tan solo pudo jadear ante aquel trato y mirar a Marisa suplicante ante lo que su mánager movió el pie lentamente provocándola un inmenso placer.

-          ¿Con la paliza que se ha llevado por tu culpa y encima la pisoteas? Que mala eres Marisa – le dijo la chica con una sonrisa pícara.

-          A Irene le va esto, es una luchadora sumisa, pero cuando pelea es una brava guerrera.

-          Que sea sumisa me tienta aún más para poder tenerla en mi equipo –dijo la joven girándose para mirar la cara extasiada de Irene – si te vienes conmigo no solo te pagaré más que Marisa sino que también podría ser tu Ama.

Irene se sintió tentada de probarlo con aquella hermosa y joven manager, pero por suerte su boca permaneció cerrada y entre jadeos dijo que tendría que pensarlo, pero que en aquel momento estaba demasiado excitada para tomar una decisión, antes debería hablarlo detenidamente con Marisa y con sus dos Amas.

-          Muy bien- dijo sin borrar la sonrisa de la cara de la joven – yo me llamo Marta, aquí tienes mi tarjeta, y no tengas prisa por tomar una decisión, eres la clase de luchadora por la que no me importa esperar.

Marta se marchó taconeando con autoridad dejando a Irene a medias del orgasmo, dejando a Marisa e Irene solas. Irene intentó levantarse por sí misma, pero no pudo ya que había recibido demasiado castigos en su cuerpo y necesitó de la ayuda de Marisa, la cual en cuanto la hubo ayudado a levantarse le entregó un sobre bastante abultado que Irene abrió al momento, encontrándose con una suma bastante superior a la que habría recibido si hubiera ganado la pelea.

-          Es el doble que lo que se ha llevado Helena, además ella tiene que repartir un poco con sus ayudantes- dijo con una sonrisa- has peleado genial con la desventaja.

-          A este precio cuenta conmigo para repetir – dijo Irene encantada contando los billetes de 100 que asomaban en el sobre.

-          En cuanto a la propuesta de Marta ya hablaremos de ello, ahora date prisa que hace rato les dije a tus Amas que no tardarías en salir.

-          Sí, gracias Marisa – dijo Irene contenta de que su mánager no se hubiese enfadado porque ella no se había negado en rotundo a cambiar de mánager.

Continuará…

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