Intanquilo 33- Maneras de escurrir el bulto

Bueno, cuando uno ha sido un especialista en mentir y no afrontar las cosas, hay situaciones en las que al ver un bulto, uno puede, por fin, ir por él o escurrirse...

Pues sí, Lolo no dejaba de sorprenderme y sus ojos azules no dejaban de clavarse en los míos que seguían las evoluciones de Josemi en la pista del patio, en aquel partido de fútbol, que ya había que gustarte el fútbol y tener ganas con la calor que hacía.

Joder con Lolo, ¿cómo coño se había podido enterar de lo mío con Javier? Quizás se estaba tirando un farol, quizás no sabía nada y lo único que estaba intentando es sonsacarme alguna información. Tenía que tener cuidado, pues muchas veces somos nosotros mismos quien nos delatamos, quienes presuponiendo que el otro sabe lo mismo que nosotros acabamos dándoles una información de la que carecían. Lolo no era tonto, podía ser un friki, bueno, lo era, como todos a nuestra manera lo somos, pero en los pocos días que lo llevaba tratando más personalmente me había dado cuenta de que esa cabecita que tan loca parecía, no lo estaba tanto, o al menos tanto como yo hasta entonces había pensado. Así que decidí usar la táctica número uno, que es no soltar prenda.

  • Pero ¿qué estás diciendo, Lolo?- hablé por fin- No sé a qué te refieres.

Lolo respiró profundamente, dejó de mirarme y se puso a contemplar el partido del patio. ¿Estaría fijándose en mi herman, el mismo que ahora encaraba la portería rival, el cuerpo en tensión, la espalda y el torso desnudos, a punto de pegar un buen chute que no se metió en la portería rival por poco? Imposible de saber, pero apuesto a que sí.

  • Te he visto, Luis, esta mañana, a las diez y cuarto.

¿Que me había visto?, ¿esta mañana?, ¿a las diez y cuarto? Joder, eso era imposible.

Sí, yo había salido del instituto a esa hora y sí, era la hora en que había quedado con Javier para ir a la Facultad de Derecho, a encontrarnos con Juan. Pero me había asegurado bien de que nadie me veía, al menos nadie conocido. Había esperado a Javier unos cinco minutos fuera del instituto y allí no había nadie, no había nadie fuera ni nadie entró en el instituto en esos cinco minutos...

Bueno, a ver, no había nadie fuera pero... Sí, ahora lo recordaba, no había nadie fuera pero dentro del instituto sí. Joder, ahora recordaba, dentro del instituto había una chica, una chica que no paraba de mirarme, una chica a la que nunca antes había visto y que no dejaba de estar pendiente de mí, ahora lo recordaba, ahora... ahora... Ahora lo estaba flipando.

-¿¿No??- casi grité volviéndome hacia Lolo, que sonreía con una sonrisa de te he pillado y tú a mí no.

Lolo asintió con la cabeza.

  • Joder, Lolo, no puede ser.

  • Lo es.

  • Pero...

Yo no sabía qué decir, estaba completamente alucinado.

  • La prueba final de maquillaje y vestuario. ¿A que estoy bien?

Pues esa pregunta tampoco sabía responderla.

Joder, la tipa aquella, aquella que yo pensaba que sería una alumna de algún curso superior, alguna choni del instituto, aquella chica no era una chica, era Lolo caracterizado ¿o tendría que decir caracterizada? para su papel de puta en Maribel y la extraña familia, la obra que iban a representar dentro de dos días en el instituto, en la fiesta de fin de curso.

  • Joder, tío, estás irreconocible.

  • Supongo que eso es un piropo ¿no? La verdad es que Mati, la de Música, se lo ha currado tela, ahí donde la ves, tan sosa, tan ni fu ni fa, es una tía que sabe de esto tela, bueno, tela llevo poca... je je... El traje es de una amiga suya, porque mi madre no estaba dispuesta a prestarme nada, de hecho no creo ni que venga a la función de la tarde. Ains, esta vida de artista en contra de unos padres tan carcas me va a matar, pero yo tengo claro que esto es lo mío, y no me refiero a la prostitución, Luis, que te conozco y eres tú muy mal pensado, me refiero al arte, al arte con mayúsculas, al arte de la interpretación.

