Intercambio Inesperado- Parte 2

Buscábamos un par de días tranquilos, en la nieve y alejados de la ciudad. Unas fotos con otros huéspedes, desencadenaron un tiempo de placer maravilloso.

INTERCAMBIO INESPERADO – PARTE 2/3

Serían las siete de la tarde cuando entramos de nuevo en el saloncito del hotel y agradecimos una vez más el calor de la chimenea; Luis y Sonia continuaban en él, sentados y tomando, ahora, una copa de vino blanco, cuya botella se mantenía fría en una cubitera situada cerca de su sofá.

Al quitarte el anorak, seguramente a causa del frío que habíamos sentido, tus pezones se mostraron abultados sobre el ceñido y escotado jersey.

–Parece que hace frío – comentó Luis, con la mirada fija en tus pezones y acompañando la frase de una mirada y sonrisa pícaras.

– Si que lo hace, de veras, jajaja, respondiste tú, dándote perfecta cuenta de su intención.

  • ¿Os apetece una copa de vino?- invitó él, sacando la botella de la cubitera; yo acepté de inmediato y tú, tras intercambiar una dudosa mirada conmigo, la rechazaste.

–Tómate una, cielo, te reanimará un poquito, -  comenté,

  • bueno, tomaré una –

. Me levanté a buscar dos copas al comedor y mientras lo hacía pude comprobar como Luis te miraba atentamente y te decía algo que no pude escuchar. El vino estaba muy bueno y al llenar nuestras copas la botella se terminó, por lo que solicité otra por mi cuenta a fin de poder llenar las de nuestros vecinos.

Comenzamos a hablar sobre nosotros y pudimos enterarnos que ellos eran amantes, casados ambos y que se habían conocido hace un par de años por Internet.

Las rondas del exquisito vino blanco facilitaron una conversación más fluida y abierta y esta nos llevó a hablar de Internet. Sonia nos confesó que junto a Luis, frecuentaban una página de parejas, donde había una gran cantidad de estas que

buscaban contactar con otras, en principio para conversar y conocerse, y mas tarde, si el resultado era satisfactorio a través de la cam, valoraban la posibilidad de verse en persona; nos comentaron, entre risas,  que habían vivido momentos muy morbosos.

Nosotros les indicamos que también éramos miembros de dos de ellas y conocíamos a varias parejas.

En un momento dado, tú te levantaste y fuiste al aseo, lo que provocó que Luis te siguiera con la mirada, aunque me di cuenta, al igual que tú, que te había estado devorando con la vista durante toda la conversación.

– Tienes una mujer muy guapa -, comentó mientras te seguía con la vista.

– Gracias, también Sonia es muy guapa -, le respondí mirándole a ella a los ojos; esta hizo un gesto como de avergonzada y realizó un movimiento coqueto, contorneando su cuerpo sobre el sofá, a la vez que añadía también las gracias por el piropo.

A tu regreso te dirigiste a la chimenea para mover los troncos, te agachaste de espaldas a nosotros deleitándonos con tu precioso culo, Luis te miraba atentamente y se levantó para ayudarte a remover las brasas; pude ver como su mirada se introducía por tu escote mientras tu te agachabas; la verdad es que tus pechos aparecían generosos por el hueco que abría tu jersey en esa postura. Debo de reconocer que ver esa escena motivó un latigazo en mi pene; de repente imaginé a él acariciándote tus preciosas tetas y me produjo un morbo especial.

Algo deje ver a través de mi cara porque Sonia, mirándome entre una sonrisa me pregunto.

-¿Que piensas, que has puesto esa cara? -,

  • jajaja, nada, nada - , comenté yo, lo que provocó una risa entre ambos.

Se me ocurrió la idea de ir a encargar la cena y pregunté si ellos cenarían también en el hotel, a lo que respondieron de inmediato que sí, dado que la noche no invitaba a salir lejos del lugar.

– Bien, voy a ver que nos ofrecen de menú- y me levanté para ir a recepción.

