Intercambio de comadres
Cuantos esposos no quisieran cogerse a sus esposas sin que estas opongan resistencia a todo lo que uno quiera hacerles?
Cuantos esposos no quisieran cogerse a sus esposas sin que estas opongan resistencia a todo lo que uno quiera hacerles?
Cuantos esposos decearían introducir su verga en ese rico culito de su esposa, que generalmente es negado? y más aún en el culito de la comadre que por lo regular se nos apetece y sólo queda en fantasía?
Pués bien, enseguida narraré como ha sucedido en mi caso, el cogerme a mi esposa y a una comadre a mi entero placer y sin que lo sepan.
Somos un matrimonio que vivimos en Toluca, Estado de México y que por obvias razones cambiaré los nombres para que no puedan identificarnos quienes nos conocen.
Mi esposa Gaby de 36 años, es de complexión regular, mide 1,65 de estatura, morena clara, no es gorda ni delgada, cabellera castaño obscuro y que me encanta, sobre todo cuando la trae suelta, sus pechos son entre medianos y chicos, pero firmes y con pezoncitos rosados, sus nalgas no muy prominentes, pero se ven sabrosas ya que es de cadera ancha y eso la hece verse con un culo apetecible, yo Alberto de 38 años, 1,70 de estatura, complexión regular, ambos trabajamos para el gobierno de nuestra ciudad, somos burócratas de clase media, nuestro sueldo nos permite vivir si no con lujo, por lo menos sin preocupaciones.
Como suele suceder nos hicimos amigos de un matrimonio jóven, vecinos de a lado de nuestro hogar, ella Verónica y el Jorge, 28 y 33 años respectivamente, ambos originarios del Estado de Morelos y que por cuestiones de trabajo tuvieron que radicar en esta ciudad de Toluca y casualmente junto a nosotros.
Verónica me empezó a gustar desde que la conocí, cuando pasaba al frente de mi casa, ella alta 1.70, blanca, cuerpo esbelto, cabellera larga como me gusta, color caoba, pechos medianos pero muy sensuales, solía mostrarlos generosamente con ricos escotes, pero lo más rico, sus nalgas redondas, paraditas, ese culito me exitaba e incluso llegué a masturbarme cuando desde mi ventana la veía pasar.
Su esposo por razones de trabajo salía muy temprano y llegaba muy tarde, por lo que ella salía sola a realizar sus compras y cuando yo podía aprovechaba para estar al pendiente cuando pasara y poder verla a mis anchas, sobre todo ese culito que me hacía soñar cada noche con él.
Una ocasión que estaba yo lavando mi auto en la calle, que es una privada donde no hay tráfico, llegaban mis vecinos de compras en su auto estacionándose frente al mío, me saludaron cordialmente a lo que respondí y aproveché para hacerles plática y ponerme a su órdenes, como todo buen vecino, charlamos un buen rato pués eran muy amenos y después descubrí también muy gustositos, como mi esposa y yo, no quise dejar pasar la oportunidad y los invité el próximo viernes a cenar en casa, a lo que aceptaron encantados, ya que nos caímos bien.
Le comenté a mi esposa y preparó una suculenta cena a base de mariscos, encargándome yo de abastecer la cantina con lo necesario, llegó el viernes y mi esposa vestía una falda negra debajo de las rodillas pero abierta de los lados lo que dejaba admirar cuando se sentaba todos sus largos muslos, una blusa semi escotada, llevaba madias color tabaco y zapatilla cubierta en color vino, como su blusa, se veía elegante pero sexi, ha se me olvidaba, su cabellera como a mi me gusta, suelta y esponjada; mi vecina Vero llevaba pantalones en color beige y se le marcaba su biquini, blusa delgada sin mangas transparentabase su brassiere, y zapatillas de tiras sin medias, resaltaban sus pies blancos, se veía juvenil y sexy.
