Involucrando a mi marido. La trama

La saga continúa...

INVOLUCRANDO A MÍ MARIDO. LA TRAMA

Me derrumbé sobre su pecho, pensé que había sido el mejor orgasmo de nuestra vida conyugal, nunca mi marido me había inundado con esa fuerza, sentí como cada descarga de su semen parecía entrar a presión en mi útero y me preguntaba si esa violenta eyaculación la había provocado el recuerdo de Toni o mi contestación a su pregunta pidiéndole que fuera "Q" el tercero en el próximo juego… pronto sabría la respuesta. Continué sobre él sintiendo que su polla mantenía una dureza considerable, me parecía raro después de su intensa corrida, pero la verdad es que se mantenía dentro de mí y no daba señales de debilidad. Ninguno de los dos hablábamos, yo me incorporé y continué arrodillada sobre él y penetrada por su polla, le miré con fijeza

Has disfrutado como nunca – afirmé –

Si – contestó lacónicamente –

¿No tienes nada que preguntarme? –

Me miró sin contestarme, yo comencé a rotar lentamente sobre su miembro que no perdía dureza

¿No te atreves? – insistí.

Se removió debajo de mí y levantando sus manos apresó mis pezones que rápidamente se irguieron. Por fin oí su voz:

¿Por qué ese nombre? – preguntó.

Tú me preguntaste un nombre y yo te lo di – respondí.

¿Habéis follado? – volvió a preguntar.

Me levanté hasta que su polla solo rozaba mis labios vaginales y me dejé caer de pronto, noté como nuestro vello púbico entraba en contacto y un gruñido salió de su garganta

Lo dejó a tu imaginación – le contesté con voz ronca – intenta averiguarlo.

Le imprimí más ritmo a mi cabalgada y noté como la polla se endurecía más, continué hablando

¿Te pone caliente pensar que he podido estar cabalgándolo como ahora a ti? –

No lo sé – repuso - ¿por qué él?

Me pone caliente… – mi coño comenzaba a rezumar jugos – me pone condenadamente caliente… y tu polla me dice que a ti también.

Eres una puta – me dijo mientras su polla empezaba a arremeter contra mi sexo –

Y a ti te encanta que sea así, ¿verdad? - intentaba enfadarlo - te gustó ver como Toni me puso las piernas sobre sus hombros… te gustó como le pedí que me follara… te gustó ver como me manejaba en la cama

Mi marido a estas alturas era un salvaje, sus acometidas contra mi coño casi me hacían salirme de él, se levantó y, sin sacármela, me tendió en la cama y me folló a mansalva, me estaba dando una paliza… la que yo esperaba, era el sexo al que yo me había vuelto adicta y se lo estaba arrancando a él, mi coño destilaba flujos sin cesar y mi vientre se agitaba sin control, estaba perdiendo la noción de todo lo que me rodeaba pero aún tuve tiempo de espetarle

y te encantó ver como me inundaba con su semen y me hacía gritar de placer

En ese momento me clavó a la cama de una fuerte embestida y estalló dentro de mí al tiempo que un orgasmo recorría mi cuerpo de arriba abajo. Mi marido continuó algún tiempo más arremetiendo contra mí y arrancándome estertores de placer, por último, se derrumbó sobre mí cuerpo. Mientras nos recuperábamos, pensé que si estuviera allí "Q", probablemente no estaríamos descansando y deseé que ese encuentro que le había pedido a mi marido se hiciera realidad lo antes posible. Imaginándome lo que podría ocurrir ese día, me quedé dormida.

Me desperté al día siguiente y oí como mi marido se duchaba, me levanté y, sonriendo, entré desnuda en el cuarto de baño… comenzaba a preparar el encuentro con "Q". Mi marido salió de la ducha y al verme se sorprendió, no era normal que yo me paseara desnuda y vi como su polla acusaba esa visión, se acercó a mí y pasó una mano por mi pubis, le sonreí y le tomé de los testículos. Intentó seguir avanzando, pero lo frené

¿Vas a preparar la fiestecita? – le pregunté coqueta

No se como, pero lo haré – respondió con seriedad - ¿tanto lo deseas?

Creo que tanto como tú – le respondí con crueldad.

