Instruyendo a Eva II
Mi chica dejó de mamar para lamer, la morenita se unió a ella y desde arriba podía ver las dos lengüecitas rozarse sobre mi polla, era un espectáculo impresionante
En mi otro relato os conté como empezó todo, en este quiero contaros como fue desarrollándose la historia, como Eva llenó mi vida de ella, con sus idas y venidas, sus carencias y sus excesos.
Tres días después nos vimos en la plaza frente a mi casa, ella iba con su amiga, mi vecina.
-Hola señor García- me saludo mi vecina-
-Hola señor –dijo con voz mimosa que contrastaba con su mirada picara-
Solo pude mirarla unos segundos, llevaba una falda desvergonzadamente corta que me encendió, se había abierto el abrigo y pude ver marcados en su camiseta los pezones duros. Media hora después tenía esas tetas solo para mí, la miraba desnudarse hasta que se quedó solo en braguitas.
-Enséñame a chupar tu polla como a ti te gusta –me dijo arrodillándose ante mí-
-Eres una desvergonzada –le dije excitadísimo de que así fuera-
-Venga dime que quieres que haga primero –me instaba impaciente-
-Primero baja el torso y deja que tus tetitas rocen mi polla cielo –le dije excitado-
Sus pezones rozaban mi miembro haciendo que este se endureciera al máximo con los roces.
-Nena ahora agárrala por la base con contundencia y pasa la lengua por la punta, así muy bien… -iba a matarme-
Ver como esa dócil desvergonzada seguía mis instrucciones al pie de la letra me estaba volviendo loco.
-Chupetea el glande niña, así succiona la punta, muy bien nena, así más fuerte, más preciosa… lo haces de fábula.
Sus ojos me sonreían encantada de hacerlo bien.
-Ahora deja que resbale entre tus labios –le dije poniendo mi mano tras su cabeza-
Se tragó casi la mitad de mi polla y yo presioné su cabeza, ella hacia fuerza para contrarrestar mi apoyo.
-Un poco más preciosa, déjame entrar un poquito más -seguí empujando su cabeza hasta conseguir llenar su boca con tres cuartas partes de mi polla-
Me quedé quieto unos segundos y retrocedí, vi sus ojos llenos de lágrimas por el esfuerzo de abarcarme tanto dentro de su boquita, pero para mi sorpresa volvió a tragársela, vi mi polla desaparecer en su boquita de labios rojos y húmedos y enloquecí.
-Ahora mi cielo agarra mis pelotas y sóbalas, eso me encanta
De nuevo hizo lo que le pedía de manera magistral, al principio concentrada pero poco a poco disfrutaba golosa de la tarea encomendada.
-Preciosa deberías parar o te daré el postre antes de la comida
-Me encantan los postres –dijo sin para de succionar y tragar después mi polla-
Aguanté lo que pude hasta no poder más, entonces le grité.
-Sigue mi niña voy a correrme
Sentí como si me descorchara, succionó y mi semen llenó su garganta, su boca y sus labios sin que ella parara de chupar en ningún momento mirándome y disfrutando claramente de haber conseguido su propósito. Jadeé sin ocultar un ápice del placer que me daba su boquita.
Dos minutos después hice que se sentara sobre mis rodillas y la masturbé, se corrió en mis dedos antes de que la llevara al sofá y chupara cada rincón de su sexo hasta arrancar el segundo de la tarde, solo entonces nos quedamos relajados.
-Tenemos que hablar de esto –le dije cuando su respiración se relajó-
-Eso me da mala espina, siempre se dice eso cuando quieres deshacerte de alguien
-No quiero deshacerme de nadie, solo debemos dejar claras unas bases para que nadie se lie.
Se giró mirándome impaciente, esperando mi resolución.
-Creo que fuera de nuestros encuentros deberíamos seguir con nuestras vidas, dejando que esto solo sea un complemento en ellas. ¿Qué te parece?-hablaba casi para mí manifestando mis miedos-
-Perfecto, me habías asustado, creí que querías dejarme
-Cómo voy a dejarte con lo bien que la chupas tonta –le dije riéndome y ella me pellizcó juguetona-
Dos días después la vi en el parque mientras paseaba a mi perro la vi en el parque, solo me sonrió, había demasiada gente conocida a nuestro alrededor. Con toda intención empecé a subir el sendero alejándome de la gente, esperando que ella me siguiera y lo hizo. La esperé apoyado en el murete y nada más llegar hizo como yo y soltó a su perrita. Mis ojos se posaron en su precioso culo marcado con esos pantalones ajustados, ella se giró y me cazó.
