Intercambio de estudios con los EEUU

Me dispongo a relatar una serie de cosas que me han pasado durante el més y medio que he pasado recientemente en los Estados Unidos.

Me dispongo a relatar una cosa, bueno, más bien una serie de cosas que me han pasado durante el més y medio que he pasado recientemente en los Estados Unidos. Evidentemente no revelaré mi nombre porque digamos que no me gustaría salir en las revistas ni hacerme -lugubremente- famosa.

Sí revelaré mi edad porque creo que és importante para entender mi historia. Tengo 15 años, sé que a más de uno le gustaría verme en fotos desnuda como material pornografico pero no és esto el tema que trato.

Resulta que hace como medio año, mi familia se planteó de inscribirme en uno de esos llamados intercambios de estudios. Yo me iba a vivir con una familia en un pais lejano, para poder aprender su idioma y el hij@ de la familia del país lejano se venía hacia aquí para hacer lo mismo.

Nos llevó tan solo un par de semanas planear las cosas bien con la ayuda del colegio y al final estuvo todo con los cabos bien atados. Resulta que el intercambio no sería todo a la vez sino que primero yo me iría a America, con una familia y su hija. Y al cabo de unos días de yo volver, vendría la misma hija extranjera con la que había vivido, aquí a España para hacer lo mismo.

Maletas y paquetes echos me encaminé hacia Nashville. Una de las más grandes ciudades de Tennessee, un estado más bien hacia el este de los U.S.

En el mismo aeropuerto fui recogida, junto a otros chicos y chicas, por unas profesoras que nos encaminaron a todos hacia nuestro destino. No tardé en llegar a la casa escojida. Se trataba de una familia formada casi igual que la mia. Un padre, una madre y una hija única. El encuentro fue el corriente en estos casos. No lo celebramos como si se tratara de una boda sino que simplemente llegué a la casa y se me presentaron todos los ocupantes que paso a paso conocería en los próximos días.

Nancy, que así se llamaba la hija, era muy simpática. Al igual que yo tenía unas pocas dotes de inglés, ella tenía unas pocas dotes de español y nos entendíamos perfectamente. És más, hablar con una persona que trata de aprender tu propio idióma és una forma fenomenal de aprender los dos, el idióma de la otra. Mi habitación era la misma de Nancy, pues tenia una cama auxiliar que se sacaba de debajo de la suya.

Los primeros días fueron, como os podeis inmaginar, muy difíciles para mi. Pues una cosa és leer el inglés o hacer una clase en españa. Y la otra vivir con él, en un lugar donde todo el mundo habla a gran velocidad sin pensar que escucha una persona que apenas lo está aprendiendo. Como a muchas personas que han echo lo mismo, tuve los sintomas de soñar en inglés y parecidos.

Los sucesos extraordinarios empezaron a tomar sitio cuando llevaba yo unas dos semanas en Nashville. La convivencia con Nancy no había comportado ningun problema. Practicamente íbamos juntas durante todo el día, en el colegio, el bus, a pasear, etc.. e incluso nos íbamos a dormir a la misma hora. Pero un día sucedió una cosa.

Nancy se había comprado un par de blusas para dormir, le gustaban mucho las dos pero me pidió mi opinión personal no se pa qué. Se puso primero una y después la otra. Se cambiaba ante mi, no había porqué cortarse un pelo pues claro, las dos somos chicas y de la misma edad. Y me preguntaba mi opinión.

Yo le decía: “nice Nancy”. Para que me entendiera mi total aprobación acerca de unos, por cierto muy bonitos camisones. Ella me dijo si quería probarlos. Yo le dije que sí, porque no, pues en verdad me apetecía verme con esos lujos puestos.

En un momento estuve con el camisón puesto. Vaya lujos que se gastan en America, el camisón era precioso, echo en encaje blanco con alguna que otra transparencia que parecían las obras de arte que llevan las modelos en el "noche de fiesta" de Television TV1.

Ella me contemplaba gozando de lo hermoso que era el camisón y lo hermoso que me quedaba puesto. Me lo tanteaba para ver como se me ajustó y fue allí que llegó el momento fatídico. Me cogió de uno de los tirantes y lo deslizó a un lado, destapando mi pecho. Yo pienso: qué estará haciendo? Qué quiere ver? En esto y dejandome estupefacta, se acerca al pecho que había quedado desnudo y traga el pezon con la boca.

Yo aún no me creo lo que estoy viendo cuando Nancy comienza a aplicar con sus labios un sensitivo masaje al pezon que me hace decir de forma impulsiva: "Nancy... what are you doing?

Ella se separó de mi y me dijo (en inglés claro) que si no quería probarlo? Yo me lo pensé unos instantes y le dije: sí, porque no, pero si en algun instante te digo que no quiero más te paras. Así lo acordamos y nos sentamos en la cama. Ella me bajo el otro tirante, quedando los dos pechos apuntando. Empezó a comerlos como si helados fueran haciendome conocer el oculto placer del lesbianismo.

A mi no me gustan en plan sexual las chicas, que va! a mi me gustan los chicos pero mira, eso que me hacía Nancy me estaba encantando.

Sorbía fuerte cada pezon y creanme, ya puedes ser heterosexual convencida que eso gusta igual.

Su boca encaminó entonces un segundo objetivo. Besando besando, fue subiendola hasta llegar a una boca aún nunca besada por una chica. No enzarzamos en un intenso beso que a mi me pareció como el primer beso que me había dado con un chico.

Su mano en ese instante se dirigió a un sitio 10 veces más importante que lo que habíamos echo hasta el momento. Se metió entre mis piernas y yo me asusté un poco porque creía que las cosas estaban yendo muy lejos ya. Pero fue muy delicada, no me metió del tirón el dedo entero sino que jugó un rato con mi clitoris. Haciendome declararle mi aprobación mediante mis gemidos.

La situación era fenomenal, nos besabamos como si nos faltara el aire y al mismo tiempo ella me metía el dedo pa dentro, cosa que me pareció descomunalmente bueno. Esa noche se hizo muy larga, no se cuanto tiempo nos pasamos enrollandonos pero durmimos juntas, en la misma cama. A mi me daba un poco de miedo por si nos venía a despertar alguien y nos encontraba así, pero ella me dijo que no tenía nada que temer y me abrazó para dormirnos.