Sonia se levantó también y dijo:

  • Te acompaño, así veré que pedimos nosotros –

Una vez en recepción nos condujeron al comedor para hablar con el cocinero; mientras este venía nos quedamos uno frente al otro, mirándonos y fue cuando  comencé a fijarme el ella con detalle. Su camisa, había sido desabrochada en un botón mas de lo que antes estaba, lo que me ofrecía una mejor visión de sus contorneados pechos, su ajustado pantalón vaquero, ceñía sus piernas y su culo, al tiempo que su entrepierna resaltaba un apetitoso y sugerente montículo.

La llegada del cocinero con una hoja donde figuraban las opciones del menú, propició que se aproximase a mí, por detrás, ligeramente apoyada en mi espalda y sobre mi hombro, tratando de esta forma de poder leer los platos escritos en el papel. El contacto de su pecho sobre mi brazo y sus dos movimientos para tratar de acercarse más y poder ver lo escrito, me produjo de nuevo otro latigazo en mi zona testicular; me gustó aquel contacto y no hice nada por moverme ni evitarlo. Apoyó su mano en mi hombro y preguntó cual era el último plato, yo, le ofrecí el papel y la coloqué delante de mi, apoyando entonces mi cuerpo contra la parte trasera del suyo, coloqué mi mano en su hombro, me acerqué a su cara y percibí un olor a colonia que me gustó.

El contacto de mi mano en su hombro paso a contacto en su cuello, todo como inconscientemente y de manera espontanea; aquel momento me produjo una inmediata erección. Decidimos llevarnos la lista para consultar con vosotros y nos dirigimos al saloncito. Vosotros seguíais allí, agachados frente a la chimenea, y, curiosamente, Luis tenía su mano sobre tu hombro mientras te hablaba animadamente y mirándote a la cara; al incorporaros, lucías unos bonitos coloretes en tus pómulos, no se si fruto del calor de la chimenea o de las palabras de Luis.

Nos miramos de manera cómplice, tú hiciste un gesto de estiramiento, como tratando de recuperar tu cuerpo de la postura frente al fuego y, al hacerlo, apoyando las manos en tu cintura y deslizando los brazos hacia atrás, nos ofreciste un sexy contorno de tu cuerpo, unos marcados pechos y una cintura deliciosa; entre risas y de casi como un susurro Luis comento:

  • lo dicho, una figura perfecta – opinión que corroboramos los tres, me acerqué a ti, te rodeé con mis brazos y nos dimos un apasionado beso; después, sabiendo que nuestros amigos nos miraban, acaricié tu culo, te tomé del hombro y juntos nos dirigimos al comedor para seleccionar la cena.

El menú fue variado, unos entrantes para compartir al centro de la mesa y variados platos de pescado para cada uno, continuando con el vino blanco que habíamos tomado anteriormente. Tú, sugeriste pasarte al agua, porque decías haber superado sobradamente tu límite para el vino, pero ante la negativa general, animándote a continuar con el sabroso caldo blanco, declinaste cualquier responsabilidad posterior:

  • No respondo de mis actos si continuáis haciéndome beber ese vino, jajaja – aclaraste ante la risa de todos,

  • esto se pone interesante – comentó Sonia, a lo que Luis me indicó

– llénale la copa, de prisa -.

Entre risas, bromas y buen ambiente fue transcurriendo la cena, a cuyos postres llegamos muy animados, clara indicación de que el delicioso vino blanco hacía su trabajo; la mesa, redonda y con largos manteles, situaba a mi derecha a Sonia, a mi izquierda a Ana y frente a mi a Luis; en un momento dado, al mover mis piernas tropecé con otras que se extendían bajo la mesa y cuando me disponía a pedir perdón por el golpe que le propicié, me entró la duda sobre el dueño de las mismas, por lo que me limité a decir

–perdón- sin dirigirme a nadie en concreto, lo que motivó que Sonia comentara

–no importa- identificándose como la persona que tenía sus piernas extendidas a través de la mesa. Aquello me extrañó un poco, así que decidí averiguar en motivo de tal situación; pasado un corto tiempo, dejé caer mi servilleta al suelo con la intención de agacharme a recogerla y averiguar que ocurría; así lo hice y mirando bajo los manteles percibí como Sonia, se había quitado el zapato y con su pie apoyado en el regazo de Luis, le proporcionaba múltiples caricias sobre su sexo; disimuladamente, observé a éste y pude apreciar una cierta cara de morbo y placer, suavemente disimulada tras una sonrisa. Te miré, tratando de indicarte lo que había descubierto y me encontré con tu mirada un tanto extraña, como si acabaras de descubrir algo, entonces, haciendo nuevamente gala de mi torpeza mas natural, tiré al suelo tu mechero con el fin de justificar nuevamente mi descenso baja la mesa; fue entonces cuando vi que Luis, también descalzo, acariciaba tus piernas con sumo cuidado, lo que motivaba tu cara de extrañeza.

