Irene, Irene (4: tu boda sigue)

Se prepara una noche de bodas infernal, mientras recuerdo como follaste para mi con el Oso, Irene, reina del morbo de Barcelona

CAP 4

Irene, Irene.

Aún tuvimos alguna historia con Andrés después.

Vestida de novia inmaculada, bailando con tu flamante marido y, nosotros mirándoos con lascivia, el brillo de los ojos obsceno, aunque justificado de cara a la galería por la ingesta de alcohol. Pero lo cierto es que hace rato que no bebo más que pequeños sorbitos del cava excelente que tu marido nos paga, mientras no me puedo resignar a no tenerte esta noche.

Has despertado en mi los recuerdos. Has revivido mi demonio lascivo, ése que tanto disfrutaste, que sacaste de mi interior sin saber yo mismo que lo llevaba. Siempre has sido la mujer más morbosa del Mediterráneo, tu necesitabas mis casi satánicas tendencias para realizar tu propia perversión, para desarrollar y disfutar de tu densualidad, que te rebosa por todos los poros. Esto es fruto de mi reflexión posterior a aquella temporada tespestuosa que vivimos, en la cual me enamoré profundamente de ti, de la mujer, con un amor por encima de la propiedad sexual. Me enamoré viendote hacer sexo con otros hombres.

¿Qué harías ahora que te casabas?, me preguntaba. Lo cierto es supe más tarde, después de unos años en los que dejamos de vernos, cuando ya eras esposa y madre. Necesitabas volver a sentir explotar tu sensualidad y, naturalmente, yo me apresté raudo a desenpolvar mis instintos lascivos y algunas cosas que había aprendido desde que nos dijimos adiós, mejor dicho, me dijiste adiós para dedicarte a tu embarazo, tus hijos, tu hogar. Han pasado 10, no 11, años desde que te casaste. Ahora rondas los 40 y sigues siendo la DIOSA DEL MORBO. Oí que habías tenido algunas historias, y estoy intentando en la relación actual que me las vayas contando. Las incluiré en mi relato.Pero no quisiera avanzar demasiados acontecimientos. Es importante para mi ordenar los recuerdos. Tu boda me dejo un impacto grabado a fuego.

Estaba en tu boda, maquinando, y decidí que debería cumplir como buen invitado y sacar a bailar a la novia, Bailabas con tu marido y me acerqué sonriente:

¡Eeeep!, no me puedo marchar sin bailar con su señora esposa, ¿no le parece? – reímos, en una boda se ríe de casi todo - ¿me permite un par de bailes?

Naturalmente señor, aquí la tiene, pero devuélvala pronto – reímos, me entregó tu mano y me sentí un poco extraño, ¡tantas veces te había entregado yo a otros y ahora era el receptor! Claro que tu marido no tenía ni idea. Ni tan solo imaginaba la conversación que tuvimos bailando.

Irene, me tienes loco con ese escote, cariño.

Sssssst, que no te oigan – sonreíste – lo sabía, sabía que te gustaría.

Irene, cariño, ?qué tal si esta noche nos vemos?

Estás loco, en mi noche de bodas, no creo que mi marido esté de acuerdo, ¿no te parece?

Bueno, había pensado..... algo de lo que te gusta. Tu marido y tu pero yo mirando, como en los viejos tiempos. Y después....si se tercia, podriamos acabar tu y yo.

¡Loco! – te sonrojaste ligeramente, signo inequívoco que te había excitado la imaginación – eso es imposible, mi marido no es como tú, él no aceptaría nunca.Y además, mi relación con él ha de ser convencional, por eso me caso, ya lo sabes.

Lo sé Irene, ya lo hemos hablado muchas veces, pero estpoy pensando en algo y no es necesario que él sepa que os estoy mirando, puedo esconderme, solo tu y yo lo sabríamos. Venga no me digas que no te seduce la idea, es como si te entregara yo a tu propio marido. Y tu estarías con él para mi.

Loco lascivo. No. Eso no puede ser. – pero sonreías.

Irene, supongo que será al última vez, después ya serás una señora casada. ¿No sería morboso, como una despedida de soltera en tu propia noche de bodas y con tu marido?

Kijano, eres un diablo, no debo escucharte – pero me mirabas, con los ojos brillando – empiezo una nueva vida, quiero ser una esposa modelo y buena madre, quiero quedarme embarazada pronto. No entra en mis nuevos planes la lujuria.

Ummmm, Irene, preciosa, una última vez. Escucha – te relaté mis planes para esa noche y escuchabas, sonrojada. Antes de que pudiera contestar, vino otro invitado, un primo tuyo, a pedirte que bailaras. Te dejé ir mirándote a los ojos y tu, sosteniéndome la mirada.

