Intimidades de una adolescente.
Mi nombre es Sara, lo que relato es real, gracias a una amiga, he logrado plasmar algo de mis vivencias, supervisando y aprobando su publicación.
Intimidades de una adolescente.
Mi nombre es Sara, lo que relato es real, gracias a una amiga, he logrado plasmar algo de mis vivencias, supervisando y aprobando su publicación.
Era una chica bastante inocente, aunque fui descubriendo la sensualidad de una manera poco ortodoxa, a temprana edad mi cuerpo me fue dando pautas de estimulaciones, al que iba concretando de manera intuitiva. Siempre fui amante de los perros, me atraían muchísimo, a los ocho tenia uno pero lamentablemente lo perdí 2 años después, fue un desconsuelo para mi, a lo que mis padres al cumplir los once me obsequiaron con un hermoso pastor alemán de 6 meses. Que a pesar de la negativa de ellos, termine convenciéndolos para que durmiese conmigo, en menos de un año casi superaba mi peso.
Me sentía muy acompañada, jugaba mucho con él, y a donde iba me seguía, era muy guardián y me sentía muy protegida cuando salía con él a la calle.
Una tarde, que salí a correr con mi perro al llegar a casa bastante transpirada, antes de darme una confortable ducha, me tiré sobre la cama, estaba algo adormecida por el calor y parte del cansancio por la caminata, cuando sentí algo húmedo pasar por la planta de mi pie, era Barón que le debió de haber atraído el aroma de mis pies. Inconscientemente quité mis pies de su alcance, y le grite que se fuese a dormir. Me obedeció como siempre, aunque debo considerar que me agrado esa sensación de estimulación, si bien este acontecimiento pasó al olvido, días después, volvió a repetirse.
Esta vez lo dejé, para ver que sucedió, apreciando su lengua metiéndose entre los intersticios de los dedos del pie, era algo muy placentero, lo que me fue llevando a un estado de estimulación, y hasta acelerar levemente mi respiración. Involuntariamente lleve mi mano a mi sexo, y a través de mi braga, comencé a friccionarla suavemente, cosa que no hacia frecuentemente, mientras el contacto de su lengua me iba provocando a continuar con mi motivación.
Los pasos de mi madre, me hicieron abandonar lo que estaba haciendo, yéndome a duchar, pensando en lo que había experimentado, con la idea de repetirlo en otra oportunidad. No paso demasiado tiempo cuando volví a reiterarlo, pero esta vez jugué con Barón, me había quedado con mi ropa intima, poniendo mi desnudo pie en su boca, recibiendo esas estimulantes lamidas. Mis dedos acariciaban mi vagina, introduciéndolos suavemente, creo que esa fue mi primera masturbación, la lengua no dejaba de hurgar entre mis dedos. Mi cuerpo comenzó como a estremecerse, hasta que sentí como una descarga, que erosionó en todo mí ser, convirtiéndose en mi primer orgasmo cerca de los doce años.
Después de finalizado, permanecí un rato tendida, con la respiración agitada todavía, me sentía un poco ruborizada por lo que había hecho, pero realmente lo había disfrutado ampliamente. No tarde en repetirlo días después, el hecho de pensarlo hacia que me excitara cada vez más.
Esta vez me quité los pantalones quedando con mi trusa puesta, Barón no tardó en lamer mis dedos del pie, estaba muy caliente, bajé mi prenda un poco y comencé a agitar mi clítoris mientras la lengua del perro recorría mis dedos. Acompañando de un grito entrecortado, mientras mi cuerpo se arqueaba, llegó un formidable orgasmo. Cada vez que lo hacía sentía como una culpa, pero el deseo que me embargaba, superaba ese sentido de desliz.
