Intercambio de venganzas (capítulos 3 y 4)
Mientras el plan de los dos hermanos se va ejecutando, sus más allegadas son víctimas de espantosos abusos.
INTERCAMBIO DE VENGANZAS
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3. La Venganza (Ana):
Álex y su madre, a la entrada del verano, se fueron a darse unas vacaciones a la costa como siempre hacían por esas fechas, para ponerse al sol y disfrutar de la arena y las aguas calientes del aquel lugar. Álex tenía que soportar los imposibles bikinis de su madre por lucir tipito y aparentar ser mucho más joven, aunque sus manos y su cuello podían revelar que no era tan joven como ella pretendía ser.
-Mamá, ¿no podrías por una vez vestir como las mujeres normales?. Que me está dando vergüenza ajena que te vean así.
-¿Vergüenza por qué?, si voy normalita.
Álex miró el bikini de su madre, el cual era tan ceñido y apretado al cuerpo que aún tapándole el pecho conseguí marcarle muy claramente los pezones y casi casi hacía que también la marcaba por abajo como si fuese transparente.
-¿Normalita?, mamá, que casi vas desnuda.
-Anda ya, no seas exagerado-le desairó indolentemente-. Venga, vamos a darnos un baño que estoy deseando mojarme.
-¿Estás deseando qué?.
-Darme un baño, malpensado-se rió como si fuese un simple chiste-.
Se fue a zambullir y Álex observó como su madre era observada y deseada por todos los hombres que estaban cerca de ella, tanto más mayores como más jóvenes. Así fue durante toda su estancia allí, llamando la atención para que todas las miradas fuesen hacia ella. El complejo de eterna adolescente de Ana exasperaba a Álex, quien al mirar a los ojos chicos de su edad con sus madres, les envidiaba al ver que ellos tenían algo que él no: una madre de verdad. Aunque ni le pegaba ni me maltrataba, sabía que Ana, su madre, no era lo que debía esperar de alguien como ella, que su relación con ella no era lo debía ser.
Una noche, casi a punto de cumplirse las tres semanas allí y con el regreso a la ciudad a la vuelta de la esquina, madre e hijo preparaban el regreso pero aún querían ir a divertirse, de manera que ella sugirió ir a darse un baño nocturno. Álex estaba cansado y no le apetecía irse a la playa de noche, y ella tuvo que insistir.
-Vamos, será divertido-le dijo su madre-. Verás como nos divertimos.
Al salir del hotel e irse a la playa encontraron que en un lado de ésta, a cierta distancia de donde empezaban las dunas, habían montado un chiringuito playero para fiestas, de manera que Ana convenció a Álex para que fuesen también al chiringuito a bailar y divertirse. Entre la música y el baile Ana estaba en su salsa y se le notaba que se lo estaba pasando en bomba, aunque Álex parecía no tan centrado como ella. De pronto, guiada por su instinto, se giró hacia cierto lado y notó como un chico con la típica barba de tres días, de pelo negro y ojos vivos, no le perdía ojo de encima. Tenía buen cuerpo, aunque estaba algo flacucho, pero sus pectorales le gustaban.
-¿Me dejas ir a sentarme un rato?, estaré ahí en la barra-dijo él-. Necesito ir a descansar un poco. Si me necesitas aquí estaré, ¿vale?.
-Claro hijo, yo iré enseguida-sonrió ella-.
Álex se fue del baile, y al llegar a la barra casi lo tenía perdido de vista debido a tanta gente que había allí. De pronto el chico al que estaba mirando no estaba donde ella le había mirado. Al buscarle, se encontró de golpe con que estaba enfrente de ella con un par de copas en la mano.
-Hola guapa, ¿quieres?, por cuenta de la casa-le dio una de las copas-.
-Uys, que galante-se rió-.
-Gracias. ¿Sabes que estás muy buena?-le dijo al oído, y ella se rió a mandíbula batiente-. Tienes un cuerpo increíble. ¿Qué tienes, 25 años?.
-Jajajaja-se volvió a reír-. Si te digo que edad tengo caerías de espaldas-bromeó-. Pero gracias por el piropo, majo.
-Es la verdad-dijo él empezando a bailar con ella-. Estás muy muy buena tía, te aseguro que este cuerpo me embelesa: ¿seguro que no tienes 25 años?.
Ana no sabía si él estaba de cachondeo o la intentaba ligar, le encantaba que un extraño le quitase años de encima. Se notaba que al barbitas le gustaba verla, por la manera en que la miraba de arriba abajo. Ella le siguió el juego y comenzó a bailar con él dándose la vuelta y quedando de espaldas a él, frotando su culo contra su entrepierna.
-Mmmmmmmmmmm que culito tienes, prenda. ¿Te encanta provocar, eh?.
-¿Y tú qué?, ¿no tienes nada mejor que intentar coquetear conmigo?.
-¿Coquetear?, ¿qué coño es eso?-se rió como si la palabra fuese de otro planeta-.
-Frotarte-rectificó-. ¿Es que las demás chicas no se dejan?.
-Las demás no valen una mierda-le dijo directamente-. Además, comparadas a ti son todas unas viejas. Y ellas no tienen ese cuerpo que te gastas-puntualizó-.
Entre sorbo y sorbo de la copa que le había dado y la palabrería de él, comenzó a excitarse. Ana estaba sintiendo verdaderos deseos de darse un último homenaje antes de volver a la ciudad, de manera que pensó, aprovechando la gente, en burlar a su hijo, irse con el barbitas lejos y tirárselo. El olor a juventud de su cuerpo la ponía a tono, además de notar como el paquete le crecía al rozarse contra ella. La palpitante durez que estaba frotándose contra su culo le procuraba morbosas fantasías.
-¿Quieres montártelo conmigo?.
-¿Cómo?-se sorprendió-. ¿Puedes repetírmelo?.
-Ya me has oído. ¿Quieres montártelo conmigo?-y el barbitas asintió-. Pues no perdamos tiempo. ¿Sabes de algún lugar donde...?.
-Las dunas-contestó de golpe-. Allí nadie nos verá.
Lo tomó de la mano y se lo llevó a las dunas. Conformo se alejaban de la fiesta el sonido de ésta comenzó a atenuarse, y el romper del mar se hizo más intenso. Toda encantada con la idea de un polvo furtivo, en cuanto vio que estaban fuera del alcance de la gente, tumbó al barbitas en la duna y se la sacó de sus bermudas.
-Mmmmmm ya sabía yo que esto estaba muy duro.
-Jo tía, que lanzada eres...me encanta.
-¡Tú no sabes lo lanzada que soy!-dijo toda exultante-.
Y dicho eso, movió su pelo, se puso encima de él y comenzó a darle una buena y profunda mamada, para al poco girar sobre el cuerpo de él.
-Vamos, que sé que tú también lo quieres. No seas vago y haz algo.
-Claro, a mandar-se rió-.
El barbitas elevó la cabeza todo lo que pudo y con sus manos acarició el culo de Ana, contemplando su sonrisa vertical y deseando perderse en ella. Probó a tocarla con suavidad con la yema de los dedos y comprobó como su dueña tembló de placer de lado a lado. Entonces puso sus manos firmemente sobre sus nalgas para amasarlas y jugar con ellas a placer, y teniéndolas de punto de apoyo, obedeció las órdenes de ellas y le comenzó a lamer y chupar todo su conejito que ya estaba algo húmedo. Era increíble lo bien que se ponía a remojo, se impresionó de lo fácil que era excitarla.