No interpreté una negativa así que me puse a pensar cómo lo haría, cómo lo haríamos. Miré el reloj. Las 19,30. es pronto, aún han de beber más. Pensé que tu marido debería beber más, que estuviera en aquel punto de borrachera que no percibe muy claramente la realidad, así que, debía acercarme a tu querido marido y hacer q bebiera. Siempre he tenido buena mano en eso.

El estaba charlando con sus amigos así en una mesa, tu estabas bailando con familiares, tios, y tal. Tu mirada se desviaba hacia mi de vez en cuando y me sentía más alentado a hacerlo.

Encendí otro cigarrillo y me dispuse a pensar en nuestros tiempos, buceando en tus motivaciones. Quería hacerlo bien hoy. Lo recordarías siempre.

Fue increíble tu afición a las felaciones que siguió a aquella primera de Andrés. Dios, la de semen que llegaste a tragar, y la de penes que tuviste en la boca. Y sin embargo, siempre era diferente, nunca lo hacias igual, me enardecías y, curiosamente, me enamorabas, lo confieso.

Al dia siguiente de la mamada que le hiciste a Andrés, estuvimos en la playa, paseando, charlando. Encantadora como siempre, Irene, contenta y exultante, me hacías sentirme bien. Aquella charla fue el asentamiento de nuestra relación.

Irene, cariño, me gustaria saber como viviste lo de ayer, lo de Andrés, yo te confieso que estoy como anonadado. Se que te gustó Irene, pero, no sé, cielo, estabas tan... excitante, tan guapa, tan... entusiasta, que aún estoy con la testosterona dandome vueltas.

Jajajajaja, Kijano cariño, estuviste extraordinario, me hiciste sentirme mujer, en la dimensión mas femenina, con dos hombres pendientes de mi, y satisfacciendo a los dos, pero sobre todo a ti Kijano, encanto. La manera cómo me penetraste, me hizo sentir la rabia del macho, la plenitud de la hembra, fuiste delicioso, cariño. Si para ello he de mamar pollas, las mamaré. Todas las que quieras amor. Y todo lo que quieras. Eres el hombre que puede conseguir que haga cualquier cosa, Kijano. Dilo y lo haré.

Dios, Irene, me enamoras. Pero no sé si sabre administrar ese poder que me das.

Te acercaste y me besaste, un beso largo, lascivo. Me excitaste.

Cariño, tu manda. ¿Qué te apetece? Si hay algo que no me gusta, ya lo sabrás. Confío en ti. Pero no te enamores de mi, tengo novio para casarme – eso era fácil de decir, pero no tan fácil de respetar.

Te dije que mi amigo Jero, "el oso" (por la cantidad de pelo y lo gordo que era) no había estado con ninguna chica y que si te gustaria que le invitáramos. Te quedaste un momento callada, pero después sonreíste y me dijiste:

¿Quieres que me lo tire o solo que se la mame? – me excitaba que me hablaras así - Te confieso que me gusta sentirlas en la boca, pero también te confieso que me gustaría enormementte ofrecerte un polvo, que me follaran para ti.

Viniste hacia mi y te sentaste en mis rodillas. Me susurraste

Llama a todos los amigos que quieras, tu Irene será tu ninfa, cariño, haz que vivamos lo mas intenso del sexo.

Aquella tarde llamé al "oso", le dije que viniera a tomar algo con Irene y conmigo a casa. No acababa de entender por qué. Le dije que Irene tenía interés. Eso bastó.

Estaba nervioso, es posible que Andrés hubiera largado algo. No me importaba. Oso no había podido estar con ninguna chica, no se lo tomaban en serio, una buena persona pero nada atractivo. Como el bufón de la cuadrilla. Me daba especial morbo verlo con Irene. Y comenzaba a sentir vértigo de la pendiente por la que nos empezábamos a deslizar.

Vino el "Oso". Nos sentamos en el sofá el y yo con una copa cada uno. Se le notaba nervioso, me preguntó por ti, sonreí y le dije que enseguida saldrías, pero me apetecía hablar a solas con él, yo también necesitaba morbo, lo confieso, eso de entregar a mi novia para que mis amigos me hicieran cornudo, me excitaba y quería disfrutarlo, aún cuando sentía un vacío en el estómago por hacerlo.

Jero, ¿Andrés te ha contado algo del otro día? Estuvo aquí con nosotros y fue una tarde un poco ...inusual.

¿Eh?, No..no – mentía fatal.

Venga Jero, no te enrolles mal conmigo, coño. Seguro que sí.

Bueno...algo me dijo pero no creo que sea verdad.

¿Te dijo que Irene le mamó la polla?

Ufffff.....sí y que se tragó la leche, y que tú estabas delante,.... pero es difícil de creer, le dije que no se drogara más.

Pues es verdad Jero. Eso pasó.

¡Joderrr!