Pensamientos cada vez más extraños, empezaron a corromper mis pensamientos, a los que por temor, incertidumbre, pecado o que se yo cuantas o tras cosas más, hacían que no los llevara a la realidad. Una tarde, repetía la experiencia anterior, pero esta vez mientras su lengua hurgaba entre mis dedos, acariciaba su cuerpo con mi otro pie, hasta que sin pensarlo toque su bulto con mi empeine, que de manera instintiva dejó lo que hacía para abrazar mi pierna y comenzar a agitarse de manera frenética, no sabía qué hacer, así que traté de sacarlo, mi perro se frenó en su intento, para pretender nuevamente reanudar su propósito, impidiéndoselo nuevamente.
A pesar que durante unos días me fue imposible seguir con ese juego libidinoso, por carecer de intimidad, dada la presencia de mis padres, mi cabeza no dejaba de fantasear. Hasta que una tarde, tuve esa oportunidad. Decidí desnudarme, me atraía contactar mi piel con su pelaje, era algo fascinante, aunque a veces algo brusco al arañarme con sus patas, pero estimulante. Lo montaba, sintiendo como mi sexo, era friccionado por los pelos de su lomo.
Me acosté sobre la alfombra, y con unos de mis pie toque su bulto, inmediatamente se abrazo a mi pierna y comenzó a frotar su verga sobre ella. A su ritmo novia mi pierna, intentando provocarlo, ese movimiento alocado siguió, quería saber que pasaría, hasta que algo liquido y cálido, bañó mi pierna y parte de mi abdomen. Inmediatamente su lengua recorrió mi piel para limpiar esos sectores humedecidos, era riquísimo sentirlo, hasta que llego a mi sexo, mi cuerpo se estremeció, mis pezones parecieron erigirse. Pero su lengua se detuvo en mi vagina, muy húmeda, mis mejillas se enrojecieron hasta que los rápidos movimientos de su rugosa lengua me llevo a un ferviente orgasmo.
Estaba algo confusa, pero me encanto el punto a que había llegado, deseaba continuar pero la presencia de mis padres me impedía experimentarlo muy seguido. Sus lamidas me encantaban, ya era algo frecuente sentir su lengua hacerme estremecer cada poro de mi piel, para intentar hacer algo nuevo. Antes de cumplir los doce hice algo loco, mis tetitas estaban desarrollándose, así que aprovechando esa tarde que estaba sola, me desnude, como solía hacerlo, para revolcarme y sentir su pelaje acariciar mi cuerpo. Era delicioso percibir ese pelo denso en mi piel, era un juego muy libidinoso, si bien no tenía muy claro, que deseaba, estaba muy estimulada para poder llegar a tener relaciones.
En un momento dado me tire sobre la cama, con mis piernas abiertas, la lengua de Barón, hurgaba frenéticamente en mi sexo, hasta que de pronto se tiro sobre mí, con los movimientos propios como para penetrarme. En ese momento no paso por mi inocente cabeza cual era su intención, a lo que instintivamente lo rodee con mis piernas, quedando mi sexo pegado a su bulto, cuando precipitó sus movimientos pélvicos. Permanecí unos minutos en esa posición, disfrutando de ese contacto, fundamentalmente a través de mi sensible sexo, hasta que sentí que su miembro parecía querer introducirse, al agitarse sobre mi pelvis. Súbitamente me quité de esa posición, algo temerosa, recapacitando en lo que podía suceder, su miembro había comenzado a desenfundarse, viendo su punta roja. Al escuchar la puerta de entrada abrirse, me levanté como una tromba, me vestí, acomodando lo que pude, antes que mi madre me descubriese.
Esa súbita, interrupción, me sosegó un poco, aunque mis pensamientos permanecían en continua maquinación. No estaba convencida a tener relaciones con mi perro, o por miedo, desconocimiento y una serie de inseguridades propia de una niña de casi 13 años, a pesar que ese contacto entre ambos sexo me había perturbado bastante. Una tarde mi madre me propuso de salir de compras, invente la escusa de que tenía que estudiar en casa de mi amiga. Así que me fui, cuando estime que mi madre habría salido regrese a casa, sabiendo que contaba con bastante tiempo.
