Intercambio

Cena de amigos

Aquel dia habíamos quedado con unos amigos para cenar. Los niños se habían quedado con sus abuelos y teníamos todo el fin de semana para nosotros.

Nuestros amigos eran Juan, que hacía poco se había separado y su nueva amiga. No la conocíamos, pero Juan me había comentado que era un bombón. El ya tenia 46 años, como yo, pero se conservaba en muy buen estado de forma gracias al deporte. Su nueva amiga se llamava Silvia y tenía 32 años.

Mientras nos preparábamos para acudir a la cita comentábamos como debía ser la chica. Mi mujer estaba convencida de que seria una preciosidad, porque Juan era un hombre muy atractivo. Ya había la había visto más de una vez mirándolo con ojos digamos algo más que de amistad.

Se vistió como a mi me gusta. Se puso un tanga negro de encaje que dejaba una visión espectacular de su culo. El sujetador a juego hacía un conjunto impresionante. Para bordarlo se colocó un vestido negro con botones de arriba hasta abajo, muy ceñido y que hacía que me provocara una tremenda erección sólo pensar el juego de ir abriéndole cada botón poco a poco. Todo ello con la guinda de unos zapatos de talón que resaltaban más aún si cabe su silueta perfecta.

Se puso delante de mi y me preguntó: ¿Que te parezco?

Ufff, el bulto de mi pantalón habló sin necesidad de decir ni una sola palabra.

Ella lo vió, se acercó y se puso de rodillas delante de mi. Me acarició la polla por encima de mi pantalón, y con una maestría increible me la sacó de la jaula que la oprimía y empezó a pasarle sus manos por ella. Colocó su boca en la punta y me hizo una chupada que me volvió loco. No tarde en correrme en su boca.

Intenté levantarla para seguir el juego, pero ella me detuvo y me dijo que despúes. Así estaría más caliente.

Cuando llegamos al restaurante no habían llegado. Nos sentamos y empezamos a hablar, cuando de repente vi que entraba Juan junto a una mujer preciosa. Vestia  un vestido que parecía hecho a medida para adaptarlo a cada pliegue de su cuepo. Más que un vestido era un guante. El vestido tenia un escote generoso que permitía observar sus lindos senos. No eran grandes, pero tampoco pequeños. Eran perfectos. Era preciosa. Mi mujer me miró y me dijo: caray con Juan, tiene gusto el muy cabrón. No me extraña, con lo bueno que esta…

Durante la cena creo que ni mi mujer ni yo pudimos dejar de mirar a esa preciosa mujer. De todas formas, Juan tampoco no le sacaba los ojos a mi mujer.  Silvia nos contó que era abogada. Trabajaba en uno de los bufetes más importantes de Barcelona. Era una mujer muy culta y con una educación exquisita.

Por lo visto se conocieron en una fiesta en casa de unos amigos y a partir de ahí empezó su historia. Era muy agradable hablar con ellos. Juan nos contó que estaba harto de no poder tener una vida sexual normal con su mujer anterior. El era muy fogoso y necesitaba sexo continuamente, cosa que por lo visto Silvia si le propocionaba. Ella hablaba sin tapujos de sexo y explicaba que era una de las cosas más importantes de su vida.

El ambiente se iba caldeando, ayudado sin duda por las botellas de buen vino que estabamos tomando. En un momento dado, Silvia nos preguntó directamente sobre cuales eran nuestras fantasías sexuales. Yo me quedé muy cortado, pero mi mujer enseguida le comentó que lo que más le gustaría hacer es estar con otra mujer. Era una de sus deseos más íntimos. Decía que tenía muchas ganas de notar como otra mujer le comia su coño. También confesó que su otra fantasía era ser penetrada por dos hombres a la vez. A ella le encanta el sexo anal y muchas veces lo habíamos practicado ayudándonos con un vibrador en su coño, lo que la volvía completamente loca.

Ante estas confesiones en público yo conté la mia, que no era otra que ver a  mi mujer haciendo el amor con otra mujer y posteriormente participar en una orgia con otro hombre y ellas a la vez. Imagino que es una de las fantasías más recurrentes en los hombres.

Juan me preguntó si no me pondría celoso ver como mi mujer era penetrada por otro hombre. Yo me quedé pensativo y le dije que seguro que algo sí, pero que a pesar de ello me excitaba pensarlo.

Elos nos comentaron que precisamente habían hecho algún intercambio, uno con otro hombre y otro con otra mujer, una amiga del despacho de Silvia.