Comenzó a afeitarse y yo me metí en la ducha, cuando salí el ya no estaba me envolví en una gran toalla y salí al dormitorio, mi marido terminaba de vestirse. Me abrí la toalla y empecé a secarme insinuándome, se acercó y me mordió suavemente los pezones, gemí quedamente y me agaché abriéndole la bragueta y le saqué la polla metiéndomela en la boca, noté como crecía rápidamente y, de repente, la saqué. Se quedó sorprendido

¿Qué pretendes? – preguntó.

Mantenerte caliente hasta "ese día" – contesté recalcando las dos últimas palabras.

No me contestó se cerró la bragueta, me besó suavemente en los labios y se marchó. Me vestí con una falda cortita pero sin excesos, una blusa y una chaqueta de punto, la ropa interior, como siempre en los últimos tiempos, nada arriba y una mínima braguita. Después de bañar a la niña y desayunar, me fui a dar un paseo con ella. Estaba excitada y mi mente creaba las imágenes que, suponía, viviría en poco tiempo, llegué al parque y me senté, pensé en "Q", ¿cómo se enteraría?, ¿qué inventaría para esa ocasión?, me estremecí de deseo, quería que me tomara con lujuria, que me hiciera rogarle que me usara como quisiera delante de mi marido, quería que supiera que mi cuerpo era suyo y que podía disfrutarlo a su antojo… el llanto de la niña interrumpió mis pensamientos, la cogí en mis brazos y la abracé para calmarla, al levantarme fui consciente de la humedad de mi entrepierna y un nuevo estremecimiento me recorrió el cuerpo. De vuelta a casa me acordé de los "especiales" gustos de "Q" y pasé por la lencería, compré dos tangas y dos braguitas de lo mas escuetas y transparentes, la dependienta me volvió a gastar bromas sobre la posibilidad de que pronto mi hija tuviera un hermanito si seguía usando ropa interior de ese tipo, ¿qué diría si supiera que esas prendas eran trofeos para la persona que había descubierto mi sexualidad?; era la hora de cerrar y me invitó a una cerveza en un bar cercano, acepté y nos fuimos. Nos ubicamos en la barra y hablamos de cosas banales, de repente noté un roce en mi trasero, volví la cabeza y era un hombre como de cuarenta años que estaba a mi espalda, me sonrió, el bar estaba lleno y pensé que había sido un toque involuntario, le devolví la sonrisa y me volví continuando la conversación con María que así se llamaba la dependienta. Al poco tiempo un nuevo roce, esta vez más largo e intenso… eso no era casual, iba a volverme y decirle algo, pero no se por qué, me quedé quieta. A los pocos segundos, la mano volvió a tocarme pero esta vez no se retiró, sentí una pequeña sensación de ahogo al tiempo que me ruborizaba, Maria me preguntó si me pasaba algo y le contesté que no, la mano comenzó a seguir las costuras de mi braguita y tuve que morderme un labio para no gemir, mi calentura se acrecentaba por momentos, moví levemente las caderas y la mano recorrió la hendidura de mi culo a través de mi ligera falda, cerré los ojos, parecía que la mano estaba en contacto directo con mi carne, ¡Dios mío!, estaba ardiendo… María volvió a preguntarme si me encontraba bien, le contesté que estaba un poco mareada, pagó y me dijo que me acompañaba a casa. El hombre retiró la mano y yo comencé a empujar el cochecito hacía la salida, no pude evitar volver la cabeza y mirarlo, él me devolvió la mirada y oí como le decía al camarero que estaba tras la barra

Me gusta este bar, mañana volveré a la misma hora –

Noté como mi rostro enrojecía y traté de sostenerle la mirada… no pude…bajé los ojos, volví la cara y me encaminé hacia la puerta. Maria volvió a interesarse por mí, le contesté que ya estaba bien y que no hacía falta que me acompañara, le di las gracias y nos despedimos. Volví a casa siendo cada vez más consciente de que mis bragas estaban completamente empapadas… y yo más caliente.

Al llegar a casa le di la comida a la niña y la acosté, tuve la intención de ducharme antes de que mi marido llegara pero deseché la idea, me desnudé y me puse una camiseta y un pequeño short que solo usaba en la playa, al hacerlo, me di cuenta de hasta donde llegaba mi calentura mis labios vaginales estaban tan hinchados que marcaba claramente mi coño y una incipiente mancha de humedad se veía en mi recién puesto short.