Durante la velada charlamos de todo, mientras corría el vino nos fuímos desinhibiendo e iniciamos pláticas de sexo, de la infidelidad, del intercambio entre parejas, ellos por lo que se podrán dar cuenta eran mas liberales, sin embargo mi esposa no, era más chapada a la antigüa, no se espantaba pero se sentía incómoda con estos temas; el rumbo de la plática y el alcohol nos empezó a calentar, además de que notaba las miradas de mi vecino hacia las piernas de mi esposa, que como estaba sentada, se le notaba el comienzo del calzón de la pantimedia, y eso se veía rico, a su véz yo podía apreciar por atrás, el biquini color negro de mi vecina y sus vellitos que se asomaban en su blanca espalda lo que hacía que me imaginara lo demás -si así está el caminito, como estará el pueblito-.
No podía faltar el baile, primero con la mujer propia y después con la ajena, Vero tenía una forma de bailar muy rica, sobretodo cuando se trataba de salsa o merengue, sus senos brincaban amenazándose salir de su lugar, y que digo de su culito sabroso que con el movimiento del baile se metía más su calzón entre sus nalguitas y continuamente lo sacaba con sus manos; entre tanto mi esposa, me lo dijo después, bailaba con Jorge esos ritmos y este aprovechaba para discretamente rozar su verga en ella mientras sus manos tocaban sus senos y cuando eran vueltas, tocaba sus nalgas, ella dice que no le agradó la forma en que la trató el vecino, por su forma de pensar e incluso me dijo que no quisiera otra situación similar.
Esa noche no pasamos de ahí, me sentí tan caliente y motivado que mi esposa y yo hicimos el amor con mucha pasión, imaginaba cogiéndome a mi vecina y ella quin sabe que pensaba.
Después de esto comenzamos a reunirnos cada viernes, ya sea en su casa o en la nuestra y las pláticas volvían a lo mismo, sexo e intercambio de parejas, bailabamos, nos emborrachabamos y mi vecino y yo le fajabamos a la mujer del otro, perno no pasaba de ahí.
Cuando era en su casa aprovechaba cuando iba al baño para buscar sus prendas intimas, buscaba en el cesto de ropa sucia encontrando sus pantaletas usaditas con aroma a mujer, las olía profundamente e incluso las chupaba e imaginaba su vagina jugosa y su culito en esa prenda, terminaba masturbándome ahí mismo, pero yo quería buscar más, saber de sus variedades de lencería, de lo que pudiera encontrar.
Mi vecina cada véz me gustaba y calentaba más, incluso en una ocasión que ellos salieron de fin de semana, tuve la osadía de brincarme a su casa ya que nuestros patios eran contigüos, sabía yo que una ventana de su baño no cerraba por lo que por ahí entré a su casa, cual era el motivo? indagar más sobre sus intimidades; en el baño nuevamente encontré sus pantaletas recién usaditas con ese aroma ya conocido por mí, alguna tenía una manchita de sangre de su menstruación y de nuevo otra masturbada, mi fierro estaba firmes y tieso, en otra más me encontré algunos vellitos de su vagina, mmmm que caliente; después pase a su recamara y por fin encontré la varidad en un cajón de su buró, lencería de toda, desde la tradicional pantaleta hasta la tanga más atrevida en esas épocas, debajo de su ropa me topé con un consolador de regular tamaño, lo olí y lo chupé pensando en que ha estado dentro de ella, en otro cajón me encontré sus pantimedias y es otra de las prendas que me exitan, su aroma es enervante, tanto en la entrepierna como en los pies, había medias y ligueros, de diversos colores, estuve más de dos horas hasta que tuve que salir apresuradamente por que escuché ruido de un auto estacionándose, no sin antes guardándome una pantaleta usadita para posteriores masturbadas, afortunadamente no eran ellos.