-Es el mejor coñito que he probado en mi vida-pensó en voz alta para que Ana lo escuchase-.
Al oír aquellas palabras, Ana redobló esfuerzos y agarrándose con sus manos a la base de aquel rabo, bajó y subió su cabeza más intensamente. De hecho hizo enroscar su lengua alrededor de la polla, de manera que el barbitas se sintió en órbita de ver toda la virguería que Ana sabía. Eran increíbles las artes que dominaba, era la mejor feladora con la que se había encontrado. Con cada succión que le hacía parecía que le quitaba la vida y hasta su propia alma. Al calor de la noche con el arrullo del mar tan cerca y toda la gente tan lejos, Ana y el barbita dieron rienda suelta a toda su lujuria...aunque él ya tenía claro que ella ganaba de calle.
-Vamos nena, dale caña que estoy que ardo...dios que polvo te voy a echar, vas a flipar...a una tía tan buena y maciza como tú hay que follarla como dios manda...y el que no sepa hacerlo, a la puta calle...te voy a follar hasta que se me caiga a cachos...
-¿Ah si?-preguntó ella deteniéndose y volviéndose para mirarlo-...¿en serio vas a hacer eso?...¿me follarás hasta quedarte eunuco?...¿serás capaz de follarme como dios manda, como acabas de decir?...
-Y si no lo consigo mátame a polvos aquí mismo, en mitad de las dunas-la incitó mirándola fijamente-. Fóllame hasta que me dé un infarto.
A pesar de la burrada que suponía la frase, el tono en que había sido dicha no la escandalizó, si no que la envalentonó. Ana se sentía muy excitada de ver a un hombre tan firme en aquellas convicciones sobre ella y el placer que merecía que le dieran...y que rara vez en su vida había conseguido, por mucho que lo había buscado. Si lo que su amante decía era cierto, aquel iba a ser el polvo del siglo...¿y quien era ella para dejar pasar semejante ocasión?.
-Pues ven a por mí, semental: vamos a ver de qué pasta estás hecho.
Ana se quitó el amplio pareo que llevaba anudado a la cintura (aparte del bikini, su única ropa) y lo echó en la arena para echarse encima, quitarse el bikini y quedarse desnuda para el barbitas. Éste contempló a la semi oscuridad a la mujer que tenía ante él y también se quedó desnudo. Sin más preliminares se abalanzó sobre ella, dejó que Ana jugase con su polla entre sus dedos, y entonces fue ella quien se tocó un poco para que le entrase mucho más fácil.
-Me ha tocado la lotería, joder. Esto es una tía buena y no la mierda de niñatas que corren por ahí. Te voy a follar hasta que salga el sol-bromeó-.
-De momento me conformo con que me folles hasta que aplanemos la duna.
Riéndola la gracia, él dio comienzos a los bombeos dentro de ella y ella tomó el control de la situación al pasar las piernas por la cintura de él, incitándole a penetrarla más rápida y profundamente. Con su cabeza replegad en el hueco del hombro de ella, le pudo hacer un par de chupetones en el cuello que sirvieron para ponerla si cabe aún más berrionda. Su amante playero no tenía mala técnica, aunque le notaba que necesitaba un poco más de refinamiento. De cualquier manera, tanto si era totalmente novato como un algo aplicado, ella lo convertiría en veterano.
-Mmmmmm eso es, apriétame con tus piernas...hazme empujar más fuerte...ay mi madre que polvazo tienes, torda...Que 25 años te gastas, maciza...
-Anda calla y arremete más que me estoy enfriando-ordenó ella-. Has logrado tenerme, ahora no me pierdas con charlas inútiles. Tú dame polla, ya hablaremos luego, o quizá no, me importa una mierda. Vamos macho, ven a darme caña...
El amante playero se impresionó con aquellas palabras. Estaba claro que aquella chica no era como otras que habían conocido que buscaban charla y dulzura. No, ésta buscaba sexo desenfrenado, y bien que se lo iba a dar. Una vez seducida y desperada su líbido, el resto iba rodado. A la nena le iban las pollas más que a un tonto un caramelo y eso a él le encantaba: había ido el afortunado para cepillársela y lo estaba haciendo a base de bien. Si por él fuese, se la follaría en un autobús, en un campo de fútbol o donde fuese que hubiese gente para demostrar lo que era follar de verdad...y fue Ana quien se percató de que el pensamiento del barbitas no iba muy lejos de la realidad.
A mitad de polvo, y abriendo un poco los ojos, pudo contemplar a lo lejos y del revés como a bastante distancia de ellos dos había tres veinteañeros (eso parecían), y los tres se habían bajado los pantalones y se estaban masturbando viéndolos a ellos follar. En vez de gritar o decirle a su amante que tenían espectadores, se calló y se aplicó para montárselo con él más morbosamente. Comenzó a gemir más sonoramente y a moverse como retorciéndose de lado a lado como una serpiente furiosa.
-Dios tía, me vas a destrozar como a un muñeco de trapo...¡sigue así, dale duro!.
Haciéndole gracia que él no se diese cuenta (y que implicaba hasta que punto él estaba obcecado con ella, algo que le encantaba) de que tenían público, Ana decidió que darles un buen show para que se siguieran pajeando no estaría mal, así que moviéndole un poco, retozaron hasta que el barbitas quedó debajo y ella encima, lo que le dio toda la movilidad que necesitaba para realizar una maniobra que había aprendido...y que a su amante y sus espectadores dejaría boquiabiertos: estando encima de él y mirándose frente a frente, de pronto giró 180 grados, sin más. El barbitas alucinó porque en ningún momento había dejado de penetrarla. Si no lo hubiese visto con sus ojos no lo hubiese creído: estando aún penetrada, Ana había se girado y ahora le daba la espalda sin parar de follar. No sabía que algo así pudiera hacerse.
-¡Vamos campeón, dame en el culo, pónmelo rojo a base de cachetes!...móntame y no pares, échalo todo...quiero esa polla y esas manos trabajándome o me largo y te dejo para que te mates a pajas.
El barbitas no contestó con palabras, solo con un buen cachete en su culo que a ella le encantó no solo por el la forma en que sonó, si no porque sabía que a los demás les estaría encantado. Se imaginaba aquellas tres pollas todas para ella en su boca, en sus manos, entre sus tetas, por dentro de ella...y quizá hasta por el culo. El morbo le hizo moverse más fuerte y al barbitas aplicarse más en el polvo hasta que sus niveles de sobreexcitación los llevaron al borde de la locura y al centro de placer, extasiándose con un orgasmo tan buscado como bien recibido.
-Joder, la tengo en carne viva-bromeó él-...me la has destrozado, ahora no podré tocarme en una semana...¡la ostia!-exclamó cuando de golpe se giró para mirar hacia la fiesta lejana y se encontró con los tres mirones-...¿se puede saber que hacéis aquí, tíos?.
-Buscarte, gilipollas-contestó el más alto de ellos-. Habías desaparecido y aquí el amigo dijo que le parecía haber visto que venías hacía aquí. Cabronazo, al menos nos podrías haber avisado para compartirla-bromeó-.
-Ah, ¿pero os conocéis?-preguntó Ana-. Que llevan medio polvo mirándonos.
-Sí, son mis amigos, mi pandilla...y una panda de locos: ¿pero que os pensáis, que iba a compartirla como si fuese una barra de pan o algo así?. Estáis chiflados.
-Acepto el reto-contestó ella de golpe, interrumpiéndolos a todos y dejándolos mudos-.
-¿Quieres repetírmelo?-preguntó el barbitas-.
