Involucrando a mi marido. La consumación (1)

La saga continúa...

INVOLUCRANDO A MÍ MARIDO. La consumación (1).

Cuando entré en el dormitorio mi marido leía y no me dijo nada, me di cuenta de que no le prestaba atención al libro, me imaginaba sus pensamientos y, sinceramente, se me pasó por la mente terminar con todo, no tenía derecho a jugar con él pero, por otra parte, recordaba la noche con Toni y como la disfrutó él, recordé su contestación a mi pregunta sobre si le gustó ver como me follaban

Si… me encantó verte ensartada por otro, fue una sensación extraña pero excitante, estabas entregada a alguien a quién no conocías

Me agarré a esto como a un clavo ardiendo, era mi coartada para seguir adelante y aparté de mi mente intenciones que no deseaba cumplir, definitivamente el morbo y el sexo se habían apoderado de mí. Me desnudé y me dirigí a la cama con una pequeña braguita, mi marido me miró con extrañeza pero no dijo nada, no acostumbraba a dormir desnuda pero esa noche algo me empujaba a ello, antes de meterme en la cama me quité la única prenda que me cubría y me acosté. Ninguno de los dos hablaba aunque yo sabía que pronto oiría su voz, así fue, soltó el libro en la mesilla y me dijo:

  • ¿Por qué hacemos esto? –

¿Por qué tú lo deseas? – le contesté con una pregunta.

Guardó silencio y yo continué hablándole

Es cierto que yo no soy la misma, al menos en el aspecto sexual, algo ha cambiado en mí, pero lo cierto es que a ti te gusta esta situación, te sientes incomodo aunque deseas que ocurran cosas…, cosas que te hacen daño y te excitan al mismo tiempo

Mientras le hablaba le había cogido la polla, estaba fláccida y me limité a apretarla en mi mano… seguí con mi monólogo

¿Quieres que hablemos de lo que ocurrirá pasado mañana? – noté como su miembro se movía - ¿Vas a decirme que no quieres verme abierta de piernas delante de él?, contéstame.

Su polla crecía en mi mano y exhaló un pequeño suspiro, le miré, tenía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior, no abrió la boca

¿No quieres ver como me penetra hasta el fondo mientras yo lo rodeo con mis brazos y piernas? – su polla crecía y crecía mientras las palabras salían de mi boca - ¿Te gustaría oír como le pido más y más?

Su respiración se iba agitando y movía la pelvis buscando que yo moviera la mano, pero no lo hice, continuaba asiéndolo de su sexo que cada vez estaba más caliente y rígido, seguí hablando

No es necesario que te masturbe, no abras los ojos e imagíname desnuda en esta

cama, "Q" quitándose la ropa mientras yo lo espero abierta de piernas, mi coño está mojado porque él se ha preocupado antes de ponerme caliente, mis muslos brillan por los jugos que él ha conseguido que manen de mi, mis pechos suben y bajan y mi vientre tiembla de deseo, cuando veo su polla me estremezco, dentro de poco va a estar dentro de mi

Seguía con la mirada fija en mi marido, su cara se está congestionando y mordía con más fuerza su labio, su polla ya era una barra al rojo vivo y parecía querer liberarse de mi mano, levantó su vientre esperando que acabara su martirio pero aún no era el momento

se acerca a la cama y se arrodilla junto a mí… le miro con fiebre… quiero que me folle… que me someta… él nos ha demostrado antes que es el que manda y yo suspiro porque me penetre. Tú estás cerca de la cama y miras… estás muy excitado y se te nota una gran erección… "Q" acerca su cara a mi sexo y yo levanto mi vientre para salir a su encuentro… pronto noto el contacto de su lengua que recorre mi hendidura… gimo de placer mientras su boca toma posesión de mi coño…lame, muerde, besa… me está volviendo loca

Mi marido ya bramaba con mi relato, su respiración se agitaba cada vez más y su miembro parecía querer estallar

¿Quieres que siga? – pregunté.

