Invitado de Piedra
Dentro de las muchas aventurillas que tuve de adolescente, hubo una que me marco profundamente. Creo que fue mi verdadera especialización masturbando a un tipo, esto sucedió cuando me puse a pololear con Carlos.
Invitado de Piedra
Dentro de las muchas aventurillas que tuve de adolescente, hubo una que me marco profundamente. Creo que fue mi verdadera especialización masturbando a un tipo, esto sucedió cuando me puse a pololear con Carlos. El era el galán más apetecido en todo el colegio, y todas las niñas estábamos locas por él. A pesar de todo el tiempo transcurrido, nunca he podido olvidar lo que me sucedió con Carlos y un amigo de él.
A Carlos prácticamente desde el primer día de nuestro pololeo, comencé a mamárselo. En cada oportunidad en que nos encontrábamos a solas, él se desabrochaba los pantalones y me pedía que se la chupara. Hubo días en que llegue a mamársela hasta tres veces en una tarde.
Como al mes de estar pololeando, Carlos comenzó a traer a mi casa a Julio que era su amigo del alma. Por supuesto que a mí molestaba mucho cuando lo traía a mi casa, ya que yo prefería estar a solas con Carlos. Pero él siempre me respondía que Carlos era su compadre y que no lo podía dejar solo.
En reiteradas oportunidades Carlos comenzaba a manosearme delante de Julio, en tanto me pedía que le tocara su miembro por encima de la ropa. Julio se sentaba en el sillón del frente y nos miraba acariciarnos. Esta situación era sumamente incomoda para mí, pero Carlos me decía que seria una lastima que por ese motivo termináramos el pololeo, ya que ellos habían sido amigos durante mucho tiempo y por supuesto le debía lealtad. La verdad es que Carlos me gustaba tanto, que ante la sola idea de terminar mi relación amorosa con él, hizo que terminara por aceptar la situación.
La situación continuo igual durante un par de semanas, y yo me había acostumbrado a atracar y manosearme con Carlos en presencia de Julio. Hasta que una tarde en que como de costumbre, estábamos agarrando delante de él, Carlos, me pidió que lo masturbara en su presencia. Como yo me negué rotundamente, él me amenazo diciéndome que si no quería darle en el gusto, era mejor que termináramos nuestro pololeo.
Yo me sentía tan enamorada, que ante la sola idea de perderlo accedí a hacerlo. El se bajó los pantalones hasta sus rodillas y separo las piernas, paso un brazo por mi espalda y la metió entre mis nalgas por debajo, introduciendo sus dedos en mi vagina. Julio no nos quitaba la vista de encima mientras yo le corría la paja aceleradamente, con mi mano firmemente aferrada a su miembro se lo refregué furiosamente, angustiada por la presencia de Julio y tratando de hacérselo muy rápido con el fin de apurar su corrida.
Hasta que a los breves instantes logre hacerlo eyacular. El espeso, blanco y cremoso semen, comenzó a saltar alocadamente en todas direcciones, en tanto él me pedía que siguiera frotándoselo con fuerza, mientras me decía como enajenado:
-¡Así, eso es sácame todo el moco!
-¿Te gusta como te doy leche?
-¡Ah, que rica paja!!
Mientras él se subía los pantalones, sonriendo le dijo a Julio:
¡Compadre, le juro que nadie me ha corrido la paja mejor que ella!
¿No le había dicho, que a ella le encanta pajeármelo?
En aquel momento mientras me besaba y metía su mano entre mis piernas me dijo:
¡Porque no se la miraí a Julio!
¡El la tiene inmensamente grande!
¡Es famoso en el colegio porque nadie la tiene como él!
Después dirigiéndose a Julio le dijo:
¡Compadre muéstrele su instrumento a Vanessa para que aprecie su tamaño!
Yo no sabia que hacer, estaba avergonzada, pero a la vez estaba muy inquieta debido a los manoseos a que me había sometido Carlos durante la paja. Pero además estaba muy intrigada por ver su famoso y prestigiado pene.
