INVITACION A SU CASA (Capitulo 2 Lésbico)

Olga arribó en el momento en que iniciábamos nuestra sesión zoofilica, para evitar sus sospechas y distraerla nos seguimos en una sesión placentera de sexo lésbico, cargado de confesiones.

DE VISITA A SU CASA (Capítulo 2 Lesbiano)

El capítulo 1 lo puedes leer bajo clasificación ZOOFILIA.

Desde mi llegada hasta la aparición de Olga, mi visita no la sentía como que había sido una visita de cortesía, solo visita a mis amigos. Había sido como una prueba de un manjar.

En mi relato anterior a éste “VISITA A SU CASA”(Capítulo 1 zoofílico) describía de lo que nos ocupaba en ese momento, pero la actividad en ese día continuó y es lo que cuento enseguida, ya no pudo seguir siendo zoofílico , será lesbiano, pero igual de personajes.

Les contaba que estábamos las dos abrazadas, sentadas en la alfombra, cuando Emi oyó que alguien abría la reja de la calle. Yo estaba totalmente extenuada, casi desnuda ¡me costaba trabajo levantarme!

“¡Condenado Kaiser, me apretujó y remolió y me apachurró, me ha dejado toda molida, hecha una verdadera papilla! ¡Que rico, es lo que mejor pude sentir!”

“¿Ya serán nuestros hombres los que llegaron? Es muy temprano, pero cúbrete rápidamente, yo voy y me pongo algo para disfrazar, el Kaiser se distraerá ¿A ver si no nos echa de cabeza?” dijo, a la carrera, Emi.

Yo alcancé a ponerme la falda, en eso tocó a la puerta, era Olga. La recibí y le expliqué que Emi solo había ido a cambiarse de ropa, que regresaba inmediatamente.

“¡Es Olga!” le grité.

“¡Ya voy, espérenme unos segundos!” ¡Volada trataba de apaciguar al Kaiser que le colgaba su pene, color rojo y bien largo, muy bien visible! Le ordenó que saliera por la puerta de la cocina, y éste, afortunadamente obedeció, todo compungido y frustrado.

Emi regresó, venía envuelta en una batita medio coqueta, de esas como para emocionar a su marido al irse a acostar, casi transparente, como un velo. Se le notaba que solo  traía puesto el brasier y nada debajo. Le hice una seña, lo más discreto posible, informándole que le faltaban los calzones. Pero Olga se dio cuenta, vio unos sobre el sofá de enfrente, junto a mis pantimedias, pero la pícara le dijo

“¿Estas son las que estás buscando? Están lindas, mejor te las pones y me dejas verte.”

Emi, para no contradecirle las tomó y se las trató de poner, no le subían, eran los míos, de mi talla, además que esta vez los escogí muy ajustados.

“¡Ay, no me suben, ya engordé!”

“¿Entonces, serán estos otros los tuyos?, y ¿estos son los de Silvia?”

No nos quedó más que soltar la risa, estaba adivinando que algo estaba llevándose a cabo entre Emi y yo y había llegado a interrumpir.

“¡Ay, chicas, por qué no me invitan! Ya sabes que yo me muero desde hace años de ganas de ver pieles lindas.”

“Primero que nada quiero pedir disculpas por haberme ausentado unos minutos durante la fiesta, pero en ese momento no había mucha actividad y Silvia me ofreció cubrirme y sustituirme si hubiera sido necesario. Por eso me decidí y aproveché.”

“No te preocupes, satisficiste una emergencia de mujer. Pero ¿te lo echaron muy rico y sabroso? ¿No es cierto?” preguntó Emi. “Regresaste toda emocionada, dinámica y alegre. Se te notaba desde lejos, hasta bailoteabas. ¡Lo que es ser una mujer que quedó bien servida, satisfecha!”

“Riquísimo, increíble que el rapidín que me echaron estuviera tan rico. Tenía mucho tiempo de no haber tenido algo parecido.” Contestó Olga.

“¡El mío también estuvo precioso! Me lo metió muy rico, con mucho cuidado. El chico no era del grupo suizo.” Complementó Emi, toda emocionada. “¡Terminamos los dos a la vez! ¡Imagínense, primero me bajó el calzón, me buscó en la oscuridad mi conchita, dedeando por todos lados, como buscando, se inclinó y me dio una pre-cogida, con su lengua y dedos! Se preparó y suavecito apuntó, los dos no podíamos esperar, bombeamos y nos vinimos rico, ¡no había tiempo para más!”

Me preguntaron cómo me había ido a mí.

