Invitada a una boda
Mi amiga me invito a su boda.
Invitada a una boda.
Mi amiga me invitó a su boda.
Yo hubiese esperado ser al menos unas de las damas de honor, pero se ve que tenía muchos compromisos y no me tocó.
Le envié un email preguntando como debía vestirme para no entrar en conflicto con su vestido ni los de las damas de honor. Me dijo que ellas iban a ir de azul claro y ella iba a ir de blanco, pero con vestido corto.
Si la novia iba de corto, yo también. Opté por algo seguro. Seguro que iba a llamar la atención: un micromini-vestido rojo con amplios escotes tanto por delante como por la espalda.
La invitación lo dejaba muy claro: blablabla y familia, tenemos el gusto de invitar a Vd. Doña (la primera vez que me llaman "Doña") Sylvia xxx a la ceremonia y banquete que tendrán lugar en XXX y XXX a tal día y tal hora. Por razones de espacio, las admisiones son estrictamente restringidas a las invitaciones expresas.
Me pareció un poco borde el tono de la invitación y estuve a punto de no ir. Evidentemente quería decir que no me podía llevar a mi novio y que con eso se ahorraban un cubierto. Cutre, pensé.
Después de hablar con otras amigas comunes con la novia y comprobar que todas habíamos recibido las mismas instrucciones, decidimos ir.
Hicimos un regalo entre todas, de presupuesto razonable, y el día de la boda nos presentamos todas sin parejas, ya que no habían sido invitadas.
Creo que la que exageré un poco más con el vestuario fui yo. Mi amiga, la novia, me había dicho que ella llevaría un vestido de novia corto y yo pensé que ya puestas en ello, más corto sería el mío.
En el día y hora indicados, yo me presenté al mismo tiempo que muchos otros invitados.
Era el mes de Septiembre y hacía un poco de calor. Yo llegué a la iglesia junto al mar en taxi. Caminé la escasa distancia desde la acera hasta la explanada de reunión del templo y ya pude sentir como muchas miradas, sobre todo masculinas, se fijaban en mí.
Me alegré de encontrarme ante la explanada del templo donde se iba a celebrar la ceremonia con mis amigas. Todas vestíamos bastante atrevidas, cada una dentro de nuestras posibilidades. Nos agrupamos, siendo objetivos de las miradas de buena parte del resto de los invitados a los que no conocíamos y que también parecían ir sin pareja. Tal vez el novio había dado las mismas instrucciones estrictas a sus amigos de ir sin parejas.
Saludamos a la parte de la familia de la novia que conocíamos y a los padres del novio.
Varios de los tíos de la novia, su madre y su padre me tocaron entre el pecho y el culo. Diría que el padre del novio también, pero pudo ser por nervios.
Al menos pude ver que no era la única sucumbiendo a esas sobadas más o menos inocentes. El padre de la novia disimuladamente tenía su mano en el culo de mi amiga Roser, que debía ser la segunda más sexy en cuanto a vestidos, modestia aparte.
Como su novio tampoco había sido invitado, ella también se dejaba. Igual que Lourdes, que llevaba un vestido menos sexy, tipo provenzal, un poco fuera de lugar en el ambiente de la boda, aunque tan fino se le notaba que no llevaba sujetador y se le marcaban los pezones. El único novio en nuestro grupo de amigas que había sido invitado, Salvador, que coincidía que era amigo del novio, no dejó de tenerla muy en cuenta, descuidando a Gemma, su novia que con un vestido de flores no muy afortunado no acababa de ser una de las invitadas destacadas.
Por fin llegaron los novios al comedor.
Mi amiga estaba radiante, como en la canción y el novio guapísimo. Alto, bien arreglado, muy en su papel.
"A este se la como" me dije para mí sola sin realmente pensarlo en serio cuando me dio los dos besos cogiéndome por el cuello mientras lo hacía.
La ceremonia no estuvo mal. Un poco larga, pero lo son casi siempre en las bodas. Al salir posamos para las fotos y nos dejamos tocar el culo, que parecía algo inevitable. Por parte del novio, encantadas. Por los familiares diversos, con más o menos aceptación también tragamos.
En el banquete fue donde se complicó la cosa. Eso de que nuestra amiga no nos hubiese permitido traer a las parejas, nos había dejado a todas un poco libres y con el instinto de buscar algo por el día o la noche con quien fuera, que buen material lo había.