-Ya me has oído. Acepto el reto. Siempre he tenido el sueño de participar en una orgía...y llevo medio polvo viéndolos pajearse como posesos. A ver si tienen lo que hay que tener para hacerme gozar como lo has hecho tú.
-¡Ya lo habéis oído tíos!-le dijo el alto a los otros dos-. A por ella que la cabrona está necesitada...le vamos a dar polvo hasta dejarle el culo como el Gran Cañón: todo colorado.
-Está buenísima-comentó otro de los mirones-. Y encima parece joven. Mejor, que esas son las más fogosas. Con ese cuerpo debe follar como los ángeles.
-Pues pasa por taquilla, neno-le dijo el barbitas-. Yo acabo de hacerlo y me ha dejado hecho trizas. Vais a alucinar.
Los mirones se abalanzaron sobre ella sin tener la más mínima piedad: ocho manos, cuatro pollas y cuatro bocas que iban por su cuerpo. Quien no estaba lamiéndole las tetas le tocaba el vientre o la besaba, haciéndole tocársela. Las cuatro pollas eran de lo más variadas. Aparte de la del barbita, que ya la conocía, comprobó que la del más alto, de pelo rizado rubio y ojos vivos, era más larga que ancha...y bien larga; el más pequeño del grupo, en cambio, pecaba de gruesa más que de larga, y eso le encantaba pues era una apasionada de las pollas gordas de buen grosor. Aparte, su dueño era un chico muy guapo a ojos de ella, de ojos azules y de ondulado y lacio pelo castaño que le caía en mechones por los lados. El cuarto del grupo era el más equilibrado en grosor y longitud, y se parecía al barbitas en cuanto al pelo (iban rapados al uno), pero mientras el barbitas tenía ojos castaños, los del otro eran negros como pozos de petróleo.
Poniéndose todos de rodillas sobre el pareo de Ana, la acorralaron entre todos para que pudiera ir tocando a su antojo las cuatro pollas que tenía para jugar. Las fue poniendo duras a base de sobes (aunque tampoco hizo falta muchos) y fue probándolas en distintos tiempos. De hecho, y llevados por el morbo y el vicio, tomaron todos una idea brutal y a Ana la pusieron a cuatro patas sobre el pareo, de manera que podía tener a uno debajo de ella, a otro por encima...y a otro por delante, mientras un cuarto estaba a su lado. En aquella increíble postura que ella no sabía que pudiera dar tanto juego, se dio el placer de sentir como uno la follaba, otro la enculaba, otro se la metía por la boca y a un cuatro se la meneaba (mientras éste le sobaba las tetas). Fue una cuestión de irse turnando lo que alargó la orgía hasta que todos quedaron saciados...y ella más contenta que unas castañuelas cuando todos ellos terminaron corriéndose en su cara a petición de la propia Ana. Era su sueño hecho realidad y lo había disfrutado enormemente...hasta que algo que aceptó su atención tornó placer en terror.
-¡ Toro !-exclamó el barbitas-. ¿Cómo diablos hace este perro que vayamos donde vayamos siempre nos encuentra?.
-Apártalo de mí-suplicó Ana-. Me dan miedo los perros, no quiero ni verlos. Por favor coge a esa mala bestia y lárgala fuera.
-¡Oye zorra-protestó-, esa lengua!. ¿Quién te crees para hablar mal de mi perro?, ¿¡no te jode la puta ésta!?. Se deja follar por cuatro desconocidos pero no quiere que un simple perro se le acerque.
Y antes de que pudieran cogerle de la correa del cuello, Toro se acercó a Ana, la cual estaba en el suelo paralizada por el terror. El perro se puso a olisquearla entre las piernas y ella, aunque intentó azuzarle para que se fuese, no fue capaz a lograrlo. Para disgusto de ella notó como su lengua canina y rasposa había comenzando a lamerla, lo que le daba un asco tremendo, en tanto que los demás se deleitaban con lo ocurrido.
-¡Ostia tío!-exclamó el alto del grupo-. Ya veo yo porqué a este no le gusta que los perros se le acerquen: hasta ellos se la quieren follar.
-Calla loco-contestó el bajito-. ¿Un perro se puede follar a una humana?, ¿eso es posible?.
-¿Tienen polla, no?, imagino que sí que podrían hacerlo, aunque nunca he visto a ninguno haciéndolo...bueno, hasta ahora.
Ana quería gritar, pedir ayuda a ellos, algo con lo que escapar de la pesadilla que se le avecinaba. El perro estaba lamiéndola a todo lamer y el grupo de tíos en lugar de ayudarla debatían si era posible una relación humana-perro. La sola idea de verse tan humillada le parecía repugnante.
-Ya sé-contestó el alto-. Habría que ponerla a cuatro patas, como al perro. Que te apuesto a que si la pones así, el perro se la tira.
-¡Anda ya, eso es imposible!-contestó el barbitas-. Acepto la apuesta.
Se apostaron una copa y fueron con Ana no para ayudarla si no para separarle más las piernas y que el perro la lamiera a gusto, cosa que hizo durante un buen rato. Se intentó resistir como pudo pero su fobia a los perros era tan grande que la bloqueaba, y ellos sacaron partido a su debilidad poniéndola tal y como decían: a cuatro patas tal y como estaba antes, solo que en lugar de verse rodeada a hombres y pollas, sintió como el perro se subía a su grupa y como se movía con rapidez rozando su polla canina contra ella...hasta que de tanto intento logró acertar y la penetró.
-¡JAJAJAAJAJAJA!-se descojonaba el alto-. ¿Qué no podía tirársela?. Mira que puta máquina, tío. Joder, es que lo vivo en colores-y sacó su móvil para grabarlo-. Esto me lo tengo que quedar, es la leche. Mirad que caña tíos, se la está follando como a una perra...¡la virgen, ya podría follarme yo a tías con esa velocidad!. ¡Iba a dejarlas a todas echando humo por el coño jajaajajajajaaja!...
Los demás siguieron su ejemplo y sacaron sus móviles para grabar el polvo que el amarronado ejemplar de rottweiler estaba haciendo a Ana, la cual resistía como podía la brutal velocidad de follada que tenía. Jamás en su vida pensó que viviría semejante pesadilla y mucho menos en aquellas circunstancias. Pidió al cielo que Álex la sacara de aquel embrollo...aunque luego entendió que si Álex la pillaba follando por un perro lo más seguro es que él se fuese de casa harto de su desviada conducta. Lo hiciese adrede o no aquello era fruto de su lascivia y ahora estaba cargando con las consecuencias.
-Me encanta-dijo el barbitas-. Nunca me he alegrado tanto de ver a este bicho. Espero que mis padres estén durmiendo y no estén buscándolo, odiaría que nos jodieran la diversión...¿Qué, ahora ya no hablas mal de mi perro, verdad tía?...¿Qué, te gusta como te follaba mi perro?...¿es un buen semental verdad?...él sí que te va a dejar bien satisfecha, zorrón...eso te pasa por calientapollas...
El polvo que le echó fue culminado con una escena única: gozando y echándolo todo dentro, el perro le metió la bola dentro y éste y Ana quedaron pegados, incapaces de despegarse. Ella intentó moverse un poco pero solo logró resentirse aún más debido al tamaño del nudo del perro.
