Involucrando a mi marido

El siguiente paso era conseguir que mi marido me siguiera...

ABRIENDO CAMINOS

Después del fin de semana en el Parador y de mi "agitado" regreso con mi marido y posteriormente con "A", tuve unos días de ¿descanso? , lo pongo en interrogación porque mi pareja no me dejaba mucho en paz, mi transformación le había gustado y aunque nunca me pude quejar en lo referente al sexo, ahora me acosaba continuamente. Mi sexualidad estaba en ebullición y disfrutaba de la hiperactividad de aquél, pero - siempre hay un pero – echaba de menos el morbo de mis encuentros con "Q" y "A". En mis sesiones de sexo conyugal siempre había una o dos personas más, ya os imagináis quienes, involucradas, lo que añadía un poco de sal a la indudable habilidad de mi pareja. El mero hecho de pensar en una sesión con mis tres hombres o incluso solo dos de ellos, me ponía a mil, tres lenguas, tres pollas y seis manos para mi sola debía ser el paraíso. Después de la morbosa conversación que mantuve con mi marido a mi vuelta, no me había atrevido a hablar de ello de nuevo, en cada uno de los polvos que echábamos estaba a punto de hacerlo pero un extraño sentido del pudor me lo impedía, sin embargo, ese mismo pudor desaparecía cuando me corría intensamente pensando que él que me estaba inundando de semen el coño no era él, sino uno de mis amantes.

Una noche que salimos a cenar solos, le vena exhibicionista que "Q" había sacado de mí salió a flote, me puse una falda de vuelo tres o cuatro centímetros por encima de las rodillas, un top bastante ceñido, medias con liga y "olvidé" el sujetador, completaba mi vestimenta una mínima braguita casi transparentes, estaba dispuesta a llamar la atención donde quiera que fuésemos. Mi marido me quiso follar en cuanto me vio, pero solo le dejé manosearme un poco. Pedimos un taxi, no era mi taxista, y nos dirigimos a un restaurante de moda en nuestra ciudad, el portero acudió a abrirnos la puerta y le enseñé bastante más de lo que aconseja el manual de buenas costumbres, el hombre se congestionó un poco. Mi marido, que se dio cuenta de la maniobra, me preguntó

¿Quieres que le de un infarto?

No se a que te refieres – le contesté con coquetería.

El maître nos acompañó a la mesa, miré a mí alrededor y vi una mesa con cuatro jóvenes, al menos más jóvenes que nosotros, y otra con un matrimonio de nuestra edad. Me senté sin mucho cuidado, dejando que la falda se quedara un poco más arriba de lo normal, uno de los jóvenes y el hombre de la pareja tenían una perfecta visión de mis piernas, observé como las miraban y mis hormonas comenzaron a alterarse. Pedimos un aperitivo y miramos la carta, pedimos unas entradas para compartir y un plato para cada uno, después comenzamos una conversación banal, de pronto mi marido me dijo:

Sabes que te están mirando las piernas, ¿verdad?

Lo miré fijamente y, no se por qué, le contesté:

Si, ¿te molesta?

No, en absoluto, me gusta que te miren, me siento orgulloso de ti – sin pausa me preguntó - ¿Es verdad que te gustaría que otro te follara?

Contigo sí – le mentí – me gustaría probar con dos hombres y uno de ellos serías tú. Y ¿es cierto que tú tienes fantasías en las que me follan?

Si, es algo raro, cuando sueño con eso siento celos, pero al mismo tiempo me excita imaginar que otras personas te hacen disfrutar.

Callamos mientras el camarero se acercaba y nos servía los entremeses. Mientras no había dejado de observar a los "mirones" de mis mesas vecinas, el joven ni me quitaba ojo y yo le había sonreído y abierto un poco las piernas para tenerle en tensión.

¿Te gustaría que probásemos? – me atreví a decirle cuando el camarero se alejó.

¿Te atreverías tú?- me contestó con otra pregunta.

Si no lo intentamos nunca podré contestarte – respondí.

El joven seguía mirándome y un par de veces se relamió los labios, volví a sonreírle y abrí un poco más las piernas, el hombre de la pareja se aflojó el cuello de la camisa, seguro que veían mis muslos desnudos por encima de las ligas, y pronto verían mis bragas. Mi marido interrumpió mis pensamientos

¿Los estás seduciendo? – preguntó.

