Irene, Irene (5: Casi al final de tu boda)

Con un plan ya para tu noche de bodas, rememoro la Irene Comepollas que fuiste y el primer polvo con un profesional que te pagué.

CAP 5

En realidad, ya hace como 11 o 12 años de tu boda, aunque en este relato haya comenzado por ella como si fuera contemporánea. Lo cierto es que he elegido el momento de tu vida y nuestra relación que marcó un antes y un después y el que recuerdo con más lascivia y ternura al mismo tiempo. Fuiste memorable, Irene. Tengo la intención de ir explicando también algunos de los encuentros que hemos tenido después, ya casada y madre, hasta el momento actual, pero poco a poco. La secuencia temporal da las pautas para conocerte mejor y profundizar en tu esencia femenina y tus motivaciones.

Volviendo a tu boda, después de rememorar el polvo desvirgador del Oso, puse en marcha mis recursos imaginativos para maquinar de qué forma podia conseguir que tu conducta la noche de bodas fuera la más indecente que pudiera. Lo primero fue abstenerme de seguir bebiendo, y vi claro que tenía que conseguir que tu flamante marido bebiera lo más posible. M quedaba tiempo pero no podia desperdiciarlo. Lo localicé conversando animadamente en la mesa de unos parientes suyos. Mala suerte. A esperar y vigilar.

Te miré, bailabas con un hombre maduro, algun tío pensé. Y comencé a recordar los episodios de nuestra turbulenta relación. Hubo de casi todo. Me utilizaste y te utilicé para conocer casi todas las situaciones perversas del sexo con morbo: trios, negros, adolescentes, incluso gigolós y hasta hacer de puta. Se la mamaste a todos mis amigos, te llamaban Irene comepollas. Y lo curioso es que ni a ti ni a mi nos importaba. Ellos pensaban que eras mi novia, no conocían que tu verdadero novio ("para casarte") vivía en Gerona, y que lo mantenías en paralelo.

La distancia nos permitió jugar a lo que deseábamos. "¿Hoy no has quedado con Irene, Kijano? – me decían – Tío, es la mejor comepollas de Barcelona, y lo buena que está." Lejos de ofenderme, me excitaba que hablaran así de ti y de mi y les incitaba. " Me lo vas a decir a mi, que he visto unas cuantas mamadas suyas y la afición que le pone" " Joder, y se traga la leche de todos, la muy viciosa" "Es que le gusta el semen, joder tíos, lo saborea. Y le encanta sentir bien las pollas entrar y salir, dice que son muy suaves" "Lo que no entiendo es que dejes tu novia para eso, Kijano" "Ni yo tíos, ni me imaginaba que pudiera ser así,pero me gusta mirarla cuando esta con otro , es una mujer especial, me excita que lo haga para mi. Me deshace cuando me mira con la boca llena de polla y, sobre todo, cuando se la estan llenando de semen. Es muy especial, tíos" Teníamos que dejarlo porque nos íbamos excitando y ya me pedian que te llamara, evidentemente para comerte sus pollas y sabían que no me tenían que presionar excesivamente ni a ti tampoco. Irene Comepollas de Barcelona. Te llamaba, Irene estamos aqui con los amigotes y te echamos de menos. Alguna tarde hacías seis o siete mamadas mientras nos íbamos pasando el canuto, en el sofá de mi casa.

Siempre me asombrabas y me enamorabas. Con estilo y buen humor, te sentabas entre nosotros, pero yo era el director y me llenaba de orgullo. Irene Comepollas, cargados de alcohol y de chocolate, orgía de semen en tu boca, risas y alegría, espectáculo grandioso de Irene haciendo felices a todos con su boca y su cuerpo precioso, manoseado con deleite, esperando la premura de tu boca, de tu succión. Y tu hacías que yo me sintiera el rey, el maestro de ceremonias, el que oficia el rito. Ahora Manuel, Irene, ahora Jero, y tu me obedecías y ellos esperaban. Arrebolada y encantada ibas masturbando primero, despues chupabas y finalmente tragabas su semen. Irene Comepollas, el mejor título de una mujer de Barcelona. Y a mi me encantaba ser el novio (ficticio) de Irene, espectador privilegiado de tu boca introduciendo penes, rabos ("cómete el rabo de Juan, que es el mas grande")

