Inyecciones a domicilio (3: Mis Vecinitas)

Nuevas aventuras de inyecciones a domicilio. Nuevas Pacientes.

Después del suculento polvazo con Belén, llego a casa bastante relajado. Así que me acosté en un periquete, quedándome dormido al instante, recordando todavía semejante encuentro tan placentero con ella. Acabo de levantarme en este nuevo día y empezar otra jornada laboral que espero sea lo mismo o mejor que la anterior. Son las 7.30 a.m. y dispuesto a darme una ducha relajante – Vestirme y salir lo primero a tomarme un café solo, lo primero que hago cada mañana.

A las 8 estaba saludando a Cristina, empleada del bar, nos conocemos hace bastante tiempo, tiene 35 años, separada y una jovencita de 16 años, cuyo nombre es Cristina como ella. Mientras tomaba el café, me dijo que su cuñada Olga, necesitaba de mis servicios. Si podía visitarla esta misma mañana. Apunto su dirección en la agenda y le dije que me diera el teléfono con objeto de llamarla y concertar la hora. Llamándola por teléfono le dije que tenía antes un par de visitas, pero que sobre las 10 de la mañana estaría en su domicilio.

Emma y Sonia.

A las 9 aproximadamente me encontraba con Emma.

_Buenos días Emma. Buenos días Antonio, Pasa por favor.

Como es su costumbre me dijo, pasemos a la alcoba y preparas la inyección. Dejemos un poquito a Sonia que descanse. Llevaba una bata por encima de las rodillas. Mientras preparaba el inyectable estuvimos conversando un poquito. Una vez preparada la inyección, quitándose la bata observe que llevaba puesto un picardías de color azul marino junto con unas braguitas del mismo color. Se recostó en la cama y una vez subido el camisón y bajándose la braguita con toda naturalidad, efectué un leve masaje en la nalga izquierda. Seguidamente observándola relajada introdujo la aguja e inyecto suavemente el contenido de la jeringa.

Me permití aplicarle el algodón en la zona inyectada y subí su linda braguita. Como he comentado anteriormente esta señora, madurita como dice ella, es de una belleza incomparable. Y no digamos del cuerpazo que tiene. Hermoso busto y de cintura y caderas, para que contar. Incorporándose de la cama fue a despertar a Sonia.

Me dispongo a preparar la inyección en el salón. Emma me dijo, puedes pasar. ¿Lista jovencita? Por supuesto, toda sonriente se coloco preparada para la inyección. Señalando su trasero me dice, ponla en el lado izquierdo. Desinfectando su lindo culete, introduje la aguja aplicándola despacio como es mi costumbre. Esta noche terminas con el tratamiento. Así es, si el doctor que tiene que venir hoy no dictamina lo contrario. Hasta la noche pues, Adios Antonio, gracias.

Despidiéndome de Emma fui a las vecinitas del piso contiguo.

Belén y Laura.

De nuevo me encontraba a ver a mi rubita Belén. Que tal Belén, buenos días. Como ha pasado la noche Laura. Muy mal Antonio, Fui a la alcoba y dándole los buenos días le dije, ya me ha comentado Laura que estas bastante fastidiada, así es. ¿Has tomado tu temperatura? Si, y tengo décimas de fiebre. Ahora me iba a poner un supositorio. ¿Me lo puedes poner? Por supuesto Laura. Se puso de costado en la cama y bajándose la braguita tuve el placer de separar sus nalgas, viéndole el agujerito de su ano, que daban ganas de lamerlo y meter mi glande. Introduje el supositorio muy despacito recreándome como iba entrando en su culete.

La cubrí un momento con la colcha de la cama y preparando el vial, le dije. Hoy es solo una inyección. En que sitio te la aplico, donde quieras Antonio. Dando el masaje de rigor en ese trasero tan delicioso, introduje la aguja en la nalga izquierda, administrándola muy despacio. Bueno Laura puedes subirte la braguita, hasta la noche pues. Gracias Antonio.