-¡Uys, es verdad!-recordó el barbitas, explicándoles a sus amigos lo que estaba pasando-. El veterinario me lo explicó cuando lo llevé de perras hace meses: resulta que a los perros se le forma una bola en la base de la polla cuando se corren, se la meten a las perras y se quedan pegadas con ellas por un buen rato. Mientras le dure el...¿cómo era?...¡ah sí: el abotonamiento!...mientras dure el abotonamiento no hay forma humana de separarlos.
-Mola-contestó el bajito-. La verdad es que me encanta. Esto no pienso olvidarlo mientras viva. La de pajas que me pienso hacer recordando esta escena.
Al cabo de varios minutos logró salirse de ella cuando la bola se le deshinchó un poco. Ana quedó tumbada contra el pareo de mala manera, agotada. Pensó que por fin todo se había acabado, pero se equivocó. Volviéndola a poner a cuatro patas quisieron comprobar si un perro se agotaba tan rápidamente como un humano...y comprobaron como el animal, pese a haberla follado no hacía ni dos minutos, se la volvió a meter una y otra vez, así cinco polvos seguidos hasta que Toro ya no intentó montarla más.
-Tío, tu perro es una joya...tenemos que intentarlo con otra tía en otra ocasión. Joder, seguro que hasta encontramos alguna a la que le guste-bromeó-.
-Eso sería la caña...bueno anda, que gracias por el polvo perra...espero que no tengas problemas para llegar a la fiesta-se burlaron mientras se alejaban-.
Ana hizo cuanto pudo por vestirse y volver al chiringuito y a la fiesta. Al llegar a ella se encontró con Álex, el cual seguía en su sitio. Dominada por un sentimiento de vergüenza, se recompuso cuanto pudo para que él no supiese lo ocurrido...confiando en que el pareo ocultase los restos de semen que estaban en su bikini y entre sus piernas, los cuales se quitaría en cuanto llegase a su habitación de hotel metiéndose en la ducha. Aquella había sido con mucho la peor noche de su vida.
-Mamá-dijo éste-, ya era hora. ¿Dónde te habías metido?. Me he pasado un buen rato buscándote pero como no te encontraba volví aquí. Pensé que quizá terminases viniendo a buscarme...¿ocurre algo?-frunció el ceño al notar su cansancio-.
-No nada, es que he bailado demasiado-se encogió de hombros-. Me he dado demasiada juerga-se rió-.
-Eres incorregible-le desairó él-. Anda, vámonos. Estoy cansado y tengo ganas de dormir. Mañana será otro día.
Aquella última frase de su hijo la llenó de esperanza. “Sí, mañana será otro día”, pensó para sus adentros. Quizá mañana pudiera dejar atrás el sentimiento de suciedad y de sentirse mancillada por un grupo de extraños que se habían aprovechado de ella.
4. La Venganza (María):
Si había una fecha que tanto Álex como Clemente odiaban, esa era sin duda el cumpleaños de su padre, no tanto porque les desagradase los cumpleaños como por el hecho de tener que juntarse y poner buenas caras al encontrarse con gente no deseada. Ana y Antonia fingían ser amables pero en el fondo se detestaban, y otro tanto pasaba con los hijos, los cuales se mantenían al margen uno del otro. Tanto es así que Clemente y Álex pidieron, a ser posible, que para este cumpleaños pudieran llevar a sus amigos para tener con quien charlar.
-¿Pero tu padre no se enfadará por que lleves a tus amigos a su cumpleaños?-les preguntaron ambas madres a sus hijos, cada una a su tiempo al hablar de ellos en sus respectivas casas-.
-Papá ya los conoce-fue la respuesta de los hijos a sus madres-, y se lleva bien con ellos. Además, ya sabes como a Papá le encantan las multitudes.
-Bueno vale-respondieron-. Lo consultaré con él, a ver que dice. ¿De acuerdo?.
Tanto Ana como Antonia llamaron por separado a su ex marido, el cual dio el visto bueno sin reserva alguna a que los amigos de sus hijos fuesen a la fiesta. Y así fue como para el cumpleaños de él, se habían juntado entre parientes y familiares más de 30 personas. La fiesta se celebró en el chalet de él, una lujosa casa rodeada por un muro de piedra y con un amplio jardín que se preparó para la ocasión. Debido a su tamaño, las respectivas llegadas de Antonia, Ana con sus hijos y los amigos de éstos creó como dos bandos, uno a cada lado. Álex y Clemente vieron el ambiente más festivo que recordaban en cuanto a cumpleaños paternos se refiere...pero sus madres solo pudieron contemplar con espanto y rubor que la fiesta podía torcerse, y mucho, a tenor de un escalofriante descubrimiento que hicieron al mirar hacia su ex marido, el cual hablaba con un gran grupo de chicos.
-A ver-les decía-, ya sé que entre vosotros no os lleváis, así que no quiero líos ni problemas, ¿de acuerdo?. Es mi cumpleaños y quiero buen rollo entre todos. Si no sois capaces de soportaros os tragáis el orgullo y os quedáis cada uno en un lado del jardín o de la mesa de cumpleaños, pero alguien cause líos se va él y el resto de sus amigos. Ni broncas ni peleas, ¿estamos?-preguntó en tono amenazador-. Y a vosotros dos os digo lo mismo, ¿queda claro?. Controlad a vuestros amigos o yo os controlaré a vosotros.
-Sí papá-le dijo Álex-.
-Sí, papá-contestó Clemente-. Prometo llevarme bien con Alejo.
-¡Que no me llames Alejo!-le espetó como queriendo enfrentarse con él-.
-¡BASTA!-los cortó su padre con gesto furioso-. ¡Ni una bronca!, ¿está claro?.
Al volver para hablar con su primera ex mujer, se la encontró tan pálida como el mármol, con el gesto desencajado.
-Ana, ¿estás bien?, ¿qué ocurre?.
-Esos chicos, con los que hablabas, ¿quiénes eran?.
-¿Esos?, son los amigos de Clemente. Tú no los conoces, hasta ahora no habéis tenido ocasión de coincidir. Yo sí los conozco a todos, muchas veces hemos salido por ahí: el delgadito de barba y rapado al uno se llama Pedro; ese rubio rizoso tan alto es Sergio; el del pelo castaño lacio es Andrés y el cuarto es David. Son buenos chicos, de lo mejor, pero como Álex y Clemente no se llevan, pues ambos grupos de amigos están enfrentados. He ido a ponerles las cosas claras para que no haya broncas entre todos ellos. ¿Por que querías saberlo?.
-No, por nada-negó con la cabeza-. Simple curiosidad-esbozó una sonrisa algo forzada-. Feliz cumpleaños-le entregó un pequeño regalo que sacó de su bolso-.
-Gracias.
Mientras su ex marido abría el regalo, Ana era presa de la angustia: la pandilla de amigos de Clemente era la misma que se la había beneficiado en la playa y la habían vejado al hacer que el rottweiler se la follara varias veces. ¿Cómo era posible que ella y el grupo de amigos del otro hijo de su ex marido hubiesen coincidido en aquel lugar, de entre toda las ciudades de la costa?. Podía ser fruto del azar, sí...¿pero y si hubiese sido algo preparado?. Pero entonces una duda aún mayor la mató por dentro: “¿cómo?”. De ser algo preparado, ¿cómo pudieron hacerlo, si tal como su ex marido acababa de decir Clemente y sus amigos a ella no la conocían de nada y con Álex y sus amigos no había la más mínima relación?. En todo momento ambos grupos se mantenían separados y al margen. No había el menor indicio de amistad o de simple roce entre ellos, y la tensión entre ambos era palpable. ¡EL VIDEO!. ¿Acaso el video de ella con el perro aún lo tenían?. Se moría de ganas por preguntárselo al grupito, pero tuvo miedo de levantar la liebre si se habían olvidado de ella. Con tantas chicas que a esa edad conocen y con las que se van, quizá ella solo fuese una de muchas y no la recordasen.
