Interesantes relatos inacabados
Es una serie de proyectos que no fueron pero que tienen mucho de sugerente. Se leen, se disfrutan, se comentan y todo el que quiera puede darles continuación.
Espero que los lectores que acudan a encontrar historias redondas y completas con las que hacerse una paja, sepan disculpar este ejercicio literario. A continuación presento una serie de textos que versan sobre lo erótico pero que por una u otra razón dejé inacabados. Intentaré además hacer un pequeño comentario sobre lo que pretendía ir su argumento:
- ANO (Ángela Necesita Orgasmar).
Comprenderán que mantenga mi nombre y el de mi querida familia en el anonimato, pues los hechos son tan verídicos como que ahora mismo están ustedes ante la página de todorelatos. Para relatarlos utilizaré no obstante una serie de nombres, obviamente ficticios aunque mi a veces irrefrenable perversidad ha hecho que esos nombres e incluso apellidos sean muy parecidos a los reales, algo así como si a un personaje que verdaderamente se llamase Bernardo Martínez, le llamase de manera ficticia Bernardino Martín. No sé si lo comprenden. Pero llevarán razón algunos lectores si piensan que esto que cuento es insustancial y casi pueril, además de no venir mucho a cuento.
He de insistir en la veracidad de los hechos, así como lo insólito del caso, porque cuando acaben de leer convendrán conmigo que estas cosas no le ocurren a la gente corriente, o cuando más a nadie, y si ocurre ¿quién se entera?
Me llamo Mariano Ponce y soy psicólogo-jefe de un departamento universitario de la especialidad en una universidad española. Nuestro equipo siempre ha tenido casos de pacientes en experimentos y demás trabajos de investigación. Luego sabrán porque explico esto. Tengo dos hijos de 22 y 19 años de mi primer matrimonio. Después me divorcié. Actualmente tengo 55 años y hace dos me casé por segunda vez con Amelia, una chica 33 años menor que yo, con la misma edad de mi hijo mayor. Amelia había sido alumna mía en la universidad y nos acabamos enamorando. Caí bien en su familia y me aceptaron sin prejuicios por la diferencia de edad. Amelia era la menor de seis hermanos; se trata de una familia de fuerte observancia religiosa, al menos sus padres que apenas me sacaban de diferencia nueve o diez años de edad. Ellos viven solos en nuestra misma ciudad. Se llaman Sancho y Ángela. Cuando Amelia me presentó a sus padres, me llamó la atención el rostro de su madre, porque yo creía recordarlo. Evidentemente relacioné el poderla conocer con mi trabajo y comprendí que podía tratarse de una de las pacientes de nuestro departamento de psicología, aunque desde luego yo no la había tratado porque para ello tengo buena memoria. Habría sido cualquiera de mis colaboradores en el departamento. La vez inmediata que entré a mi despacho consulté los archivos y comprobé que efectivamente mi futura suegra era una de las pacientes, tratada por la doctora Eva Hurtado. Yo conocía los códigos para acceder a los expedientes, por mi condición de jefe de departamento, pero el acuerdo de confidencialidad era fundamental y violarlo constituía un delito muy grave. No tenía problema con eso, nunca había tenido la necesidad de consultar expedientes de pacientes que no fuesen míos. Sólo había una cosa y era que la doctora Hurtado era la especialista en patologías sexuales, por lo que Ángela acudió en busca de ayuda psicológica por algún problema sexual y de ello no habrían pasado más de dos años, por lo que se descartaban los traumas típicos de la menopausia. Por lo que probablemente el problema fuese de carácter conyugal. Hasta ahí mis deducciones. No obstante no quise saber más porque no era problema mío.
Amelia y yo nos unimos y comenzamos a llevar una vida normal. Nuestras relaciones sexuales fueron efusivas en un primer momento, pero cuando decidimos estar juntos no era por cuestiones puramente sexuales sino afectivas. Digo esto ya que dada mi edad, el sexo no era lo más importante en mi vida y hay que admitir además, aunque sea en clave de humor que el matrimonio es como una cuenta corriente, cuanto más se mete y se saca más interés se pierde. Es triste pero es así. No quiero decir con ello que el ser humano pierda su condición de animal sexual, todo lo contrario siempre pueden saltar estímulos que lo activen y a mí desde luego me ha ocurrido muchas veces. Me dispongo a contar la vez que fue más sorprendente.