"sí que es el tarda menos", inevitablemente el semen atrapado en tu boca, y tu sonriendo, degustando el semen, sacándonos de quicio. ¡Qué mujer! Y siempre, "acábame Kijano", y yo orgulloso como un animal dominante, te penetraba y tu me dabas el orgasmo de hembra, a mi, sólo a mi.

Andrés, el primero que se la mamaste, me dijo en un aparte que el Oso iba contando que se había tirado a Irene, "es cierto" le dije, "¿me la puedo tirar yo?" "Se lo comentaré, a ver qué dice ella". Evidentemente aceptaste y nos montamos una sesión con Andres. Poco a poco, todos mis amigos te fueron follando. Y tu encantada. "Así, Andrés, fóllame bien" "Ooooh, Daniel qué pollón me estás metiendo"

Delicioso ver como te lo montabas con cada uno, primero un poco nerviosos, el comienzo del magreo, después cómo te desnudabas, se la chupabas y despues te follaban como posesos. Y yo, excitado, cada vez más, esperando que acabaran para follarte yo, para acabarte, como decías tú, abierta, recién follada, llena de semen.

-Acábame, cariño, te quiero dentro y matándome de placer.- Imposible no hacerlo. Solías tener el orgasmo enseguida, creo que te retenías con los otros para poder correrte conmigo. Y yo estaba orgulloso de ti. Mis amigos intentaban zaherirme, pero estaban llenos de envidia.

Kijano, vaya polvo el de ayer con tu novia, le gusto que me la follara. ¿Viste la cantidad de leche que le metí? Se nota que le gustan los machos, tío. – yo solía sonreír.

Es lo que más me gusta de ella, le gustan tanto los machos que yo soy su preferido. ¿O no viste como se corría conmigo? – Cosas parecidas.

Lo único que no me acababa de gustar era los morreos que les pegabas, te lo dije pero me dijiste que era necesario. Creo tu sabiduría de mujer te indicaba que no debías hacerme caso en todo.

Poco a poco íbamos cogiendo más soltura y arte. Te los tirabas o se te tiraban, que tanto monta, con verdadero estilo, no podía dejar de admirarte. Fuimos incorporando actitudes y leguajes más obscenos y lascivos. Me encantaba el momento en que te penetraban y el gemido tuyo que nos excitaba. Pronto tuviste ya a todos mis amigos en tu palmarés, y no eran pocos. La cuadrilla éramos 9 en total. El día que repetimos con uno de ellos, Gustavo, me di cuenta que aquello tenía que evolucionar. Decayó mucho el morbo, fue un tanto insípido. No era cuestión de estancarse en la imagen de Irene, la chica de Kijano para follar, no era eso y tú te merecías o algo más o dejarlo.

Te lo comenté cuando Gustavo se fue y me confirmaste que no había sido demasiado excitante. Decidí que había que cambiar y les dije a mis amigos que se les había acabado Irene, porque además en la cuadrilla ya no nos divertíamos como antes, que las juergas no eran lo mismo y que siempre estaba Irene en la mente y la boca de las juergas que hacíamos.

Pero no sabía que hacer. La respuesta vino de tu parte. Una vez leyendo el periódico y desayunando tranquilamente en una cafetería, te llamó la atención anunciós de gigolós que se ofrecían a mujeres y parejas. Rápidamente pensé que podía ser morboso e interesante contratar a uno. Me lo impuse como deber profundizar en este mundo y te sugerí que me lo dejaras a mi. Me miraste, sonriendo.

No serás capaz – me retaste - ¿pagarás para que me follen?