Lo seguía flipando, aquel tío no dejaba de sorprenderme.

Lolo seguía con su cháchara, ya se sabe que cuando pilla la hebra no hay quien lo pare.

  • Pues sí, hijo, allí estaba yo, en el vestíbulo. Me había dado una vueltecita por los pasillos y nadie me había reconocido. Algunos se me quedaban mirando, claro, no es de extrañar con lo provo que voy, con el tipo que luzco y con lo salido que están, que todo hay que decirlo.. Como me estaba poniendo un poco nervioso de tantas miradas decidí bajar y acercarme a conserjería, a ver si Manolo, el conserje, que ya sabes que tiene un ojo para las caras que no veas, se daba cuenta, pero nada, hijo, ni Manolo. Se me quedó mirando, eso sí, y yo creo que me miró de una manera que, vaya con Manolo, seguro que él no mira así a sus hijas. Estaba a punto de decirme algo, posiblemente preguntarme de qué curso era o si estaba allí esperando a alguien, cuando se acercó un profesor de Lengua, ese que es poeta y tan chungo, para hacer unas fotocopias, menos mal, porque ya Manolo como que me iba a decir algo, asi que me fui para la puerta, a quitarme un poco de en medio, a esperar que el profe ese terminara y a ver si Manolo se daba cuenta, y me decia algo... y entonces te vi, te vi allí fuera, me sorprendió verte, la verdad, y casi te digo algo, pero me acordé de lo que me habías dicho de tu hermano, lo del facebook, que vaya, hijo, cómo te pusiste por la tontería esa de mandarle una invitación a tu hermano... Ains, tu hermano...

Y los ojos de Lolo se perdieron en la pista central, donde mi hermano, cada vez más sudoroso, seguía corriendo detrás del balón, dando voces, como si lo que se jugara fuera la final de la Champions.

  • En fin, que no te dije nada, sino que pensé para mí: voy a ponerlo y a ponerme a prueba ...  Como un juego, Luis, porque eso es la interpretación, un juego, y me quedé mirándote, fijamente, y vi cómo te ponías un poco nervioso... Ains, me dije le he gustado. .. Ya ves tú... Y ya me estaba yo montando la película del palo que te ibas a llevar, o no, porque a lo mejor no te decía nada, que todavía eso no lo tenía claro, tú sabes... Bueno, pues en eso estaba cuando vi cómo Javier salía por la puerta. El corazón me dio un bote porque pensé que me iba a reconocer, pero, hijo, cómo es este tío que ni una miradita me echó, solo tenía ojos para lo que había fuera, y fuera estabas tú, y yo que veía cómo se te acercaba, te decía algo y os ibais los dos. Entonces flipé, claro, había ido por agua y había salido escaldado que ya se sabe que donde las dan las toman. Y me pregunté ¿qué hace Luis con Javier? ¿qué hace Luis metiéndose en el coche de Javier?... Y eso es lo que quiero saber, Luis, solo eso, ¿Qué haces tú metiéndote en el coche de Javier, nuestro profesor de Lengua?

Joder, Lolo era incansable, pensé yo que la estrategia de no soltar prenda y su emoción con el buen resultado de su caracterización como puta para el papel teatral, lo iban a despistar y se iba a olvidar de volverme a hacer otra vez la dichosa pregunta, pero no, me había equivocado, está claro que siempre me equivoco con mis predicciones.

Podía haberle contestado en plan borde y decirle simplemente que qué coño le importaba si yo me iba con Javier en su coche o con su puta madre, pero decidí que Lolo, hasta aquel momento, se había mostrado bastante legal conmigo, me había ayudado con el examen de Naturales, se había mostrado cercano y amable, y podía ser, con el tiempo, un buen amigo, al fin y al cabo los dos parecíamos estar bastante solos y a los dos parecía que nos gustaba lo mismo, aunque Lolo nunca había admitido que era gay, bueno, yo tampoco, aunque si se daba el momento, yo no tenía ningún problema en decírselo abiertamente. Pero de ahí a contarle lo mío con Javier... Joder eso ya no me parecía bien, no tanto por mí sino por Javier, quizás, seguro, él no quería que lo nuestro se supiera, y decírselo a Lolo, con lo que habla y le gusta hablar era casi como publicarlo en la revista del instituto.