Subí a Barón a mi habitación, me desnude, y comencé a jugar con él, me acosté sobre la cama y comencé a frotar mi vagina contra su bulto, poco a poco su miembro comenzó a crecer, sintiéndolo pasar entre mis labios vaginales. Barón comenzó a ponerse inquieto tratando de penetrarme, sintiendo su punta tocar mi raja, a lo que me ladeaba para impedir su entrada. Estaba muy excitada, me encantaba ese juego, enroscada con mis piernas sintiendo en mi intimidad su prominente miembro. Al rato sentí como su pre semen lubricaba mi acceso vaginal. Eso me motivaba para continuar hasta que eyaculó toda su leche, mi cuerpo vibro por esa estimulación. Sin pensarlo me dirigí a su verga para mamársela, fue algo desesperante, la deseaba con todo mi ser, sentí su sabor como a almendras, que lo mantuve durante bastante tiempo.
A partir de ese día buscaba su bulto acariciándolo hasta hacerlo surgir, colocándome bajo mi macho, besando su verga hasta introducirla en mi boca, para chuparla y succionarla, hasta hacerlo acabar en mi garganta sedienta de su sabor. Ahogándome con parte de lo que tragaba y otra que bañaba mis pechitos, que iban comenzando a desarrollarse. Como un rayo se giraba, para lamerlas, a lo que me llevaba a un estado de paroxismo total, mis dedos buscaron mi clítoris, friccionándolo hasta lograr venirme, repitiendo esta parte un montón de veces, faltaba darle el punto final.
Hasta el momento no tenía en mente tener sexo con Barón, pero sabía que tarde o temprano me haría suya, pues más de una vez con su rudo cuerpo me tiraba al suelo montándome para aparearse, eso me excitaba, a pesar de impedirlo, lo deseaba, me llevo un tiempo concretarlo, pero antes de haber cumplido los trece me vino la menstruación, evidentemente algo en mi cuerpo estaba cambiando. Cuando veía su verga parada, me excitaba muchísimo, y mi vagina se humedecía, era una atracción, imposible de evitar.
Poco a poco mi pubis se fue poblando de vello, y las lamidas de Barón, si bien me encantaban no terminaban de satisfacer mis necesidades. Leí varios relatos sobre zoo, que fueron carcomiendo mi mente, pero sin tomar una decisión, por falta de conocimiento hasta que me contacte con una mujer que me asesoró sobre el tema después de haberlo intentado con varios autores, aunque me decisión estaba bastante elaborada.
Pero la traba principal era la presencia de mis padres, lo que me impedía tener un tiempo mayor, para ejecutar mi deseo, ya que lo que practicaba con Barón, ya no me era suficiente. Así pasó el tiempo, hasta que me enteré que en veinte días, tendrían una fiesta, esa era mi oportunidad de poder estar sola con mi macho durante bastantes horas, concretando esa fecha como mi "noche nupcial".
Realmente estaba ansiosa, esperando la fecha prevista, realmente parecía que no llegaba nunca el día, pero como todo en esta vida, llegó el momento esperado. Estaba muy nerviosa, pero apenas mis padres se fueron cerré todo bien, y llevé a Barón a mi habitación, esa tarde lo había bañado, y mientras lo hacía, friccionaba su bulto para excitarlo bien para esa noche.
Me quité mi ropa, y desnuda tomé a Barón, revolcándonos junto. Así estuvimos un rato, pronto le ofrecí mi cosita, a la que no tardó en lamer, después continué chupándosela lentamente que comenzaba a aparecer cada vez más, la tragué lo que pude, llenándome hasta la garganta con cada centímetro cubico de su lechita.
Me la metía y sacaba de la boca, la besaba, la chupaba, la deslizaba por sobre mis labios, la retenía por un largo rato adentro, jugando con ella, absorbiendo los juguitos que ya comenzaba a destilar expresamente. Parecía que estaba drogada, no sé bien que me ocurría pero era una desesperación por esa verga, estaba como cautivada.