Realmente el calor del ambiente estaba subiendo mucho. Notaba como mi mujer estaba realmente excitada e incluso diría que alguna vez su mano se había desplazado por su parte más íntima.

En eso que Silvia se levanta y le comenta a Aurora que va al servicio. Ella se levanta también y se dirigen haciá allí. Me quedo con Juan y le comento la suerte que tiene. Que su nueva chica es un bombón. El me respondió que mi mujer tampoco estaba nada mal, que es la mujer más morbosa que ha conocido nunca. Me comentó sin ningún tipo de rubor que como vería poder tener una fiestecilla en su casa, cosa que me dejó fuera de juego, pero a la vez provocó una ererección importante al pensar sólo en la posibilidad de tener sexo con Silvia y mi mujer a la vez.

Al rato volvieron las chicas. Tardaron un poco más de lo habitiual. Aurora parecía algo turbada. Cuando se sentó me puso su cabeza sobre mi hombro y me dijo a la oreja: me acabo de correr. Yo quedé un poco fuera de juego. Silvia dijo: Tu mujer es realmente preciosa. Aurora aprovechó para pasarme su mano por encima de mi pantalón, encontrando un regalito, en forma de erección enorme, lo cual le provoco una sonrisa pícara y lujuriosa.

Por lo visto, al llegar al servicio Silvia, sin decir ni una palabra, cogió la cabeza de mi mujer y le dió un suave beso en su boca. Al princio no reaccionó, pero pococ a poco la fué abriendo para terminar en un beso apasionado. Se colocaron en uno de los reservados y Silvia le abrió el vestido, introdujo dos de sus dedos dentro del tanga que ya estaba empapado y la masturbó. Aurora se corrió rápidamente debido a la excitación.

No respondió a las caricias porque estaba completamente dedicada a sentir placer, cosa que Silvia, por lo visto sabía hacer como nadie. Su orgasmo fué largo e intenso. Silvia se separó de ella y le dijo al oido: esto no hace nada más que empezar.

El resto de la comida fué tenso y excitante a la vez. Pagamos y salimos a buscar  el coche.

Conducia yo y Juan se sentó a mi lado. Aurora y Silvia se sentarón detrás, y nada más sentarse empezaron a besarse de manera muy excitante. Aún estabamos en el parking del restaurante y el chico que aparcaba los cohes se quedó de piedra al ver el espectáculo. Podía observarse una erección enorme en su pantalón.

Aurora tenía ya todo el vestido abierto mostrando su conjunto de lencería negra, mientras Silvia tenía subido el vestido hasta la cintura mostrando un tanga blanco impresionante. Ambas estaban tocándose, besándose, chupándose. Era increible. Mi polla no cabia en el pantalón. Juan estaba completamente girado en su asiento observando el espectáculo.

A una señal de Silvia, Juan pasó a la parte trasera del coche. Se colocó en medio de las dos mujeres y Silvia empezó a besarlo. Ella le cogió la mano a Aurora e hizo que se la pusiera encima del enorme bulto que aparecía en su pantalón. Yo seguía conduciendo pero no sabía como reaccionar.

Aurora estaba sobando el paquete como poseida pero sin atreverse a hacer más. Yo le dije que a que esperaba. Esa parecía la orden que estaba esperando, desabrochó sus pantalones y apareció un polla monstruosa. Era enorme. Empezó a acariciarla, primero con suavidad, después masajeándola arriba y abajo con vigor. Poco a poco acerco su boca a ese miembro y empezó a chuparla como una loca. El espectáculo era genial.

Silvia, viendo mi soledad pasó al asiento delantero, me sacó mi polla de su celda y empezó igualmente una chupada sensacional.

Afortunadamente llegamos al parking de su casa. Nos arreglamos un poco la ropa y subimos por el ascensor. En el ascendor Silvia se pegó a mi mujer y empezó a besarla, siendo correspondida.

Al entrar en casa ellas siguieron hasta el salón y empezaron un movimiento muy sensual para irse desvistiendo poco a poco. Muy poco a poco. Era genial ver los preciosos conjuntos de ropa interior que llevaban. Estaban más eroticas con ellos que sin ellos. Silvia se estiró en el sofa y Aurora se colocó al revés de ela, empezando un 69 como nunca había visto. Nosotros nos sentamos en el sofá de enfrente sacando nuestras vergas y haciéndonos una paja descomunal. La polla de Juan era más grande que la mia, pero la mia no había dejado nunca insatisfecha a ninguna mujer.