Me sobresalté, no creí que se notara tanto, pero reaccioné

Yo diría que sí – contesté - ¿Quieres que siga?

¿Con los dos?

Yo prefiero al joven, pero me dejo aconsejar – repuse desvergonzadamente.

Ahora nos mirábamos a los ojos, creo que los dos sabíamos que estábamos decidiendo un cambio profundo en nuestra relación personal, para mí era introducirle en el sexo que a mi me habían marcado a fuego en las últimas semanas, para él era compartirme con otros. Continuamos mirándonos, sin parpadear, un par de minutos, él rompió el silencio:

Adelante, no se lo que pasará, pero tu tomas el mando, solo quiero que no me mientas.

Le sonreí, y le envié un beso, la primera imagen que acudió a mi mente fue verme en una cama empalada encima de mi marido mientras "Q" me follaba por el culo. Cerré los ojos y me estremecí mientras notaba como se me humedecía el coño.

Te quiero y espero que no tengamos que arrepentirnos – le dije.

A continuación miré fijamente al joven de la mesa humedeciéndome los labios con la punta de la lengua y, mientras le sonreía, abrí las piernas todo lo que pude. Vi como se ponía rojo. Oí como alguien tosía y desvié la mirada hacía el hombre de la pareja, se había atragantado y tenía una servilleta manchada de vino en la boca mientras la mujer se levantaba e iba a golpearle la espalda, cerré púdicamente las piernas.

Nos sirvieron los platos que habíamos pedido y continué provocando al joven, ya no prestaba atención al hombre de la pareja que se había convertido en un espectador de excepción de mi juego de seducción. Mi marido comía y hablaba distraídamente conmigo, era consciente totalmente de mi actuación y la había aceptado, en un determinado momento me preguntó

¿Estás disfrutando? –

No solo estoy disfrutando, me estoy excitando – contesté.

¿Hasta donde estás dispuesta a llegar? – inquirió con voz ronca –

Ni yo misma lo sé, estoy muy caliente, me gustaría terminar en la cama con él y contigo… pero ni se como hacerlo, ni si tú quieres lo mismo – respondí sintiendo la boca seca.

Voy a seguirte hasta donde quieras – dijo en voz baja.

El joven y yo no desviábamos la mirada el uno del otro, yo creía que todo el restaurante se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo, tenía el vientre en tensión y pequeños temblores me agitaban el sexo, hubiera pagado para que ese tipo me levantara de la mesa y me follara delante de todos, pero algo me impedía dar rienda suelta a mis instintos.

¿Qué pasó en el Parador? – volvió a preguntar mi marido – eres otra desde entonces.

No me preguntes nada, algún día te lo contaré – repuse.

El joven se levantó mirándome y se dirigió a una puerta, supuse que iba a los servicios, le seguí con la mirada hasta que la puerta se cerró tras él, en ese momento me levanté decididamente y fui tras él, mi marido me tomó de la muñeca

¿Qué vas a hacer?

Me gustaría poder contestarte… lo ignoro - respondí soltándome de su mano.

Caminé decididamente y abrí la puerta, había un pasillo con tres puertas, anduve hacia ellas y me detuve sin saber que hacer, ¿estaría esperándome en el servicio de caballeros o habría entrado en el de señoras? , súbitamente se abrió la tercera puerta en la que ponía "Privado", una mano me tomó del brazo y tiró de mí, di un pequeño grito y me vi dentro de una habitación iluminada por una bombilla y con cajas de artículos de limpieza, el joven me atrajo hacia él y me besó en la boca intentando introducirme la lengua, no me retiré pero mantuve la boca cerrada, me levantó el top y noté como se sorprendió al ver que no llevaba sujetador, siguió besándome y mordiéndome suavemente los labios mientras me apretaba fuertemente las tetas, comencé a jadear mientras me echaba hacia atrás, bajó la cabeza y comenzó a besarme y morderme pechos y pezones. Sentí como sus manos bajaban hasta mi culo y levantaba la falda, me apretó el trasero y bajó las bragas hasta las rodillas, abrí las piernas y ahuequé mi vientre para darle fácil acceso al coño que ya estaba mojado y caliente, no desaprovechó la ocasión y lo alcanzó con una de sus manos, me metió dos dedos e hizo que más flujo corriera por mis muslos, solo se oían mis jadeos y el ruido de sus besos en mi pecho, no habíamos hablado una sola palabra. Bajé una mano y toqué su entrepierna, sentí su polla dura y grande, la acaricié por encima del pantalón y comencé a oír sus gemidos, el seguía acariciándome el coño que no cesaba de emitir fluidos y notaba mis pezones duros e hinchados, de pronto noté como su otra mano masajeaba mis nalgas y un dedo me penetraba el ano, me flaquearon las piernas y me corrí mientras un grito escapaba de mi garganta. Intentó quitarme las bragas y lo detuve