-Gemelos de camisa-sonrió al ver el regalo-. Gracias. Me ha encantado. Espero que lo pases bien, ¿de acuerdo?. Y por favor, no hagas escenitas con Antonia, ¿vale?. Hoy no-le pidió encarecidamente-.
-Claro-asintió ella-.
Él ex marido dejó a su primera mujer y se puso a buscar a la segunda, a la cual encontró en el mismo estado de shock que a Ana. Antonia tenía sus ojos azul marino tan abiertos como Ana tenía los suyos castaños. De pronto tuvo un extraño presentimiento como si algo les hubiese dado mucho miedo, pero conocía a sus ex mujeres y sabía que si en algún momento las había amado era precisamente por ser mujeres aguerridas.
-Antonia, ¿qué pasa?, te veo más blanca que de costumbre, ¿te pasa algo malo?.
-¿Me puedes decir quienes son esos chicos que están al lado de mi hijo y sus amigos?. El grupito aquel de gamberros.
-¿Tú también?, vaya, Ana acaba de preguntarme lo mismo. En fin, lo repetiré: el grupito que señalas con los amigos de Álex, y no son un “grupito de gamberros”. Yo los conozco a todos. Mira: el pelirrojo con aparato dental es Íker; los gemelos son Rafael y Raúl; el pecoso de pelo negro se llama Marcelo; el que parece recién salido de la mili es Ricardo y el ese bajito que también tiene pelo negro es Álvaro. Al igual que los amigos de nuestro hijo son buena gente, pero como Clemente y Álex no se tragan, sus amigos tampoco. Cuestión de lealtad al grupo. ¿Satisfecha?.
-Sí, claro. ¿Se meterán en problemas?.
-Por su bien más les vale comportarse. Bien, como le acabo de decir también a Ana, hoy no quiero líos. Estoy poniendo paz entre todos para evitar rencillas, así que te lo digo a ti también. Por favor, hoy pon buena cara y sonríe, y mañana ya podrás hacer lo que quieras. Espera, ahora vuelvo, quiero que hablar con papá, ya sabes que está un poco delicado de salud.
Una vez sola, los ojos de Antonia se pusieron como platos al mirar a Álex y a sus amigos: eran los mismos que la habían violado en la discoteca hacía varios meses. Se le puso la piel de gallina solo de recordar todo lo ocurrido. No podía ser fruto de la casualidad, pero tampoco podía creer que fuese algo hecho a propósito. Álex y Ana eran personas al margen de su vida, y ambos hermanastros se odiaban a muerte. De pronto el corazón se le disparó recordando lo que había vivido con ellos en la discoteca, y un escalofrío la recorrió al rememorar un detalle extra: ¡LAS FOTOS!. ¿Aún tendrían en su poder las fotos de aquel abuso?, ¿las habrían enviado a algún sitio o quizá las habían borrado y se habrían olvidado de ella?.
Ambas mujeres se vieron acorraladas por la duda y el miedo. Ambas se morían de ganas de abrir la boca y de denunciar a sus violadores pero, ¿y si se equivocaban y acusaban a un grupo de chicos inocentes, a pesar del parecido con aquellos que habían abusado de ellas?. Peor aún: ¿y si tenían razón y eran ellos?. De acusarles solo lograrían arrastrarse por el fango, admitir el abuso al que habían sido sometidas con el bochorno que conllevaba por el modo en que ocurrió y que todos supieran lo que habían hecho, y en una sola cosa coincidían Ana y Antonia era en que ambas no se sentían mujeres si no señoras, y una señora no podía delatarse de aquella manera y caer tan bajo. Ellas no, ni en un millón de años, y mucho menos se permitirían que una cayera para regocijo de la otra. Antes muertas que ver como su más odiada rival le ganaba la partida.
Ajena a cuanto pasaba en el jardín, unos impresionantes y serenos ojos azules miraban por la ventana del segundo piso del chalet mientras sus dedos jugaban con el colgante que llevaba al cuello. Lanzando un suspiro, María tuvo que resignarse y saber que quizá el cumpleaños fuese más movido de lo esperado. Se había casado enamorada hasta las trancas de aquel hombre tan apuesto pero nada sabía de que tenía dos hijos con dos ex mujeres, ni de la guerra abierta existente entre ellos. Compadecía a los chicos por crecer en tan malsano ambiente, cargado de odio y de mutuos desprecios, y sentía una especial repugnancia por las madres, por dejar que sus hijos creciesen odiándose entre ellos en lugar de hacerles crecer como hermanos, algo que ella, al ser hija única, jamás había podido conocer. Miró a ambas mujeres, separadas no por unos pocos metros si no por una tensión que casi podía cortarse a cuchillo. En menuda familia fue a parar...pero amaba a su marido por encima de todo, y por él todo lo aguantaría.
Decidiendo que era hora de salir a lucir palmito y a ejercer de buena anfitriona, bajó de su habitación y se dirigió afuera cuando, en el centro de mesa del salón se encontró algo que captó su atención: era un mando a distancia con un pos-it que decía “enciéndeme”. Para añadir más misterio, el reproductor de DVD tenía uno sacado en la bandeja de carga. Miró en todas direcciones pero la casa estaba vacía. En una sitio con un jardín tan grande, nadie quería quedarse dentro y menos en un día tan soleado. ¿Quién le había dejado aquel mensaje?. Movida por la curiosidad cogió el mando y apretó el botón. La pantalla de TV se encendió y activó el reproductor. Se encontró con que se veía aquella misma habitación, con fecha de un par de semanas atrás. Allí vio a su marido y a Clemente, hablando amigablemente.
-Papá, ¿después de tu fiesta de cumple haremos algo?, ya sabes, como las otras veces. Es por saberlo, que si no vamos me hago otros planes con Isabel.
-Tranquilo hijo, que no faltaremos a la cita. Además, tengo entendido que han abierto un sitio nuevo llamado “Zodiac” que es estupendo.
“¿Zodiac?”, pensó ella, “No me suena ese bar”.
-¡Joder, papá!-se quejó en broma-. Es que alucino contigo: te conoces todos los putis del mundo. ¿Es que tienes cuenta en ellos o qué?. Cuando me llevaste de putas para que me desvirgara fuimos al quinto pino a un local que nadie conocía.
-¿Y me vas a decir que no mereció la pena el viaje?. Chicas limpias, sin marcas de pinchazos y con las que podías hablar. Caras, eso sí, pero lo bueno tiene su precio.
-Papá, que son putas-las desairó-.
-¡EH, UN RESPETO!-lo frenó-. Las putas son grandes mujeres, y yo he tenido amigas que eran putas y eran fantásticas personas. Hacen un trabajo que siempre estará mal visto, pero a donde todos van de vez en cuando, mira tú que cosas. Y no te quejes, te pagué una puta de primera para que perdieras la virginidad, mucho mejor que todas las idiotas niñatas que van calientes por los bares y que no tienen ni idea del sexo. Hice lo que debía para que tuvieseis una iniciación sexual perfecta, tanto tú como Álex y sé que hice lo correcto...
María no pudo soportar más ver aquella grabación. Cortó de golpe y presa de la sorpresa tardó en fijarse que a través de la pantalla se reflejaba a alguien detrás de ella. Al girarse, se encontró con Clemente, con la misma cara de sorpresa que ella. Parecía una estatua en vivo.