Tanto nos reunímos que acabamos siendo compadres, nos eligieron como sus padrinos de bautizo de su segunda hijita, pero eso no fue impedimento para seguir reuniendonos y tomar la copa, e incluso con mayor confianza por el compadrazgo, mi comadre Vero cuando estabamos ante la mesa se reía y se recargaba en mí, ponía su mano en mis piernas, no sabía si era casualidad o premeditado, pero tampoco tenía yo el valor de indagar, porque ahora ya eramos compadres de grado, entre tanto las charlas de mi compadre iban en aumento, insistía en que mi esposa era muy guapa y que me envidiaba por tener una mujer así, sabía que él la asediaba pero ella no daba su brazo a torcer, no pasaba de leves roces e insinuaciones inocentes.
Mi deseo aumentaba a pesar de ello, díganme, cuantos compadres no quisieran cogerse a su comadre? Muchos no se atreven pero el deseo si que lo hay, o no?
La borracheras eran cada vés mas intensas y prolongadas hasta el amanecer, nuestras esposas nos aguantaban pero caían antes que nosotros, se iban a acostar con el alcohol en la cabeza, y coma ya saben, es cuando ellas se dejan hacer de todo, porque casi ni sienten y si sienten ni se acuerdan, a mí me encanta el sexo anal pero a mi esposa no, por lo que aprovechaba esas ocasiones para follarmela por el culo.
Ese vienes no fue la excepción, ellas se retiraron y después de que mi compadre se fue, yo me encaminé hacia mi recámara y como era verano, mi esposa estaba destapada acostada boca abajo, con un camisón liviano y corto, la recámara se iluminaba por la luz de la calle por lo que sin encender la lámpara, se veía claramente; esa noche se me ocurrió además de todo, sacar unas fotos a mi esposa y tomé mi cámara instantanea, me acerqué lentamente a los pies de la cama y desde ahí podía observar la pantaleta de mi esposa, estaba metida entre sus nalguitas y se asomaban algunos pelillos, comencé a tomar fotos y ella ni en cuenta, después hice a un lado su calzoncito para descubrir su dulce conchita y con mi mano izquierda traté de abrir sus nalgas para admirar ese rico canal entre ellas, mi verga estaba a reventar, después de varias fotos en esa posición, me dispuse a la acción, le saqué su pantaleta blanca de algodón, deje la cámara y me acerque para besar y morder levemente sus nalguitas, percibiendo su aroma a hembra, poco a poco, para no despertarla, yo abría sus nalgas para pasar mi lengua entre ellas, el aroma de su culito era delicioso, ese hoyuelo obscurito que tantos deseamos coger, comencé metiendo lentamente mis dedos en su conchita para lubricarla, pero que creen, estaba mojadita, acaso los toqueteos de mi compadre? Bueno eso ayudó para masajearle los labios vaginales y su clítoris, ella gemía pero no despertaba, pero mi objetivo era otro así que me dediqué a él, su culito, me acerqué un pomo de gel y comencé a untarlo entre sus pliegues anales, lentamente, disfrutandolo, mis dedos empezaron a ceder en tan apretado hoyito, poco a poco, ella sólo gemía no se si de placer o dolor, pude meter hasta tres dedos y ella solo se mojaba más, en eso se escucha el timbre de la puerta y al asomarme por la ventana ví a mi compadre que había olvidado su celular, por lo que de mala gana me dispuse a atenderlo, baje y lo hice pasar, al salir dirigió su mirada hacia la recamara ya que la puerta estaba abierta y pudo observar claramente la posición en que había dejado a mi mujer, el me miró pícaro y me pidió podía observar, yo caliente y con el alcohol en la cabeza sin pensar le dije que sí, regresé a lo que estaba haciendo pero el saber que mi compadre miraba no dejaba concentrarme, seguía masajeando su culito hasta tenerlo listo para penetrarla, mi mujer profundamente dormida, en eso se me ocurríó una loca idea, dejar que mi compadre aproveche