-Me está mirando el culo señor García
-Si señorita Eva, me encanta su culo
-Es gordo –dijo haciendo una mueca de desagrado-
-No es gordo, no digas tonterías niña, me dan ganas de darte un azote por tontita.
-Hazlo –dijo mirándome excitada-
Hice que se apoyara en el murete contagiado de su excitación e hice que apoyara sus manos en el mismo, tiré de sus caderas y su culo se marcaba perfectamente, alcé el brazo y golpeé sus posaderas sin ser demasiado duro. Dios mi polla dio un respingo bajo mi pantalón al oír su gruñido que no era de dolor.
-Más –pidió tras un suspiro-
Volví a subir el brazo y esta vez le di algo más duro, ella volvió a gruñir y volví a azotarla, mi polla se ponía cada vez más dura y ella ya no gruñía, ahora jadeaba con cada palmada en su culo. Notaba que se movía para que la entrepierna del pantalón rozara su clítoris y eso me puso a morir.
-Me arde el culo, debe estar rojísimo –me dijo con voz entrecortada-
-Enséñamelo golfa –le dije en un arrebato-
Ella se desabrochó el pantalón mientras yo vigilaba el sendero ante nosotros, no había manera de ser sorprendidos ya que además el muro tapaba la parte inferior de nuestros cuerpos.
Se bajó el pantalón a medio muslo junto con sus bragas y volvió a apoyarse en el muro dejándome ver perfectamente su culo enrojecido. Apoyé mi mano plana y noté el calor que desprendía su piel.
-Esta rojo y caliente golfa, mira como me pone castigarte y ver tu culo –le dije llevando su mano a mi entrepierna-
-Esta dura, que rico –dijo relamiéndose literalmente-
-Eres una golfilla –le dije dándole otro azote-
Esta vez nada se interponía entre mi mano y su carne, ella dio un respingo al notar más el azote, no se retiró, ni intento evitar un segundo azote de nuevo más duro que el anterior.
-¿Quieres que pare? –le pregunte excitadísimo-
-¡No! –grito mirándome con las mejillas encendidas-
Tuve claro que lo necesitaba tanto como ella, me pude detrás y sacando mi polla la coloqué sobre su trasero rojo, froté la punta por su piel caliente y está ya húmeda palpitaba mientras con la otra mano volví a azotarla.
-Eres muy mala, te encanta ponerme cachondo en cualquier lugar
-Si soy muy mala, castígueme señor García –dijo jadeando-
Un nuevo azote dejo la marca de mis dedos en el lateral de su culo, otro en el otro costado y yo seguía meneándomela, entonces al borde del orgasmo dejé de azotar ese culito para meter mi mano entre sus piernas y subí a sobar su sexo, estaba chorreando, súper caliente y su clítoris hinchado. Lo pellizqué, lo froté y mi polla empezó a escupir semen sobre su culo mientras ella también se corría. La limpié con un pañuelo y tras colocarnos la ropa, atamos a los perros y esperé a que ella bajara el sendero, antes de perderla de vista se giró y me sonrió despidiéndose con la mano.
Durante los siguientes dos meses lo nuestro se convirtió en una rutina maravillosa, me llamaba o se presentaba en casa y tras pedirme si tenía un ratito para ella terminábamos follando en cualquier rincón de mi casa y alguna vez en el parque. Eva se había convertido en una maestra a la hora de darme placer y yo había memorizado cada espacio de su piel, había aprendido cada sonido y sabia interpretar perfectamente cada uno de ellos sabiendo en todo momento lo que sentía, quería o necesitaba. No había nada que ella rechazara hacer, siempre dispuesta e incluso me había sorprendido con alguna novedad enloqueciéndome aún más.
Nuestra relación era puramente sexual y ambos sabíamos que no podía ser de otra manera y como habíamos pactado nuestras vidas se quedaban fuera de lo nuestro, ninguno hacia preguntas, simplemente le dábamos pellizcos a nuestras vidas sacando huecos para llenarlos de placer sin límite, ajeno a todo y a todos.
Lejos de ella seguía con mi vida, mis trabajillos, mis amigos y ella seguía con su novio, sus clases y sus amigas. Lo único que nos importaba era poder seguir viéndonos a escondidas del mundo. Nos veíamos tres o cuatro veces por semana y hacíamos que eso nos bastara, porque era lo único que teníamos.
