Irene (historia real) primera parte
Superados sus nervios iniciales, la induje a un estado de hipnosis profunda. Luego de un par de pruebas para ver el grado de su trance, empecé a jugar con ella. La hice desnudarse y exhibirse por la ventana, luego hice que se convirtiese en una gatita, en una perra, en gallina y en muebles.
Irene (historia real) – primera parte
Con la autorización de Irene (nombre ficticio), procedo a contar la historia real que vivimos juntos.
A diario recibo uno o dos correos de personas que me escriben sobre mis relatos. La mayoría me dicen que debería continuar tal o cual serie. Algunos me comentan sobre argumentos que intento desarrollar según mi tiempo. Otros me comentan sobre sus fantasías que quieren llevar a la práctica. A todos trato de contestar según mi disponibilidad de tiempo libre.
Hace unos dos años me escribió Irene. Me dijo que tenía fantasías sobre que era hipnotizada y dominada. Que se mojaba mucho con mis relatos y que nunca se había atrevido a contárselo a nadie y me rogaba que la hipnotizase para usarla como mi juguete sexual.
No era la primera vez que recibía ese tipo de correos. La mayoría son bromistas o pajilleros, así que le respondí con calma, después de unos días, diciéndole que su fantasía podía llevarse a la práctica pero teníamos que conversar más al respecto y ponernos de acuerdo en el lugar, horarios, etc.
Obviamente, si ella vivía en un país extranjero, hubiera sido muy difícil que nos conociéramos, pero vivíamos en el mismo país. En ciudades distintas pero no muy alejadas. Era solo cuestión de ponerle ganas para que su fantasía se lleve a la realidad.
Estuvimos conversando vía correo y chat por unos tres meses. Luego ella dejó de responder mis mensajes. Lo cual también me pasa con frecuencia. Así que dejé de escribirle y me olvidé del tema.
En las semanas que estuvimos conversando casi a diario, le expliqué que la hipnosis no es como se ve en las películas, que la persona hipnotizada no pierde la voluntad y se convierte en una marioneta que queda sometida por completo a la voluntad del hipnotizador. Pero si esa era su fantasía, pues sería posible hacerla realidad ya que ella deseaba ser dominada y utilizada. Ella tenía docenas de preguntas y traté de absolverlas todas. Fueron horas de horas de charla. También llegamos a conversar vía telefónica en más de una oportunidad. Inclusive en una ocasión nos masturbamos juntos, a distancia.
Los meses pasaron sin tener noticias de ella. Hasta que hace casi un año recibí otro correo de Irene. Se disculpaba por haberme dejado de responder y me explicó que había estado muy ocupada con los estudios. Estaba terminando el último año de su carrera universitaria. Además se había comprometido con su novio, con el que llevaba casi seis años. Estaba planificado que contraería matrimonio en unos meses.
Me dijo que deseaba hacer realidad su fantasía antes de casarse. Quería vivir esa experiencia antes de dar el sí definitivo a su novio. Así que viajaría a mi ciudad para pasar un mes y medio en casa de unos tíos. En ese lapso quería vivir unos días siendo mía completamente.
“Quiero que me uses como tu juguete sexual”, fue la frase que me excitó completamente.
Estuvimos hablando de los preparativos hasta que llegó el verano. En todo momento le dije que ella podía echarse para atrás y no habría mayor problema. Conforme avanzaban los días, Irene me dijo que estaba cada vez más convencida y no veía la hora de entregarse completamente a mí.
Ella se quedaría en casa de sus tíos durante los días que estaría de visita en la ciudad donde yo vivía, pero tenía la edad suficiente para pasar algunas noches fuera de casa así que entre los dos pagamos el alquiler de un departamento ubicado cerca de donde ella viviría esas semanas.
Acomodé mis turnos en el trabajo para disponer de días libres y poder gozar de mi futura esclava. No voy a mentir, yo también estaba muy excitado por la oportunidad que se me presentaba.
El día señalado llegó finalmente. Fui a verla llegar al aeropuerto. No la recibí personalmente porque sus tíos fueron a recogerla. Ahí pude ver a su prima, Sandra (nombre ficticio), dos años menor que ella.
En los meses que había estado charlando con Irene, me había agregado a su Facebook. Ella era una joven muy alegre y extrovertida. No era muy alta y tenía un par de kilitos de más. Poseía un culo muy llamativo y unas piernas que le gustaba lucir en minifaldas y shorts.
Su prima Sandra era más delgada y más alta. No tenía el culo de Irene, pero en compensación tenía unos senos grandes y redondos que dejaba ver con un escote generoso.
Irene me vio a lo lejos, sonrió ampliamente y me dirigió una inclinación de cabeza. Ese día no hicimos nada más porque ella se instalaría en casa de sus tíos.
Al día siguiente, ella me llamó muy temprano al móvil. No era la primera vez que charlábamos pero se notaba que estaba muy nerviosa. Le dije que podría darse una vuelta por mi trabajo para que le diera la llave del departamento. Así ella podría acomodarlo a su gusto. Irene me dijo que aprovecharía las horas para hacer algunas compras.
Ese día, como todos ustedes comprenderán, no pude concentrarme en el trabajo. Almorcé cualquier cosa y cuando Irene me vino a buscar solo estuvimos un par de minutos juntos. Aproveché para darle un pellizco en el trasero. Ella soltó un gritito de sorpresa, se rio y me dirigió una mirada llena de promesas. Ambos no veíamos la hora de estar a solas.
Fui el primero en marcar la hora de salida. Tomé un taxi y me dirigí al departamento. Irene me esperó en la puerta. Apenas estuvimos a solas, con la puerta cerrada, nos fundimos en un beso apasionado y cargado de mucho deseo.
Nos desnudamos de camino a la recámara. La penetré sin mayor trámite y bombeé dentro de ella escuchando sus gemidos. No tardé mucho en llenar el condón con todo el semen que había guardado en los últimos días para ella.
Después de satisfacer nuestros instintos primarios. Conversamos un rato. Ella se moría de ganas de ser hipnotizada y yo deseaba empezar a jugar con ella. Pero también se le veía en los ojos que quería ser penetrada nuevamente así que apenas me recuperé, volví a cabalgarla, llenando nuevamente otro preservativo con mi semen.
Después de otra pausa, le pregunté si estaba lista. Ella estaba dispuesta pero un poco nerviosa. Así que primero hice que se relajase antes de empezar con las técnicas de inducción simple.
Irene se puso un vestido corto y floreado que resaltaba sus curvas. No me fue fácil concentrarme a pesar de que ya le había metido dos polvos. Follar con ella era una verdadera delicia por su entrega total.
Superados sus nervios iniciales, la induje a un estado de hipnosis profunda. Luego de un par de pruebas para ver el grado de su trance, empecé a jugar con ella. La hice desnudarse y exhibirse por la ventana, luego hice que se convirtiese en una gatita, en una perra, en gallina y en muebles.
Recuperada mi erección, procedí a follarla por el culo y luego de lavarme la verga, hice que se trague mi semen. Ella obedecía sin la menor vacilación.
Estuvo en trance casi tres horas. Era de noche cuando la desperté diciendo que recordaría todo lo sucedido y volveríamos a repetirlo cuantas veces ella lo desease.
Agradezco a mi amiga Irene por haberme dejado hipnotizarla y contar la experiencia. Según acordé con ella, de acuerdo a las lecturas y comentarios, seguiré contando lo sucedido. Si ella está de acuerdo.