Intercambio

Ese día entramos al pub decididos a realizar nuestra fantasia...

Intercambio

David y yo formamos un matrimonio joven, entrados en la treintena, y pese a tener tres hijos y a llevar bastantes años juntos, seguimos manteniendo una buena relación basada en la amistad, el compañerismo y la pasión. Nuestras relaciones sexuales siempre han sido una gozada de compenetración, por lo que no hemos necesitado otras experiencias fuera de la pareja, ni siquiera en los momentos bajos (los normales problemas de convivencia que, por otro lado, dan lugar a reconciliaciones maravillosas).

Hacemos el amor al menos una vez al día y no siempre en la cama: de lo bien que nos lo pasamos podrían hablar los vecinos, aunque ahora con los niños es más complicado perder la cabeza y dar rienda suelta a las cuerdas vocales. Por eso aprovechamos cuando están fuera, para lo cual a mí me gusta ir sin bombachita, siempre lista para volver loco a David que está deseando subirme la minifalda, agarrarme por el culo y cojerme contra el sofá o la cocina.

A menudo nos gusta darle un poco de morbo a lo nuestro, ya saben, lo típico: ver películas porno, hacernos fotos con la camarita digital o grabarnos en vídeo, pero también nos gusta cojer en situaciones límites con la emoción del peligro a ser sorprendidos: en la playa o en el campo, en los probadores del Corte Inglés, en los jardines públicos... Ni la edad, ni los hijos, ni nuestras responsabilidades laborales (yo soy médico y mi marido profesor) nos han curado de estas locuras, al contrario, cada vez nos seduce más el morbo, el juego y la fantasía.

A veces, cuando estamos cojiendo, nos imaginamos historias y orgías en las que participamos los dos. Hay una fantasía mía que siempre pone a cien a David: yo estoy desnuda, tumbada en una playa solitaria y se acercan dos jóvenes que me comen toda y me dan pija hasta la saciedad, vienen más parejas que se van sumando hasta que toda la playa es una orgía. A mí también me excita la fantasía de mi marido de hacer un trío con una exhuberante jovencita.

Hace un tiempo que hemos decidido que la vida son tres días y hay que aprovecharla (Carpe Diem):

hemos comprado revistas de intercambios, hemos navegado por Internet... El sólo hecho de pensar en realizar nuestra fantasía de un trío o de participar en una orgía me pone a cien, y enseguida me lanzo a chuparsela a David, mientras está en la computadora y terminamos con un par de acabadas de pelicula.

Hasta ahora no habíamos pasado de ahí, pero este verano nos decidimos y fuimos a un pub liberal de los que abundan en la costa donde veraneamos, un local de intercambios en cuya puerta ya sentimos la emoción y el frenesí de todos nuestros deseos. Habíamos cenado en un restaurante cercano, una cena romántica, de esas de velas y música de fondo, en la que David no paraba de hacerme la boca agua porque jugaba, bajo el mantel, con su pie entre mis muslos, y como se habran imaginado, sin tanguita de por medio, terminó con el pie empapado. Nuestra conversación era cada vez más picante y yo me moría de gDanielas de ser cojida a tope.

Al llegar al local me puse un poco nerviosa, incluso temí ver a algún conocido, pero ya íbamos muy alegres por el vino y el deseo. La relaciones públicas nos introdujo con exquisita amabilidad y con la mayor normalidad nos enseñó el pub y todas las estancias. Cuando nos sentamos a tomar una copa, ya más relajados, vimos a nuestro alrededor varias parejas, una de ellas muy atractiva. Enseguida cruzamos nuestras miradas: nosotros también estamos bastante potables; David es un morenazo con unos preciosos ojos verdes y yo, que me llamo Gabriela, iba verdaderamente despampanante, con mi cabellera rubia suelta y un ajustado y liviano vestido rojo mini de tirantes.

Cuando volvió la relaciones públicas para preguntarnos si todo iba bien, le dijimos si aquella pareja eran clientes habituales y si nos los podía presentar, nos dijo que sí y pronto estábamos tomándonos una copa y charlando juntos. Se llamaban Angel y Daniela, estaban casados y tenían un hijo y eran realmente divertidos. A los dos les gustaba el deporte y se notaba por sus cuerpos danone que estaban para mojar. Incluso, tengo que reconocerlo, me gustó Daniela, morena y guapísima, con la que congenié enseguida. Angel y David fueron derivando su conversación hacia nosotras y empezaron a bromear sobre lo mucho que nos gustaba la marcha y lo bien que lo hacíamos en la cama.