Belén se encontraba en el salón. ¿Prefieres la inyección ahora? Lo dejamos para la noche ¿no te parece? Claro Belén, no hay inconveniente ninguno. Anoche goce de lo lindo, dímelo a mi cielo. Toda la noche estuve pensando en ti. Lo repetiremos dijo ella. Si Laura se encuentra mejor, quiero que disfrutemos los tres juntos. Tenemos una serie de juguetitos que de vez en cuando lo compartimos.

Ahora tengo que marcharme, tengo que realizar una visita urgente y luego abrir el consultorio. Hasta la noche Belén. Adios cielo.

Seguidamente me fui a casa de Olga, una nueva paciente .Tiene 30 años, estatura media, un poco gordita. Morena, con el pelo rizado. Trabaja de cajera en unos almacenes. Llego puntual a la cita. Una vez me abrió la puerta me encontré con una belleza de mujer. Vestía una especie de túnica de color blanco. Se le marcaban a través de la misma, el sujetador y las bragas.

_Buenos días Olga, buenos días Antonio, pasa por favor. Que bueno que te diera el recado Cristina. No tenía tu teléfono. Aquí te dejo mi tarjeta con las señas de casa y el consultorio, así como los teléfonos.

En el dormitorio tengo los inyectables, pasa por favor. Prefiero me inyectes en la cama. Le había recetado su ginecóloga:

2 envases de 6 ampollas. – venían en dicho envase 3 ampollas de 2 ml., y 3 ampollas de 1 ml. Aplicación 1 ampolla al día. Ella estaba sentada en la cama y observaba como preparaba su inyección. Cuando quieras Olga. Con toda naturalidad, subiéndose su linda túnica, tuve el placer de ver su maravilloso cuerpo. Colocándose boca abajo, y deslizando la braga a la altura de la rajita del culo.

Puse el algodón impregnado de alcohol un poquito sobre la nalga izquierda. Efectuando un ligero masaje, le dije, relájate por favor. Introduje la aguja aplicándole la inyección muy despacio. Nuevamente deje el algodón en la zona inyectada y le dije, ¿te dolió? Que va Antonio, nunca me han puesto las inyecciones con tanta delicadeza.

Levantándose y cubriendo ese lindo trasero me dice. ¿Podrás venir sobre esta hora? Por supuesto Olga. Caso contrario te avisaría. Hasta mañana entonces Antonio, y gracias. De nada Olga ha sido un placer el conocerte.

Llegaría al consultorio sobre las 10.30. Estuve rellenando las fichas de mis pacientes. Desde mi mesa de despacho veía la sala de espera. A los 15 minutos aproximadamente entraba una chica joven. ¿Es usted el practicante? Por supuesto señorita, que se le ofrece. Aplicarme unos inyectables señor, vengo del ambulatorio.

Era rubia, talla 1.70, no aparentaba más de 20 años. Me dispuse a abrirle ficha.

Nombre.- Paula, teléfono, dirección, etc. Iba vestida muy elegante, cazadora vaquera y falda a juego. Me dio los inyectables junto con la receta del doctor. No acostumbro a inyectar sin comprobar la receta. A no ser a gente que conozca. Pase detrás del biombo y se recuesta en la camilla, enseguida estoy con usted.

Preparo las inyecciones, 2 ampollas intramuscular profunda lenta. Una inyección en cada glúteo. Cuando fui a inyectarla, estaba recostada. Con la falda quitada y mostrándome unas piernas y muslos todos dorados por el sol. Piernas largas y torneadas. Llevaba unas braguitas de color rosa, la que previamente se había bajado hasta donde comienza la rajita del culo. Di primero con el algodón y alcohol sobre la nalga izquierda y le dije, relájese. Efectivamente, notando su culito relajado introduje la aguja. Administrándole el contenido de la jeringa, ¿duele? Un poco señor, lentamente puse todo el vial, dándole nuevamente con el algodón.

Ahora pincharemos la otra nalga. Administrando la inyección delicadamente. Puede vestirse, mientras paso a tirar las jeringas desechables. Hice anotación en la ficha del antibiótico aplicado y a los pocos minutos estaba completamente vestida y preguntándome, que tenia que abonarme. Me abono los servicios prestados.