lo que ya había yo avanzado, le hice una seña de que se acercara y lo hizo con cuidado, a señas le indiqué que prosiguiera con mi tarea y él lo entendió, noté que ya tenía la verga muy parada y la llevaba apretando con la mano, no creía mi proposición pero con la mirada reafirmé mi deseo y no dudó más, acercó sus manos a sus piernas y aún así me veía para ver si no me arrepentía, al ver mi mirada de lujuria avanzó hasta los bordes de su vagina, acerco los dedos a su conchita y luego los olió, parece que fue su medicina, acercó su rostro y comenzó a introducir la lengua en ella, la conchita de mi esposa ya escurría jugos, si sintió algo sabía que era su maridito que casi siempre se la cogia después de cada juerga y sólo se dejaba sentir entre sus sueños, Jorge ya no aguantaba más y se bajó los pantalones sacando una verga de casi 25 cms, angosta y larga, (la mía tiene un tamaño regular de 17 cms) con la mirada solicitaba mi aprobación a lo que yo asentí con un moviemiento leve de mi cabeza, aproveché ese momento para acercarme nuevamente mi cámara y captar la rica cogida que le darían a mi mujer; mi compadre se subío a la cama y acercó su cosota a la vagina de mi esposa y presionando lentamente se la enchufó hasta el fondo, - AAAAAHHHHHHHH decía dormida Gaby Jorge no podía creer tanta belleza, estarse cogiendo a su comadre sin que lo supiera y con el consentimiento de su compadre, la folló más de media hora hasta que arrojó su semen dentro de ella, pero él aún no terminaba, también tenía entre sus platillos preferidos en sexo anal, además ya estaba previamente lubricado pór mí, no podía desaprovechar, Jorge me miraba constantemente y yo sólo lo animaba a continuar, volvió a meterle los dedos para volver a dilatar su anito mientras su verga nuevamente se paraba, además, como me dijo después, el culo de mi esposa le atraía desde que la conoció, soñaba con él y esperaba que algún día podría cogérselos, ahora era una realidad, colocó la cabeza de su pene en la entrada de ese rico ojetito y empujó con suavidad a lo que poco a poco empezó a entrar sin mucho problema, acuérdense que su verga era larga y delgada por lo que no lastimaba mucho a mi esposa, AAAAAHHHHGGGG decía ella, pero esa verga entraba lento pero seguro, ya llevaba la mitad y yo casi me vengo de lo exitado que estaba, tomaba fotos y más fotos, en una de esas me puse detrás y enfoqué mi cámara entre las piernas de él, se veían sus huevos, la vagina de mi esposa y la vergota entrando en ese ojete exquisito, ya no pude más y eyaculé abundantemente, mientras tanto el seguía avanzando en ese estrecho rincón hasta que sus huevos chocaron en la vagina de Gaby, la tenía hasta el fondo, el empezó lentamente con el vaivén entrando y saliendo, duró más de una hora en esta acción anal, mi verga de nuevo parada y masturbándome, hasta que Jorge explotó en su interior y yo junto con él, que venida, que calentura, que cogida MMMMMMMMMM - sin más mi vecino se retiró a su casa por lo que o acompañé a la puerta, al regresar y ver esos hoyitos abiertos y escurriendo semen, no pude resistirme e introduje mi pene el cual se deslisó fácilmente por lo mojado que estaba; al día siguiente mi esposa me dijo que había amanecido algo adolorida y con mucho semen, que como me la había cogido.
Imaginen como me calentaba y masturbaba cuando después veía las fotos además de oler la pantaletas que aún tenia de Vero mi vecina.
El tiempo pasó y no se había presentado otra oportunidad igual, además yo quería hacer lo mismo a Vero pero mi vecino Jorge no daba señas de querer corresponder a la cogida que le dio a mi esposa, incluso llegue a pensar en chantajerlo con las fotos que tenía de él clavándose a Gaby, pero no fue necesario porque el día menos esperado llegó la revancha.