¡¡¡¡ Siiii!!!! – gritó.

me está comiendo el coño... noto como un orgasmo crece en mi interior y me retuerzo de placer… mis manos se agarran al cabecero de la cama y levanto el pubis restregándolo contra su boca… noto como dos de sus dedos se mueven en la parte superior de mi sexo y sacan el clítoris de su cueva… tiemblo…siento el calor de su aliento y como sus dientes rozan mi clítoris… me corrooooo…mis flujos se estrellan contra su cara

En ese momento solté la polla de mi marido, bajé las sábanas y la miré, se agitaba incontroladamente. De pronto, comenzó a escupir semen en todas direcciones mientras mi pareja se arqueaba y gritaba de placer, el líquido lo manchaba todo, su vientre, la cama, incluso una descarga alcanzó mi pecho. Poco a poco se fue calmando y perdiendo su rigidez, cuando vi que descansaba sobre uno de sus muslos me agaché y comencé a lamer su vientre, chupé todo el semen que veía y, por primera vez desde que inicié mi relato, mi marido abrió los ojos y me miró mientras acariciaba mi pelo, tomé su polla y la lamí hasta dejarla limpia. Me tendí junto a él y puse la cabeza sobre su pecho, nos quedamos en silencio hasta que él comenzó a acariciar mis erectos pezones, me estiré mimosa, pero cuando bajó la mano y la enredó en mi vello púbico lo detuve

Sabes que no eres tú el próximo que me follará – le dije.

Si – contestó en voz muy baja.

Quizás pienses que estoy loca, pero te quiero –le besé en los labios y nos dormimos abrazados.

El día siguiente fue agobiante para mí, miles de imágenes eróticas me acosaban, reviví minuto a minuto el proceso de seducción por parte de "Q", el fin de semana del Parador, me mojé pensando en Antonio - el primer hombre que me folló en mi cama matrimonial - necesitaba ser follada pero quería aguantar hasta el día siguiente, era casi una obsesión que fuera la polla de "Q" la próxima que me penetrara. A mediodía vino mi hermana a casa y se llevó a mi hija a dar un paseo, quedamos en que volvería a casa a la hora de comer y se quedaría conmigo, cuando cerré la puerta recordé el "magreo" del día anterior en el bar y las palabras del hombre que me tocó, un estremecimiento me sacudió, abrí la puerta para ver si todavía no se había subido al ascensor, ya estaba metiendo el cochecito de la niña, le dije que la esperaría en el bar sobre las dos y media y volví a entrar.

El resto de la mañana fue un cúmulo de dudas, reproches internos y desorientación, no sabía que hacer, mi vida había cambiado tanto en tan poco tiempo que aún no lo asimilaba. Por una parte me planteaba si valía la pena poner en peligro la estabilidad de la familia, por otra mi cuerpo me decía que sí, que siguiera, era tanto el placer que había recibido en ese espacio de tiempo que me había convertido en una adicta a él, pero necesitaba un sexo especial, el "polvo" normal ya no me bastaba, necesitaba morbo, situaciones excitantes, sensaciones nuevas… y además, mi marido también disfrutaba del "juego". Me duché y me tranquilicé un poco, después de secarme me contemplé desnuda en el gran espejo del armario de mi dormitorio y me encontré diferente, notaba como si mi cuerpo hubiera madurado, el sexo me había convertido en "más mujer" y me encontraba sexy. Miré entre los vestidos y busqué uno que realzara mis formas, quería que me miraran y, sobre todo, deseaba que mi admirador del bar me tocara de nuevo, el mero hecho de pensarlo hizo que mis pezones se erizaran. Me puse un vestido de punto abotonado por delante que se ajustaba a mi cuerpo como un guante y elegí un sujetador transparente verde pálido que hacía juego con un pequeñísimo tanga. Me maquillé y perfumé un poco y salí, sabía que algo iba a ocurrir.

Me dirigí al bar aun faltaba casi una hora para las hora en que había quedado con mi hermana, cuando entré busqué con la mirada y no lo vi, fue una decepción para mí, pero me acerqué a la barra y pedí una copa de Rioja, el bar se iba llenando y yo miraba casi continuamente a la puerta, pasaron diez… quince minutos y nada, de pronto lo vi entrar y el corazón me dio un vuelco nos miramos y yo bajé los ojos, cuando los levanté no estaba, lo busqué con la mirada y le vi al otro lado de la barra, debió notar mi cara de sorpresa y sonrió, supe que quería que yo fuera hacia él, puse cara de enfado y deje de mirarle, me concentré en mi bebida, pero no podía evitarlo, mis ojos se dirigían a él. La barra estaba casi llena, pero el se había hecho un hueco en un extremo y parecía dejar un espacio para mí, me decidí, le pedí al camarero que me pasara la copa a aquel extremo y me caminé hasta él que se pegó a la pared y dejo un hueco para mí. Llegué y me puse de espaldas a él, susurró a mi oído