  • Pues... bueno... no es nada... eh... simplemente que el otro día... bueno, ayer... sí, ayer, le comenté a Javier la posibilidad de hacer un ciclo de Administración de Empresas... no creo que vaya a hacer bachillerato... no sé tu, pero yo... Y entonces le comenté esta idea y él..., ya sabes lo que se preocupa por nosotros... Me animó bastante, me dijo que lo veía muy bien para mí... eso me dijo. Y como el plazo de admisión de solicitudes termina este viernes, e se ofreció a acercarme al instituto en el que hay que echar los papeles, un instituto que está en el centro, como él terminaba a esa hora, me dijo que me podía acercar, y, claro, le dije que sí... Vamos, se lo dije a mis padres y todo, no te creas.

Volví a sentir los ojos de Lolo sobre mis ojos. Esos ojos a media asta y azules, esa mirada entre la pena y el perdón. Por eso no me sorprendió cuando le oí.

  • ¡Qué mal actor eres, Luis, qué mal actor!

Lo que sí me sorprendió es que se levantara, que recogiera su cartera bandolera y que se alejara de mi lado, mientras me decía:

  • Cuando necesites un amigo, no dudes en llamarme. Tienes mi teléfono.

Y veía cómo se alejaba, con cierto movimiento de caderas.

Me quedé solo. Solo y con un sentimiento de traición un poco extraño. Quizás tenía que haberle dicho otra cosa, no la verdad, claro, pero quizás algo que se acercara a la verdad, y no aquel rollo de papeles y solicitudes que tan mal me había salido. Me quedé solo, ya digo, allí, debajo de aquel árbol que daba tan buena sombra, pensando en que no me había portado bien con Lolo, mirando cómo mi hermano y otros chavales del instituto seguían jugando su partido bajo aquel sol vertical. De buena gana me hubiera fumado un cigarro. Joder, aquello sí que era raro, pues yo no fumaba..

.

Cuando por fin tocó el timbre, me dirigí a la puerta, por el camino alcancé a mi hermano. Estaba con la piel encendida, sudoroso, se estaba poniendo la camiseta roja.

  • Joder, Josemi, no sé cómo aguantas con el calor que hace.

  • Me gusta- dijo sin más.

Nos fuimos juntos hasta casa. Al abrir la puerta del piso me sorprendió encontrarme a mi padre allí, él solía comer en el trabajo. ¿A qué se debía aquella novedad? Cuando me senté a la mesa, no hizo falta que le preguntara, él mismo se encargó de resolver mi duda.

  • Luis, supongo que te acordarás de que esta tarde vamos al gimnasio con tu amigo Lolo, ¿te acuerdas, verdad?

Pues no, no me acordaba, y eso que el propio Lolo me lo había recordado hacía nada, pero la última parte de la charla había hecho que me olvidara de todo lo anterior.

  • Sí, claro- mentí.

  • ¿Habéis quedado ya?- volvió mi padre a preguntarme.

  • Pues no, le dije que ya lo llamaría, que estaba esperando que tú me dijeras la hora.

  • Si vamos a entrenar primero y luego nos vamos a meter en la clase esa, la clase esa de no sé que, bueno, de lo que él hace, creo que deberíamos ir prontito. Las seis es una buena hora.

Joder, ¿a las seis? ¿No era muy pronto? ¿No hacía mucho calor para ir a las seis al gimnasio?

  • Vale, me parece bien- contesté.

  • Lo llamas y dile que a las seis nos vemos en la puerta.

Terminamos de comer y me eché en la cama. La mesa de estudio estaba pegada a la pared, mi madre la habría colocado de nuevo en su sitio. Y aquel detalle me hizo que me acordara de Javier.