Por otro lado, la juventud de Amelia era campo de cultivo para continuos anhelos sexuales, a los que yo no siempre respondía, por lo que imagino que ella podía tener fuertes inclinaciones hacia el adulterio, so pena del fuerte freno que constituía su estricta moral proveniente de su educación religiosa. Sé que ello causó en su interior una profunda lucha llena de dudas y miedos. Pedí ayuda a Eva Hurtado para que tratase a Amelia, pero eso forma parte de otra historia.
Vamos con lo mío. Llevaba un par de años con Amelia y estaba completamente integrado en su familia. Mi esposa quedó embarazada y la noticia fue bien recibida. Durante su embarazo no hubo nada de sexo lo que llevé bien durante los primeros meses, pero llegó un momento en el que necesitaba desfogarme un poco. Esta situación provocó en mí el darle vueltas a la idea del sexo en todas sus dimensiones. Las visitas a casa de mis suegros eran constantes por la cercanía de nuestros domicilios. Entre Sancho y Ángela existía una relación llena de formalismos, diría que casi protocolaria, sólo les faltaba tratarse el uno al otro de usted. De modo que empecé a elucubrar sobre cuál había sido la trayectoria sexual entre ambos, exitosa sin duda en cuanto a número de hijos pero no del todo clara en lo que se refiere a costumbres sanas y abiertas.
Sancho era un abogado jubilado. Se había dedicado incluso a la política y sus inclinaciones ultraderechistas no eran en absoluto disimuladas por él y eso era algo que yo repudiaba. Incluso supe con el tiempo que había liderado formaciones clandestinas que conspiraban contra nuestro gobierno constitucional y democrático. Hay que comprender entonces qué tipo de círculo social rodeaba a la familia de mi esposa. Ángela, para complementar la estampa era una asidua a las misas de su parroquia y a las actividades que desde allí se realizaban. Por mi experiencia tenía comprobado que en este tipo de matrimonios solía darse la doble moral y comencé a sentir tanta curiosidad que no pude por menos que saltarme las normas que siempre había respetado y consultar el expediente que de mi suegra se conservaba en mi departamento. Me la jugaba, podía perder mi puesto, ser sancionado o incluso podía ir a la cárcel por ello, aunque creía estar seguro de no ser descubierto. Lo iba a hacer con sumo cuidado.
Ahí dejé de escribir. El yerno acaba descubriendo los males sexuales de su suegra y acabar por mantener una relación sexual con ella, y por si fuera poco en presencia del reprimido y conservador suegro. Con el título, ANO (Ángela necesita orgasmar) hago un juego de palabras, pues lo que le va verdaderamente a la señora es el sexo anal. Tras lamerle su marido el ojete, cosa que jamás había hecho, el yerno le mete su verga por el estrecho agujero.
- Consulta de la sexóloga
Soy una profesional y respeto el principio de confidencialidad. Pero a la vez como humana siento excitación ante determinadas historias y un morbo incontenible si además yo las transmito a otros y conservo en el anonimato al paciente que atendí. Aquí transcribo las grabaciones a través del magnetófono (herramienta clave en mi trabajo) que obtuve de quien llamaré con el pseudónimo Oleson:
1ª Sesión:
- Explíqueme por encima cuál es su problema Sr. Oleson.
- Discúlpeme si soy un poco tosco al expresarme
- No se preocupe, ello no entorpecerá mi labor, de modo que relájese al hablar y eso contribuirá a una satisfactoria resolución de su problema si de verdad lo hubiere.
-Verá, mi problemática reside en el seno de mi matrimonio, aunque yo me considero responsable de la situación; por eso no he querido que mi esposa me acompañase a esta consulta, cosa de la que ni tan siquiera tiene noticia. Mi esposa, con la que llevo once años casado fue perdiendo hace un tiempo el apetito sexual, haciéndose cada vez más esporádicas nuestras relaciones directas de copulación.
¿Variaron sus relaciones?
Sí, en cierto modo. Ella prefería masturbarme antes que dejarse penetrar.
Y
- Bueno, por cierto resorte mental acabó gustándome más que el coito en si.