Pues claro, hombres experimentados que nos enseñarán mucho.

Um – dijiste – no sé.

Tranquila, yo me ocupo.- la posibilidad me excitó, me di cuenta que era un adicto a "Irene - minoviafolladaparami", una droga más poderosa que cualquier otra conocida y te di un morreo allí mismo un poco escandaloso – así que trato hecho.

Ok, ok, si me lo pides así......- contestaste, zorrilla como siempre.

Recupero el sentido de la realidad y te veo, novia radiante, bailando de nuevo con otro hombre maduro. Me dirijoa tu marido, ahora sentado y sumido en algún pensamiento oculto. Le invito a beber y charlamos de las cosas insustanciales, sigo llenando su copa, mientras mantengo la mía llena bebiendo a pequeños sorbos, le halago su vanidad, le doy coba. Lo hago sin mirarte, pero sé que tu miras hacia nosotros a menudo, sabes que no me dejaré vencer fácilmente y que hoy me he propuesto tenerte. Yo diría que sabes que acabarás en mis brazos, vestida de novia. Tu madre reclamó al novio y tuve que dejar de emborracharle, pero me juré volver al empeño.

Me quedé recordando la etapa de los profesionales que te compraba. Sementales para mi novia. No fue fácil, había de todo y tardé en encontrar gente de confianza. Al final, encontré un grupo de gente que no estaban en los circuitos de los clubs y que ejercían por su cuenta, alternandolo con otras profesiones. Excelentes de planta, sanos, con garantías, pero caros. Tuve que llegar a un acuerdo de los detalles. Saben mucho.

Es normal que un marido quiera ver como se follan a su mujer, casi es lo más habitual que hacemos, y podemos montar el escenario que prefieras. Incluso con dos o más.

De momento, uno sólo y estándard. Sólo que para empezar me gustaría que tuviera una polla muy grande.

Ok. – me resultó violento escoger el tamaño, pero finalmente acordé con uno, Ginés, que fuera él. Era muy gruesa y algo mas larga que la mía y no la tengo pequeña precisamente. - Quieres que la trate como una puta o como una señora?

Quiero que te la folles como un semental y que le hagas hacer lo que debe. Sin contemplaciones. Yo estaré.

Acordamos los detalles y salí excitado como un berraco. Pagaba para que se tiraran a Irene delante mío sin contemplaciones. Uffff.

Se lo dije y me sorprendió su naturalidad.

Ya me lo habías dicho, ¿no? – me dijo – y yo sé que cumples lo que dices.

Quedamos en una pub, les presenté y se cayeron bien desde el principio. Ginés era culto y buen conversador, ejercía de seductor y, si Irene había tenido alguna reticencia, se desvaneció. Cuando llegamos a mi casa, el rol cambió poco a poco. Se hizo cargo de todo y tomó a Irene como suya, a lo que ella se prestó encantada mientras yo miraba. Sin embargo, se mostraba muy cariñoso con ella y ella con él. Le indicó que le desabrochara el pantalon y que acariciara su polla, ella lo hizo y apareció el enorme pene de él, semierecto. Irene soltó una exclamación y me miró.

Es... perfecto – me dijo.

Es tuyo Irene.

Irene, arrodillate y metetela en la boca – Ginés tenia oficio.- Así, preciosa muy bien, pero la tienes que tragar entera.

No puedo, es demasiado grande. – solamenmte la mitad entraba en su boca.

Ginés puso a Irene en el sofá, boca arriba, la cabeza fuera y le dijo:

Ya verás como sí puedes.- Yo estaba atónito contemplando la imagen. Ginés agarró suave pero firmemente las tetas de Irene y le penetro poco a poco en la boca – traga pequeña, traga la polla, entera, preciosa, tragátela entera, y abre las piernas, guapa, no las cierres por nada.- órdenes suavs pero firmes, como sus manos.