Descalce mis zapatos y alargué mi pierna hasta ti, busqué tus rodillas y siguiéndote con la mira forcejee hasta conseguir que abrieras las piernas y meter mi pie entre ellas; deslizaste tus manos bajo la mesa disimuladamente y colocaste mi pierna de forma que mis dedos quedaran apoyados sobre tu regazo, apretaste mi pie con firmeza y lo mantuviste sobre tu sexo, mientras yo comenzaba a moverlo discretamente para que sintieras su roce en tu vagina.

Luis seguía rozándote la pierna, ahora con menos disimulo y manteniendo una conversación como si nada estuviera pasando; en uno de esos movimientos bajo la mesa, mi pie y el de Luis se tropezaron cuando el intentaba, siguiendo el recorrido de tu pierna, alcanzar objetivos mas claros. Hubo una recompostura general, volviendo cada uno a su lugar original y propuse ir a los sofás donde estaríamos mas cómodos; es evidente que, al ponerse en pie los tres disimulamos para ponernos nuevamente nuestros zapatos.

Nos sentamos de nuevo frente a la chimenea, pedimos unas copas y mantuvimos una conversación, entre lo picante e insinuante y divertida. Al cabo de un rato, la regenta del hotel nos indicó que nos dejaba una cubitera con hielo y en el mueble bar había todo tipo de bebidas, que con nuestro permiso, se iba a dormir en la casita que había a 20 metros del hotel; sólo teníamos que disfrutar de nuestra estancia y al irnos a dormir apagar las luces del saloncito, el resto lo recogería ella por la mañana, pero, para cualquier cosa que necesitásemos pulsásemos el numero 9 de la centralita y atendería nuestra demanda.

Sonia, coqueteaba con su copa y sus hielos, pasándosela por los labios y con un hielo en su escote, añadiendo que el calor y el alcohol la habían sofocado; con cierto descaro introducía su mano bajo su camisa bastante abierta y se acariciaba su pecho.

Luis retomó el tema de Internet y nos propuso, dado que su portátil tenía una cámara incorporada, conectarnos a su página para charlar con otras parejas.

Subieron a su habitación con el fin de bajar el ordenador y de paso asearse un poco; nosotros también subimos y  Luis te comentó de camino a las habitaciones:

  • Con ese cuerpo y esa figura, seguro que triunfas -.

Quedamos en vernos de nuevo en unos minutos…

Al llegar a la habitación y con el consiguiente cuidado de hablar bajo por si nuestras palabras se percibían desde la contigua, te pregunté que te decía Luís, informándome de las múltiples alabanzas que te había hecho sobre tu mirada, tu figura y matizando algunas partes concretas de tu cuerpo, todo, bajo un tono de medio en broma, medio insinuante, acercándose finalmente a tu cuello para oler tu fragancia y depositarte un espontáneo beso en él; también me confesaste que te había dado morbo al sentir los pies de ambos jugueteando por tus piernas y regazo y que te habías percatado del coqueteo que Sonia había mantenido conmigo durante la cena y la sobremesa posterior.

Te confesé el morbo que sentí junto a ella y al veros delante de la chimenea y las continuas miradas devoradores que Luís te había regalado toda la noche.

–Creo que lo tienes revolucionado – dije - y que puedes darle un morbo especial a la noche,

  • ¿te apetece seguir su juego? - , comenté.

– Uff, debo de reconocer que me excita la situación – me dijiste, - pero quería comentarlo contigo, te he visto muy lanzado con Sonia y creo que es el momento de que yo siga su mismo juego,

¿Qué te parece?-; - creo que este puede ser un buen momento Ana, así que si estás decidida sigamos con su juego y veremos donde llegamos, te respondí.

– Bien, si Luís quiere morbo, se lo voy a dar –

Y acto seguido te quitaste el sujetador, dejando libres tus preciosos pechos bajo el escotado jersey; verte así me provocó una tremenda erección y dije:

  • creo que lo volverás loco.

