Intercambio Inesperado- Parte 3 y última

Buscábamos un par de días tranquilos, en la nieve y alejados de la ciudad. Unas fotos con otros huéspedes, desencadenaron un tiempo de placer maravilloso

INTERCAMBIO INESPERADO – PARTE 3/3

Las primeras fotos en clave muy sexy no se hicieron esperar y Luis, me colocaba entre vosotras dos pidiéndoos una pose provocadora y sugerente, a lo que respondisteis deslizando el albornoz  por debajo de los hombros y a la altura de vuestros bonitos pezones a los que yo besaba en postura de deseo vehemente. Los protagonistas fueron cambiando al igual que el fotógrafo y, las risas y excitación, propiciaron un buen número de fotos tremendamente eróticas.

En un momento concreto y después de habernos intercambiado numerosas caricias y toqueteos, te despojaste por completo del tú albornoz, te dirigiste a mí y tomándome de la mano me acercaste a Sonia, cogiste su mano y la colocaste sobre mi empinado pene, me besaste en la boca y la besaste a ella y dándote la vuelta fuiste a la búsqueda de Luis, quien ya se había desnudado por completo y presentaba una tremenda erección; lo besaste en la boca y te ceñiste a él clavándole tus duros pezones en su tórax. El, se colocó un preservativo que Sonia le había lanzado mientras ella me colocaba otro, te tumbo sobre la cama, boca arriba y de un solo golpe, te penetró con fuerza, lo que originó un gemido profundo por tu parte.

A partir de ahí, os enredasteis en un ir y venir de movimientos, susurros, y pequeños alaridos de ambos; nosotros nos giramos para observaros y, de pie, mientras Sonia me chupaba mi tenso pene e intentaba colarme el preservativo, os corristeis juntos, lo que origino que mi polla explotara de placer al ver esa escena, llenándole la boca y cara de Sonia con mi semen. Caliente y excitada como estaba, sin limpiarse del fruto de mi placer, se encaminó a ti y te beso en la boca diciendo: -

Esto es de tu pareja, compártelo conmigo,

y te pasó parte de mi fluidos a tu lengua, se deslizó por tu vientre y alcanzó tu concha inundada, la lamió y acto seguido le quito el cargado condón de Luis y mamó con ansia su polla.

Agachada delante de de la verga de su compañero, me ofreció su culo y su coño, abriéndolo con sus manos.

Yo, que ante tales escenas había alcanzado de nuevo una gran erección, la penetré sin el menor esfuerzo, dado que su lubricación facilitaba la acometida. Vimos como se corría mientras su boca dejaba tiesa la enorme verga de Luis, quien  observaba como su mujer, se acercaba a ti sobre la cama mientras disfrutaba de mi pene insertado en su coñito.

Ella comenzó a chuparte los pezones, que se pusieron duros como rocas, desafiantes, y te hicieron arder nuevamente de deseo. Luis se acercaba, tú con los ojos cerrados disfrutabas de las caricias de Sonia y de mi mano enredándote en tu sexo; te giré sobre la cama y levante tu culo, lo empecé a acariciar con mis dedos mojados de tus flujos, metí un dedo, lo fui abriendo y penetró entero; un gemido entre dolor y placer dio paso a la sustitución de mi dedo por la gruesa, grande y dura polla de Luis que con cuidado fue introduciendo poco a poco en tu culo hasta clavarla por completo. El placer que causó en ti, al sentir esa verga dura abrirte las entrañas, rozar tus paredes, quemarte por dentro, sentirlo entrar y salir proporcionándote un placer indescriptible, provocaron unos gemidos tan eróticos que me llevaron a correrme por segunda vez, en esta ocasión, sobre el coño de Sonia, que futro de su orgasmo, acallaba tus gemidos y los suyos comiéndote la boca.

Luis se corrió dentro de ti, inundándote de su caliente y blanco semen tu culo encendido; sentiste como su leche te invadía, te regaba y te dejaba en un momento de éxtasis total.

Quedamos exhaustos los cuatro sobre la amplia cama; el aroma de la habitación era de sexo, de placer, de lujuria y tú te abrazaste a mi, y al cobijo de mis brazos nos quedamos en silencio un buen rato; ellos, al cabo de un tiempo se levantaron, se pusieron sus albornoces y en silencio abandonaron la habitación; Sonia te susurro algo al oído que no pude entender. Al cabo de un rato, nos levantamos, nos fuimos a la ducha y te preparaste un baño lleno de espuma y agua tibia, te metiste dentro y disfrutaste de un tranquilo cigarrillo, yo me acosté y quedé dormido en un profundo sueño.

Al cabo de un buen rato saliste relajada del baño, te secaste despacio, lubricaste tu suave piel con crema hidratante, y te sentaste en el sofá a fumarte otro cigarrillo; te quedaste un buen rato observando mi plácido dormir, después cuando terminaste de fumar te pusiste tu seductor camisón, con unas preciosas transparencias que dibujaban tus senos, tu vientre, tu pubis y en conjunto ese delicioso cuerpo de mujer, le diste un brillo seductor a tus labios y despacito saliste de la habitación.