- Usted elaboraba fantasías eróticas cuando su mujer le masturbaba, ¿no es así?
- Efectivamente, siempre lo hice, hasta que después de tanto tiempo sin tener ese tipo de intimidades y confidencias, fíjese que curioso, sentí la necesidad de confesárselo a ella.
- ¿Cómo lo hizo?
- Veo que comprende que no fue tan fácil.No obstante el camino lo abrió ella misma gracias a una de sus costumbres para mí más molestas: la de hablar de cualquier cosa mientras me masturbaba. No me gustaba que lo hiciese porque me descentraba: hablaba del colegio de los niños, de las facturas del agua y la electricidad, de cualquier cosa menos del momento erótico. Pero un día ocurrió algo interesante. Comenzó a masturbarme en la cama, acababa de ponerse su mascarilla facial y no me apetecía mirarla a la cara. A decir verdad mi esposa había adquirido una técnica masturbatoria increíble, aunque a veces yo no estaba a tono con las circunstancias, como en esa ocasión quizá, pero ella comenzó a hablar de su amiga Teresa a la que el marido había abandonado. Mi mujer comenzó a especular sobre el porqué de aquella separación sin dejar el sube y baja a lo largo de mi pene. Decía que cómo se podía dejar a una mujer tan guapa, con ese cuerpo, con esas piernas Yo estaba de acuerdo con sus palabras y mi mente se activó rememorando a Teresa e igualmente mi sexo cuya dureza máxima hubo de advertir mi esposa. Eyaculé mientras ella continuaba alabando las virtudes de su amiga.
¿Que ocurrió entonces?
Permanecí largos segundos sobre la cama con los ojos cerrados; el semen había empapado mi abdomen, y mi mujer continuaba a mi lado pero en silencio. Cuando abrí los ojos me estaba mirando fijamente con gesto serio e interrogativo.
¿Dijo algo?
- Sólo me preguntó qué me había pasado. Yo no sabía si había intuido algo y me fui por la tangente diciéndole que necesitaba una perdón
- Si iba a decir "paja" utilice esa palabra libremente, esto funcionará mejor, e igualmente empleé los términos que le apetezcan, aunque le parezcan groseros.
- Gracias doctora. Como le decía, expliqué a mi mujer que necesitaba una buena paja esa noche y que por eso me corrí como un bendito. Pero ella replicó que hacía tiempo que no me veía retorcerme de placer de ese modo. Empezamos a discutir ya que yo le eché en cara que cómo podía saberlo si no dejaba de parlotear, y ella protestó porque a mí no me gustaba que hablase y que si estaba de masturbadora lo mínimo que le debía consentir era hablar de lo que le apeteciese. Fui al aseo para limpiarme el semen y cuando regrese a la cama ella ya dormía de espaldas a mí, aun así le di un beso y susurré a su oído que perdonase mi irascibilidad.
- ¿Cómo la encontró al día siguiente?
- En realidad no hablamos de lo ocurrido por la noche. Yo le di vueltas al asunto, por supuesto, creo que en mi vida una paja me había sentado tan bien, de modo que reflexioné en torno a la cuestión y valoré el porqué de cómo se produjo, llegando a la conclusión de que las palabras de mi esposa refiriéndose a su amiga me incitaron a desearla aunque no era la primera vez que eso me ocurriera con Teresa, pero nunca de ese modo-.
- ¿Por qué esa vez fue distinta? Intente explicarlo.
- No sé; quizá el morbo de que mi esposa me hablase de otra mujer detallándola como objeto apreciable para un hombre.
- Comprendo. Continúe, por favor.
- Era cómo una especie de idea perversa. Como si mi esposa misma me la ofreciera
- Nos hemos desviado por un momento de lo relativo al curso de los acontecimientos. Es posible que su mujer intuyese algo al respecto. ¿Varió el carácter de ella?
-E n apariencia no. Sólo que me surgió la incertidumbre en cuanto a cómo se iban a ver afectadas nuestras relaciones sexuales, ya que en ese apartado ella no reaccionó hasta pasados unos días. Hasta que no pude aguantar más y me insinué pidiendo sexo.
- ¿Qué hizo ella?