¿Cuándo quieres que empiece? –

Enrojecí, no sabía que hacer, me mantuve inmóvil unos momentos pero mi cuerpo reaccionó y, casi instintivamente, pegué mi culo a él, sentí que su polla estaba dura y se encajaba entre mis glúteos, cerré los ojos y noté como mi vientre comenzaba a temblar. Pronto una de sus manos comenzó a manosearme, pronto notó que llevaba un tanga y su mano se metió debajo de mi vestido, me acaricio el culo e incluso un dedo hizo un intento de entrar en mi ano, di un respingo y su mano se dirigió al coño, hizo que abriera un poco las piernas y apartando un poco la pequeña tira que cubría mi trasero, recorrió con un dedo mi hendidura, me mordí los labios y noté como mis jugos comenzaban a manar de mi vientre. Sorpresivamente, la mano me abandonó, me quedé rígida pero pronto sentí su aliento en mi nuca y de nuevo oí su voz

Sal un poco después de mí y sígueme –

Oí como pedía la cuenta y pagaba, pasó junto a mí y observé como se alejaba hacia la salida. Mi capacidad de reacción era puesta otra vez a prueba. ¿Qué hacía?, estaba caliente y mi cuerpo me pedía seguirle pero por otra parte pensaba que como iba a seguir a un completo desconocido. De pronto oí mi voz que decía al camarero.

Rafael cuando llegue mi hermana dile que me espere, tengo que hacer un recado –

A continuación me encaminé a la calle, miré a derecha e izquierda, estaba a unos cincuenta metros y al verme comenzó a caminar, manteniendo la distancia le seguí como trescientos metros, vi como entraba en un local. Cuando llegué observé que era una tienda de calzados que estaban montando, entré sin querer mirar hacia atrás, el local estaba acabado y lleno de cajas y muebles en total desorden. Él estaba de pié esperándome, nos miramos y se acercó a mí, me tomo el bolso y lo dejó encima de una caja, a continuación desabotonó lentamente cada uno de los botones de mi vestido y me lo quitó, estaba delante de un desconocido casi desnuda. Él se dirigió a la puerta y la cerró y volvió a ponerse delante de mí

¿Cómo te llamas? – preguntó.

Lola – respondí

Desnúdame – ordenó.

No lo dudé, le quité la chaqueta y a continuación la camisa, tenía el pecho cubierto de vello e impulsivamente le rocé los pezones, se quejó levemente y bajo sus manos a mi coño y me lo acarició por encima del tanga que estaba completamente mojado, recorrió con un dedo mi hendidura, suspiré y abrí un poco las piernas, ahora era su mano la que se paseaba por encima de la exigua prenda recorriendo desde el coño al culo, cerré los ojos y comencé a gemir. De nuevo oí su voz

Mírame, quiero ver tus ojos cuando te corras –

Obedecí inmediatamente y le miré fijamente, note como me bajaba el tanga y lo dejaba a mitad de mis muslos y, a continuación, dos dedos penetraron violentamente en mi sexo, un grito y un abundante borbotón de mis flujos, le anunciaron que me había arrancado mi primer orgasmo, vi como sonreía mientras leía en mis ojos que era suya. Sus dedos, por un momento inmóviles, comenzaron a moverse de nuevo dentro de mi, la fuerza con la que entraban y salían de mi era cada vez fuertes al igual que el volumen de mis gemidos, notaba como me ardía la cara mientras mi vientre vibraba violentamente, no pasó mucho tiempo antes de que una nueva oleada de flujos mojara sus manos y el suelo. De nuevo cesaron los movimientos de sus dedos aunque seguían en mi interior, yo no apartaba los ojos de él, jadeante y notando como de mi abierta boca salían hilillos de saliva. Subió una de sus manos y me sacó los pechos sin quitarme el sujetador, pronto tuve su boca lamiendo y mordisqueando mis pezones que se erguían tersos y duros, sentía como su caliente saliva me embadurnaba los pechos. Súbitamente, mordió uno de mis pezones al tiempo que sus dedos penetraban violentamente hasta el fondo de mi vagina, un nuevo chorro de líquido manó de mi vientre al tiempo que un agudo grito salía de mí, mi cara cayó sobre mi pecho. Él me tomó con dos dedos de las mejillas y me hizo volver a mirarle, notaba mis ojos desorbitados

Sigue por favor – le pedí mientras movía mi pubis intentando sentir sus dedos que, de nuevo, habían parado.