-¡Oh dios mío, lo siento mucho!-se levantó ella-...Yo no lo sabía, perdóname.
-¿Has grabado tú eso?-preguntó él-.
-¿Yo?, claro que no...¿no has sido tú?-repreguntó toda extrañada-.
-Por supuesto que no, ni en un millón de años. Venía a buscarte porque eras la única en faltar para la tarta...lamento que hayas visto eso-dijo sombrío-...
La cara de María estaba rota por el dolor de conocer una faceta de su marido que jamás hubiese sospechado. Si la hubiese sido infiel lo hubiese aceptado, a fin de cuentas ya era la tercera esposa en su vida...pero averiguar que era un putero se le atravesó de parte a parte. Y lo hacía por placer, porque le gustaba. Ni siquiera era por que entre los dos faltase pasión en la cama (tanto ella como él tenía una vida sexual muy activa). Era por simple placer...y para colmo habían inducido a aquel mundo a sus propios hijos. ¿Con que clase de pervertido se había casado?.
-No...soy yo quien debe pedirte perdón...perdón por tu padre, por lo que os hizo a Álex y a ti. Yo no lo sabía, no sabía nada...me siento terriblemente avergonzada...
-No te martirices por ello, por favor. No tienes la culpa de sus pecados.
María abrazó a Clemente como una madre que hubiese descubierto que su hijo fue maltratado por su padre. Éste se sorprendió del abrazo pero lo aceptó de buen grado. Aunque el chico le había dicho que no tenía la culpa por los actos de su marido, ella se sentía tremendamente responsable por lo que había vivido...y en un impulso de lo más loco se separó un momento de él y le besó. Un largo beso con lengua que a Clemente lo pilló desprevenido.
-Dile a tu padre que estoy un poco mareada, que bajaré enseguida. Díselo y dile que necesitas ir al baño de urgencia...yo pagaré las culpas-le guiñó un ojo-.
-Pero...
-¡¡No!!-le puso un dedo sobre sus labios con gesto digno e insinuante-. Nada de peros. Ve, y en cuanto entres, ve al baño como le dirás a tu padre. Hazlo-repitió-.
Clemente salió un momento para obedecer a María, y ésta acudió al baño, donde planeó la venganza contra su marido. En un gesto impropio de ella, en lugar de quedarse desnuda o semi desnuda, lo único que hizo fue quitarse la ropa interior para que cuando él fuese a por ella, se encontrase menos resistencia, como si ella fuese siempre así. No sabía porque le gustaba la idea. Apenas un par de minutos después Clemente entró en el cuarto de baño y María comenzó a comérselo a besos sin decir palabra. Éste era incapaz de pensar, parecía que ella estuviese intentando que él pudiera pensar. Desplazando los tirantes de su vestido de tubo blanco, logró tenerla en topless y se quedó mirando como un bobo las tetas de su madrastra.
-Vamos goloso-le sonrió-. Cómetelas que éstas son para ti. Todas tuyas.
Clemente aceptó la oferta: se amasó las tetas con las manos y pegó su boca a ellas para comérselas a placer. Las manos de María iban por el torso del joven, el cual tocaba por debajo de la ropa tras sacarle la camisa de debajo del pantalón.
-Eres una mujer increíble. Entiendo que papá se casase contigo.
-Y yo no le perdono que a sus hijos los llevara de putas...pero no te preocupes que si tanto le gustan las putas, aquí la puta mayor va a ser su mujer...mmmmmm que duro te siento-dijo sobándole el paquete por encima del pantalón-...Deja que María te haga feliz, yo voy a vengarme de tu padre por ti...
Se agachó, quedando de rodillas sobre una de las alfombrillas del baño, y al abrir la boca se tragó toda la herramienta de Clemente. Éste tuvo que sujetarse al lavabo del baño para no caer. La mamada de María era impresionante. Se la tragaba hasta el fondo y luego la volvía a sacar. Aparte, manejaba la lengua como una perfecta sibarita. Le iba enroscando la lengua alrededor de la cabeza de su polla y le daba vueltas sin parar, y así estuvo un buen rato.
-No tenemos tiempo para más o sospecharán. Vamos, adelante.
María se subió la falda un poco y él hizo el resto. Se asombró de ver que ella no llevaba ropa interior. Era como un juego secreto de morbo. En apariencia era formal y decente, pero por dentro, su cuerpo latía de pasión.
-Siempre hay tiempo para un poco más-sonrió él-.
Con la misma rapidez con que ella se había agachado, él hizo lo mismo haciendo que ella despegase una pierna, apoyándola contra la pared, y clavándole la boca en su coñito para disfrutárselo antes de comerlo. María se asombró de que para lo joven que era, supiese hacérselo tan bien, pero recordando la instrucción que recibió de su padre, de pronto ya no le extrañaba tanto. Le estuvo pasando lengua y dándole besos sobre sus labios vaginales un poco, y entonces la apoyó de frente al lavabo, él se puso por detrás de ella, le aseguró la falda en la cintura, él se bajó del todo los pantalones y la penetró con violencia para después comenzar a tirársela.
Mirándose en el espejo su cara reflejaba la dicotomía entre placer y humillación. Placer por la maravilla de sexo que estaba teniendo. Humillación por dejarse hacer sexo por el hijo de su marido, y gloriosa venganza contra éste por corromper a sus retoños años atrás, llevado por un vicio degradante. Al verse en el espejo, se vio como gozaba mientras Clemente le hacía el amor y su cara de placer le encantó. Era la primera vez que hacía algo como eso. Las manos de Clemente amansando sus tetas complementaban una estampa preciosa para cualquiera que hubiese entrado y les hubiese pillado en pleno adulterio. “Adulterio”, se dijo de pronto, y por una vez ya no le sonaba grotesca, si no fantástica. Ahora ella no era la cornuda: él era el cornudo con su propio hijo, y se dejó hacer por él hasta que él descargó dentro de ella.
-Ya me lo limpiaré. No te preocupes, no me harás ningún hijo. Vámonos.
Salieron del baño y de la casa como si nada hubiese pasado, tras maquillarse ella un poco en el espejo del baño que para siempre le serviría para recordar al buen amante que había catado. Al llegar al jardín dedicó su mejor sonrisa a los invitados.
-Perdonad por haceros esperar. Tenía un poco de jaqueca. Ya estoy mejor.
Fue junto a su marido y se acercó a él para verle soplar las velas de la tarta, que encendieron en cuanto los vieron salir por la puerta. Le dio un beso a él para felicitarte el cumpleaños, él sopló las velas y tras una tanda de aplausos y vítores de alegría, se procedió a cortar la tarta y el convite para que todos comiesen y bebiesen cuando les diese la gana. María y su marido quedaron juntos como se esperaba de ellos. Clemente la observaba alucinado de lo bien que mantenía la pose de esposa perfecta y devota de su marido. Solo él sabía que bajo la ropa no había nada. Solo él sabía que debajo de su fachada de perfecta mujer de su tiempo se ocultaba una auténtica fiera sexual...que a espaldas de Clemente buscó un nuevo amante con quien satisfacer sus instintos.
Tuvo que esperar que la fiesta estuviese bien avanzada para poder dar con su presa. Ésta se encontraba rodeado de amigos y le parecía imposible sacarle del grupo de forma que no llamase la atención, así que cuando se empezó a recoger un poco la mesa del jardín, le pidió a Álex si podía echarle una mano. Éste lo hizo encantado.