- Verdaderamente me sorprendió su comportamiento, porque se decidió a masturbarme como tenía por costumbre y las primeras caricias excitadoras que me prodigó, así como los vaivenes de inicio de la paja subsiguiente, fueron actos que acometió en el más estricto silencio. Lo hacía lentamente, imagino que con la intención de no alterar mi libido en breve tiempo y mucho menos de provocarme un orgasmo inmediato.
- Desde luego, ya ha contado la maestría técnica de su esposa en la masturbación.
- Eso es, pero se añadió un elemento más.
- ¿Cuál?
- Empezó a hablar, pero esta vez eligiendo conscientemente sus palabras.
¿De qué habló?
No lo creerá, pero de nuevo abordó el tema de Teresa, pero en un modo ciertamente lascivo lo que a la postre provocó en mí una sensacional corrida.
No se precipite contándolo. ¿Qué entiende por "modo lascivo"?
- Habló de ella, refiriéndose al supuesto encanto de sus atributos sexuales, a cómo un hombre disfrutaría del sexo con ella, etc
- Comprendo. Lo que entiendo es que tampoco habló así de manera casual, ¿verdad?
- No. Después surgió la conversación definitiva y esclarecedora.
-¿Hablaron tras su éxtasis eyaculatorio?
- Sí. No sin cierta vergüenza declaré a mi esposa cuáles habían sido las sensaciones que experimente durante la masturbación y de qué modo sus palabras me estimularon y me llevaron a semejantes cotas de placer. Mi mujer me preguntó a bocajarro si me había excitado ante la idea de poseer a Teresa. Unos segundos de intervalo me acongojaron ante la perspectiva de tener que contestar sinceramente. Intenté articular palabras con las que responderle pero ella se adelantó al hablar, y para alivio mío dijo que me comprendía pues Teresa era hermosa y atraía evidentemente a los hombres. Admití de ese modo que en efecto eso fue lo que me ocurrió. Mi esposa me beso cariñosamente y nos echamos a dormir.
- ¿Habrá más me imagino?
- Sí. Se puede decir que en lo sexual las semanas que siguieron fueron las más felices de mi vida. Imagínese, con sólo masturbarme mí esposa, la cual rara vez requería mis caricias. Digamos que únicamente disfrutaba yo.
- ¿Por qué las más felices?
- Bien. Mi cerebro no hubo de esforzarse mucho en elaborar fantasías; eran las palabras de mi esposa las que lo hacían. Acaso me hacía preguntas y yo respondía excitado como un toro, pues eran ideas morbosas, impúdicas y atrevidas.
- ¿Puede poner algún ejemplo?
- Desde luego, pero ante usted siento cierta vergüenza, porque esas fantasías se salen de lo común.
- ¡Oh, no! No se preocupe, soy una profesional. Además, creo que se quedaría usted admirado de las fantasías que circulan en algunas mentes humanas. Y por supuesto, la misma palabra lo dice, son fantasías.
Ahí interrumpí este relato. En este caso admito que no sabía muy bien adonde llegar con la historia. Espero comentarios al respecto.
- MEDITACIONES
Vengo a hablar acerca de los relatos, del erotismo, de la pornografía si cabe y de todo lo concerniente a ese mundo tan sabroso. Si el lector llega al final del artículo es que quizá no se haya aburrido tanto y entonces puede que no le cueste hacer un comentario aprobando o denegando su contenido, conclusiones y demás.
Como no hay un orden para ello, empezaré hablando de un tema que particularmente como lector considero vital en un relato erótico: la veracidad, el realismo. Desde luego, en todorelatos caben todo tipo de textos, pero quien quiera pasar un rato de verdadero morbo, excitación, con la sana intención a lo mejor de masturbarse fantaseando un poco y pasar de frustraciones sexuales, lo más adecuado es buscar una lectura que describa lo mejor posible situaciones realistas que se parezcan a la vida de una persona normal y corriente. Insisto, habrá quien se excite pensado que es un héroe que deambula por el espacio en una nave en la que todas las tripulantes son mujeres, pero eso no nos va a suceder a lo largo de nuestra vida tan fácilmente.