  • ¿En la cama sólo? -Dijo Daniela.

Enseguida estábamos hablando de nuestras posturas favoritas y de nuestras fantasías. La conversación iba subiendo de tono, entre risas, roces...

  • Como sigamos así, mi marido va a reventar la cremallera -Dije entre risas de todos. - Es cierto -Dijo

Daniela que ni se lo pensó para palparle el paquete a David. - De lo que no hay peligro es de que tú mojes la bombachita, porque no llevas -Me respondió mi marido. - ¿será verdad? -Preguntó Angel y al tiempo que él me subía el vestido para comprobarlo, yo separé las piernas, dejando a la vista mi pubis. - Esto se está desmadrando demasiado y yo como soy muy formalita me voy a bailar como una buena chica ¿Te vienes David? -Dijo Daniela mientas se llevaba a mi marido a la pista.

Yo me quedé hablando con Angel, que me dijo que había constatado que yo era rubia auténtica por el color del pubis, y yo le constesté que no me pensaba ir esa noche sin comprobar si él era moreno auténtico. Nuestras parejas, mientras tanto, estaban ya magreándose al son de una música lenta. En un momento dado, Daniela que se dejaba sobar las tetas por mi marido, le bajó la cremallera y le agarró la pija.

-Nosotros vamos con retraso -le dije a Angel. -Pues ya sabes donde acogerte -me dijo mientras me tomaba la mano y me la llevaba a su bulto que estaba pidiendo guerra- ¿o prefieres bailar? -Continuó. -No, creo que lo que hay que hacer es llevarnos a aquellos dos al jacuzzi, antes de que empiecen con "otro baile"- Dije yo. -Nos vamos al jacuzzi, ¿vienen? - les dijimos, y pronto estábamos los cuatro desnudos, disfrutando del burbujeo.

Realmente Angel y Daniela estaban lindisimos: El tenía un culo de locura y su pija, que apuntaban bien alto, era casi más grande que la de David. Daniela tenía unos pechos grandes y redondos, con unos pezones largos y oscuros que realmente llamaban la atención, y el sexo lo llevaba depilado del todo.

David me habló al oido: -esta noche nos vamos a poner las botas- me dijo y se puso a besarme apasionadamente. Mientras me besaba, Angel y Daniela se acercaron; ella le agarró la poronga a mi marido y Angel comenzó a tocarme las tetas y luego el culo, hasta que poco a poco pasó a mi conchita y comenzó a juguetear con mi clítoris y a meterme el dedo en la vagina. David y yo seguíamos dándonos lengua como locos y yo estaba ya que me corría.

Para descansar, me separé de mi marido y me dirigí a Angel, al que tomé su instrumento con una mano, mientras me agarraba a su culo con la otra. Eché un vistazo y Aya ya estaba comiéndole la pija a David, que se había sentado en el borde del jacuzzi y tenía en sus tetas dónde agarrarse también.

-Ya está bien de que nosotros siempre vayamos rezagados - me dijo Angel mientras me cogía por la cintura, me sentaba al lado de mi marido y se ponía a comerme de arriba hasta abajo. Al poco de llegar a mi conchita, ya no aguanté más y me corrí estrepitósamente. Sin perder tiempo, Angel se la clavó a su esposa por detrás, mientras ésta seguía comiéndosela a David como quien tiene hambre de cien pijas.

Daniela se corrió como una loca y, al oirla, mi marido no aguantó más y le llenó la boca de semen. Rápidamente me lancé con el ánimo de pillar algo, acerqué la boca y mi lengua, en la polla de David, se encontró con la lengua de Daniela, en la que pude saborear aquél jugo. Mientras nos dábamos la lengua y nos tocábamos mútuamente los pechos, Angel me introdujo su pija y creí que iba a desmayarme de gusto: era inmensa, muy gruesa y se movía como una máquina.