Julio sin inmutarse, se desabrochó sus pantalones y se los bajo, Con su mano extrajo desde su slip y me lo mostró. Cuando pude apreciar lo extraordinario de su miembro, debo haber quedado con la boca abierta por el asombro y la incredulidad. Tenia una cabeza muy grande y roja parecía una ciruela madura, su tronco se asemejaba el brazo de un bebe debido al increíble grosor, pero lo realmente inconcebible era el desmesurado largo de miembro, le llegaba por lo menos a la mitad del muslo.
Realmente era impresionante y dudo mucho que una mujer se pueda encontrar dos veces en su vida con un pene de esas proporciones.
¡Te dai cuenta del pedazo de verga que tiene!
Julio sonriendo con una estúpida mueca en su rostro, se agarró con la mano el gigantesco aparato y comenzó a menearlo con el afán de exhibirlo. Su aparato se le mecía como una manguera entre sus manos. Yo estaba atónita ante tamaño monstruo, Carlos se reía muy divertido de la cara que yo había puesto al mirarlo. Entonces me dijo:
¿Quieres tocársela?
¡Hazlo con toda tranquilidad, porque yo no me voy a poner celoso!
Julio claramente excitado y aprovechándose del pánico, también me pidió que se la tocara:
¡Tócamela sin miedo, porque asusta pero no muerde!
Al notar que yo no reaccionaba, Julio se levanto de su asiento y se sentó a mi lado. Quede sentada en medio de ambos, Julio tomó mi mano y la puso sobre su extraordinario pene Muy tímidamente al principio se la agarré con mi mano.
La sensación que sentí fue increíble, al tener esa tremenda cosa en mi mano; mis dedos no alcanzaban a rodearlo completamente. Ellos no paraban de reír y de hacer bromas, pero yo note que mientras lo tenia en mi mano, el pene comenzaba a dar fuertes señales de erección, mi percepción era que no se levantaba ni se engrosaba, pero sin duda su consistencia se endurecía gradualmente en medio de increíbles palpitaciones, y la grandiosa cabeza comenzaba a adquirir un extraño brillo.
En ese momento Carlos me comento:
¡Lo más impresionante no es solo el tamaño, sino que la cantidad de moco que puede expulsar!
Cuando le pregunte como él lo sabia, me contó que en el colegio, Julio se corría la paja delante de los compañeros, para demostrarles la cantidad de semen que eyaculaba su pene. Cuando mire a Julio a la cara, él me dijo:
¡Es verdad!
¡Si quieres te puedo dar una demostración, siempre y cuando seas tu la que me hagas la paja!
Mire a Carlos sorprendida y él me dijo, que los dos eran muy amigos, y que debido al tamaño de su herramienta, le era muy difícil tener relaciones sexuales normales con las chicas, así que sus relaciones se limitaban a tener sexo oral y manual con las mujeres, y que sus únicas experiencias de penetraciones eran con una vecina bastante mayor que lo buscaba, por el tamaño de su miembro.
Agregó que habían conversado con Julio, y que habían acordado que si yo quería, podía correrle la paja, pero que él debia estar presente mientras se la hacia, después me dijo:
¡Tomalo como una experiencia distinta a todo lo que has hecho antes! Y me explico que si él estaba presente no había ningún problema de infidelidad.
Lo curioso es que mientras hablábamos, yo no había soltado el miembro en ningún instante, y a estas alturas había tomado una atractiva consistencia. No tenia la apariencia de estar erecto, pero al palparlo se notaba que estaba endurecido; no se le paraba, solo aumentaba gradualmente su grosor, lo más excitante era el brillo que tomaba el glande que cada vez se hinchaba más.
La verdad es que a esas alturas yo lo único que deseaba era darle en el gusto, pero sin duda sentia bastante verguenza, de que Carlos me estuviese mirando, mientras amasaba el fantastico aparato, pensaba sinceramente que si hubiesemos estado solos, ya estaria masturbandolo y además fantaseaba que seria alucinante darle una rica chupada a ese formidable pedazo de virilidad.