Ellas seguian con su juego mientras Juan se levantó, se colocó detrás de mi mujer, que tenía el culo en pompa justo encima de la cabeza de Silvia y colocó su enorme aparato en su coño. Ella al notarlo se giró, hizo una sonrisa pícara y se colocó mejor para recibir ese regalo. Poco a poco fué introduciendo esa tranca en su coño.

Yo miraba alucinado la escena. Mi mujer penetrada por otro enorme mientras otra mujer le comia su coño y ella a su vez le introducia sus dedos en el de otra mujer. Ella gemía como una loca. Evidentemente ese palo en su coño la tenía completamente satisfecha. En eso yo reaccioné, me coloqué en el lado opuesto, abrí los labios vaginales de Silvia e introduje mi polla en su coño. Ella también empezó a gemir como una loca. Como tenía a Aurora justo enfrente empezamos a besarnos y empezó a darme las gracias, evidentemente por la situación que estabamos compartiendo. Juan parecía no tener fin y bombeaba y bombeaba sin para a mi mujer, que tenía un orgasmo detrás de otro. Al final no aguantó más y se corrió en su coño, cosa que hizo que Aurora tuviera un nuevo orgasmo al notar aquella leche nueva en sus entrañas. Yo tampoco tardé en eyacular dentro del coño de Silvia, cosa que ella agradeció con un orgasmo que la hizo gritar como una posesa.

Caimos todos rendidos a suelo, abrazados y sintiendo un olor a sexo genial.

Al rató vi como Aurora reptaba hasta la polla de Juan. Quería más. Empezó una chupada que hizo que su miembro recobrara toda su potencia en muy poco tiempo. Se la chupaba con deleite. Yo mientras hacía lo mismo con el coño de Silvia. Me encanta chupar coños. Son geniales.

Cuando vió que había alcanzado de nuevo todo su esplendor le hizo sentarse en el sofa, se puso de pie encima de él y fué bajando su coño hasta alcanzar de nuevo la polla. Se la fué introduciendo poco a poco y empezó a cabalgar como una posesa. Sus gritos seguro que los oyeron en todo el edificio. Mientras Silvia llegaba al enésimo orgasmo con mis chupadas. Lo que hizo que mi miembro alcanzara de nuevo un tañaño de batalla importante.

Juan gritaba: que puta eres, que bien que follas, me encanta tu coño, a lo que ella le respondia diciendo que esa polla ya sería siempre más para ella. Eso hizo que me sintiera un poco celoso, pero la visión del espectáculo era superior a mis sentimientos.

En esto Juan me dijo, ven, vamos a hacer posible la fantasía de tu mujer. Yo lo entendí rápidamente y me coloqué detras de ella. Le fuí abriendo con los dedos su culito ,que ya estaba muy dilatado, probablemente por la misma excitación. Fuí introduciendo mi mienbro en us culo y ella lo agradeció con unos gemidos muy significativos. Poco a poco coordinamos nuestros movimientos y creo que jamás debe haber sentido tanto placer por los gemidos y gritos que estaba haciendo.

Silvia colocó su coño sobre la boca de Juan y también participaba de la fiesta. Era excitante notarse dentro del culo de mi muejr y notar como otra polla estaba justo en el otro lado de su cuerpo bombeándola. Al cabo de un rato noté como la polla de Juan estaba a punto de explotar y aproveché para hacerlo los dos a la vez. Aurora notó nuestra leche en sus dos agujeros simultánemanete lo que le provocó un orgasmo que nunca había visto tan largo, estuvo mucho rato convulsionándose sin parar, terminando rendida entre nuestros cuerpos.

Otra vez caimos en la alfombra rendidos de nuevo.

Al cabo de un rato, Juan se levantó y le dijo a Aurora que la acompañara. Se retiraron a una habitación ellos solos. Yo me quedé con Silvia y nos fuimos a otra. Durante toda la noche estuve follando con Silvia, era un volcán y nunca tenía suficiente, pero lo que más me excitó fueron los gritos de placer constantes de mi mujer.

Al aprecer se la folló por todos los agujeros y como que ya se había corrido varias veces, cada vez tardaba más en correrse de nuevo y los polvos eran más y más largos.

Incluso jugaron con unos vibradores enormes que tenia Silvia en la habitación.

Al dia siguiente nos encontramos en en salón. Aurora estaba como desompuesta. Me dijo que había sido la mejor noche de su vida y me lo agradeció con una chupada descomunal.

Juan salió y le dijo a Silvia como lo había pasado. Ella le dijo que con muchas ganas de repetir conmigo.

Cuando llegamos a casa nos fuimos a dormir. Me despertó de nuevo sentir los labios de mi esposa en mi miembro. Hicimos el amor todo el dia. Algo había cambiado.