Me dijo si podía pasar por su domicilio sobre el mediodía, para que fuera a inyectar a una compañera que se encontraba en cama. Por cierto me mostró la receta prescrita por el doctor. Dije que no había inconveniente, dándome una tarjeta con las señas, quedamos en que iría a su casa sobre las 13.00 horas.

Sigo con mi labor y salgo un momento al bar, a tomarme un bocadillo y una cerveza, llevaba solo el café de primera hora de la mañana. Charlo un poco con Cristina, y leo la prensa del día mientras almorzaba. Le dije a Cristina que sobre las 14.30 o 15.00 horas, regresaría a comer ya que suelo hacerlo diariamente. Estuve un rato en el consultorio y aproximadamente a las 12.30, salí hacia el domicilio de Paula.

Me abrió Paula que seguidamente me hizo pasar a la alcoba de su compañera, de nombre Irene, sobre unos 22 años, morena y escultural cuerpo, como pude comprobar mas tarde. Una vez hecha las presentaciones Irene me dijo que sobre la cómoda estaban los inyectables. Me dispuse a prepararle el vial, pues era una ampolla dos veces al día. Al parecer tenía una afección gripal. Paula me dijo que una vez terminara deseaba charlar conmigo. Por supuesto le dije, sin ningún problema. Venga cariño, dijo Paula vuélvete para inyectarte. Así lo hizo, deslizo el cobertor de la cama, visionando un lindo cuerpecito. Bajando la braguita dijo, cuando quiera señor, pero por favor vaya con cuidado me dan horror las agujas.

Tranquilízate dijo Paula, esta mañana me puso dos inyectables mas fuertes que los tuyos. Mojando el algodón con unas gotitas de alcohol, doy masaje en ese lindo culete, concretamente en el lado izquierdo y dando una leve palmada para que se relajara introduzco la aguja. ¡Ay! administro muy lentamente el vial, una vez terminado me dice, gracias señor, ha sido muy delicado inyectando. De nada Irene. Hasta la noche, adios y gracias. Salí con Paula quedándome un poco intrigado, ¿Qué querría esta jovencita? Resultaba ser una casa de masajes, siendo ella la dueña, comentándome que si podría ocuparme de las chicas en cuanto a medicamentos, tensión arterial, curas, etc. Le dije que de acuerdo, quedando agradecida y diciéndome que sobre precios no habría ningún problema. Volviendo a Irene me dijo que aparte de la inyección de la noche, había que aplicarle unos enemas. Yo en mi interior pensaba en lo que iba a disfrutar manipulando ese culo con el irrigador y poniendo inyecciones a todas sus chicas.

Después de la charla mantenida con Paula, me dijo si conocía a alguna ginecóloga especialista de confianza, lo cual le dije que podría recomendarle a una amiga mía, no hice mención de quien se trataba pues primero debería hablar con ella. Me despedí de Paula, volveré sobre las 20.00 horas para inyectar de nuevo a Irene. Me dijo que probablemente debería inyectar a dos nuevas pupilas que esperaba aquella tarde.

Fui a comer, pues eran casi las 14.00 horas. Luego subí a casa y descansar un rato, pues tenia que abrir el consultorio sobre las 17.00 horas. Mientras servia la comida Cristina, me dijo que necesitaba inyectarse. Por supuesto, cuando termine de comer te acercas un momento. Había ido al ambulatorio, recetándole unas inyecciones balsámicas. Una vez acabada la comida le dije, vamos a poner esa inyección. Acompañándome al consultorio me dio la caja de las inyecciones. Eran 4 ampollas de 5 ml., échate en la camilla. Toda acostadita bajándose el pantalón junto con unas braguitas de color negro. Mirándome de reojo con la inyección en la mano me dice, vamos corazón pínchame el culete donde mas te guste. Froto con el algodón sobre su nalga izquierda e introdujo la aguja, estaba para meterle la otra de calibre grueso, muy despacio inyecto el contenido de la jeringa y masajeo el trasero. Con toda confianza le subo la braguita, listo guapetona. Incorporándose de la camilla y con el pantalón subido me dice, eres un solete. Tienes unas manos que valen un imperio.