Joder, tenía que llamar a Juan para proponerle lo de Patri. ¿Sería buena hora? Eran cerca de las tres y media. Bueno, había que intentarlo, esperaba no pillarle en mal momento. Busqué su nombre en el móvil, lo había grabado aquella misma mañana. El corazón me daba botes, no solo porque Juan era un tipo muy atractivo sino porque en mi cabeza se empezaron a mezclar todos los recuerdos que tenía de él: el de aquel sábado en que intentó que yo me comiera su polla, el de la visión de sus vídeos mientras se pajeaba, el de su voz en el servicio de la facultad hablando con Javier, el de su actitud casi hundida en la charlita de la cafetería... Demasiados recuerdos para una cabeza tan desconcertada de un chaval de dieciocho años. Sonaron pocas señales antes de que lo descolgara.

  • Hombre, tío, qué alegría, no esperaba que me llamaras tan pronto.

Su voz sonaba viril y segura, tan franca como cuando éramos amigos de pandilla.

  • ¡Hola, Juan! ¿qué tal?

  • Bien, bien, acabo de comer y ahora me iba a echar un rato la siesta. Hace mucho calor para ponerse a estudiar ¿verdad?

No sé por qué me lo imaginé en su habitación, tirado como yo, en su cama, y como yo, con unos slips, bueno, él llevaría aquellos bóxers de tela y rayitas que ya le había visto yo en uno de sus vídeos. Me imaginé su cuerpo moreno, joven y atlético, sus brazos recios y sus muslos fuertes, cubiertos de un fino vello, en fin, tal y como lo había visto en los vídeos, así que poca imaginación le estaba echando al asunto. Algo se movió dentro de mis slips. Me costaba hablar, no sólo porque me lo estaba figurando como ya he dicho sino, sobre todo, porque no me atrevía a proponerle lo que le tenía que proponer, lo que se me había ocurrido mientras volvíamos Javier y yo en el coche, que hablara con Patri para que Patri nos ayudara a desenmascarar al cabrón de mi primo Chema. Debió él notar mi silencio porque siguió hablando.

  • Oye, Luis, que... en fin... que todo lo que te he dicho esta mañana es verdad... en fin, que siento cantidad lo que pasó aquel día y que me alegro un huevo de haber hablado contigo y con tu amigo, un buen tipo...

Aquello no me ayudaba mucho, porque ya he dicho que no estaba yo acostumbrado a que me pidieran disculpas ni a que un tío como Juan me hablara de esa manera tan sincera y franca.

  • Por cierto ¿de qué lo conoces?

La pregunta de Juan me dejó un poco descolocado. Era verdad, Juan no sabía que Javier era mi profesor, y menos aún, que era mi amante, eso seguro ni se lo imaginaba. Javier lo había abordado en los baños de la facultad y de ahí pasó a contarle mi situación, pero en ningún momento le dijo que era mi profesor, ni que yo era su alumno. ¿Le diría yo la verdad a Juan? ¿Le iba a decir que Javier era mi profesor o le soltaría un rollo, como el rollo que le había soltado a Lolo esa mañana?

  • Es un amigo, un buen amigo- opté por contestarle.

Bueno, entre mentir y no decir la verdad hay otras posibilidades.

  • Seguro que es un amigo de puta madre, y eso ya es mucho, hoy todo el mundo va a su puta bola. Ya me gustaría tener a mí un colega así.

La franqueza de Juan me desarmaba por completo. Lo seguía imaginando tirado en su cama, con sus bóxers de rayas y hablándome tan bien y tan sincero que hacía que me sintiera más pequeño y débil.

  • Bueno, supongo que no me has llamado solo para saludarme ¿o sí?

  • No, no... bueno, sí... quiero decir que me alegra saludarte pero también- la voz me empezaba a temblar- quería comentarte algo, algo que me ha dicho Javier. Se le ha ocurrido una idea para putear a mi primo y que nos deje en paz.

  • A ver, cuenta, qué es eso que se le ha ocurrido a tu colega.