Les cuento lo que yo busco cuando entro en todorelatos: Soy un hombre de 35, casado, con dos hijos y trabajo en una entidad bancaria. Vida normal, familia, amigos No recurro a prostitutas, mi relación sexual con mi esposa es satisfactoria, pero admitámoslo, los hombres no estamos contentos la mayoría de las veces con lo que tenemos a nuestro alcance. A mi lleva gustándome mucho tiempo la esposa del subdirector ejecutivo de la entidad. Además, mi mujer y yo nos llevamos muy bien con esa pareja. Pues bien, de vez en cuando encuentro relatos que hablan de intercambios y yo me pongo en situación; sólo tengo que imaginar que somos ellos. Hasta ahí mis teorías son fáciles de entender ¿verdad?
Hago hincapié en el realismo y rectifico en cuanto al significado de veracidad, que vendría a ser que el relato publicado estuviera basado en hechos reales. Eso último es difícil de comprobar. Hablemos pues del realismo ¿Cómo se dota a un relato de realismo?
Deja de lado monstruos del espacio, poderes mentales, pociones mágicas, etc.
Recreación descriptiva de las situaciones.
Marcar los tempos. El aquí te pillo, aquí te mato funciona raras veces.
Hay dos series de relatos que me gustaron especialmente por cómo se desarrollaban los acontecimientos y por el tema que planteaban. "Mi esposa y la partida de póker" y "Locura maternal". Supongo que las recuerdan, si no búsquenlas en los anales de la web. La primera la tuvimos completa, la segunda no.
De esto poco hay que decir, tan sólo iba a ser una serie de divagaciones. Al final lo dejé para los filósofos. Eso sí, recomiendo esas dos series de relatos. Búsquelas en los anales de la web si no han tenido ocasión de leerlas.
4 . OLD LADIES LOVING
La Costa del Sol, al sur de España, es uno de los lugares del mundo en los que más apetece estar. El mar Mediterraneo, las excelentes playas, el delicioso clima, los bonitos paisajes, la rica gastronomía en la que el pescado frito es uno de los platos estrella, son algunos de los motivos por los que esta región es tan atrayente. Todo ello también atrae al dios contemporáneo, que no es otro que el dinero: lujo, mansiones, ropa cara, glamour, vicio de todo tipo, corrupción inmobiliaria, financiera, policial y política, sexo, drogas, mujeres guapas, prostitución, crimen, ajustes de cuentas, etc. No obstante es una zona segura para el turista si la intención de éste es sólo la de divertirse y no meterse en líos. Quizá lo más significativo que he descrito se halla en poblaciones como Marbella, Torremolinos o Benalmádena, siendo más apacibles Mijas, Fuengirola o Nerja.
Me llamo Gervasio y vivo en Madrid. Estoy casado y tengo dos niños pequeños. Mi mujer se llama Valeria, tiene 35 años, igual que yo. Desde que ella y yo nos conocimos hemos veraneado siempre en Marbella todos los meses de agosto. Hemos vivido derrochando pues de entrada recibí una fuerte herencia proveniente de mi familia materna que consistía en una empresa de fabricación de calzado. Cuando ese patrimonio pasó a mis manos era el rey del mundo, pero finalmente acabé arruinado, ¿saben por qué?, pues porque en el fondo soy una buena persona. Esa fábrica de calzado y ese enorme capital se fraguó en manos de mis antecesores a base de explotar a los trabajadores haciéndoles trabajar 10 horas diarias, pagándoles sueldos bajísimos y sin pagar seguros sociales. Yo fui incapaz de hacer eso con una plantilla de buenas personas y buenos trabajadores, y obviamente dada la fuerte competencia del sector de calzado di en bancarrota, teniendo que indemnizar -¡gran ironía!- a muchos de esos trabajadores por despido improcedente.
Sí, soy buena persona. Cuando conocí a Valeria me quiso por mí mismo y no por mi dinero; igualmente su familia, su madre y su entorno de amigos. Las amigas de su madre, un nutrido grupo de cincuentonas, decían que yo era el yerno ideal. Para ellas seguía siéndolo incluso después de arruinarme. Mi familia y yo decidimos pasar un último agosto en Marbella antes de que nos embargaran el chalet. Iríamos Valeria, los niños, su madre, que se llama Daniela y yo. Días más tarde recibiríamos a dos amigas íntimas de mi suegra: Marga e Imelda. Dado que el chalet era grande podían instalarse con nosotros ya que alquilar un apartamento en Marbella por unos días era excesivamente caro y a mí no me molestaban, aunque cuando mi suegra y sus amigas se reunían eran bastante "ruidosas".