Un día mientras lamia su coñito me pidió:
-Cuéntame un deseo sexual que no hayas hecho realidad
-Casi has acabado con todos niña, bueno nunca lo he hecho con dos mujeres –dije tras pensar unos segundos-
Llevaba tres días sin verla y me subía por las paredes, no habíamos podido coincidir y ya echaba en falta sus arrumacos. Cuando me llamó esa noche me dijo:
-Te echo de menos, a ver si mañana podemos vernos
-Yo también tengo muchas ganas de verte –le dije sinceramente-
-¿Mañana tarde tienes algún plan? –me pidió-
-Ninguno –contesté-
A primera hora de la tarde, cuando fui a por una lata a nevera vi un papel que alguien había echado por debajo de la puerta.
-Si quieres jugar a un divertido juego te espero esta tarde a las ocho en la terraza de una cafetería del centro llamada “milenios”, debes sentarte en la terraza y esperar a que yo me acerque.
Me gustó su iniciativa y me arreglé pulcramente antes de salir a las siete y media de casa. Encontré el sitio enseguida, me senté en la terraza y esperé su aparición con un cubata, estaba nervioso y excitado por la incertidumbre.
No tuve que esperar demasiado, diez minutos después vi aparecer a Eva, la sorpresa es que no iba sola. Iba hablando con una chica de su edad, ambas se sentaron a dos mesas de la mía. Seguí bebiendo esperando a que ella se acercara como me había pedido. Pero no iba a hacerlo de momento, ya que la vea hablando animadamente con la morenita que la acompañaba. Puede mirarlas a mi antojo protegido por mis gafas de sol.
Me gustaba observarla digamos que en su hábitat, con su gente. Aún era una mezcla de niña-mujer, por una parte explotaba al máximo su lozanía y juventud, pero sin poder ocultar ese erotismo sexual que emanaba por cada poro de su piel, que te hacía desear poseerla en cualquier parte. La miraba sonreír y hablar despreocupadamente, con sus vaqueros, camiseta, deportivas y parecía una chica bonita más. Pero luego la mirabas un par de segundos y esa chica medio desaparecía y te desbordaba la otra parte. Sus labios rojos te hacían desear besarlos hasta que se hincharan y gritaran tu nombre, su mirada inocente te hacia desear teñirla de deseo mientras explorabas sus sinuosas curvas. Y yo sabía el poder que sentías cuando oías esos gemiditos una vez más mezcla de niña-mujer que hacia al correrse, en ese momento te sentías el rey del mundo.
La morenita sonrió sacándome de mis pensamientos y la miré detenidamente, tenía el pelo negro, largo y lacio, era pequeña y algo delgada para mi gusto, pero graciosamente proporcionada, sus ojos claros era lo que más destacaba en su cara graciosa de nariz respingona.
Di otro trago a mi bebida y la morenita se levantó y al pasar por mi lado me sonrió antes de seguir contoneándose con gracia.
-Hola señor García –se acercó a saludarme mi diva-
-Hola preciosa –le dije sin ocultar mi lasciva mirada que dio un repaso a su cuerpo-
-Yo también te he echado de menos –dijo con una carcajada, sintiéndose alagada por mi mirada y suspiró-
Mi polla como siempre ya empezaba a responder a su cercanía y la rocé separándome un poco para que ella lo viera.
-Uf no me despistes, ¿te gusta mi amiga?
-Me gustas más tú
-Eso espero, ¿pero te gusta ella?
-No está mal… pero no hay color –dije admirándola de nuevo-
-¿Y si te dijera que hoy puedes tenernos a las dos?
-¿De que estas hablando?
-Lo que has oído, después de que el otro día dijeras que te faltaba esa fantasía sexual por cumplir quería hacerte este regalo –dijo pasándome un sobre y sentándose de nuevo en su mesa-
Vi regresar a la morena y entonces Eva se levantó y se fueron juntas. Solo entonces abrí el sobre y dentro había una llave de hotel, ese hotel estaba a dos manzanas. Luego leí la nota en la que más o menos me decía que si me decidía a seguir con mi fantasía ellas me esperaban en la habitación contigua. Solo había una regla, ellas estaban dispuestas a cumplir mi fantasía, pero pasara lo que pasara debía quedarse en esa habitación, cuando entrara debía dejar lo nuestro aparcado y cuando saliera debía dejar lo sucedido dentro de esa habitación y fuera de lo nuestro. Porque allí ella no era la Eva que venía a casa, era una chica con ganas de marcha acompañada de su amiga.