Resulta que tres meses después, ellos nos invitaron a pasar un fin de semana en una casa que tenían en Cuautla, Morelos, la casa era de campo bastante amplia con alberca y jardines, llegamos el sábado al mediodía e inmediatamente no instalamos en unas cabañitas para los huespedes al fondo del jardín, ni tardos ni perezosos nos cambiamos nuestros trajes de baño, mi esposa coservadora como era, se puso un traje de una sola pieza en color blanco con algunas franjas de colores, a pesar de ello se vía super, y más aún al mojarse porque se trasparentaban sus senos y lo negro de los vellitos de su vagina, sin contar alguno que otro que se escapaba por la orilla del traje, su culo se antojaba pués también se le marcaba la franja entre sus ricas nalgas.
Vero imponente, bikini en color verde limón que resaltaba su piel blanca, sus senos casi de fuera y sus nalgas no se diga, el calzón entre ellas, que espectáculo tan maravilloso; mi compadre Jorge no quitaba la mirada de Gaby, la verga se le marcaba semirrecta en su traje de baño, seguramente recordaba que ese culo de vieja ya se lo había cogido y ella sin saberlo, por mi parte no dejaba de admirar a Vero que nadaba en la alberca, sus movimientos se me hacían de lo más cachondos, como diciendo cójanme, me urge, mi verga también brincaba de gusto con ese paisaje.
La tarde transcurría en ese ambiente cachondo, entre copa y copa hasta que ya estabamos a medios chiles (medios borrachos), ellas juguetaban en la alberca con nuestros hijos, en eso mi compadre caliente me dijo si esa noche podríamos repetir lo mismo que aquella ocasión en mi casa, a lo que yo le dije que si, siempre y cuando me dejara inentarlo con mi comadre Vero, al principio se sorprendió pero después comprendió que había que corresponder a lo que ya le había yo permitido con mi esposa; después de meditarlo un poco aceptó pero me dijo que entonces las emborracharamos bien para que no hubiera problemas y fueran a despertar.
Con ese acuerdo ambos nos dedicamos a cuidar que los vasos de nuestras esposas no estuvieran vacíos, incluso motivamos el baile en el jardín donde intercambiamos parejas, procurando no dar a notar nuestro deseo por ellas para no despertar sospechas, con tanto baile y calor, más sed y más cubas.
Al filo de la medianoche ellas se encontraban bastante ebrias por lo que procedimos a llevarlas a su respectiva recámara de las cabañas que nos habían prestado al final del jardín, lo niños temprano se los había llevado su hermana de Vero a dormir dentro de la casa principal, por lo que estaríamos solos.
A mi esposa que ya estaba casi dormida, con muchos trabajos pude quitarle el traje de baño y la recosté desnuda tapándola solo con una sábana de la cama, sólo de imaginar lo que vendía después me ponía muy caliente, ella inconcientemente se dio la vuelta quedando boca abajo, como le gusta dormír, para comprobar su sueño pesado empecé a meter mano entre sus piernas hasta llegar a su vagina donde metí un dedo a la véz que con otro acariciaba su clítoris, pero la mejor prueba era su culito ya que ella poco permitía que yo me acercara a él, sobretodo en su juicio, abrí sus nalgas e introduje despacio el dedo medio, en tiempo normal ella habría brincado y no permitido la caricia, sin embargo ni se inmutó, señal de su completo estado de embriaguéz y cansancio, lista pensé yo, iré a buscar a mi compadre a su cabaña, espero no se haya arrepentido.