-Lo sé-se limitó a decirle una vez estuvieron en la cocina, los dos solos-.
-¿Saber?, ¿qué es lo que sabes?.
-Lo de tu padre, lo que os hizo hace años para que perdieseis la virginidad. No me preguntes como lo sé, eso es lo de menos. Lo que importa es que lo sé y que lamento mucho que lo hiciese. Un padre no debería hacer cosas así a sus hijos.
-Vaya...pues gracias-se rascó la nuca, un gesto heredado de su padre cuando se sentía algo avergonzado o ruborizado-.
-No hacen falta. ¿Me ayudas a meter esto en el armario de abajo?.
Según él se agachó y quedó fuera del alcance de visión de la ventana que había en ella, María se subió la falda para enseñarle su conejito al desnudo.
-Pero qué-se asombró-...¿se puede saber qué haces?.
-Cómemelo. Aquí y ahora. Hazlo. Te doy permiso. Te voy a compensar por todo lo ocurrido con él. Cómeme el coño.
Sin saber muy bien que hacer, Álex obedeció, y durante unos cuantos minutos María se mantuvo de pie, mirando desde la cocina por la ventana hacia el exterior. Allí su marido le dio un simple saludo mientras hablaba con Clemente y sus amigos. “Si tú supieras”, pensó ella, disfrutando del morbo de saber que en apariencia ella solo estaba en la cocina pero que en verdad el otro hijo de su marido se lo hacía un cunnilingus que era soberbio, al igual que el que Clemente le aplicó. “Hijos de su padre, no hay duda” pensó para sus adentros. Álex logró colarle un par de dedos por su coñito y jugar a que los humedecía metiéndolos y sacándolos.
-Te van a ver al final-dijo él-. El final te van a ver la cara.
-Tienes razón-y fingiendo normalidad se agachó para quedar en el suelo junto a Álex-. Adelante, no te cortes, y no te preocupes, métemela a fondo. No quiero piedad.
-Y no la tendrás.
Poniéndose detrás de ella, Álex guió su polla hacia ella y se la metió con toda la facilidad del mundo. Una vez allí se puso a darle duro tal como ella pedía. Era distinto de Clemente pero también era un amante increíble, la penetraba de fábula y se sentía chorrear de placer por todo su cuerpo. Le parecía imposible creer que un solo día fuese a engañar a su amantísimo marido con sus dos hijos...claro que nunca esperó saber que su marido era un apasionado de las mujeres de mala reputación. Si tanto le gustaban, pues sería una de ellas...¿y que mejor manera de empezar que dejándose follar por Álex y Clemente?, ¿había puterío mayor?.
-Dios que cuerpo tienes María. Me encantan tus tetazas-dijo mientras él se las amasaba y acariciaba, buscando arrugarle los pezones casi a pellizcos, lo que la excitó aún más-.
La forma salvaje en que Álex la complacía le gustaba. Era la primera vez que se atrevía a probar esa clase de de sexo amoral y libertino que siempre consideró como un pecado. Ahora ya no pensaba igual. No era pecado: era la gloria.
-Que bien lo haces Álex...vamos, no te tardes, gózame o alguien nos va a pillar follando aquí en el suelo.
Si el espejo del baño le recordaría siempre a Clemente y el polvo que le echó, otro tanto ocurriría con la cocina y aquel sitio en donde ella acostumbraba a cocinar los platos y prepararlos en la mesa a sus espaldas. En el suelo frío y entre los cacharros de cocina María vivió su segundo polvo de la tarde y gozó casi más que con el primero. Al pasar tanto tiempo cocinando (una de sus grandes pasiones), le sería imposible disociar la cocina al sexo gracias a Álex. El polvo que terminó de echarla la dejó maravillada y con el cuerpo rezumando semen por segunda vez. Se notaba que él llevaba tiempo sin hacerlo...y eso le encantó. Ella lo había deshogado de un gran peso.
-Si papá se entera...
-Él no lo sabrá-le dijo ella mientras buscaba el modo de arreglarse-. Yo sé tener un secreto, ¿sabes tú?-y el asintió-. Estupendo...Gracias...bufff he quedado como nueva, que ganas tenía. Eres hijo de tu padre, Álex: folláis como bestias.
-Y tú como una leona-la besó por última vez, toqueteándola las tetas antes que ella volviera a vestirse-. Gracias, eres un encanto.
María se quedó a solas y trató de recomponerse después del torbellino de pasión que acababa de vivir. Llevada por la memoria recordó a Clemente y luego a Álex. Los dos compartían ciertos rasgos a la hora de hacer el amor, lo había comprobado...y lo había gozado como nunca pensó que podría llegar a hacerlo. Sin duda aquel era el mejor cumpleaños en el que había estado jamás, y no se arrepentía de nada.
-Álex, ¿puedo pedirte algo?-le preguntó ella-.
-Sí, claro, dime.
-¿Me ayudas a pillar unos vinos de la bodega?. Es para la noche, quiero sacarlos para así celebrarlo con tu padre a solas...y tranquilo que no me iré de la lengua.
-Te creo-sonrió él-. Eres maravillosa María. De verdad.
Los dos bajaron al sótano, un lugar compuesto por una excelente de bodega que el padre de ambos chicos tenía al ser un apasionado de la enología. María probó a sacar algunos vinos para comprobar cual sería mejor y le dio a Álex las botellas para que las subiese a la cocina y las dejase debajo de la mesa, en donde echar mano de ellas cuando estuviesen ya solos. Asegurando que las estanterías estuviesen en su sitio para que las botellas no cayeran al suelo debido al estado precario de las paredes (negado de marido, que sí podía irse de putas pero era un cero a la izquierda para las obras caseras), María fue cogida por sorpresa por un extraño que le puso un extraño saco en la cabeza...y notó como alguien más la cogía de las piernas a toda velocidad. Ambos la llevaron al cuarto contiguo de la bodega, una especie de bodega anexa por construir que no habían logrado terminar y cuya puerta tenía un enorme agujero en la parte de abajo.
-Ponla en posición-escuchó de una extraña voz ronca que no le sonaba de nada-. A esta tú y yo le daremos lo suyo.
-Eso está hecho-dijo el otro con una voz igualmente ronca-.
-¡Cállate o de lo contrario te dejaremos la cara como un mapa!. ¡Y no creas que me cortaré en golpearte con toda la gente de allí afuera!, ¡yo puedo escapar sin ser visto pero tú no, ASÍ QUE A CALLAR!.
“¿Será verdad eso?”, se preguntó ella. Notó como pasaban sus brazos primero por el agujero de la puerta, y luego a ella hasta que quedó a la altura de la cintura y a cuatro patas. Tenía metido cuerpo de un lado y medio del otro, y en esa postura sintió como aquellos dos extraños tomaron posesión de ella de forma muy violenta: hurgaron con fuerza en su intimidad, metiéndole dedos todo lo adentro que podían, y soportó que la besasen con agresividad, pero lo peor fue cuando sin esperar a que ella estuviese algo preparada, sus agresores la penetraron por la boca y por su pucha, beneficiándosela con una impetuosidad de quien llevase meses o años sin tener sexo.
-¡Zorra de tía!-escuchó-...¡Ya te dije cuando le vi el ojo que ésta merecía la pena darle lo suyo!, ¡las calientapollas como éstas lo piden a gritos!. ¡Que polvo tiene!.
-¡Y que boca!-recalcó el otro-, ¡es una mamada que corta el hipo!. ¡Luego tienes que probar esto!. ¡Te juro que te va a poner a vivir!.