  • Bueno, para lo que se le ha ocurrido necesitamos una tía, una chica que se preste un poco, y, claro, yo no conozco a ninguna, bueno, a ninguna a la que le pueda contar lo que me ha pasado y que sea un poco... bueno, un poco... eh... lanzada, así que ha pensado Javier que quizás Patri...

Juan permaneció algunos segundos en silencio.

  • Mira, Luis, creo que no es una buena idea, no por nada, sino por que, como ya os dije esta mañana, Patri lo pasó putas, de hecho apenas si nos vemos ya, no solo por ella sino porque me siento tan asqueado de lo que le hice... Tú me entiendes ¿verdad, tío ? No... no puedo pedirle eso a Patri. Lo siento...

Ahora el que guardé silencio fui yo, tragando saliva al final pude hablar.

  • Ya, ya... lo entiendo, lo entiendo... Era solo una idea... una idea de Javier...

Me sentía bastante rastrero, nombrando continuamente a Javier, que al menos había tenido una idea, aunque aún no estuviera muy clara. Joder, yo, que era el que tenía que estar dándole vueltas a la cabeza, lo único que había hecho era sugerir el nombre de Patri.

  • En fin, Luis, no sé, tío, sé por lo que estás pasando porque yo estoy igual de jodido, pero creo que cuanto menos gente metamos en esto mejor ¿no crees tú?

  • Sí, sí, claro- me apresuré a contestar.

Se volvió a hacer un silencio entre los dos, un silencio que rompió la voz varonil de Juan, ahora sonaba en un tono más bajo.

  • Mira, Luis, yo también le he estado dando vueltas al asunto y lo único que se me ocurre, tío, es que... en fin... que, bueno, está muy bien lo que ha hecho tu colega, pero creo que es mejor que esto quede entre tú y yo... no sé, tío, es un marrón que tendremos que resolver entre los dos ¿no?

Tragué saliva, porque no sabía por dónde iba a salir.

  • ¿Te acuerdas de lo que me propuso Chema?- me preguntó Juan.

La verdad es que no me acordaba a qué se refería, joder, para tener dieciocho años empezaba muy pronto con problemas de memoria.

  • En fin... aquello que me dijo de grabar un vídeo... un vídeo en el que tú me la... en fin... un vídeo en el que tú me la chupabas- soltó Juan de un tirón.

Lo que había dejado de estremecerse dentro de mis slips volvió a moverse con solo oír la última frase. Sí, ahora recordaba lo que Juan me había contado aquella misma mañana, las intenciones de mi primo no solo eran hacerme chantaje con el vídeo que me quitó del móvil, sino también lograr grabar uno en el que yo saliera chupándosela a Juan.

Joder, apenas si me salía la voz.

  • Bueno, no sé, tío- prosiguió Juan-, quizás si grabamos ese vídeo, quizás la cosa se ponga tan... tan caliente que a lo mejor... no sé... a lo mejor tu primo Chema se anima... y... no sé, Luis, tu primo es imprevisible... quizás si tú... o yo... nos ponemos, a lo mejor...

No sabía qué me estaba queriendo decir Juan ¿Me estaba invitando a que se la mamara y me dejara grabar? ¿Me ofrecía chupármela a mí y a ver si así mi primo se la chupaba a él? ¿Estaba dispuesto él a chupársela a mi primo? ¿Me estaba diciendo que yo se la tendría que chupar a mi primo? ¿Me quería decir que a lo mejor mi primo se ponía tan excitado que se la chupaba a él?

Joder, ¿qué me estaba queriendo decir aquel tipo? ¡Pero si mi primo era hetero, nos lo había dicho esa mañana! La verdad es que no creo que ni el propio Juan supiera lo que me estaba planteando, supongo que estaba tan dispuesto a echarme una mano que la única manera de decírmelo era esa: mira, hasta aquí estoy dispuesto a llegar.

Joder, tenía la boca seca, el corazón acelerado, y mi polla que empezaba a llamar la atención debajo de la tela del slips.

(continuará el lunes 5 ;)