Ignoro cuanto tiempo paso hasta que me desperté; te busqué en la cama sin éxito, en la habitación y en el baño sin encontrar tu presencia en ninguno de ellos. Me preguntaba donde podrías haber ido, miré el reloj y eran las 4 de la madrugada, la nieve dejaba una luz intensa en el exterior y la habitación guardaba un confortable calor; me disponía a salir en tú busca por el hotel cuando a través del baño me pareció oír un cierto jadeo, semejante al que habíamos escuchado la tarde anterior; afiné el oído y pude diferenciar dos gemidos placenteros de mujer, pero...me parecían diferentes.

Me puse el albornoz y salí al pasillo dirigiéndome a la habitación de Luis y Sonia, cuando me percaté que la puerta de dicha habitación se encontraba entreabierta; desde la oscuridad del pasillo vislumbré una escena que propició un inmediato endurecimiento de mi pene. Permanecí de pie, disfrutando de lo que veía, al tiempo que me acariciaba mi tiesa verga; vuestros gemidos de placer eran como impulsos de placenteros que alentaban el endurecimiento de mi miembro, ardía en deseo. Con sumo cuidado entré en la habitación, Luis se percató de mi llegada y me hizo un ademán de silencio con su mano; me senté en la butaca muy próxima a la cama donde los tres disfrutabais de una entrega la placer sin límites. Sonia, tumbada en la cama con los pies hacia la cabecera y su cabeza hacia abajo, tú de rodillas sobre la cama en la parte de los pies, abrías tus piernas sobre la cara de Sonia que metía su lengua en todo tu sexo, al tiempo que tu boca y tu lengua degustaban el de ella haciendo un perfecto sesenta y nueve.

Luis, de pie a tus espaldas, te penetraba analmente con fuerza y ritmo continuado te bombeaba una y otra vez, arrancándote gemidos de placer. Yo seguía sentado en el sofá, masturbándome ante tan preciosa escena de sexo, hasta que observé como clavabas tus uñas sobre las piernas de Sonia, señal inequívoca de tu inminente orgasmo. Te corriste mientras decías..

¡¡ Fóllame, no pares, si, síiiii.. arrastrando contigo a  Sonia en el orgasmo.

Esto motivo que cayeras sobre ella en la cama lo que produjo la salida del pene grueso y duro de Luis de tu culo; se giró hacia mi y agachándose quito mi mano de mi pene y se lo metió en la boca, colocando mi mano sobre el suyo; hizo un movimiento animándome a pajearla mientras devoraba mi miembro. Me causó un placer tan intenso que aceleré el ritmo de mi mano, notando la dureza de su verga e imaginando el placer que te habría proporcionado a ti. Sin poder evitarlo..me corrí en su boca, si bien, él no hizo intento alguno de evitarlo. Unos segundos después, sentí el salpicar de su caliente semen en mi cuerpo.

De nuevo se hizo un silencio profundo, alterado únicamente por ciertos suspiros que denotaban placer, cansancio y satisfacción. Te levantaste de la cama, tomaste mi mano y nos fuimos a nuestra habitación; allí, tumbados en la cama, me contaste lo que había sucedido..

Antes de marcharse de nuestra habitación, Sonia te había dicho al oído: -

He visto cuanto has disfrutado con Luis y su gruesa polla; si te decides y quieres disfrutar de nuevo, vete a nuestra habitación, te dejo nuestra puerta abierta.

Mientras te relajabas en el baño recordabas como sentiste aquel duro miembro en tu interior, como te reventó tu culito, bombeándote las paredes, sintiendo esa mezcla de placer y dolor como nunca antes lo habías sentido y recordabas su fluido y caliente semen recorrer tu interior; aquel recuerdo te volvió a excitar y deseabas sentir nuevamente aquel tremendo pene dentro de ti.

Aquel recuerdo te llevo a tocarte entre la espuma y la caliente agua, primero tu vientre, luego tus pechos, tus pezones y posteriormente tu clítoris y tus labios inferiores aún doloridos por el ajetreo de la noche. El contacto de tus dedos alimento mas el incipiente deseo de ser poseída nuevamente, uno por el coñito,  otro por el culo, suaves caricias, otra mano en los pezones...el lívido estaba en todo lo alto, el deseo al rojo vivo.

Saliste del baño, te secaste con delicadeza, te untaste de suave y perfumada crema corporal, lubricaste tu castigado esfínter anal, sus cavidades, con nuestro gel para usos sexuales y pintaste una boca irresistible, te pusiste tu seductor camisón y, sin hacer ruido, con la lleve de la habitación en la mano, fuiste al encuentro del placer.

Descalza y con tu camisón como única prenda llegaste a su puerta, y con un suave empujón ésta se abrió; apenas si veías la estancia pero, poco a poco, tus ojos se acostumbraron a la poca luz que penetraba por la ventana, te fijaste en la cama, donde Luis y Sonia descansaban.