Me volqué sobre la cama, hasta que después de varios intentos, colocó sus patas delanteras en la misma, así que tome su aparato y coloque su puntita en la puerta de mi vagina, rodee su cuerpo con mis delgadas piernas, cuando sentí la punta de verga, espolear mi vagina, un dolor casi me hace desistir de la idea, al romper mi himen. Eso hizo que instintivamente, me impulse más hacia Barón, sintiendo como su aparato sexual se introducía casi totalmente. Un nuevo grito salió de mi boca, cuando otro empellón, hizo que accediera buena parte, intente frenar su ímpetu, pero estaba perdida, su agitación se acelero, pegue otro grito de dolor al sentir como se introducía sin miramientos, parecía que me desgarraba, trate de quitarlo, pero me era imposible, mi diminuto cuerpo estaba dominado por la corpulencia de Barón, que hacía caso omiso a mis pedidos de que se quitara.
En mi desesperación, me largue a llorar como una chiquilla desamparada, parte por el miedo y el sufrimiento que me producía, cuando un nuevo dolor me invadió, al sentir como un nuevo desgarro, producto de su bola. Dándome la sensación, de que su verga se introducía más adentro. No dejaba de temblar, y padecer algo de malestar, mientras el bombeo no cesaba, cuando sentí que un líquido cálido y cuantioso se descargaba en mi útero.
Apenas cumplió con su objetivo, salió de mí, para lamerse su verga, mientras media desfallecida, permanecí tendida, evacuando su simiente teñida por mi sangre, que afloraba de mi cavidad. A pesar de todo estaba todavía caliente, miré mi cosita, su suave rosado había desaparecido, para estar bastante roja e inflamada los bordes vaginales, me la toque para masturbarme, pero me dolía bastante, así que frené mi impulso.
Podría mentir y contar que tuve una serie de orgasmos, pero no fue tan así, no niego que me gustó, a pesar de ciertos dolores, era la primera vez que algo se introducía en mi vagina. El miedo, la incertidumbre, las dolencias no me permitieron disfrutarlo con total plenitud, mi noche nupcial no fue lo tan esperado, solamente que mi virginidad ya no estaba, un animal me había desflorado. No sentí pesar tanto por eso, sino que sabía que disponía de bastante tiempo hasta la llegada de mis padres y no lo podía disfrutar a mí agrado, solamente debía consolarme, pensando en una próxima vez.
Me sentí mal conmigo misma, y hasta sucia por lo que había hecho, pero por otro lado estaba contenta porque mi amor canino había debutado y me había hecho mujer.
Durante un par de días el dolor me continúo, llegué a pensar que no lo volvería a repetir, que ya era suficiente, aunque cuando podía, dejaba a Barón lamer mi cosita. Creo que me había conformado con eso, lo hacía cuando me era posible, en los momentos que mi madre salía de casa. Una noche decidieron ir al cine, cosa que no era muy habitual en mis padres, pero como era una película que le habían recomendado decidieron ir a verla.
Repetí lo de aquella noche y cerré bien mi habitación, sin pérdida de tiempo me desnude, y decidí probar en otra posición, me arrodillé sobre la alfombra, la lengua de Barón, no se hizo esperar demasiado, recorriendo mis cavidades, era algo tan intenso que mis pezones parecían estremecerse, pero no tardó en montarme, y agitar su cuerpo tratando de meterme su verga, que empezaba a asomar.