Llegué a su puerta y toqué levemente, él abrió y con una sonrisa pícara me dijo que Vero estaba lista, que fuera yo cuidadoso para no lastimarla; casi se salía mi corazón del gusto, también yo le dije que Gaby estaba más que lista por lo que se encaminó a mi cabaña y yo entré en la suya, sin hacer mucho ruido llegué a la recámara que estaba semi abierta, las luz de las farolas del jardín iluminaba su interior y santo cielo, ahí estaba Vero mi comadre durmiendo profundamente boca arriba con los senos al aire, sólo conservaba puesto el calzón de su biquini y lo tenía de lado, seguramente mi compadre la trabajó un poco antes de cederme el paso, ni tardo ni perezoso me acerqué hacia ella como temiendo fuera a despertar, pero su respiración era muy profunda lo que me dio cierta confianza para iniciar con mi cometido, prevenido traía conmigo mi caára digital por lo que inicié con algunas fotos, primero de su cuerpo entero y después de su lindo rostro, sus senos, su triangulito que salía entre el calzón y de sus largas y blancas piernas, mi verga ya dolía de dura pero no quise cometer errores por apresurado, enseguida empecé con el toqueteo a sus pechos, sus pezones se endurecían al contacto de mis llemas de los dedos, sus senos blancos y muy suaves, un poco más grandes que los de mi esposa, sus pezoncitos rosaditos como ciruelas tiernitas, acerqué mis labios y comencé a chuparlos con ternura, mi comadre me encantaba y depertaba mi máximo morbo sexual, ella no daba muestras de sentir por lo que continué con mi tarea, besaba uno y pasaba al otro, enseguida inicié mi descenso por su estómago y abdomen, lentamente iba llegando a su monte de venus.
Baje un poco su biquini tanguita y se asomó lo poblado de su vello el cual empecé a besar y ya percibía el aroma de su vagina que me volvía loco desde que lo conocí en las pantaletitas que le había robado, - que exquisito afrodisiaco separé un poco sus labios vaginales y su clítoris apareció, rosadito y muy rico, con la punta de mi lengua lo repasé, ahí mi comadre pegó un ligero brinco, sintió entresueños la caricia, lo que me ayudo porque su vagina comenzó a lubricar, quité por completo su calzoncito y abrí sus piernas para besar más a gusto su parte íntima, de arriba abajo, bebía sus gotitas que emanaban calidas y juguetonas, ya no aguanté más y me fui encima de ella penetrándola, gemía suavemente y se mojaba más, estuve limando casi una hora, quería que no se rompiera ese encanto, - cogiéndome a mi comadre - ¿Cómo se estarán cogiendo a mi esposa, preguntábame? Al recordar me exitaba aún más.
Después e terminar dentro de ella la voltié con cuidado boca abajo, no podía despreciar mi platillo favorito, ella se dejaba como bulto, al tener su culo frente a mi tuve nueva erección, tomé mas fotos a ese trasero y a lo que hay dentro de él, un rico hoyito café claro, también de su vagina por detrás, que vista.
Su ligero aroma era enervante, me puse a besar y chupar su anito, ni pucheros hacía, trataba de introducir mi lengua para aflojar un poco ese reducido huequito, introduje un dedo, luego dos y hasta tres, me acerqué a su tocador y encontré crema líquida para el cuerpo la cual me sirvió perfectamente para mis intenciones, ya bien lubricada me subí en sus nalgas y apunte mi verga a su culito empujando con suavidad, al principio costó trabajo pero poco a poco fue cediendo, lo tenía tan apretadito que tardó en acostumbrarse, a pesar de que el alcohol relaja, ella gemía yo creo porque entre sueños también le dolía, pero volvía a su respiración pesada, otra hora y yo entrando y saliendo riquísimo, hasta que por fin tuve que eyacular de tanta exitación, todo mi semen dentro de Vero.
Para cerrar con broche de oro tomé nuevas fotos de sus hoyitos llenos de lechita mía, era un espectáculo digno de admirar, finalmente salí y me encontré a mi compadre fumando y con una cerveza en la mano, sentado en el jardín, ya daban casi las cinco de la mañana, ya no dijimos más que gracias y nos retiramos a descansar a su respectiva habitación y con su respectiva pareja.
Cuando entré me encontré a Gaby acostada de lado y destapada, pude apreciar sus hoyitos también abiertos y llenos de semen; al día siguiente mi esposa dice amaneció adolorida, le dije que me había aprovechado de ella y que me había encantado, a lo que entre sonriente y molesta me dijo que qué lástima que no sintió absolutamente nada.
Desayunamos con mis compadres y yo miraba muy linda a mi comadre, recién bañadita pero con carita también de crudita, entre mí decía que rico la disfruté. Hasta pronto.