¿Qué haces? – por primera vez oí su voz.

Tenemos que irnos – le contesté.

Estás loca, no me vas a dejar así – repuso

No – le contesté - nos veremos luego. ¿Tienes coche?

Si, pero

Espera en el aparcamiento, deshazte de tus amigos.

¿Como se que vendrás?

Toma – me quité las bragas y se las entregué – me las devolverás después de follarme.

Se quedó con la boca abierta y las bragas en la mano, salí de la habitación y entré rápidamente en el servicio, por fortuna no había nadie, tenía la pintura de labios corrida alrededor de la boca, me limpié la cara y me recompuse la ropa, me miré los pechos y vi una marca morada en uno de ellos, por último, me retoqué el pelo y volví al comedor. Cuando entré vi que él, ya estaba sentado y hablaba animadamente con sus amigos, mi marido esperaba pacientemente, solo el hombre de la pareja me miró como diciéndome que sabía lo que había hecho.

Me senté, el joven ya no me miraba, parecía querer disimular su cita conmigo, el que seguía sin apartar su vista de mí era el de la pareja, me miraba con deseo y quise darle una sorpresa, nuevamente abrí las piernas y le mostré mi sexo desnudo, le sonreí y dejé de mirarle. Oí la voz de mi marido:

¿Tienes algo que contarme? – preguntó.

Si, algo, pero al final de la noche será mucho más – le contesté.

¿Qué ha pasado? – insistió.

Hemos jugado un poco – respondí.

¿Habéis…? –

No, pero lo haremos- noté como tragaba saliva – Hemos quedado con él después de cenar, en el aparcamiento.

¿Hemos? –

Si, supongo que querrás venir ¿o no? -

Si… ¿Estás segura de querer hacerlo? –

¿Tú que crees? - le dije mientras tomaba una de sus manos y la metía debajo de mi falda, la arrastré hasta que me tocó el desnudo coño –

Puso cara de sorpresa cuando notó que no llevaba bragas, pero no dijo nada, le solté y dirigí mi mano a su entrepierna, tenía una erección considerable. Enrojeció, yo mantuve la mano sobre su polla y comencé a hablarle...

Parece que la idea no te parece mal, por fin vas a ver como se follan a tu mujercita – noté como su polla crecía bajo mi mano y continué – tus fantasías se van a hacer realidad, ¿crees que aguantarás viendo como me montan? – su erección era ya enorme, nunca la había notado tan grande - ¿soportarás ver como un desconocido hace que me corra?

El no hablaba, retiré la mano y tomé una de las suyas por encima de la mesa, me sentía mal por haberle hablado de ese modo, le besé la mano y le dije que le quería, el sonrió tristemente. Vi como la reunión de los jóvenes se levantaba y mi "elegido" me miraba, noté como ese calor que sentía cuando estaba excitada, me subía desde el sexo hasta el pecho, no sabía su nombre y en un rato me estaría follando, este pensamiento me calentó aún más. Mi marido también le miraba, hice, aunque sin ganas, un último intento de parar lo imparable

¿Quieres que lo dejemos? – le pregunté.

¿Quieres que él te folle? – volvió a contestarme con otra pregunta.

Si – le respondí sin dudar.

Levantó la mano llamando al camarero, este se acercó y le pidió la cuenta, mientras esperábamos vi que no habíamos probado el postre. El maître llegó con la cuenta, pagó y dijo con decisión:

¡Vamos! – me tomó de la mano y salimos.