Gracias Cristina, nos vemos luego, ahora cierro y subo a casa a echarme un rato. Acordándome de lo que me dijo Paula, la chica del salón de masajes, llamo a Laura la doctora, y le comento la propuesta de esta señorita. Hoy no tengo consulta me dice, así que si te parece bien puedo acercarme ahora a tu casa, además de paso me pones unos inyectables. Por supuesto Laurita, te espero. Tráete el maletín, luego iremos a visitar a estas chicas. Vale Antonio, siempre lo llevo preparado con medicamentos, instrumental, etc.

Te dejo que descanses un rato Antonio, nos veremos luego. Colgué el teléfono y me dispuse a descansar un rato. Prácticamente, llevaría una media hora en el sofá cuando llamaron a la puerta. Era Laurita, hola Antonio, ¿poco has descansado verdad? No te preocupes, adelante. ¿Quieres tomar algo? Gracias, pero ahora no se me apetece nada. Bueno cuéntame sobre lo que te han dicho esas señoritas. Esta tarde pienso que me acompañes si no te importa, y lo dejo a tu elección. Por supuesto que voy contigo, pero ahora quiero que me pongas la inyección. Laurita como yo la digo, vestía un traje color marrón, compuesto de falda y chaqueta, llevaba debajo una blusa camisera, de color blanco. Asimismo zapatos de tacón alto, tiene un magnifico cuerpo, talla 1.60, morena y muy guapa. No pude por menos que piropearla y decirle lo linda que es. Tiene 34 años y últimamente según me dijo, llevaba separada.

Mantenemos una gran amistad, y sinceramente por motivos de trabajo y demás no nos veíamos desde hace un poco de tiempo. Sacando el inyectable del maletín me dijo, ves preparando la inyección, me dispuse a prepararla y le dije que pasara al dormitorio, se encontraría más cómoda acostada. Cuando estés lista me avisas. A los pocos minutos entro al dormitorio, encontrándola sobre la cama, solo con la ropa interior. ¡Dios mío! Laurita que haces. Nada papi, tengo ganas de hacer el amor contigo, lo necesito. La inyección como sabes es el contraceptivo que me toca ponérmela hoy. Bajándose la braguita, se puso de espaldas y me dice: venga papi date prisa. Le di el masajito sobre la nalguita y le puse el inyectable. Fui al baño a tirar la jeringa desechable y me dije manos a la obra.

Me desvestí apresuradamente y acostándome junto a ella empezamos a jugar un poquito, sacándole el sujetador empecé besando esos labios carnosos, continuando el recorrido por sus senos, su ombligo tan perfecto y todo su pubis, de lindos rizos negros. Quiero comerte ese lindo coñito, abriéndose de piernas y separando ella misma con sus manos los labios mayores me dijo, todo tuyo. Metí mi lengua en toda esa cavidad vaginal, sonrosadita, al mismo tiempo introduje el dedo masturbándola frenéticamente.

Cambiándose de postura, dice quiero comerte ese rabito tan bueno que tienes, ya lo creo Laurita, nos pusimos en la posición del 69. Ella me sorbía el pene a punto de estallar. Mientras yo me deleitaba chupándole el rico néctar de sus jugos vaginales. Al mismo tiempo metí un dedo en ese agujero marroncito de su culo. Saco el dedo y introduzco mi lengua, suplicándome que parara, penétrame por favor, se volvió como una gata en celo. Abrí el cajón de la mesita de noche y saco rápido el preservativo, ella rompió el envoltorio con su boca y me lo puso con una maestría extraordinaria.

Quiero cabalgarte me dice, colocándose encima, asió mi rabo y se lo fue introduciendo lentamente moviéndose sobre mi. Yo la tenia cogida por las nalgas y al mismo tiempo puse la punta de mi dedo sobre el culo, ese botoncito de placer. Nos corrimos mutuamente y extenuados nos levantamos de la cama y nos metimos en la ducha, enjabonándonos mutuamente. Démonos prisa cielo, aun debo abrir un rato el consultorio y marcharnos luego a visitar a las nenas del salón de masajes.