El perro estaba caliente y yo también, sentía su miembro refregarse por mi espalda y glúteos, levante mi culito para ponerme en la posición correcta, lo tome con mi mano y acerque su punta en mi raja, movimiento suficiente para introducirse con todo, gracias a la lubricación de ambas partes, sentía como su punta chocaba contra las paredes de mi vagina. Cada vez, me abrazaba más con sus patas, moviendo su pelvis a un ritmo acelerado, el roce en las paredes de mi vagina era vertiginoso, llevé mi dedo a mi clítoris mientras el bombeo era cada vez más rápido. Mi posición me permitía observar como ese tronco de carne, entraba y salía de mi vagina de manera rápida. Me producía la sensación que mi mascota descargaba toda su voluptuosidad en mi, era algo esquizofrénico, tenía que tener en cuenta que ambos estábamos experimentado algo nuevo.
Estaba en un estado de paroxismo total, ya no pensaba, mis cinco sentidos estaban compenetrados en esa vehemente follada, hasta los arañazos que me efectuaba el perro, me producían placer, la transpiración comenzó a bañar mi cuerpo. Jadeaba igual que Barón, mientras las gotas de su baba, caían en mi espalda. El perro empujaba cada vez mas prendiéndose a mi cuerpo, y yo levantaba mi culo para sentir su esquizofrénica penetración, esa sensación de ser poseída por una bestia, era patética.
En ese momento de total placer, algo pareció partirme, pequé un grito, en el instante que mis labios inferiores cedieron, para introducirse el extremo de su bola, en segundos parecía hincharse en mi interior, como tomando posesión de toda mi cavidad vaginal. Los roces se aplacaron para sentir el palpitar de esa verga, estimulando mi punto G, dando llegada a una serie de alucinantes orgasmos., mientras no dejaba de temblar, disfrutando ese momento que realmente con palabras no se puede llegar a describir. Mientras estábamos acoplados, giré mi cara acercando mi boca a su lengua para ponerla en contacto con la mía. Me sentía totalmente poseída, por mi amate canino, su cuerpo de más de 30 kgs, su verga incrustada en mi útero y sus patas que me abrazaban, si bien era un acto morboso, representaba perfectamente el dominio canino sobre mi inocente figura.
Pero faltaba lo mejor, al eyacular su leche, vibré como una hoja, sentí como descargas eléctricas por todo mi cuerpo, no podía dejar de jadear y gritar de los espasmos que me originó, estaba fuera de sí, hasta mis tetas parecían que explotaban Realmente me había transformado, en su sumisa perrita, dispuesta a que hiciese de mí cualquier cosa, con tal de disfrutar del placer que me proporcionaba.
Giró sobre sus patas y quedamos culo con culo, era una situación inverosímil, algo que no creía que me llegase a suceder. Recapacitaba que ocurriría si en ese instante llegasen mis padres, pero hasta me producía una especie de morbo, que alcanzasen a verme en esa situación. El perro trataba de salirse, pero el acople se mantenía, hacia que en mi posición de perra, trataba de acompañar los movimientos de Barón para impedir de que un brusco desacople terminara produciéndome un desgarro, Volví a tener otra venida, no tan fuerte pero deliciosa, después de un largo tiempo 15 o 20 minutos, realmente no lo sé, se produzco el desenlace, con una cascada de su leche que conservaba en mi interior.
El perro lo primero que hizo fue lamer su verga y yo abanicar mi conchita inflamada, que me ardía bastante. Después de acomodar todo, me fui a duchar, donde me percaté de los arañazos que tenía. Me acosté y era tal el cansancio que me dormí al instante, después de esa calurosa y ardiente relación zoofilia.
A partir de ese momento, Barón, me cogía todos las veces que era posible, por lo general después que mis padres se acostaran, a veces me dormía y el venia a despertarme para acoplarse, a lo que gustosa me entregaba a su deseo. Fue un año intenso ya estaba por cumplir los catorce, y seguía siendo su hembra, me sentía orgullosa de eso, era su perra.
Pero un día mí periodo se había atrasado, habían transcurrido más de dos meses y no me venía, no me preocupo demasiado, porque cuando lo tuve por primera vez tardo como 3 en volver. Pero lo que me alarmaba era que mi abdomen estaba adquiriendo cierta magnitud, no sabía qué hacer, aunque en un principio no le di mucha importancia.