Nuevamente repitió su maniobra anterior, mordió uno de mis pezones, sus dedos penetraron profundamente y paró, mi sexo ardía y ni siquiera el flujo que ya no cesaba de manar de mi coño, calmaba ese ardor

Si, si, si… - repetía sin cesar.

Repitió dos veces más la maniobra, mis piernas casi ni me sostenían. Repentinamente inició un mete – saca con sus dedos que me hicieron gritar, no se cuanto tiempo duró aquello, sentí como casi perdía la consciencia y noté como me desplomaba, me sostuvo y me tomo en sus brazos, instintivamente me abracé a su cuello. Me llevó a una mesa y me sentó en ella, me quedé quieta y vi como se quitaba el pantalón y su ropa interior, su miembro saltó erecto y lo miré, era de buen tamaño. Se acercó a mí y me empujó levemente, quedé tendida en la mesa con las piernas colgando y el pequeño tanga aún a mitad de mis muslos, miré hacia mi vientre y vi como mis pechos se mostraban obscenos fuera del sujetador que no me había quitado. Él me levantó una de las piernas y la liberó del tanga que quedó enganchado en la otra pierna.

¿Cómo te llamas? – pregunté.

Víctor – respondió.

Se agachó sobre mi entrepierna y sentí su aliento en el coño, me abrió hasta que casi sentí dolor y comenzó a comerme el coño, mi pubis se levantó buscando su boca. Pronto su lengua y labios comenzaron a hacer estragos en mi, mis caderas se retorcían ante las cada vez mas profundas caricias, en ese momento recordé cuando Antonio - el taxista – me tuvo así en el capó del coche. Mientras la intensidad de mis gemidos aumentaba, mi mente rememoraba aquel momento en el que estuve a punto de permitir que Antonio me follara cuando iba al encuentro de "Q", la historia se repetía, el día siguiente "Q" venía a casa a follarme delante de mi marido y antes, estaba a disposición de otro hombre. Unas lamidas en el clítoris me hicieron explotar de nuevo, mi cuerpo se arqueó mientras un grito de placer salía de mis labios, caí desmadejada sobre la mesa. Víctor se levantó y me tomó los dos pechos con las manos, gemí quedamente mientras le miraba, tenía el rostro completamente mojado de mis jugos

No me folles por favor – le pedí cuando vi que se ponía entre mis piernas y colocaba mis piernas sobre sus hombros, la cita con "Q" me condicionaba, quería que el próximo que me penetrara fuese él.

¿Seguro que no?- preguntó burlonamente.

Otro día – le dije, se repetía lo de Antonio – haré lo que quieras pero no me folles hoy.

¿Estás convencida de no querer esto? – volvió a preguntar mientras su polla comenzaba a recorrer de arriba abajo mi mojada hendidura –

Un suspiro escapó de mis labios mientras mis caderas se levantaban inconscientemente

No te lo ruego, seré tuya cuando quieras pero no hoy – contesté cerrando los ojos.

Mírame, no apartes tus ojos de los míos, ¿de acuerdo? – dijo secamente, mientras su polla seguía moviéndose lentamente en mi ardiente raja.

Siiii – respondí abriendo los ojos – no lo hagas por favor.

Había aumentado la velocidad y la presión de su miembro contra mis labios vaginales que se abrían irremisiblemente, me mordí los labios intentando contener mis gemidos.

¿De verdad no quieres follar? – insistió.

Mi coño era un río desbordado, necesitaba esa polla dentro de mí pero quería resistirme, se lo debía a "Q"

Dime que no quieres que te folle – dijo mientras su polla seguía martirizándome.

No – musité débilmente.

Repítelo – volví a oír su voz mientras mis caderas, incontrolables, buscaban el roce de su polla.

Mmmmm – un gemido contenido se me escapó.

Aflojó la presión sin dejar de mirarme fijamente.

¡Noooo! – la palabra salió de mis labios incontenible.

¿No que? – dijo con expresión de triunfo.

No la quites, por favor –le pedí mientras unas lágrimas escapaban de mis ojos.

Pídemelo – ordenó.

Te lo ruego Víctor, hazme lo que quieras… lo que quieras… - le supliqué.