Aquellos días del mes de agosto fueron para mí un tanto preocupantes por la situación económica familiar y andaba abstraído con las secciones de inversión y cartera de los periódicos intentando ver si podía hacer un negocio en bolsa y ganar unos euros, pero los tipos no eran los más adecuados y más valía abstenerse dado el capital inicial irrisorio del que disponía. Valeria era buena esposa e intentaba ayudarme y contenerse todo lo posible en los gastos; además cuidaba de que los niños no causasen muchas molestias mientras yo estaba en mi despacho e igualmente se lo advertía a su madre y a sus amigas. Si elegí a Valeria fue precisamente por eso, por su vocación de esposa fiel y abnegada que estaría junto a mí frente a todas las adversidades. Ella misma me advirtió de los peligros que corría la empresa familiar, pero nunca se inmiscuía en mis decisiones. Aparte, la belleza de Valeria no tiene parangón. Es rubia de cabello largo, ojos azules, alta, figura de ensueño, dulce, inteligente Sacrificó una prometedora trayectoria de modelo de una importante firma de lencería madrileña por casarse conmigo; yo nunca le pedí que dejase de ser modelo, pero por amor lo hizo. ¿Cómo no quererla?
Ella intentaba reestablecer mi ánimo siendo lo más complaciente posible conmigo. Aquellas noches de agosto eran para mí un infierno pues la idea de la ruina y el desastre me atormentaba y me provocaba insomnio. Valeria no exigía que la satisficiese sexualmente a todas horas. Ella sabía que yo nunca le había fallado, pero esos días eran agobiantes para mí y si algo me relajaba es que sólo ella se volcase en mí, es decir, que ella tomase la iniciativa. Me relajaba enormemente que me hiciese una mamada logrando que me corriese y tragándose mi semen y para ese menester Valeria era la mejor.
Pasaba mucho tiempo en el despacho. Valeria salía a lo largo del día con los niños a la playa acompañada a veces por su madre y las amigas. Otras veces las señoras iban por separado o bien se quedaban en nuestra piscina. Yo, desde el despacho podía ver la playa con la ayuda de prismáticos. Los niños disfrutaban del agua y a Valeria la miraban y se acercaban a charlar con ella mil tíos. Yo estaba acostumbrado a ello y no sentía celos enfermizos, aunque a veces pensara que mi hermosa mujer podía cansarse de mí y marcharse con otro. En esos pensamientos me hallaba un día en el que mi suegra y sus amigas se bañaban en la piscina. Me acerqué a la ventana desde donde podía verlas y me demoré un rato en su contemplación pues a través de las rendijas de la persiana yo podía verlas y ellas a mí no. Las oí hablar de que si no tomaban el sol en top-less o desnudas era porque yo andaba por allí, tales eran ellas de cachondas. Cuando dejaban a sus maridos en Madrid eran capaces de todo. Se me ocurrió una maliciosa idea y era hacerles creer que saldría por un par de horas de casa. Como estaban convencidas de que yo era tan buen hombre lo creerían ciegamente. Pero fui capaz de algo más: preparé mi cámara digital Canon de alta resolución, buen zoom y objetivo y planeé hacerles fotos si verdaderamente se quedaban en cueros. Me vestí como para salir y me acerqué a la piscina para decirles que me iba; lo creyeron, y es más, pareció que se alegraban mientras me decían irónicamente que era bueno para mi ánimo que saliese a la calle.
Hice como que me iba y regresé a mi despacho, pero aún así mi suegra entró al chalet y a mi despacho para asegurarse de que había salido realmente. Me escondí en un armario. Daniela regresó con sus amigas a la piscina y conforme se acercaba a ellas se sacó el bañador quedándose totalmente desnuda e igualmente hicieron Marga e Imelda. Yo flipaba, habían sido capaces de hacerlo. Comencé a disparar fotos y a disfrutar de sus procacidades, comentarios, movimientos y sobre todo sus cuerpos. Jamás pensé que me pondría cachondo con tres viejas y una de ellas mi suegra. Lucían buenos cuerpos y me excité; por primera vez estaba olvidando mis problemas. Con aquella cámara logré maravillas y enfoques espectaculares, ya que pude coger imágenes en primer plano de sus chuminos, de los cuales sólo el de Marga estaba depilado. En una hora conseguí hacer al menos doscientas buenas fotos que posteriormente introduje en el disco duro de mi ordenador.