Ella, desplazando la ropa de la cama que los cubría, te hizo un gesto invitándote a que te metieras entre ambos; te fijaste y estaba desnuda, completamente desnuda, al igual que él, que se dio la vuelta para verte; de pie, donde estabas, dejarte caer tu camisón, desplazando sus tirantes a lo largo de tus hombros y apareciendo ante ellos ese precioso cuerpo, bien torneado, con dos pezones inflamados y prominentes y tu pubis, con su vello recortado y sensual; abriste ligeramente las piernas y tu mano recorrió tu piel de abajo hacia arriba, para terminar metiendo un dedo en tu boca. Sonia extendió sus brazos y te dijo:

-Ven, se nos hacía eterna la espera, pensamos que ya no vendrías.

Te colocaste entre ellos y te dejaste hacer, siendo la boca de Sonia la que inició un recorrido por tu cuello, tus hombros, tus orejas y terminando en tu boca, donde metió su lengua juguetona que tanto placer te acababa de proporcionar; de tu boca paso a tus pechos, los recorrió con delicadeza para terminar enganchada a tus pezones que estaba completamente duros y sentías el rozar de sus labios, de su lengua y el chupeteo de su húmeda boca. Luis, después de retirar le sábana que inicialmente los cubría, se desplazo a tu vientre, te abrió suavemente las piernas e introdujo su cabeza entre  ellas, con sus manos te separó los labios vaginales y con su boca y su lengua inició y voraz comida de tu clítoris, introduciendo la lengua dentro de ti tanto como le permitía su longitud.

Pasado un tiempo, cuando su verga alcanzaba  una longitud considerable por la excitación, cambió su posición y giró sus piernas hacia vuestras cabezas, coloco de nuevo la suya entre las tuyas y puso a vuestro alcance su músculo terso, jugoso y palpitante.

Sonia lo cogió con mimo, lo acaricio en su longitud, paso su lengua sobre su glande y seguidamente lo deslizo por tus pechos jugando sobre ellos, entre ellos, acariciándote los pezones y lamiendo tus pechos y la verga al mismo tiempo...

  • Tómala...sé que te gusta, acaríciala, devórala, trágala, siente y mantenla dura para que te penetre con vigor y descargue su pasión blanquecina dentro de ti, te decía ella, que, mientras tanto, con su otra mano acariciaba los testículos de Luis y le penetraba su culo con su dedo corazón que, de vez en cuando lubricaba metiéndolo en tu boca.

Él, ya había cambiado la ubicación de su gruesa y juguetona lengua de tu coñito a tú culo; el contacto de ambos te resultó tremendamente placentero, introdujiste a duras penas su dura polla en tu boca y comenzaste a lamerla con firmeza, deseando sentir todas y cada una de las múltiples caricias que cada uno te proporcionaba. Sonia, saco el miembro de su amante de tu boca y te dijo:

¿Quieres que te folle ya?, tú asentiste con la cabeza y la mirada algo perdida por el deseo que te estaba proporcionando el momento.

Luis se levantó, y agarrándote por los tobillos  tiró de ti hasta que tu culo quedo al borde de los pies de la cama, boca arriba, como estabas, Sonia se sentó sobre tu cabeza abriéndose las piernas y colocando su sexo al alcance de tu boca, facilitó la entrada de tu lengua ayudándote a abrirlo con sus dedos y una vez ubicada tu lengua en su coñito, se acariciaba sus pechos y los tuyos.

Te penetró despacio, haciéndote notar como entraba por tu sexo abierto y lubricado, lo había introducido sin nada, sin protección, seguro de controlar en todo momento su descarga; pasados unos minutos tu orgasmo rompió el silencio de la habitación y a su vez llego a mis oídos. Sin tiempo a recuperarte del éxtasis de su embestida, te volteo, dejándote boca abajo y  penetrándote analmente ante tus gemidos de dolor y placer.

De nuevo sentiste un hierro candente, duro, tieso que te ardía en tú interior y te proporcionaba a la vez  un inmenso placer; te movías para sentirla entera, para que llegase hasta el fondo, para ayudarle a ocuparte entera...y fue en ese momento cuando yo llegué a la habitación.

Dormimos hasta el medio día, pedimos la comida en la habitación y permanecimos abrazados hasta la llegada de la camarera con el menú; al abrirle la puerta encontramos un sobre que, sin duda, habían introducido bajo nuestra puerta. Cuando nos quedamos solos, miramos su contenido: En una hoja con membrete del hotel, Sonia y Luis se despedían de nosotros, haciendo especial mención a los buenos momentos compartidos y facilitándonos sus teléfonos y correos electrónicos para posteriores contactos y nuevas y excitantes jornadas de placer y quedando comprometidos a invitarnos para la próxima fiesta que organizasen. Asuntos de trabajo le obligaba a irse antes de tiempo.

Comimos con ganas e hicimos el amor despacio, con suavidad, con mimo y delicadeza. A media tarde, abandonamos el hotel y regresamos a nuestra casa

Para vuestros comentarios, escribir a : calonso63@hotmail.com

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