Tú eres quien tienes que decirme que quieres que te haga… y con detalles… - su voz era ronca.

Méteme la polla… quiero sentirla muy dentro de mi…- mi voz temblaba de pasión contenida - … follame a mansalva… inúndame con tu semen… métemela ya… - las palabras salían de mi sin esfuerzo… móntame como a una yegua en celo… se mi macho… clávame la polla….

De repente entró en mí como una espada, grité de placer y mi cuerpo comenzó a moverse al ritmo que mi amante le marcaba. Yo oía el jadeo de Víctor mientras me embestía como un toro, me estaba follando salvajemente y así lo quería yo, mis gritos y gemidos no cesaban, y le animaba constantemente con mis palabras

Así, así…sigue mi macho…follame…no me des tregua… destrózame con tu polla

Tenía una resistencia envidiable y mi cuerpo, como siempre, comenzaba a ser doblegado, intentaba seguir aguantando su ritmo, pero no era posible. Notaba como me iba venciendo poco a poco y a los pocos minutos era marioneta en sus manos, era él el que me movía con sus embestidas, el orgasmo se aproximaba a pasos agigantados y yo no podía controlarlo… y llegó, algo parecido a una descarga eléctrica subió de mi coño a la cabeza y estalló, un lamento salio de mi garganta y note como mi caliente liquido salía con una fuerza impresionante de mi vientre y mojaba la polla que me sometía. Quedé extenuada, pero noté como Víctor no bajaba el ritmo ni su miembro perdía rigidez, le miré con sorpresa, no se había corrido y su cara reflejaba el placer que sentía. De pronto se salió de mi y tomándome de las axilas me levantó y me puso de rodillas delante del, le cogí la polla y me la metí en la boca, tres o cuatro descargas de su caliente semen me penetraron hasta la garganta, chupé y tragué como si en ello me fuera la vida y no la saqué hasta que dejó de temblar. Me levanté y nos miramos

Para no querer que te follara te has portado muy bien – me dijo.

Nos reímos los dos y nos abrazamos, me tomó nuevamente de las mejillas y me acercó los labios a mi boca que se abrió sumisamente ante su nuevo dueño, entrelazamos las lenguas mientras nuestras manos exploraban el cuerpo del otro, nos sobamos descaradamente mientras nuestras bocas permanecían unidas. Pensé que no sería el último polvo con Víctor, un nuevo hombre en mi vida, un hombre que me había hecho gozar inmensamente y al que no le podría negar nada. Noté con sorpresa que su polla empezaba a ponerse a tono, me estremecí y noté como mi vientre temblaba, ¡Dios mío! me iba a follar otra vez y yo quería. Miré el reloj, eran casi las tres le detuve

No, mi hermana me está esperando en el bar desde hace rato, otro día –

Que espere un poco más – me dijo mientras jugaba con mi vello púbico –

Está con mi hija – le dije avergonzada.

¿Estás casada? – preguntó.

Si – le contesté bajando la mirada.

Sabes que me gusta que me mires – dijo – Voy a estar aquí toda la tarde, si puedes ven.

Lo intentaré - le dije.

Me dejarás que te folle – preguntó burlonamente.

Lo pensaré – le contesté con una sonrisa.

Me arreglé como pude, al pedirle el tanga que estaba encima de la mesa en la que me había follado, me dijo que me lo cambiaba por unos zapatos, me reí y acepté.

¿Cuál es tu número de calzado? –

38 o 39 – contesté.

Abrió una caja y me ofreció tres modelos, elegí uno y me pidió que me lo probara, me senté en una silla y el se arrodilló delante de mi, sacando un zapato

Acérqueme el pié derecho – me dijo riendo.

Levanté la pierna y la tendí hacia él, enseñándole provocativamente el coño..

¿Así esta bien? – le dije riendo también.

Estupendamente –replicó mientras soltaba el zapato.

En segundos tenía su boca en mi entrepierna, lamió y me mordió el coño mientras yo, con la cabeza echada hacia atrás, disfrutaba como una loca. Tardó poco tiempo en hacer que me corriera, aprisionó el clítoris con sus labios hasta que mi flujo volvió a mojar su cara y mis muslos. Me sequé con unos pañuelos de papel, me abrió la puerta, le besé en los labios, intercambiamos los teléfonos y, con las piernas aún temblando, me marché al bar.

(CONTINUARA)