Pasaban los días, y mi pancita aumentaba cada vez más, trataba de disimularla para pasar desapercibida usando ropa holgada, fundamentalmente por mis padres. Pero sensación de mareos y vómitos me hicieron dudar, así que comencé a investigar y encontré que el semen del perro no es compatible con los óvulos femeninos, en parte me alegre aunque no me molestaba la idea de tener cachorritos, pensaba que Barón se pondría contento.
El aumento de mi abdomen continuaba, y no solo eso sino que mis tetas crecían bastante, hasta que decidí hacerme un test de embarazo, el que ante mi sorpresa me dio positivo. Fui a ver un medico con una amiga, el que me informo que estaba embarazada, me propuso hacer una ecografía, a lo que negué. No tenía ninguna duda que era de mi mascota, porque fue el primero y el único en cogerme. Estaba muy nerviosa y asustada, en parte me alegraba por tener hijitos con Barón, aunque sabía que esto podría traerme grandes inconvenientes. Cuando llegué a casa y me arrodille para contarle a Barón, movía la cola como en demostración de alegría, lamiendo mi cara, a lo que saque mi lengua friccionándola con la suya.
Lo que desconocía era el periodo de gestación, si era nueve meses o menos, así que espere hasta ver que sucedía. Después del tercer mes no quería tener relaciones con él, por temor a perjudicar, al o los cachorros, así que le practicaba sexo oral, mamando y tragándose su semen. Mis tetas habían adquirido y un voluminoso tamaño, llegando a mojar con mi leche mis sostenes. Mi madre comenzó a sospechar que algo me pasaba pero le jure y re jure que nunca había estado con un muchacho, excusa que pareció conformarla.
Una noche estaba en una fiesta con amigos, me sentía algo mareada, cuando sentí contracciones, supuse que había llegado el momento, así que me fui para mi hogar, sin saber bien qué hacer. Llegue a casa, no había nadie, en parte mejor, fui al baño donde largue un liquido por mi vagina, Barón pareció comprender la situación, por qué vino corriendo como para asistirme. Me lamia por todos lados, me quité toda la ropa, me tiré sobre la alfombra levante mis piernas y comencé a jadear, a los pocos minutos, comencé a parir a cuatro hermosos cachorritos, sin mayores inconvenientes.
Barón parecía alborotado, me lamia en demostración de alegría, mientras se los mostraba. Los lave y me prepare como buena madre a tratar de alimentarlos. Apreté mis tetas y comenzó a salir leche, puse por turno a cada uno en cada pecho, sintiendo como trataban de tomar, así los alimenté casi un mes, a medida que crecían, sus dientecitos fueron saliendo que lastimaban mis pezones, pero los había parido y debía alimentarlos. Me desnudaba colocando a los 4 cachorritos que recorrían mi cuerpo, en busca de mis tetillas y hasta de mi vagina para chuparla y lamer. Sentía como que me iban agotando mis energías, pero a su vez me imaginaba dentro de un año llegar a copular con Barón y los cuatro cachorros, entregándome totalmente a sus instintos de procreación. Así que es esa la familia que forme, continuando en el futura seguir teniendo cachorritos, ya que evidentemente los libros están equivocados.
Una noche mientras los alimentaba Barón estaba impaciente, así que me desnude y le abrí mis piernas para que me lamiese, mientras nuestros hijitos chupaban de mis tetas, fue algo fantástico, sentir correr mi leche y la lengua de mi pareja lamiendo mi enardecida vagina, cuando una especie de zamarreo me sorprendió, que corto en parte el inicio de un orgasmo, nuevamente otra sacudida hizo que me despertase, bastante confundida, era mi madre que lo hacía, para que fuese al colegio. Me sentí algo desilusionada por el sueño, aunque al ver a Barón durmiendo, pensé en lo que haríamos por la noche.