Valeria comenzó a mostrar cierta preocupación por el dinero, pues tampoco era nuestro estilo vivir de lo que nos prestaban su madre y las amigas de estas. Yo entre tanto pasaba el rato contemplando aquellas fotos en el ordenador.
Siento hacerte esta faena, amigo lector. Aquí termina lo que parecía un prometedor relato. Se trataba de que el protagonista saldría al final de la ruina montando una agencia de prostitutas maduras (su suegra y las amigas), pero cuya principal instigadora del negocio sería Valeria, su esposa y la primera en mercadear con su cuerpo. Desde luego el protagonista también saborea a las tres maduras.
- CATÁLOGO PICTÓRICO
Este no es un relato al uso, pero como esta web ofrece la posibilidad de incluir en sus contenidos cualesquier tipo de escritos o textos, yo he decidido hacer llegar esta especie de inventario artístico.
Mis obras son hoy en día cotizadísimas y me he enriquecido con mi trabajo. Mantendré el anonimato y haré llegar este documento a uno de los autores de la web que considere tiene más sensibilidad para mandarlo en su nombre. De modo que si ahora lo está leyendo usted es porque ese autor ha tenido la amabilidad de mandarlo. Como decía soy rico, sobre todo gracias a una de mis etapas artísticas más prolíficas fructíferas: la que me hizo vivir en Roma de los años 1994 a 1999. En ese periodo realicé una serie pictórica centrada en el género paisajístico, sobre todo en óleo, aunque también hubo alguna acuarela y un par de carboncillos. Fue todo un éxito y mi obra se cotizó a precios desorbitados. Ya se sabe, así son los nuevos ricos norteamericanos y las entidades financieras japonesas que están ojo avizor de lo que se mueve en los circuitos artísticos. No diré ni precios ni títulos de mis obras, por no desvelar mi nombre, pero sí diré que soy de los tres pintores más valorados de la actualidad internacional.
El esfuerzo del proceso creativo me dejó agotado y decidí cambiar de aires. Mi posición económica ya me lo permitía y eso fue algo que me costó alcanzar. Viajé a descansar a una isla paradisíaca Indonesia del mar de Java. Conmigo vinieron Flora, mi secretaria veneciana de treinta y ocho años, dos cocineras cincuentonas portuguesas, una doncella filipina de apenas veinte y un guardaespaldas, que hacía las veces de chofer, recadero, etc. Al principio no tenía intención de cavilar sobre mi siguiente proyecto. Con cuarenta años ya iba siendo hora de al menos descansar una larga temporada que se alargase al menos por espacio de uno o dos años. Sin embargo soy inquieto y mis útiles de trabajo siempre me acompañan, al menos cuadernos de dibujo, unos lápices y mi cámara de fotos para estudio previo.
Pronto descubrí que Nelson, el chofer y Tatiana, la doncella se satisfacían mutuamente en lo sexual y comprendí que aquel clima y aquel relajamiento vital contribuían a ello. Por lo que me agradó que ambos tuvieran esa predisposición, la cual no interfería en la eficacia con la que desempeñaban sus tareas. Nunca fui un adicto al sexo, dada la dedicación plena que siempre volqué a desarrollar mi maestría artística, pero empezó a picarme el gusanillo del deseo y comencé a buscar entre lo más próximo. Desde luego no podía contar con Flora, mi eficiente secretaria, cuyo contrato incluía una cláusula que descartaba cualquier relación sexual o afectiva con el artista. Esta cláusula no era ninguna tontería si tenemos en cuenta que ella tenía experiencia previa con una larga serie de personas dedicadas a la cultura: actores, directores de cine, músicos, etc; y sabía como las gastaban algunos. No dudé pues en intentarlo con alguna de las cocineras portuguesas; la que más me gustaba me rechazó pero la otra no. No tenía muchos encantos, aparte de su excelente mano para los guisos y gastronomía mediterránea, pero chupaba mi polla a las mil maravillas y encima se dejaba encular de vez en cuando. Yo no necesitaba más. Tampoco tardé en descubrir que Flora y la otra cocinera tenían su propia relación sexual. Eso explicaba también muchas cosas. Me divirtió saberlo y además me dio una idea: trabajar sobre un determinado objeto, EL LESBIANISMO.
