Invitación peligrosa, apartamento pequeño

Un novio incauto es reducido y sera el esclavo de toda la familia de la novia.

Una invitación peligrosa

Mi novia María, vivía en un pequeño apartamento con su madre y su hermana, me sorprendió que me pidiera que me fuese a vivir con ella y su familia a aquel pequeño apartamento de tan solo dos habitaciones. La verdad es que el poder ahorrarme un alquiler me vendría muy bien.

Maria tenía 28 años era morena, alta pero de caderas bastante anchas. Sus caderas hacían enloquecer a cualquiera, su pecho era duro y firme. Su hermana era mucho más baja y no resultaba tan explosiva, ella se sentía un poco acomplejada de ser mayor que Maria pero no tener tantas curvas. Su madre era una mujer de unos 45 años muy bien conservada me parecía una mujer muy excitante de esas que serian capaces de destrozar a cualquier hombre, mi novia no tenía ni idea de la cantidad de fantasías que yo había tenido con su madre.

Cuando llegué no podía imaginarme lo que ellas me tenían preparado, al preguntar en que lugar del apartamento pensaban ubicarme las tres sonrieron y me contestaron que no me preocupase por nada, que yo iba a tener todo el espacio y comodidad del mundo.  Deje mis cosas y me senté a la mesa para disfrutar de la cena que ellas me habían preparado Durante la cena todo transcurrió con normalidad, cuando al finalizar las tres mujeres se levantan de la mesa y me dicen que las disculpe que van a ponerse más cómodas para recoger la mesa. Entran en uno de los cuartos entre risas, al rato aparecen de nuevo pero me llama la atención sus ropas. Las tres aparecen enfundadas en unas ajustadísimas mallas de aeróbic con sus respectivos tops, me dicen que así estarán mucho más cómodas y que me controlaran mejor. No comprendo nada pero no me desagrada la visión de tres mujeres voluptuosas marcando sus cuerpos, dejando entrever que practicaban deporte y eso se notaba en sus esculturales cuerpos.

La madre de Maria se dirige a mí y me dice, ahora te vamos a enseñar cual va a ser tu cuarto y donde vas a vivir a partir de ahora. En su mano trae como un pequeño mando a distancia, apunta hacia mí y una intensa luz me ciega.

Cuando recupero la vista y miro a mi alrededor, todo lo que observo me parece extraño, no se donde me encuentro, estoy sobre una superficie dura y fría de color blanco, cual es mi horror cuando al levantar la vista compruebo que continuo en el mismo sitio, me encuentro de pie en el suelo de la cocina, pero lo que más me asusta de todo aquello es que a mi lado unos pies gigantescos dentro de una chancleta que están a mi lado, alzo más la vista y compruebo que veo unas mallas ajustándose a un enorme trasero y a una enorme raja que va desde su entrepierna hasta el culo, por el color de las mallas deduzco sin ver la cara que se trata de la madre de María.

Miro  a mí alrededor y veo a las dos hermanas de pie murmurando y mirándome desde las alturas, todo resulta gigantesco. De pronto oigo una voz atronadora que dice, ya sabes en donde vas a vivir, con ese tamaño no ocupas ningún espacio mientras se reía vagaras por toda la casa y debes andar ágil si no quieres que alguien te aplaste.

Con las mallas ajustadas no tendrás ocasión de trepar por nuestras ropas, así resbalarás y además no corres tanto riesgo de que te aplastemos si te metes dentro de nuestras bragas.

Maria se agacho delante de mí abriendo sus piernas y dejando ceñir todo su sexo, se podía adivinar cada uno de sus pliegues. Hoy dormirás con Maria digo su madre si es que no prefieres dormir en otro sitio.

Me encontraba asustado, María me tomo en sus gigantescas manos y me puso sobre la mesa donde habíamos cenado. Las tres mujeres comenzaron a recogerla mientras yo temblaba de miedo y a la ver miraba aquellos tres enormes culos que se movían a la altura de mis narices.

La madre de Maria en ese momento se agacho colocando su enorme trasero en pompa hacia la mesa, sonrió y digo si me apetecía escalar por zonas escarpadas. Se aproximo a la mesa y me cogio, me sentía impotente, era un juguete, un pelele en las manos de aquellas tres mujeres gigantescas. La madre de María me advirtió que la estancia no seria gratuita, que tendría que ayudar en las tareas domesticas, exigí que me devolvieran al tamaño natural, pero lo único que obtuve fueron risas. Me advirtieron que no me encontraba en situación de dar órdenes.

A partir de ese día me convertí en un esclavo sexual, tenia que darles placer según necesitasen meciéndome entero dentro de sus gigantescas vaginas y ser expulsado entre sus fluidos al alcanzar el climax, también me usaban para limpiar donde ellas no llegaban. A veces se divertían metiéndome en el wc mientras orinaban sobre mi y hacían el amago de tirar de la cadena, otras veces me llevaban al gimnasio dentro de sus ajustadas mallas y comenzaban a correr o a hacer aerobic hasta que se cansaban dejándome cocido  y extenuado pegado a su sudor. Para sobrevivir me veia obligado a introducirme en sus orificios con el riesgo que tenia si ellas apretaban.

Nos podemos preguntar, chicas os gustaría tener un siervo así??

Fin