Salimos y nos dirigimos al aparcamiento, lo vi apoyado en un coche y nos acercamos, el no se movió, cuando estuvimos junto a él se dirigió a mí

Esto no es lo que me dijiste –

Tampoco te dije que iría sola, es mi pareja y viene, a ti no te tocará –

Pareció pensarlo, se dio la vuelta y dijo:

Subid –

Ni nos lo planteamos, mi marido se subió atrás y yo junto a él, me miró la entrepierna, bajé la mirada y vi que tenía la falda subida, no ocultaba casi nada y no hice intento de bajarla.

¿Dónde vamos, a vuestra casa?- preguntó.

No – le contesté – imposible. ¿tienes tú sitio o vamos a un hotel?

Me sorprendí, hablaba con una naturalidad total parecía que estábamos quedando para cenar, pensé en que pasaría por la mente de mi marido.

Podemos ir a casa, vivo solo y no tenéis pinta de atracadores, ¿cómo os llamáis?

Le dimos nuestros nombres y nos dijo el suyo, Toni. Enseguida extendió su mano derecha y la acercó a mi sexo, volví la cara y miré a mi marido, me deslicé en el asiento y abrí las piernas, estaba expuesta para el. Comenzó a pasar su dedo por mi hendidura, notaba como mis labios externos se iban hinchando y abriendo, pronto empecé a notar como la humedad iba en aumento, el dedo resbalaba perfectamente mientras incipientes gemidos comenzaban a salir de mi boca. Pronto los dedos empezaron a acariciar y penetrarme el coño, que ya latía con fuerza. Los gemidos iban aumentando de volumen, tuve un último pensamiento para mi marido y me abandoné al placer. Dos dedos me machacaban ahora el clítoris, me levanté el "top" y comencé a acariciarme los pechos, ya era un gemido continuo el que salía de mis labios, mientras mis jugos resbalaban por mis muslos y mojaban el asiento. A mi calentura se unía el morbo de la presencia de mi marido que seguramente no vería lo que Toni me hacía, pero seguro que lo imaginaba. Después de unos veinte minutos, llegamos a una urbanización a las afueras de nuestra ciudad.

Salimos del coche y me colgué de Toni, me había hecho disfrutar del viaje, él me tomó de la cintura y casi me arrastró a la casa, mi marido venía detrás de nosotros. Entramos y sin pausa me llevó al que, supongo, era su dormitorio, mi cuerpo ardía, necesitaba ser follada ya, me arrojó a la cama y comenzó a desnudarse mientras yo lo miraba tendida y abierta de piernas, mi marido estaba de pié junto a la puerta del dormitorio, observé un gran bulto en su entrepierna, sonreí levemente y volví mi mirada hacia Toni que ya estaba desnudo, tenía un cuerpo cuidado y una bonita polla, no estaba circuncidado, le tendí los brazos y vino hacia mí, me quitó el "top" y comenzó a morderme las tetas estaba excitadísimo y temí que me dañara, le susurré

No me hagas daño, guarda tu agresividad para cuando me penetres… –

Toni me hizo caso, los mordiscos se convirtieron en lamidas que erizaron aun más mis pezones y me elevaron al cielo, le animaba con frases como –sigue así - , - no pares - , - dame más – y el continuaba comiéndome maravillosamente las tetas. Mis caderas se retorcían buscando atención, le pedí mimosamente

Bájate

Volvió a obedecerme y resbaló hacia mi pubis, desabrochó el cierre de mi falda y tiró de ella, levanté el culo para ayudarle y sacó la falda, estaba desnuda debajo de él, solo conservaba las medias. Me acercó la boca al coño, lo levanté para recibirla, su lengua se abrió paso a través de mi raja y un acceso de flujos le dio la bienvenida, estaba entregada, quería sentir su polla dentro pero no se lo pedí, deseaba que me tomara a su manera. Me lamió hasta la extenuación, mi cuerpo vibraba de pasión, mis jugos manaban incontrolables, estaba disfrutando de una nueva sesión de sexo y mis orgasmos se confundían, me apretaba los pechos mientras gemía como una loca, de pronto se incorporó, mojó sus manos con el abundante liquido que manaba de mí y me embadurnó cara, pecho, vientre y muslos, después los lamió lentamente, su lengua me recorrió de arriba abajo e hizo que, nuevamente, me viniera. Se separó de nuevo y me miró, le devolví la mirada con fiebre, me tomó de las piernas y las elevó para ponerlas en sus hombros, me relamí, me iba a penetrar profundamente pero le pedí que esperase. Llamé a mi marido y le pedí que se desnudara y se viniera a la cama, así lo hizo, estaba completamente erecto, le pedí que se pusiera junto a mí y se sentó junto a mi cabeza. Vi como observaba nuestra postura, Toni, tenia cogidas mis piernas alrededor de su cintura y su polla apuntaba directamente a mi abierto coño que palpitaba ansioso, le dije