Casi sin darme cuenta, comencé a frotárselo hacia arriba y hacia abajo, muy suavemente, era increíble el tramo que recorría mi mano por cada movimiento de sube y baja. Se lo frotaba de tal manera, que al subir mi mano, le cubría todo el glande con el prepucio, y luego bajaba hasta ver que la cabeza se le hinchaba como si fuera a explotar, junto con esto se lo apretaba lo más fuerte que podía.
Después de largos minutos en este juego, comencé a correrle la paja en serio, pero sin acelerar mucho mis movimientos. Estaba en eso, cuando Julio le pidió a Carlos, si podía tocarme el culo mientras yo se la corría, Carlos me miro intentando encontrar mi aceptación, en vista de que yo no hice ningún intento por negarme, él acepto.
Julio comenzó a trajinar mi trasero. Las caricias y manoseos de sus dedos recorriendo mi culo, exacerbó mis sentidos hundiéndome en un camino de vibraciones que recorrían todo mi cuerpo. Su mano descendió por entre mis nalgas hasta mi apretada entrada, separando con dulzura mis gluteos. No tardó en posesionarse totalmente de mi redondo y abultado trasero. Metió su mano decididamente en mi trasero y comenzó a tocar y presionar mi conducto trasero. Apenas sentí el contacto de sus dedos con mi apretada entrada, comencé a excitarme increíblemente.
Masturbar ese inmenso pedazo de carne ardiente, y sentir sus manos acariciar mi trasero, me calento muchisimo, continúe haciéndosela cada vez más rápida y fuerte, en un instante mire a Carlos, y él estaba extasiado mirando la escena, y con una mano se tocaba su pene, por sobre el pantalón. Creo que sentía vergüenza de su pene delante de aquel monstruo de masculinidad.
Julio habia logrado alcanzar desde atras mi vagina y tenia uno de sus dedos enterrado profundamente, en mi mojada vagina, y me lo metía y me lo sacaba al mismo ritmo con que yo le frotaba su pedazo.
De pronto su dedo abandono mi vagina y se deslizó suavemente hacia mi oscuro y apretado agujero posterior. Comenzó a penetrarme el culo con su lubricado dedo, rozando intensamente las paredes de mi sorprendido recto. Jadeaba muy excitado tratando de penetrar mi abertura anal, yo sentía la voluptuosidad del contacto y junte las piernas para hacercelo más estrecho aún, moviéndome rítmicamente.
Entonces empezó a jadear y a anunciar su eyaculación, cerro los ojos, y empujo con fuerza hacia adelante, al instante salto un chorro impresionante de semen, que fue a caer en el suelo, muy lejos de donde nos encontrábamos, luego lo siguieron sucesivos chorros, todos muy potentes que salían disparados como lava de un volcán en erupción, dejando mojado con semen, todo lo que estaba alrededor nuestro, en mi mano y en mi brazo chorreaba el semen, y en mi falda habían dos o tres inmensos manchones, producto de la caída de algunos espesos chorros de moco.
Yo se la seguí frotando hasta que no salió ni una gota más. Fue sinceramente la experiencia más lujuriosa de mi vida, desde esa época y hasta ahora, cada vez que masturbo a un hombre, lo comparo con esta eyaculada grandiosa, y sinceramente él que más se ha acercado, no alcanzo a expulsar ni un tercio, de la cantidad que Julio tiro esa vez.
Digo esa vez, porque estas experiencias las repetimos en tres o cuatro ocasiones más, pero la última vez que sucedió, ellos me pidieron que los masturbara a los dos al mismo tiempo y que dejara que ambos acabaran en mi cara.
Producto de las experiencias anteriores, yo había entrado en confianza en estos juegos masturbatorios y tenia ganas de sentir el abundante y espeso semen de Julio en mi boca, ya que a pesar de haberlo masturbado anteriormente todavía no le había chupado su increíble y monstruoso pene.