“¡Rico, casi como a ustedes! Lo hicimos dividido en dos rapiditos. Primero suavecito, pero él se me adelantó. Después de que ya le retiré el condón, se lo reviví con mi boca, chupándoselo. Bien paradito de nuevo. Me recostó primero sobre los cartones de cerveza que están apilados atrás, me levantó la falda y solito me la metió. Esta segunda cogida sentí mucho más rico que la primera. No tenía condón y él ya se había venido antes, así que él ya tenía confianza de que iba a aguantar más tiempo, a ratos se aceleraba y me golpeaba duro, luego se dio cuenta de que era más rico despacito, muy despacito y así me fue llevando hasta las nubes. Los dos apretábamos a la vez, lo sentía bien cobijado dentro de mí, sus manos me acariciaban mi vientre, ¡claro! no dejé me tocara los pechos, podría descubrir que no eran reales, pero insistió en mi espalda. Sus manos me jalaron de las caderas, arribita de mis nalgas, y ¡ZAS! ¡BIEN SABROSO ME LA METÍA! Yo solo aguantaba, no dejaba salir ni un gemido, me podrían haber oído desde adentro, pero ganas de gritar no me faltaron. ¡HA SIDO EL SEXO MÁS TREMENDO QUE RECUERDO HABER TENIDO! Todo influyó, la música tan preciosa y romántica, el bailar, las prisas y el peligro de que alguna de ustedes me fuera a descubrir, todo eso.”

“¡Yo también me sentí bajo presión, tanto de tardar demasiado! ¡cómo el peligro de que Emi fuera a salir, o que alguna otra pareja quisiera echarse un rapidito y saliera a escondidas! aunque había ya pocos clientes. Uno de ellos era el que te había estado haciendo las rondas y que creo fue el ganón contigo, estaba con otras chicas, pero ha de haber pensado que ¿quién quita echarse una cogidita con esa suiza morenita?”

“¿Qué suiza morenita?” le pregunté.

“¡Tú, no te hagas, todos te deseaban, te veías preciosa y provocaste a todo mundo con tu Can-Can! ¡Todavía la Lambada no la presentabas, sino ahí mismo hubieran caído uno que otro más! ¡Tienes una forma como te mueves y cómo ves al público, lo enamoras!¡Eres muy sensual y reflejas mucho erotismo!”

“¿Tienes muchas relaciones de sexo?, te ves muy calmadita, muy suiza.” le preguntó Olga a Emi.

“¡No las que yo quisiera, o, mejor dicho, las que necesito! Leo es un muy buen amante y sí me satisface.”

“Te comprendo, querida, pero así son los hombres, ellos creen que satisfacen y, como les sobra, vienen con una más a completar. ¡Pero qué bueno! así una tiene oportunidad de checar y probar, y él es muy bueno y de los más deliciosos y deseados que hay alrededor, es por eso por lo que tú le eres fiel y le has de permitir que pruebe conmigo. ¡Tú sabes que tú eres de lo más atractivo y te dejas desear por todos los que te ven, ahí tienes a tu amante que se muere por ti, y así como él, ve al de tu rapidín y todos los demás!” le dije emocionada.

Me retiré unos minutos, pedí permiso de entrar al baño de visitas. Ahí traté de arrojar los restos de Kaiser, pero llevé mi neceser con la cánula y me di una buena limpiada, previendo lo que pudiera venirse. ¡Que a tiempo lo hice!

Al regresar oí que Olga le decía a Emi:

“¡Estas deliciosa! Aquí todo mundo se desvive por las güeras y más por aquellas que están tan bien formadas como tú. ¡AY! ¡QUIÉN ME DIERA SER UNA DE ESAS! ¡O QUE YA DE PERDIS, ME DEJARA COMERMELA!” le dijo desde su corazón.

“¡Estas loca, hemos trabajado juntas por más de casi 6 años, y es ahora que me lo dices!” le dijo Emi

“¡Yo casi te acabo de conocer y me uno a la opinión de Olga! ¡Cualquiera que te vea se enamora de esa gringuita, alta y tan rete buena, esos pechos y ese trasero tan hermoso, paradito, ninguna otra suiza los tiene tan bonitos!” Le dije.

Olga se encontraba sentada en el sofá de enfrente a nosotras. Su falda hasta medio muslo me dejaba disfrutar que dejaba ver sus pantis, que como siempre, me calentaban viéndola, a ella o a otra. Emi en el sofá de junto a ella, ya con los pantis puestos, envuelta en su batita, o neglige, dejándome disfrutar de sus muslos, que a mi más se me antojaban. Sus pechos quedaban debajo del brasier, pero mi vista estaba constantemente en su vientre y cintura, me llama mucho su piel tan blanca y lisita. Pero noté que se le notaba mojado su pantis, no estaba yo segura.

“¡Desembuchen! ¿qué hacían antes de que yo las interrumpiera?”

No sabíamos que contestar, pero decidí desviar sus sospechas por el lesbianismo, antes que mencionarle del intento con Kaiser.

“¡No somo lesbias, pero por ocio las dos olvidamos las barreras y los prejuicios, y cómo decíamos antes, solo nos completábamos!”

“¿Saben? ¡Yo creo que yo sí lo soy, me encantan los cuerpos de ustedes dos, por lo menos bi sí soy! ¡Estoy tan caliente que hasta me dejaría coger por un perro si ustedes no me dejan con ustedes, pero por un perro que la tuviera bien grande, que me volviera loca!”

Emi y yo nos volteamos a ver, ¿a lo mejor sí sospechaba algo con lo poquito que alcanzó a ver u oler al llegar? Callamos y dejamos pasar ese comentario.