Mi chica volvía a sorprenderme y a dejarme completamente alucinado. Pagué la cuenta y anduve casi un cuarto de hora, ¿supongo que no necesitáis que os cuente hacia donde no?
Llegué a la habitación asignada, me lavé la cara, las manos y me planté en la habitación contigua, toqué con los nudillos y me abrió Eva.
-Hola, me invitáis a pasar –dije mirando a la morenita que miraba detrás desde atrás-
Entré dispuesto a no salirme del papel que había inventado para llevar mejor ese juego que pintaba muy, pero que muy bien. Eva se sentó al lado de su amiga a los pies de la cama y yo me senté enfrente de ambas en un sillón.
-Os vi en la terraza y me estaba preguntando si aceptaríais pasar un ratito agradable conmigo
-Sí, nos encantaría pasar un buen rato con usted –contestó Eva demostrándome que ya había entrado en mi juego y la morenita también asintió con la cabeza-
-Sois dos nenas preciosas, ¿vais a enseñarme cuánto? -les alenté a que se desnudaran para mí-
La morenita fue rápida ágil y en un momento estaba en ropa interior, mi mirada recorrió lasciva su joven cuerpo también, pero pronto Eva captó toda mi atención, a pesar de conocer su cuerpo más que el mío disfrutaba viéndola desnudarse, despacio, manteniendo mi mirada con la suya, hasta que la desviaba a su propio cuerpo haciendo que la mía la siguiera por sus curvas, primero sus vaqueros desnudaron esas caderas y piernas que tantas veces me hacían perder la razón, luego sus tetas que como siempre parecían querer rebosar el sujetador.
Me obligué a mirar a la morena y lo hice clavando la mirada en su pubis abultado bajo sus braguitas, luego subí por su vientre plano hasta sus tetitas, ella animada por mi atención se quitó el sujetador y pude admirar sus pequeñas pero puntiagudas tetas de grandes pezones que desafiaban a la gravedad apuntando hacia arriba, desee lamer esas peritas.
-Muy bien, sois las dos divinas. Rubia quítales las bragas a la morenita y enséñame el coñito de tu amiga -le dije a Eva –
Ella obedeció poniéndose en cuclillas mientras deslizaba las braguitas de su amiga por sus muslos. Su culo captaba toda mi atención hasta que vi el poblado pubis de su amiga, ricitos negros perfectamente delineados cubrían su sexo.
-Sigue nena quiero ver más –le dije a Eva cuando me miró a la espera-
Empujó ligeramente a su amiga sentándola en la cama e hizo que esta subiera los pies centrándose en el colchón, se arrodilló a su lado y separando sus muslos abrió con dedos el coño de la morenita. Salté como un resorte y quedándome de pie mire fijamente ese coñito nuevo, sus labios gordezuelos escondían su sexo ahora a plena vista.
-Haz que se moje, tócala rubia
Los dedos de mi chica jugaron en la raja de su amiga arrancando gemidos de su garganta sin dejar de mirarme, observando como yo miraba la escena. La polla palpitaba dentro de mi pantalón y acercándome a mi niña le dije:
-Deja que te quite las bragas y te guiaré –me facilitó la tarea y al momento tuve sus húmedas bragas en mis manos-
Me arrodillé a su lado y sin dejar de mirar el coño de su amiga metí la mano entre sus piernas y empecé a sobar su coñito rasurado, mis dedos se humedecieron al instante y le sonreí cómplice
-Hazlo así pequeña –le dije paseando mis dedos por su rajita-
Ella hacia lo mismo a su amiga que yo le hacía a ella y pronto las dos gemían disfrutando de esas caricias, froté su clítoris y por ultimo introduje un dedo en su vagina, jadeó mientras metía su dedo en la vagina de la morena que se retorcía encantada.
-Cuéntame cómo está su coño -le pedí a Eva-
-Esta húmeda y caliente. Pruébala –me sorprendió cuando incorporé otro dedo a la penetración-
Añadí un tercer dedo y los suspiros de ambas se confundían en la habitación, Eva me miraba con los ojos y las mejillas encendidas.
Saqué mis dedos y pedí a ambas que se sentaran a juntas a los pies de la cama, me arrodillé ante la morena y llevé mi mano entre las piernas de Eva, busqué su sexo y volví a penetrarla con tres dedos, luego apoyando mi mano en el muslo de la morenita bajé la cabeza para probarla como me había pedido Eva.