Después de comer, habíamos disfrutado mucho del menú, empezamos a movernos y a bailar, aprovechando el espacio y la barra libre que los padres de los novios habían tenido a bien establecer.
A mí me agarró de la cintura un primo muy guapo de la novia cuando empezó el baile. Me le apreté contra la polla y muy rápido pude sentir como se le ponía dura y me soltó, retirándose muy cortado. Una pena.
Me acerqué a Gemma, por estar un poco más tranquila, pero la sacó enseguida a bailar un chico que no conocíamos. Su novio, Salvador, estaba entre bailando y babeando con nuestra amiga Roser, que medio le mantenía a raya pero dejándose un poco por lo que podíamos ver..
Un camarero me ofreció una otra copa de cava que acepté gustosa. También caí en la tentación de tomar una de las porciones del pastel de boda que repartía, del que había pasado antes en la mesa. No era demasiado bueno. Me gusta la nata pero, aparte de que había demasiada en el pastel, un roce con una pareja de bailarines de pasodoble, creo que eran los padres del novio me la acabó echando por encima de la falda.
Me fui hacia los servicios. En el de señoras había bastante cola y pensé que en el de señores tampoco pasaría nada por entrar a limpiarme la mancha allí.
Al entrar, solamente había un chico en un urinario. Sin decir nada abrí el grifo con el agua caliente y con una de las toallas disponibles procedí a intentar limpiar la mancha del pastel de la mejor manera posible.
Me di cuenta de que el chico había notado mi presencia. Era el novio ni más ni menos!!!
- Perdona, es que se me ha manchado el vestido con el pastel y el servicio de chicas estaba lleno me excusé.
No dijo nada, siguió concentrado a lo suyo. Por el espejo del baño noté que se giraba para mirarme un par de veces.
En la segunda o tercera vez en que se volvió a mirarme, no pude evitar ver como la separación entre el urinario y su cuerpo me mostraban su pene muy erecto. No sabía si era por el día o por mi.
No tenía ni idea de lo que hacer. Disimulé un poco volviéndome a concentrar en la mancha de mi vestido.
El siguió también disimulando. Yo acabé de limpiar hasta donde pude la mancha del pastel.
Puestas a hacer cosas extraordinarias, nada ganaría a hacérselo al novio en el mismo día de la boda, no?
Me le acerqué por detrás y se la cogí con la mano. Se sobresaltó.
"Déjame verla". Le pedí.
Se apartó de mi y se apretó de nuevo contra el urinario.
Mi mano se la seguía sobando y le podía sentir muy caliente.
Me la apartó. "No puede ser" me dijo. Mis dedos no dejaron de sobarle la puntita de la polla y su cara me decía que sí que podía ser. A mi me ponía a mil hacerle correr por primera vez después de que se hubiera casado.
Empezó a besarme con una lengua hambrienta al mismo tiempo que su mano dejaba de impedir que la mía le pajeara.
Cuando empecé a notar que le venía el orgasmo, me agaché buscando su polla en mi boca. La primera explosión de su corrida me dio de lleno en la cara. Me tragué todo el resto. Un morbazo.
Estábamos recuperándonos los dos, cuando de repente se abrió la puerta del servicio. Entró una chica que yo solo conocía de vista.
Creo que me dijo que era alguien de la familia de su esposa. Recuerdo que lo único que se me ocurrió fue decirle que "no es eso" o similar, que cuando te pillan con una polla en la boca, muy convincente no suena.
Luego recogí una parte del semen que se me había quedado por la cara con un dedo y se lo ofrecí, esperando que le diera tanto morbo como a mi eso de poder comerse la primera corrida de un recién casado.
Le costó decidirse, pero por suerte tragó, literalmente. Se comió, o bebió la leche de mi dedo y luego, sin estar previsto, entre las dos se la volvimos a poner a 100 y le hicimos otra mamada entre las dos hasta el orgasmo.
La otra invitada también tenía su morbo e hicimos nuestras cosas entre medio. En principio yo lo hice por miedo a que se nos destapara la situación, creo que el novio también y la tercera persona porque la sorprendió el momento. Quien sabe, eso ya es otra historia que no viene al caso ahora.