Irene hacía esfuerzos, se ahogaba, no podia con aquel pollon que iba creciendo. Ginés lo sacaba y lo volvía a introducir en la boca mientras magreaba las tetas de Irene.

Abre bien la boca pequeña que ya casi esta dentro, así, guapa, ummmm, ahora entra, trágala pequeña putita– se la metio entera, pensé que se ahogaba cuando vi los testiculos de ginés golpeando su nariz. Ginés la iba sacando y metiéndola con ritmo suave primero, para que Irene fuera tomando aire pero iba aumentando la frecuencia y cada vez empujaba más – traga pequeña puta, traga. Tu novia ha aprendido rápido, y le gusta, siento su lengua trabajarme. Tienes una boquita que parece hecha para este oficio pequeña, traga, traga – notaba que Irene se iba excitando y Ginés también. Irene puso sus manos por detras de Ginés y lo atraía hacia su boca. - ¿Te gusta esto, eh, zorrita? Tu novia esta resultando una excelente tragapollas. ¿Te gusta mirar como disfruta mientras me follo su boca? Ummmm vaya lengua que tiene la pequeña putita, no la ves pero la siento en mi polla.Traga preciosa, que te vea tu novio lo bien que me lo haces – como ya he dicho, Ginés era un profesional de tomo y lomo. Yo estaba erecto del todo ante el espectáculo.

Ginés sacó la polla de la boca de Irene y le dio un largo beso cariñoso. No me importaba que le metiera la polla pero el beso me produjo inquietud. Curioso. Ginés me explicó que era una técnica para reducir su excitación, que la mamada de Irene le había puesto demasiado excitado. Me acerqué a Irene,

Uffff, Kijano, vaya polla, ¿Te ha excitado como lo he hecho?

Eres una verdadera puta Irene, me encantas, me enamoras – gemiste y vi la causa, Ginés te estaba comiendo el coño – quiero que te entregues a él Irene, que disfrutes como una loca de la follada que te va a meter, quiero ver cómo gozas cariño.

Si, Kijano mío, aaaaa, uuuum, joder qué maravilla, dile que me joda ya que si no me voy a correr aqui mismo, quiero tener ese pollon en mi vagina ya.

No hizo falta, en cuanto me aparté de Irene, Ginés se levantó, cogió a Irene por los tobillos, la despatarró, se puso un condón y dijo:

Mira Kijano, te voy romper tu muñeca, míralo – miré su enorme pene enfocar el coño abierto de Irene y como iba enterrándose poco a poco, Irene gemía cada vez más fuerte – pequeña puta, tienes el coño caliente y mojado – dió un empujón, la enterró entera, Irene gritó de placer y empezó a mover su cadera, Ginés se dejó caer encima de ella y se fundieron en un abrazo

Bésame- ordenó Irene, vi cómo Ginés la besaba y le metía su lengua mientras irene gemía y se retorcía debajo de los embites de Ginés.

¡POR DIOSSSSSSSSS, QUE POLLAAAAA! No pares Ginés no pares, sigueme jodiendo más, más – pedía Irene – me voy a correr, jódeme, rompeme, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Cristo, qué orgasmo el suyo. Le duró una eternidad, mientras Ginés le seguia dando y dando. Estuve a punto de eyacular yo mismo, convidado de piedra de la gran follada pagada por mi.

Ginés se levantó y me dejó el sitio, Irene susurró :"Acábame Kijano, quiero tu semen", y sin pensarlo la penetré con rabia, "Puta, ramera, dos machos seguidos, eso te gusta" . Irene emplamó un orgasmo suave, mientras yo me corria dentro de ella con un placer inusitado, notando su coño totalmente dilatado por Ginés.

Cada vez me pongo más y más excitado, recordandolo. Esta noche de bodas tuya, Irene, será memorable, lo juro. Vaya si lo fue. Me dirigí de nuevo hacia tu marido para seguir insistiendole en brindar por su felicidad. Miré la hora. Se acercaba ya el momento de ir al hotel.