Después de un rápido aseo y un toque con tu colonia bajamos hasta el saloncito, Luís conectaba su portátil e iniciaba su conexión a Internet y Sonia se disponía a servir una nueva ronda de copas.

La observé con mas detenimiento, se había cambiado de ropa y llevaba, ahora, una camisa muy ceñida que le marcaba con mayor claridad sus pechos y se había cambiado el pantalón por una falda corta que mostraba una bonitas piernas; sin duda resultaba muy sexy. Se sentaron el en sofá, delante del portátil con la cam encendida y nosotros nos situamos una a cada lado, sobre los brazos de dicho sofá; Luís entró en el chat de una página de parejas, se registro como “pareja sexy” y saludó a los conectados en el general. De inmediato varios miembros respondieron al saludo mediante privados, unos eran de parejas y otros de hombres solos; se decidió por una pareja cuyo nick era “pareja sur”; tras un intercambio de las típicas frases habituales del chat, se intercambiaron los correos de Skype para poder continuar charlando pero esta vez por medio de la cámara; al poco rato pudimos observa a una pareja que decían tener 38 y 35 años respectivamente a los que, evidentemente no se les veía la cara, sólo desde su cuello hasta la cintura y Luís enfocó su cámara del mismo modo, apareciendo en pantalla sólo sus torsos; la conversación pasó ahora a mas morbosa y caliente, sobre gustos y experiencias, dando paso a la iniciativa de Sonia que, acercándose a Luís, comenzó a acariciarle el pecho desabrochando su camisa; la reacción en la otra pareja no se hizo esperar y ella realizó el mismo acto, quitándole la camiseta a su compañero y dejándole el torso descubierto. Las frases dejaron paso a los hechos y las manos se pusieron en movimiento; Sonia se desabrochaba la camisa y nos sorprendía con unos bonitos pechos en competencia con los de la otra chica que comenzaba a acariciárselos provocativamente a la vez que su pareja sacaba el pene de su boxer para mostrarlo totalmente erecto.

La excitación se palpaba en el ambiente y ahora era Luís quien se suponía debería corresponder, y de hecho así lo hizo, se bajo su pantalón y mostró bajo su boxer un marcado paquete que se llevó tu atención; él se lo acaricio sobre la tela y te miró descaradamente;  tú, sentada sobre el brazo del sofá, a su lado, metiste tu mano entre su pelo, dedicándole una caricia  y una mirada provocadora volviendo nuevamente tus vista al bulto de Luís. Sonia metió su mano bajo la tela y le extrajo la dura verga que mostró a través de la cam.

Luís, con su mano izquierda levantó la corta falda de Sonia, mostrando ésta su tanga de color negro, y la derecha la colocó sobre tu pierna, acariciándote los muslos muy despacio, consiguiendo que colocases las piernas abiertas una a cada lado del brazo del sofá y facilitando que su mano pudiera tocarte con mayor facilidad; tu, entonces bajaste la mano de la cabeza de Luís para acariciarle la espalda, primero, y el pecho después mientras que tu mano derecha la pasabas sobre tu pecho. Luís, sin apartar la vista del monitor condujo su mano a tu entrepierna, excitándote mas aún con el roce de sus dedos sobre tu pantalón. Sonia tenías sus manos totalmente ocupadas, una, acariciándose sobre el tanga negro y la otra sobre sus duros pezones hasta que, esta mano se desplazó sobre mis piernas para palpar mi abultado pene sobre el pantalón. La otra pareja respondió con la desnudez total, la chica se acariciaba y el se pajeaba despacio, provocando una situación explosiva, pero, sin duda, estos llevaban  ya mas tiempo conectados y la necesidad se hizo mas evidente; la chica se colocó sobre el, se insertó su verga y lo cabalgó hasta el orgasmo. Nosotros no salíamos de nuestro asombro viendo aquellas imágenes hasta que, de repente, la otra pareja cortó la comunicación, debido sin duda a que habían terminado su polvo.

– Bueno, ¿Qué os ha perecido?,  es vuestro turno -, exclamó Luís,

  • ¿Os apetece?-; nos miramos y decidimos aceptar

. Sonia se levantó y te cedió su puesto, Luís hizo lo propio con el mío, colocándose ambos detrás nuestro, apoyados en el respaldo del sofá.