Entretanto, mi marido acercó su lengua a las nuestras y nos besamos los tres a la vez, mientras Angel seguía embistiéndome como un toro salvaje. Volví a correrme de nuevo y me revolví a tiempo para que Angel se corriera en mi boca.

No nos habíamos dado cuenta que otras parejas habían entrado en el jacuzzi, a las que habíamos puesto a cien. Allí ya no cabíamos tantos, era demasiada jodienda para una jacuzzi. Así que nos fuímos los cuatro a una cama redonda, en un cuarto contiguo, donde había otras parejas haciendo de todo. Aunque me acababa de secar, ver a tanta gente en una orgía sin límites, hizo que me mojara de nuevo rápidamente.

Mientras nos hacíamos sitio en el colchón, iba hablando con Daniela, que me dijo que era la primera vez que besaba a una mujer y que, mientras lo hacía, había deseado saborear mi sexo, a lo que yo le contesté que la noche era muy larga. Dicho y hecho, enseguida estábamos en acción: Nada más sentir la lengua de Daniela en mi entrepierna, me puse calentisima y le dije que aquello había que hacerlo del todo bien y girándome, comenzamos un 69 que estaba en todo lo suyo cuando nuestros marido vinieron con unas copas. Al vernos, David y Angel se ousieron al palo rápidamente y comenzaron a masturbarse a nuestro lado, a meternos mano y a animarnos:

-Cariño -me decía David- chupale la conchita a esta putona que enseguida me la voy a cojer yo.

Al tiempo estábamos los cuatro cojiendo: nosotras a cuatro patas nos dábamos la lengua con frenesí, mientras Angel me volvía a follar y mi marido hacía lo propio con Daniela. A partir de ahí los jadeos fueron en aumento y cambiamos varias veces de pareja. Por un rato cojiamos con nuestros maridos respectivos que, al final, se corrieron a la vez sobre nuestras tetas, que nos limpiamos la una a la otra a base de lengua.

Yo ya había perdido la cuenta de mis corridas, estaba cansada pero seguía calentisima. Mi marido estaba reponiéndose y Angel se fue al aseo.

Mientras Daniela se encendía un cigarrillo me dediqué a disfrutar viendo a las otras parejas de al lado. Me dió envidia ver a una mujer que era poseída por dos jóvenes, uno por la vagina y otro por el culo, mientras ella le comía la pija a un tercero. Comencé a masturbarme y al verme Daniela, sin decirme nada, se acercó, puso su conchita pegadao a la mía y comenzamos a restregar nuestros labios y nuestros clítoris. Nuestros jadeos animaron a David y a Angel, que nos metieron sus pijas en nuestras bocas mientras continuábamos disfrutando del roce de nuestros coños.

Entonces Daniela le dijo a mi marido: -quiero que me metas tu pija por el culo que me voy a correr como una zorra.

Yo me puse a cuatro patas y le dije a Angel que me follara hasta llenarme la conchita de leche. Realmente estaba siendo una noche inolvidable y yo estaba como una perra en celo. Por eso no dudé en acercar mi boca hasta uno de los chicos de al lado y comerle su pija sin mediar palabra. Se acercaron los otros dos chicos y, mientras me sobaban las tetas, se pajeaban. Yo seguía disfrutando de las embestidas de Angel y, ya puestos, me puese a contentar a los tres chicos, que fueron turnando sus pijas en mi boca. Oí cómo acababan David y Daniela, que estaban alucinando con la visión, y se corrió Angel dentro de mí. Al final, ellos tres estaban exhaustos y adormilados y yo no paré hasta que aquellos otros tres chicos se corrieron sobre mí.

Nos hubiéramos quedado durmiendo un día entero, así que decidimos irnos antes de que amaneciera y refrescarnos en la playa. Nos bañamos desnudos los cuatro y coincidimos en que era una pena no proseguir la fiesta en la playa, así que quedamos para el sábado próximo para pasar la noche en una cala apartada que conocían ellos. Nos preguntaron que si podían invitar a otra pareja a pasar la velada. -¿cómo son? - les dijimos. -¡Mmmmhhh! - nos contestaron al unísono Daniela y Angel, con lo que no hubo más que hablar. Pero eso ya es otra historia que os contaré otro día, porque desde hace un rato tengo a mi marido con su lengua entre mis labios inferiores y voy a tener que...¡Mmmmhhh!...