Emi dio el primer paso, se levantó de su asiento y fue con Olga y le dijo que ella también la deseaba, que desde que inició trabajar con ellos la observaba. Al caminar hacia Olga, Emi dejó caer la batita y se aflojó el brasier, se tomaron las caras y se dieron un beso envidiable, cariñoso. Realmente me excitó al grado que fui hacia ellas a buscar uno de esos besos.

Desvestí a Olga, que había llegado bien forrada por el frío que hacía afuera, en la casa estaba puesta la calefacción. ¡Que lindura! Aparecieron unos pechos hermosos, medio grandes, duros y por la calentura, sus pezoncitos bien duritos y paraditos. Mientras ellas se acariciaban y besaban, recuerdo que yo me dediqué a disfrutar de esos senos, le succionaba sus tetillas, me los metía a la boca, se los sobaba a los lados, así como a mí me excitaba más.

Emi me ofreció la parte baja de su monte de Venus. Enredé mis dedos en esa cavidad calientita y con los labios y la lengua me la comí. Su conchita se le veía pequeña, pero si le acomodaba el pene de Leo, ya yo sabía que en realidad solo aparentaba ser un hoyito pequeño, le abrí sus labios menores y con mi boca se los succionaba. Mientras tanto, con mi mano libre le trataba de causar el placer más grande posible a Olga, metiéndole dedos en su vagina. Las dos se retorcían, me apretaban la cara y a veces ni siquiera me dejaban respirar, me aprisionaban con sus piernas.

Descubrí que Olga también tenía unos muslos muy deseables, es un poco más alta que yo, pero menos que Emi y tiene una conchita muy oculta detrás de esos bellos vellos, con los que se antoja jugar y jalárselos. Los chupaba y le depositaba saliva, sentía muy rico dejarle su vagina chorreando de mis babas.

A las dos las acariciaba y, muy despacito, como quien dice clandestinamente, les introduje dedos en sus respectivos anos que yo ya había dejado bien lubricados con mi saliva. ¡ninguna de las dos protestó! Olga me apretaba la cara con su pelvis, yo le metía mi lengua en su vagina, en eso comenzó a bambolearse, Emi le mordisqueaba sus pechos, la hacía gritar y retorcerse, mientras le introducía algún dedo en el ano, yo se los metía en la vagina, que en eso me di cuenta de que estaba inundada. Yo estaba segura de que era de lo poquito que le dejó dentro el Kaiser y ella ni se dio cuenta, ¡Qué bueno que fue a mí a la que le tocó descubrir esas secreciones que se le habían quedado acumuladas! Y no a Olga, a la que habría sido necesaria darle explicaciones. A ratos me alocaba y se los metía y sacaba rapidito, en entra y saca muy repetidas veces.

¡Casi gritaba y le pedía a Emi que le hiciera más! Al darme cuenta de que la alocaba, incrementé mi actividad con la lengua y con mi dedo medio, en su vagina. Me di cuenta de que explotó su segundo orgasmo, se relajó y yo me dediqué a Olga, le di la lengüeteada más grande que pude y que creo que ella jamás la había sentido así. Me esmeré para dejarle un recuerdo que no me fuera a olvidar. Me dediqué a su clítoris, ella es una de esas mujeres que lo tienen muy paradito cuando excitadas y que producen mucha secreción, se lo chupaba y con un dedo dentro de su vagina la hacía sentir más. Emi, ya agotada, le acariciaba sus senos y se los metía a la boca con mucho cariño, hasta me daba envidia. Mi conchita siempre estuvo atendida, a ratos por Emi y a ratos por Olga, entre las dos me dieron unos tratos muy sabrosos, tremendos.

Quedamos tendidas en la alfombra, rendidas. Después de un rato Olga se levantó, se iba a vestir y Emi le dijo que se bañara en su baño antes. Fue Olga y la seguimos, nos metimos las dos con ella, en ese espacio tan pequeño y entre las dos la enjabonamos, la acariciamos y la disfrutamos haciéndole de todo, la mordíamos suavemente, le introducíamos los dedos que podíamos, nos dimos cuenta que es deliciosamente, bastante estrecha, se sentía apretadita. Aprovechamos para acariciarle todo su cuerpo. Sus pechos, un par hermoso, una delicia, lisitos, medio paraditos que enseña orgullosamente a diario, con la blusa del Dirndle.

Olga se vistió y empezó a informarle a Emi el por qué había ido. Algunos sábados, en las mañanas, ella va al Tianguis y compra verduras para el restorán. Hoy había conseguido espárragos frescos. Compró una cantidad grande y propuso que ella cocinaría para que nosotros comiéramos. Emi le dijo que prepara todo  para 5 personas. El resto iban a ser para el restorán, que eran abundantes. Además de los espárragos y sus salsas iba a cocinar más cosas, pero ya cuando fueran a llegar los señores. Para esto, ya pasaban de las 2 de la tarde y calculaba yo, que ya mero vendrían nuestros cariños.