Tras varios intentos fallidos contactamos con Fran y Elena, pareja de Salamanca que rondaban los 45 años, según dijeron y que buscaban, además de sexo por cam, la posibilidad de encuentros reales; tú tomaste la iniciativa y comenzaste a acariciarte los pechos sobre tu ceñido jersey, lo que provocó la inmediata erección de tus pezones y de mi pene; extendiste tu mano sobre mi entrepierna y apretabas mi visible bulto, al tiempo que yo introducía mi mano por tu escote; la calentura nos había invadido, mas cuando Luís, desde atrás, comenzó a besarte las orejas y el cuello y Sonia hacía lo propio conmigo; tomaste la mano que Luís apoyaba sobre tu cuello y la deslizaste sobre tu escote, bajo el jersey hasta que se apoderó de tus pechos; deslizaste el cuello de tu prenda y lo bajaste hasta dejar al descubierto ambos pechos, yo, me desabroché la cremallera y saqué a la luz mi pene, duro y excitado, no solo por la pareja que se desnudaba para nosotros si no por los leves gemidos que te producía el contacto de la boca de Luís en tu cuello y sus manos en tus pezones. Fran, con su polla inflamada se acariciaba viendo nuestro juego y Elena se manoseaba sus tetas y se quitaba su pequeño tanga, luciendo un coñito con una corta línea de vello sobre él

. Estaba excitadísimo y me lancé sobre tus pechos, mi boca los succionaba y chupaba con ansia, tropezando con las manos de Luís que te los acariciaba sin detenerse, bajé mi mano a tu pantalón, desabroché tu cintura y busque con pasión tu vagina, colé mis dedos bajo tu tanga y los introduje en tu coñito inundado; tu mano fue  a por mi pene e introdujiste los dedos de la otra mano de Luís en tu boca, simulando una felación; Sonia se acariciaba sus pechos y jugaba con mi piel. Al otro lado de la pantalla, Fran y Elen se auto masturbaban y se corrían a la vez.

De pronto, sentimos un ruido en el exterior, y observamos que la dueña del hotel regresaba, seguramente por algún asunto propio; nos recompusimos con rapidez y Luís minimizó el ordenador para apagarlo de inmediato. La mujer nos preguntó si necesitábamos algo y ante nuestra negativa se perdió por la zona de servicio; la excitación había hecho presa en nosotros y ante la presencia de la señora decidimos irnos a nuestras habitaciones. No comentamos nada, pero todos éramos conscientes de nuestra calentura y estábamos deseando culminar nuestro deseo. Cada una fuimos a nuestros dormitorios; cerramos la puerta y comenzamos a desnudarnos con mucha prisa, la ropa por el suelo, el deseo en la piel, la excitación latente y el sexo inmediato. Te penetré con fuerza, gemiste, alto, muy alto, hablaste frases morbosas, pedías cosas, decías lo que sentías y deseabas, provocándome a mi y a nuestros vecinos; estos, no tardaron en corresponder con cosas parecidas, en movimiento de su cama, las frases cargadas de erotismo, los gemidos y suspiros.

Me miraste fijamente, me besaste en la boca y dijiste:

  • Sígueme - .

Te pusiste el albornoz del hotel sobre tu piel desnuda y caliente, abriste la puerta de la habitación y te dirigiste a la de al lado; llamaste a la puerta y te abrió Luís, totalmente desnudo y con una toalla cubriendo su sexo

. – Me pregunto si queréis pasar a nuestra habitación y hacer más fotos como las de antes – le dijiste.

Luís miró a Sonia, quien se levantó de inmediato de la amplia y revuelta cama, se colocó el albornoz y se dispuso a acompañarnos a nuestra alcoba,

  • pensé que no os decidiríais nunca – añadió, -

Os oíamos y nos moríamos de ganas de veros- dijo Luís y los cuatro entramos en nuestra habitación.

Alimentamos la chimenea y nos miramos excitados; sacamos la cámara de fotos y nos dispusimos a disfrutar de una noche de placer.

Proximemente - Parte 3 -

Matricam (Carlos y Ana)- Relato de Carlos