¿Sabes por qué te hemos invitado? Irene me ha pedido que lo hiciera, le gustas – mentí piadosamente.

¡No jodas! No puede ser.

Sí. Y ya comprenderás que me ha puesto celoso pero he accedido. Le daba un poco de vergüenza y por eso me ha pedido que primero hable yo contigo primero, pero lo cierto es que quiere pedirte que hagas sexo con ella – se quedó mudo, los ojos como platos - ¿no dices nada? Veo que no te gusta lo bastante, se va a llevar un desengaño.

NO,NO, quiero decir, sí, si que me gusta pero ...¡joder Kijano, no me lo puedo creer! ¿Seguro que conmigo?

Claro Jero, ¿crees que me equivoco en eso? No creas que estoy convencido – mentí como bellaco – lo hago por ella y por ti, ahora la llamo y verás como es verdad. Por cierto, no te ha de molestar que yo esté presente, pero por lo demás creo que pudes hacerle lo que te apetezca.

¡Joder, Kijano!, no me digas que me la voy a poder tirar.

Tú mismo. ¡Ireneeee! Ven preciosa. – saliste como habíamos acordado, con las tetas al aire.

Te acercaste a él con soltura, te inclinaste y le diste un beso en los labios, suave.

Hola Jero, ¿qué tal? Me alegro que hayas venido – te sentaste a su lado, el no dejaba de mirarte los pechos - ¿te apetece estar conmigo?

Claro que si, Irene, ¿cómo no me va a apetecer? – te comía con la mirada, se tocaba el pene por encima del pantalón – no me lo puedo creer, con lo buena que estás, pero yo.... es que no he estado nunca con una chica.

Jero, aprovecha, mamón, ella te enseñará – me estaba excitando – venga, joder, tirátela coño, está deseando follar contigo. – cuanto más obsceno más me excitaba y excitaba a Irene, la quería bien caliente.

Ven a la cama Jero, cariño –fuimos a mi habitación y le fuiste desnudando mientras le hablabas, melosa, cariñosa. Te tendiste en la cama boca arriba, desnuda, con las piernas entreabiertas, mostrando bien tu coño, mirandonos alternativamente, y le dijiste – ven, Jero, te deseo.

Oso estaba cohibido, pensé que entre lo poco atractivo y la timidez, no conseguiría excitarte, así que decidi ayudar.

Irene, puta mía – Jero me miró asustado – no te precupes, le tranquilicé, eres mi puta, no? – asentiste – cómele la polla a Jero, venga tío, métesela, joder. En la boca. Súbete encima, y metesela. Sin miedo, Jero, úsala, ponle el rabo

Se puso encima tuyo y le apretaste la polla entre tus tetas, el comenzó a moverse, gemía, te magreaba las tetas con ansia, se estaba calentando. Te la metiste en la boca, haciendo un esfuerzo para atraerle hacia ti. El Oso gemía cada vez más fuerte, la polla dura.

Joder, Irene, como te gusta mamarsela – se que te excitaba – Fóllatela Jero, metesela en el coño – me excitaba con las obsecenidades – tírate a mi novia a 4 patas, Irene, ponte como una perra para mi amigo Jero. – Se que te excitaba follar para mi y pensé que a 4 patas no te aplastaria. Lo hiciste y te pusiste, mirándome – mírala Jero, métesela joder, follatela.

Se puso detras tuyo y encaró su pene, yo te miraba a los ojos y pude ver cuando la recibiste, suspiraste y entornaste los ojos, me acerqué y te susurré: folla para mi, puta. Mueve tu culo, zorra, que se vea que follas. Díselo, anda

Joder, Jero, que bien la follas, se está derritiendo con tu polla cabrón, te la estas tirando a gusto. ¿Te gusta que te folle, eh, zorrona?

Siiiiiiiiiiiiii, ummmm, que bien me follas, así, así Jero, dame bien, follame, siiiiiiiii. Rompeme el coño, ummmmm, como noto tu polla, siiiiiiiiii, que placer aaaaaaaa, que gusto, - Jero se puso a mil y bombeaba como un loco, ya no gimiendo, gruñendo, presentí que se correría pronto.

Correte cabron, llenala de leche, que así se sentirá mas hembra.

Gritó, se corrió, se vació, yo te miraba recibir, tus ojos entornados, la boca entreabierta y moviendo el culo para ordeñarle más. Cuando se fue, tu coño aún rezumaba semen.

Vuelvo a tu boda. Joder, me he puesto caliente recordando tu primer polvo para mi. No volvimos a hacer nada con el Oso, pero él recuerda el día como glorioso. Ya ha tenido varias novias desde entonces.

Algo intuyes en mi mirada, mientras bailas me observas de vez en cuando. Sí pequeña, esta noche será memorable, te lo prometo. En aquel momento no podía saber hasta qué punto lo fue.