Cuando llegó mi marido se sorprendió de mi vestimenta pero no pudo evitar una sonrisa, me besó y acarició y, sin acordarse de la comida, me llevó a la cama donde yo fui su "almuerzo" le dejé acariciarme por todo el cuerpo y me comió "todo", me hizo alcanzar dos o tres orgasmos y yo lo llevé al borde en varias ocasiones, pero no dejé que lo alcanzara, cuando lo veía a punto un buen apretón de los testículos le hacía bajar de las nubes. Cuando el juego terminó, tendidos los dos en la cama, me preguntó:

Hasta cuando me vas a tener así –

Lo sabes, ¿cuándo tendremos nuestro encuentro con "Q"? – le inquirí.

No se… hoy le he insinuado algo – contestó.

¿Y? – pregunté.

Creo que hizo como que no me entendía, su cara era como de incredulidad cuando le pregunté que si había pensado alguna vez en participar en un trío.

¿Y que te respondió? – volví a preguntar.

Sonrió y me dijo que como todo el mundo, pero no con su mujer como protagonista.

Ahora fui yo la que sonreí en mi interior, "Q" sabía que yo había dado el primer paso y ahora yo esperaba su respuesta. Tomé la polla de mi marido y le dije:

Cuídala bien y no la desgastes quiero que ese día esté en forma, estoy deseando saber quién me dará más placer - sentí como su miembro se estremecía al oír mis últimas palabras.

Nos quedamos en silencio un buen rato, de pronto él se levantó y entró en el cuarto de baño, oí la ducha y al rato salió, se vistió y me dijo que iba a resolver un asunto y que volvería en cuanto lo solucionara. Yo me levanté en cuanto cerró la puerta, me volví a poner el short y la camiseta y me fui a ver la televisión, decidí llamar a "Q" y así lo hice, marqué el número y esperé que fuera él quien cogiera el teléfono, sonaron tres llamadas y oí su voz:

¿Quién es? –

Hola- le dije - ¿Estas solo?

Si, mi mujer ha salido. ¿Cómo estás?

Recordé cuando me hizo esa misma pregunta en la cafetería (ver Historia de "Q". 1) y una oleada de calor me invadió

Caliente… – le respondí – muy caliente

¿Cómo vas vestida? – notaba su voz excitada.

Llevo un short muy pequeño y una camiseta

¿Y debajo? –

Nada… no llevo nada

Así me gusta – me dijo en un susurro – quiero que seas una chica mala. Mete la mano bajo tu short y acaríciate… te quiero oír gemir y correrte

No dudé, en décimas de segundo mi mano derecha acariciaba mi ya chorreante grieta, exhalé un suspiro

Te deseo… te quiero dentro de mi…necesito sentir como tu semen me llena….

Pronto... muy pronto… - continuó hablando en el mismo tono - desnúdate y continúa acariciándote

Rápidamente me quité las dos prendas que me cubrían y reanudé las caricias en mi palpitante coño, ese hombre me hacía disfrutar solo con su voz, la oí de nuevo.

Más rápido quiero oírte gritar que te corres

Me introduje tres dedos en la vagina y comencé a autofollarme con ellos, cerraba los ojos e imaginaba que era la polla de "Q" la que me penetraba y sometía, aumenté el ritmo y mis gemidos se fueron convirtiendo en gritos, repentinamente tuve una visión del hombre del bar con su mano metida en la raja de mi culo y el orgasmo que se generaba en mi vientre comenzó a salir a la superficie

Si… Si… Si… me corro…me corroooo… aaaaaaaaaahg

El placer atravesó mi cuerpo de parte a parte, mis jugos brotaron libremente y abierta de piernas como una perra, me derrumbé jadeante en el sofá

Eres único, me vuelves loca… -le dije –

¿Si?, ¿Cuántos más han tenido acceso a ese caliente coño? – preguntó con sorna.

Recordé la noche anterior en casa de Toni (ver Involucrando a mi marido) y no respondí, mi silencio fue más explícito que una respuesta.

¿No contestas? – insistió.

Uno más – respondí con un gemido.

¿Joven? – comenzó el interrogatorio –

Siiii… – contesté con un susurro –

¿Qué te hizo?- continuó.

Menos metérmela en el culo, todo… - respondí –

¿Disfrutaste? –

  • Siiii – contesté mientras me veía con las piernas sobre los hombros de Toni y su polla profundamente enterrada en el coño.

¿Mucho? – insistió –

Muchísimo – respondí mientras un espasmo de placer recorría mi vientre.