Continúa

Terminó el movimiento inicial, subió mis piernas hasta la altura de su cabeza y las apoyó sobre sus hombros, me noté completamente abierta, a su disposición, colocó su miembro a las puertas de mi cueva, pasaron unos segundos que se me hicieron interminables

Follame… - gemí –

Me la hundió de una sola embestida, noté como nuestros vellos púbicos se unían, la postura hacía que sintiera su polla muy dentro de mí y entonces comenzó su cabalgada, anteriormente le pedí agresividad y vaya si me la dio, me hacía saltar en la cama, gritaba de placer mientras mi cabeza se movía de uno a otro lado. Con una mano busqué la polla de mi marido y comencé a pajearle salvajemente, la cama crujía mientras se escuchaba nuestro coro de gritos y gemidos, mi vientre estaba en ebullición, le pedí a mi marido que me la metiera en la boca y así lo hizo, mis gritos se convirtieron en gruñidos, Toni continuaba martilleándome. Noté las contracciones de su polla y apreté mis músculos vaginales, tenía los ojos cerrados, saqué de mi boca el miembro de mi marido y grité:

  • ¡¡¡Dadmelo yaaa!!! ¡¡¡Lo quiero todo!!!

El ardiente semen de Toni comenzó a inundarme y levanté mi pubis buscando más penetración, mi vientre se licuó, una gran descarga de flujo se unió al líquido que mi follador me inseminaba y me corrí gritando como una posesa. De repente sentí como un líquido caliente se estrellaba en mi cara, mi marido se estaba corriendo, tomé de nuevo su polla en la mano y me la introduje en la boca, dos o tres nuevas descargas cayeron dentro de ella, él se derrumbó con los ojos cerrados. Toni se mantenía dentro de mí y yo estaba molida, cerré también los ojos mientras mantenía el semen en la boca. Pasados unos minutos, mi coño fue abandonado por la polla que lo llenaba, abrí los ojos y vi como mi marido me miraba, abrí la boca y le enseñe el semen

Es tuyo – le dije antes de tragármelo.

Toni quiso preparar unas bebidas y continuar la fiesta pero yo le dije que no, debíamos volver a casa, mi marido me miró extrañado pero no dijo nada, aquél insistió pero no di mi brazo a torcer, le dije que teníamos que marcharnos y que ya habría más días. Nos invitó a ducharnos pero le contesté que lo haríamos en casa y le pedí que llamara a un taxi para volver pero él decidió llevarnos. Nos vestimos y salimos hacia el coche, Toni sacó mis bragas del bolsillo y me las entregó, nos reímos los dos ante la sorpresa de mi marido, entramos en el coche y no me puse las bragas.

El camino de vuelta fue un poco diferente, ahora fui yo quién acaricié y chupé la polla de Toni todo el trayecto, cuando llegamos tenía una erección descomunal, intenté que se corriera pero al parar el coche aun no lo había conseguido, su miembro estaba terso y brillante de mi saliva, me miró con deseo y decidí probar su semen, le bajé los pantalones y tomé sus cargados testículos con una de mis manos, mi boca seguía subiendo y bajando por su tronco, me subí el "top" y restregué su polla con mis pechos, Toni gemía cada vez mas fuerte y observé como brotaban las primeras gotas de líquido preseminal, aumenté la velocidad de mis caricias mientras él elevaba sus caderas buscando el clímax, su respiración se hacía más pesada por momentos y noté que estaba a punto, lamí levemente su glande y explotó, su semen entró a borbotones en mi boca, no podía tragar todo y parte de el resbaló por mis labios y cayó en mi pecho, le masturbé violentamente hasta que le extraje la última gota, después le limpié cuidadosamente su miembro. Permaneció sentado y con los ojos cerrados, yo me sequé la cara y el pecho con mis bragas y le besé los labios, abrió los ojos

Gracias – musitó - ¿cuándo volveremos a vernos?