Me senté en una silla y ellos se ubicaron de pie frente a mi, de manera que sus excitados penes quedaron frente mis labios. Me incliné y observé sus instrumentos, le di especial atencion al de Julio que era grueso como un brazo, pero suave y torneado, con una potente cabeza carmesí, sentí desesperación por chuparselo. Me fui acercando lentamente hasta casi sentir que su glande golpearía mi rostro. Dejó a mi disposición su miembro cuyo tremendo grosor, erección y rigidez me sorprendían por sus fantásticas dimensiones. Carlos no estaba dispuesto a perderlas todas, asi que se ubico a mi lado y dejo a mi disposicion su erecto miembro. A pesar que no tenia un gran tamaño, su dureza y firmeza, me provoco una distinta sensacion en la boca, mientras se lo mamaba.
Alternadamente fui chupando y masturbando sus penes, era asombrosa la diferencia entre un pene y otro. El de Carlos tenia una increíble dureza y tensión, y a cada momento se levantaba y endurecía más, mientras el de Julio se engrosaba tremendamente, pero sin endurecerse totalmente, dándole una fascinante textura semirigida a su tronco. Cuando se los chupaba podía con uno introducírmelo totalmente en la boca, mientras que con el otro solo podía hacer entrar la cabeza.
Estos toqueteos despertaron toda mi escondida lujuria, estaba como fuera de mi, masturbando y chupando. Al tiempo que entregaba mis caricias sobre los rígidos y pulsantes miembros, intensas convulsiones en mis paredes vaginales interiores, derramaban abundantes jugos preparatorios, mientras intimamente deseaba que acabaran pronto en mi alucinada boca.
En un momento ambos comenzaron a pajear sus miembros justo frente a mi cara, y yo con la boca abierta esperaba ansiosa el momento de recibir el semen. Hasta que una verdadera lluvia de esperma salto sobre mi cara, mi boca y mi garganta fueron inundados con abundantes y ardientes chorros, que salían expelidos de sus miembros y caían sin cesar sobre mi cara. Convertida en un verdadera glotona, me los trague en abundancia y lo mismo hubiese hecho con los de una docena, si hubieran estado allí.
A los pocos dias sucedió un acontecimiento que puso fin a nuestras relaciones. El pololeo y el triangulo masturbatorio tuvieron un final tragicómico, cuando sorprendí a Carlos en su casa con su querido amigo totalmente desnudos.
Ese dia Carlos no habia ido a verme, yo pense que podia estar enfermo y decidi ir a verlo a su casa, ya que vivia a unas pocas cuadras de la mia. Yo sabia que no era necesario golpear la puerta de calle, ya que se podia entrar por el patio.
Apenas entre a la casa, senti ruido de musica que provenia desde el living, abri la puerta de la cocina muy lentamente con la intencion de darle una sorpresa, pero la sorprendida fui yo. Carlos y Julio estaban completamente desnudos sobre un amplio sillon, y mi pololo estaba entre sus piernas chupando el inmenso aparato de Julio.
Yo sentí mucho asco y sorpresa. Y también me di cuenta de que formaba parte de un trío, en que era yo la que sobraba, pues ellos tenían mucha más confianza que la de dos grandes amigos, más bien tenían la confianza de dos amigos íntimos. Y caí en cuenta que mi pololo era el que tomaba mi lugar cuando yo no estaba presente. Cuando les hice notar mi presencia, insultandolos con rabia y frustracion, él me quedo mirando con una cara de espanto y desconcierto, mientras me miraba con la boca abierta y con el inmenso miembro de Julio todavia embutido entre sus labios. Reacciono entre gritos en un total estado de histéria.
Obviamente corté toda relación con ellos, pero hoy en día, recuerdo con lujuria esas sesiones masturbatorias, y el insuperable miembro de Julio, que por el tamaño y la abundancia de sus eyaculaciones, ha sido una experiencia inolvidable. Lo único que siento es haber estado tan chica cuando me encontré con esa maravilla, pues no lo supe disfrutar como es debido.
Jacqueline - Chile