¿Consiguió que te corrieras? – seguía preguntando.

Varias veces... ya me conoces... – musité.

La conversación había conseguido que me recuperara del orgasmo anterior y mis manos, una en mis pechos y otra en mi sexo, conseguían que mi vientre comenzara a temblar de nuevo.

¿Te hizo sentir lo mismo que yo…? - noté un poco de tristeza en su voz –

Nadie me ha hecho sentir lo que tú… – respondí con toda sinceridad – y el día que eso ocurra te lo diré.

Súbitamente cambió de conversación

¿Cómo has conseguido que tu marido te quiera compartir? – preguntó.

No le quise decir que la noche anterior mi marido había visto como me exhibía en público, como un desconocido me masturbaba y hacía que me corriera en un automóvil, me follaba en su casa y, por último, yo le hacía una mamada en el mismo coche.

Armas de mujer – le contesté –

¿Sabe él lo nuestro? – inquirió.

Lo sospecha pero no lo sabe con certeza – respondí –

¿Quieres que cuando estemos juntos lo sepa? – preguntó de nuevo –

Sorpréndeme, tu eres el que manda y sé que lo que planees será lo más excitante que pueda suceder, yo te seguiré el juego – le dije.

Llaman al timbre, no cuelgues… -

Estaba segura de que era mi marido pero no le dije nada, cuando volvió noté nerviosismo en su voz

Es tu marido, ¿tu sabías que…?

No lo dejé terminar

Lo imaginaba, me dijo que iba a resolver un asunto y creía saber cual era, no me equivoqué, ahora es vuestro turno. Quiero que la cita que vais a concertar sea inolvidable para los tres – le hablé con voz caliente.

Me encanta que seas tan puta – me dijo.

De momento solo para ti y algún afortunado más – respondí con voz burlona y colgué.

Me levanté del sofá desnudo y satisfecho, la última frase que le había dicho a "Q" seguro que le había molestado y que me lo iba a hacer pagar cuando me tuviera rendida en sus brazos delante de mi marido… y eso era lo que yo pretendía

El resto de la tarde lo pasé tranquilamente, me duché y me puse un camisón cortito y estuve jugando con la niña y rememorando lo acontecido desde la noche anterior: La "batalla" con mi marido la había ganado y estaba convencida de que la derrota había sido muy dulce para él, solo tenía que recordar su erección mientras Toni me follaba y la cabalgada que me dio en nuestra cama sabiendo que mi coño conservaba parte del semen de aquel. "Q" por su parte me había puesto como solo el sabía y, por unos momentos repasé el inquietante episodio del bar, no comprendía como me había dejado sobar por un desconocido en público, lo cierto es que lo permití y… me gustó, unas bragas mojadas no engañan.

El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos, lo descolgué, era "Q"

Hola – me saludo –

¿Qué tal ha ido todo? – le pregunté –

Perfecto, pasado mañana voy a tomar café a tu casa, tu marido quiere creer que entre nosotros no hay nada y me dijo que ya veríamos lo que pasaba, que era mejor no forzar nada. Según él, si ocurre algo que ocurra, si no, esperaremos otra ocasión, no hay peor ciego que el que no quiere ver.

No te burles de él – le dije.

Quiero que te prepares bien, esa noche le toca mi mujer cuidar a su madre y quiero pasarla toda en tu casa.

Lo estarás – repuse –

¿Sabes que tienes que comprar? – preguntó.

Ya lo hice… cuatro y… espero que te falten…estoy deseando que pasen rápidamente las horas que quedan… te deseo

Y yo… estoy ansioso por contemplar tu mirada perdida mientras te corres

En ese momento oí las llaves en la cerradura de la puerta de entrada, me despedí apresuradamente y salí al paso de mi marido, me acerqué a él y me colgué de su cuello besándolo.

¿Que tal tú asunto? – le pregunté-

Me miró con sorpresa pero reaccionó con presteza

Perfecto, todo solucionado, pasado mañana vendrá "Q" a tomar café, después… vosotros decidiréis lo que ocurre.

Me hice la sorprendida

¿De modo que ese era tu asunto? – pregunté mientras tomaba su polla por encima del pantalón - ¿tantas ganas tienes de ver como tu amigo se folla a tu mujercita?

Su miembro comenzó a crecer debajo de mi mano, me volví y me dirigí al salón, el entró en nuestro dormitorio.

(CONTINUARA)