Aunque lo mío era lo paisajístico, tampoco se me daban mal los proyectos anatómicos, de modo que decidí ejecutar una serie de obras en distintos soportes sobre el tema en cuestión. Durante unos meses me ejercité en el cuerpo femenino con infinidad de bocetos, fotografías, videos, etc., pero llegué a la conclusión de necesitar modelos reales, por lo que pedí chicas de edades comprendidas entre los 18 y 40 años a varias agencias de modelos, dejando bien claro por supuesto en qué consistía el trabajo. Flora acometió sus labores de contratación con sospechoso entusiasmo. Ningún fleco legal podía quedar al aire. Finalmente vinieron dieciséis mujeres de siete nacionalidades distintas. Las quise todas de raza blanca, no por ningún motivo racista, sino por una razón puramente técnica en lo pictórico. Dos alemanas, dos estadounidenses, una griega, tres argentinas, una española, una francesa, dos noruegas, tres polacas y una inglesa.
APRENDIENDO A AMAR
1 Aprendiendo a amar. A mi entender esta acuarela es la obra que encarna el espíritu de la colección: Sensualidad y ternura. Colores terrosos como el origen del ser humano, todo plasmado en un lienzo con apariencia acartonada. Dos mujeres se aman con delicadeza y de forma pausada (el tiempo era una de las cosas que más me interesaba captar). Almudena, una de las argentinas, e Ingrid, una de las noruegas, posaron como modelos. Al igual que a las demás, hubieron de ser desinhibidas para posar, sin sentir repulsión por otra mujer. Lo hicieron bien. Almudena es la que permanece sentada y recibe las caricias y lamidas de Ingrid, que está de rodillas. El personaje sedente es el que parece que se aventura por primera vez a recibir el amor de otra mujer.
2 DOLOR: En esta obra de técnica mixta en papiro intenté plasmar la significación de la pasión desenfrenada.
3 PEZÓN EN EL UMBRAL: Carboncillo y lápiz de color sobre cartulina. Es una obra que manifiesta que la sexualidad entre dos mujeres puede ser plenamente carnal y genital aparte de espiritual.
4 LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO: Es un óleo en el que, al contrario que "Pezón en el umbral", significo el amor espiritual dotando a las dos figuras femeninas de gran laxitud física. El título es una reminiscencia histórica que señala a la "supuesta" degradación moral a la que llegó el Imperio Romano antes de la llegada de los bárbaros. Estas dos mujeres, precisamente, pueden estar esperando a los machos del pueblo invasor.
5 ALIMÉNTAME: Acuarela. Es la obra de mayores dimensiones, 230 x 153 cms. Expreso la necesidad de amor, o mejor de sexo, como fuente vital. Como anécdota referiré que hasta el momento de realizar esta obra estuve centrado n mi trabajo y procuraba no pensar en las modelos, pero no pude resistirme a los encantos de la modelo rubia, Margaret, la inglesa, con la que justo después de acabar la sesión de trabajo, y tras retirarse la otra chica, mantuve una relación sexual.
6 ESPOSAS DE FUTBOLISTAS: Carboncillo. De este cuadro me interesa hablar de la temática. Es una crítica a la sociedad actual, al desbordamiento e hipocresía de los que se enriquecen fácilmente, como algunos futbolistas.
7 LAS ARISTAS DEL PLACER: Carboncillo, lápiz grueso y tinta negra sobre cartulina. A pesar de la apariencia sencilla de la obra, fue una de las más difíciles de acometer, por el trato difícil que tenía precisamente con las dos modelos. Una norteamericana y una polaca. El carácter de ambas era difícil y una de ella estuvo a punto de abandonar. Hubimos de pagarle una prima por su trabajo y nada más acabar despedimos a las dos.
Tampoco acabé este texto, cuya única función era una excusa para introducir varias imágenes de lesbianas tratadas digitalmente. Prometo entregar pronto buen relato, o al menos acabado.