Pasé mi lengua por su raja y esta se retorció, volví a pasarla y gimió mientras mis dedos seguían penetrando a Eva compulsivamente mi lengua repasaba el coño de la morenita que estaba completamente encharcado como el de su amiga. Levanté la mirada y vi como Eva se mordía los labios excitada mirándome entre las piernas de la otra, empujé mis dedos hasta el fondo de su vagina, los saqué casi del todo y volví a hundirlos notando como Eva se abandonaba al primer orgasmo, succioné el clítoris que tenía entre mis labios y la morenita siguió a su amiga con su propio orgasmo.
Me puse en pie ante ellas y Eva fue la primera en desabrocharme el pantalón, la otra empezó a desabrocharme la camisa, mientras el pantalón caía a mis pies, Eva bajaba mis calzoncillos a medio muslo y mi polla saltaba como un resorte, durísima, en pleno apogeo. Orgulloso vi como la morenita la miraba asombrada, mientras Eva daba lamidas la otra la agarró por la base meneándola ligeramente para que rozara la lengua de Eva que golosa empezó a chupetear el glande mamándola con ganas.
Mi chica sobo mis pelotas y dejó de mamar para lamer, la morenita se unió a ella y desde arriba podía ver las dos lengüecitas rozarse sobre mi polla, era un espectáculo impresionante que solo aguanté unos minutos para no llenar sus caritas de semen aun.
-Morenita quiero que chupes ahora a la rubia, tiene el coño empapado –le dije agachándome para pasar mis dedos por el coño de Eva-
Se arrodilló y colocándose entre los muslos que adoraba y entre los que me sentía en el paraíso paso la lengua por todo el sexo de Eva, esta jadeó mirando a su amiga y yo estaba a cien, me coloqué de rodillas detrás de la morena y llevé mi polla a su sexo, noté los pelitos en la punta y busqué la entrada, la agarré de las caderas y poco a poco fui colándome por primera vez en ese cuerpo. Su coño no era tan estrecho como el de Eva, pero estaba igual de caliente, un último empujón y la penetré por completo, ella gimió sobre el coño de Eva.
-chúpaselo bien morenita si quieres polla –le dije agarrándola por los hombros para hundirme aún más-
Miré a Eva y esta me devolvió la mirada, veía en sus ojos que a pesar de compartir que no era su fuerte, la excitaba ver cómo me follaba a su amiga. Empujé como un poseso sin dejar de mirarla, su amiga ajena a nuestras miradas gemía entre las piernas de Eva que agarrándola del pelo la pegaba más a su coño castigándola por tener la polla que consideraba suya. Esa mezcla de rabia y excitación me volvía loco y casi me hizo correrme en el coño que no quería. La morenita se retorcía bajo mi cuerpo y yo entraba y salía duramente, cada vez más adentro, cada vez más fuerte… hasta que su cuerpecito se tensó y lloriqueó mientras se corría. Abandoné el calor de su coño y ella se sentó de lado, dejándome libre el coño de Eva, pasé mi lengua plana antes de tirar de ella para clavarla en mi polla, bajó de golpe clavándose por completo, ambos chillamos de placer y ella apoyando la espalda en la cama empezó a mover las caderas, su coño siempre tan estrecho abrazaba mi polla, mientras su amiga a nuestro lado miraba. Luego estirando un brazo pellizcó uno de sus pezones, luego el otro y al final se incorporó de rodillas a mi lado para empezar a morderlos mientras yo agarrándola de las caderas la movía sobre mi polla y no tardó nada en correrse como una loca con mi polla hundida llenando su vagina, apenas soporté sus espasmos que me apretaban aún más. Casi al límite de lo soportable la senté en la cama de nuevo, me puse en pie al borde del calambre y la morenita se sentó, lanzándose las dos a lamer mi miembro mojado de los jugos de ambas, sus lenguas volvían a tocarse matándome de placer. Eva tiró de mis pelotas ligeramente y el semen embadurno sus lenguas, sus labios y hasta sus mejillas mientras las dos seguían lamiéndome y lamiéndose hasta la última gota, mientras yo no podía dejar de gemir como un poseso totalmente descontrolado.
Los tres nos echamos rendidos en la cama y cuando ambas se quedaron adormecidas volví a mi habitación echando un último vistazo a esas dos chiquillas que tanto placer acababan de darme antes de arroparlas.
Me di una ducha y me metí en la cama quedándome dormido al instante hasta que unos ruidos me despertaron, alguien tocaba a la puerta…