Sin poder resistirse por tener sus muñecas atadas con fuerte cinta adhesiva, ella se vio obligada a sentir como la violentaban y como se tragaba aquella polla de alguien a quien no conocía...porque el extraño saco tenía un único agujero a la altura de la boca para poder respirar, pensó en ella, pero viendo la extraña casualidad comenzó a pensar que no era solo por la respiración que ese agujero estuviese ahí. De cualquier manera el castigo al que la tenían sometida era suficientemente duro como para impedirle pensar coherentemente...y como para que su cuerpo, que acababa de sufrir dos polvos previos, la traicionase con un orgasmo no deseado mientras sus violadores se la seguían tirando.
-¡JODER, SE HA CORRIDO!...¡LO HE NOTADO, TE LO JURO!...¡LA PUTA SE ACABA DE CORRER!...
-Ya sabes qué hacer: termina y avisa al resto, yo me ocuparé de que no chille. Trae al grupo y ya verá ésta lo que le vamos a dar. Se va a enterar de lo que es bueno.
Al cabo de un par de minutos su violador terminó la faena y en efecto sintió que salía de ella y desaparecía sin ser casi oído. “¿Grupo?”. Era la palabra que le llamaba la atención...y de pronto sintió como un destello de luz que le cruzase el cerebro. ¿Podría tratarse de uno de los grupos de chicos invitados a la fiesta, de los amigos de Clemente o de Álex?. “Imposible”, pensó, “no son gamberros que hacen cosas así por diversión, son todos buena gente”, se repetía intentando desvanecer la sospecha, aunque no sabía porqué no lograba quitarse la sensación de la cabeza.
-Ahí la tenéis-volvió a escuchar-. A por ella, que le vamos a dar muchos polvos.
Escuchó que varias personas bajaban las escaleras de la bodega hasta donde se encontraba ella, aún chupándosela a aquel extraño de voz ronca. El saco era lo bastante grueso para dificultarle la visión de su agresor, y aunque girase la cabeza para mirar por detrás de ella le sería imposible ver a su atacante porque la puerta servía de muro para que no le pudiera identificar.
-¿Está buena, eh?...¡Id preparando las pollas, os juro que con este coñito vais a gozar todos como perros, y ella...bueno, ella gozará como la puta que es!.
Sintió unas manos que tomaran contacto con su pecho, hasta entonces dentro del vestido. Deslizaron los tirantes para dejárselas al aire y notó dos lenguas que se dieron un homenaje a costa de sus pezones previamente sobados por Álex y Clemente. Debido al saco no estaba segura de cuantas manos sentía por su cuerpo: dos, cuatro, seis, ocho...¿doce, quizá?. No podía estar segura de a quien pertenecía qué, estaba privada de esa claridad sensorial en aquella posición...y poco a poco sus sentidos, en principio de una nitidez total, se fueron haciendo confusos conforme los diferentes chicos del grupo iban pasando por taquilla. Además, llegó a no saber si tanto sexo era debido a un grupo muy numeroso de chicos que fuesen uno cada vez...o a un grupo pequeño y que ellos le echasen dos o tres polvos por persona, alternándose. Sea como sea, se habían asegurado el anonimato ella sabía que le sería imposible identificarlos, ni siquiera por la voz.
Cuando terminaron con ella le hicieron saber lo bien que se lo habían pasado a su costa y que no volvería a saber de ellos si ella callaba lo ocurrido porque sabrían dar con ella una segunda del mismo modo en que lo habían hecho la primera. Ni siquiera sabía cuanto tiempo había transcurrido, ¿por qué nadie la había echado de menos?, ¿por qué nadie fue en su busca al ver que tardaba?. Quitándose el saco de la cabeza al darse cuenta de que estaba sola, logró malamente salir de aquel agujero de la puerta y vio que tal y como ella sospechaba, todo su cuerpo rezumaba rastros de semen que le habían dejado a veces en la cara o a veces en el culo. Asqueada a más no poder salió de aquel sótano para volver al baño y quitarse todo el semen a toda velocidad usando el agua del grifo y buena cantidad de papel higiénico. Cuando al fin logró volver al jardín se halló con que la fiesta seguía como si nada pasase. Sus ojos se clavaron en los amigos de Álex y de Clemente.
-¿Ya estás mejor?. Álex me dijo hace un rato que había ido a buscarte y que te había encontrado en la bodega, que decías estar un poco mareada y que saldrías un poco más tarde. Ya casi iba a ir a por ti. ¿De verdad que estás bien?.
Ella no recordaba haber hablado con Álex una vez éste fue a dejar las botellas de vino en la mesa de la cocina. ¿Entonces como decía éste que había hablado con ella?.
-Sí-le dijo a su marido-. Sí, estoy bien. No sé que me pasa, debo estar un poquito ida con la fiesta y tal. ¿Me disculpas un momento?.
María caminó por el jardín hasta Álex y su grupo de amigos, llamándole con la mano para hablar con él un momento a solas.
-Álex, ¿cómo le dices a tu padre que hablaste conmigo hace un rato cuando me viniste a buscar a la bodega?. Yo no hablé contigo.
-Sí que lo hiciste-recalcó él-. Te busqué por la casa y no di contigo, así que fui a la puerta del sótano y llamé con los nudillos, y recuerdo muy bien que me dijiste que en seguida volverías, que estabas un poquito mareada y que necesitabas estar un momento a solas (pensé que debido a lo que hicimos, por si te reconcomía por dentro). ¿Pero por qué me preguntas esto?, ¿es que no eras tú?.
La pregunta la trastocó. La sinceridad en las palabras de Álex se podía palpar. ¿Podría Álex haber llamado a la puerta cuando ella acababa de perder la consciencia debido al excesivo abuso?, y de ser así, ¿cómo diablos pudo alguien hablar con su voz y engañarlo tan abiertamente?. ¿Es que sus violadores eran ventrílocuos, aparte de unos delincuentes?.
-Dime una cosa: ¿tus amigos han estado aquí todo el rato?.
-Como los imbéciles del grupo de Clemente-desdeñó, señalando con la cabeza hacia ellos, que estaban en otra parte del jardín-. ¿Por qué?.
-No, por nada-sacudió la cabeza-. Gracias por todo.
María se fue de lado a lado de la fiesta como queriendo aliviar a todos por lo que le había ocurrido aduciendo que la emoción de los días le había jugado una mala pasada pero que ya estaba mejor. En verdad, la intención de María era comprobar la reacción de los asistentes ante su presencia, averiguar quien se ponía nervioso, a quien le podía temblar el labio al acercarse a su lado, pero con nadie funcionó. Lo más intrigante es que nadie reaccionó y todos se comportaron debidamente, incluso los amigos de Álex y de Clemente. Entonces, ¿quién o quienes habían abusado de ella tan aberrantemente?. Y lo peor era que la razón le decía que o bien los amigos de Clemente o de Álex eran los culpables...pero al no tener pruebas para acusarles del delito sería su palabra contra la de ellos, además de la vergüenza pública de modo en que la mancillaron. ¿Sería capaz de convertir el día más feliz de su marido en el más bochornoso?. Sin olvidarse de la posibilidad de que alguien se enterase de lo que hizo con Clemente y Álex, cada uno a un tiempo. Antes se cortaría las venas que dejar que su marido se enterase de lo hecho con sus hijos, sus dos deidades particulares. No podía revelarlo. Aunque quisiera, no podía, no sin caer ella en el proceso...y no les daría a Antonia y Ana esa satisfacción.
(Continuará)