No lo sé, de momento disfrutemos recordando esta noche – contesté.

Volví a rozar sus labios y le entregué mis bragas.

Consérvalas – le dije, y me bajé del coche.

Mi marido me siguió in mediatamente, no había tenido consciencia de su presencia durante mi mamada a Toni y me avergoncé, me tomó del brazo y entramos en el portal sin mirar atrás.

Ya en el ascensor, besé a mi marido profundamente, le hice que tragara los restos del semen de Toni y suyo. El bajó su mano y me tomó por el coño, sus dedos se pasearon por él suavemente y noté como respondía, un placentero cosquilleo recorrió mi vientre y volví a besarlo. Abrí la cremallera de su pantalón y saqué la polla, estaba erecta y recordé el "espectáculo" que le había dado en el coche, la acaricié y, agachándome, se la besé. Entramos en casa y me dirigí a mi dormitorio, no estaba muy presentable si la canguro estaba despierta, oí como mi marido hablaba con ella y al poco rato sonó la puerta de la calle cerrándose, supongo que habían pedido un taxi y se marchaba. Me levanté y fui a ver a la niña estaba dormidita, la arropé y me volví al dormitorio, mi pareja ya estaba allí y se desnudaba, yo me quité la falda y el "top" y me dejé las medias, rotas y sucias, me miré al espejo y vi las manchas de semen seco que cubrían mi pecho, vientre y muslos. Me tendí en la cama esperando a mi marido que enseguida se tendió a mi lado, permanecimos en silencio y fue él quien lo rompió

¿Por qué no quisiste quedarte?- preguntó.

Te dije que quería terminar en la cama con los dos y así lo hicimos –respondí.

Si, pero no de la forma que yo esperaba, creí que follarias con los dos – dijo.

¿Es lo que querías? – inquirí – ¿querías mis dos orificios llenos?

Pensé que era lo que tu deseabas – repuso un poco avergonzado.

Le bajé el slip y recogí la polla que, rápidamente, reaccionó a mi contacto, comencé a masturbarlo lentamente.

¿Has disfrutado viendo como me follaban? – noté como su polla se estremecía.

Si… me encantó verte ensartada por otro, fue una sensación extraña pero excitante, estabas entregada a alguien a quién no conocías – contestó, su miembro se endurecía por momentos.

Estaba entregada al placer, ese hombre no me poseyó totalmente – le corregí.

Puso cara de extrañeza pero no dijo nada. Me puse encima de él y le pregunté

¿Te gustaría que te follara? –

Si – musitó.

Me hundí lentamente en él, ambos, casi simultáneamente, emitimos un quejido, pensé en como su polla se embadurnaba con la simiente de otro y un escalofrío de placer me sacudió. Aumenté el ritmo y él se dejo hacer, gemíamos y nos mirábamos mientras entraba y salía de mí.

¿Te acostumbrarás a esto? – pregunté mientras giraba las caderas alrededor de su miembro totalmente hundido en mi sexo.

Creo que sí… -repuso –

¿De verdad deseabas un a doble penetración esta noche? – volví a preguntar mientras ya, prácticamente, botaba sobre él.

Siiii – me respondió jadeante.

La tendrás… te lo prometo – le aseguré mientras me encajaba más en él.

¿Cuándo? – volvió a preguntar.

Yo estaba casi a punto y las contracciones de su polla me decían que le faltaba muy poco,

  • Muy prontoooo… - contesté sintiendo mi vientre temblar.

¿Quién será el tercero, Toni? – inquirió congestionado.

Me levanté y dejé solo la punta dentro, lo miré con lujuria y me dejé caer mientras gritaba

¡¡¡¡QQQQQQQQQQQQQ!!!

Un incendio calcinó mi cuerpo, su semen y mis flujos se unieron explosionando en mi vientre, me derrumbé sobre él mientras temblaba violentamente, su semilla me quemaba y noté perfectamente las contracciones de su polla mientras se vaciaba en mí.

(CONTINUARÁ)