Instinto madre y hermana

Los actos tienen consecuencias.

Instinto madre y hermana

Me llamo Teresa y soy la madre de Nadia y Sara, me encuentro tumbada en una cama de un hospital, en la que será la última noche de mi vida. Noto como la infección me está comiendo por dentro, mi último pensamiento es de arrepentimiento. Arrepentimiento por el daño que cause a mi hija Nadia, daría lo que fuera porque estuviera aquí.

Sentada al lado de mi cama esta mi hija pequeña Sara, no puedo evitar pensar que yo soy culpable de lo que ocurrió. No fui buena madre y no impedí que Sara acabara como yo, ella siempre estuvo apegada a mí, igual que Nadia lo estuvo a su padre. Si no tuviera tanta fiebre seguramente estaría llorando, los antibióticos cada vez me hacían menos efecto, eso es por lo menos lo que me dijo la doctora.

No pierdo la esperanza de que Nadia aparecerá, sé que no me lo merezco. Moriría mucho más tranquila sabiendo que Mis hijas están a mi lado, mientras llega ese momento no puedo dejar de echar la vista para atrás. Antes de que mi marido se hiciera uno de los dueños de la empresa donde trabajaba, éramos una familia trabajadora como muchas otras, éramos felices. Yo amaba a mi marido con toda mi alma en aquel entonces, cuando dije el sí quiero fue de las pocas cosas que tuve claras en mi vida.

Julián que así se llamaba mi marido y el padre de Nadia y Sara, era un hombre muy guapo. Lo que más me atrajo de él fue que el día que nos conocimos fue el único que me pareció interesante en esa fiesta, todos los demás se pavoneaban intentando llevar a las chicas a la habitación de arriba para fallárselas. Él no, parecía que había ido a esa fiesta por obligación y que preferiría estar en cualquier sitio en vez de allí.

Me acerqué a él y al sentarme a su lado se me quedo mirando fijamente, entonces vi una tímida sonrisa antes de que se presentara.

• Hola mi nombre es Julián, ¿tú como te llamas? – dijo algo nervioso.

• Me llamo Teresa, encantada – le dije sonriente.

Desde ese momento no me separe de él, era un hombre con conversación, pero sobre todo sabía escuchar y callar si no tenía nada bueno que decir. Me enamoré de él sin poder evitarlo y sobre todo sin querer evitarlo, por aquel entonces andaba detrás de mi otro chico. Cuando me vio hablar con Julián se enfadó mucho y arremetió contra él, le partió el labio y Julián y yo acabamos en el hospital para que le dieran puntos.

Esa fue nuestra primera cita, pasamos la noche juntos y después me invito a desayunar. Los dos seguimos estudiando y viéndonos todos los días, cuando terminamos nuestras carreras y encontramos trabajo, nos casamos y al poco nació nuestra primera hija Nadia. Jamás he visto a nadie tan orgulloso como lo estaba Julián sosteniendo a su hija recién nacida entre sus brazos, que felices éramos entonces.

Sara nació al año y medio y también volví a ver ese orgullo en Julián, me sentía una mujer afortunada, tenía un buen hombre a mi lado, dos preciosas hijas y unos buenos trabajos. Todo cambio cuando a Julián le propusieron que comprara parte de la empresa, al principio no lo tenía claro. Él estaba seguro, sabía que era un desembolso muy grande, pero sabía del rendimiento de esa empresa y que en poco tiempo habríamos amortizado el desembolso. Cuanta razón tenía, al año ya habíamos recuperado lo que habíamos invertido. Julián ganaba un sueldazo más parte de los beneficios, dejamos atrás el barrio obrero y compramos una casa en la parte más cara de la ciudad. Julián seguía trabajando como antes, el dinero no lo cambio, igual que a Nadia. A Sara y a mí sin embargo nos fue cambiando sin que nos diéramos cuenta al principio, pero al final estábamos tan corrompidas que nos dio igual el cambio tan radical que dimos.

El antiguo jefe de Julián nos invitó a una fiesta para presentarnos a nuestros nuevos vecinos, en aquella fiesta estaban las personas más poderosas de la ciudad. A Julián se le notaba incómodo, pero a mí me fascino todo lo que vi allí. Las bebidas más caras, la mejor comida y la ropa más cara, Julián se puso a hablar con los hombres mientras a mí se me acerco una mujer y me llevo para presentarme a las demás mujeres.

Todas eran mayores que yo, pero todas tenían unos cuerpazos que esos vestidos que vestían apenas cubrían y eran todas guapísimas, a mí me dio vergüenza estar allí, pues me sentía mucho más fea que ellas.

• ¿Cómo te llamas? – pregunto una de ellas.

• Teresa - Conteste yo.

• Te gusta lo que ves – pregunto maliciosamente otra de ellas.

• Si – dije tímidamente.

• Pues entonces eres de las nuestras, podrás conseguir nuestros cuerpos y lucir estos vestidos.

• Pero, yo – dije nerviosa.

• Ahora eres una nueva rica, te apuntarás a nuestro mismo gimnasio donde conseguirás un cuerpo como el nuestro y algo más – dijo otra de ellas.

• ¿Qué es ese algo más? – pregunte yo.

• Lo sabrás a su debido tiempo.

• Yo tengo un trabajo y no tengo tiempo – dije.

• ¿Trabajo?, déjalo y gasta el dinero de tu marido que para eso esta.

Nunca había pensado en dejar mi trabajo, pero las voces de esas mujeres me tenían hipnotizada, llego el momento de irnos y no podía dejar de pensar en lo que había experimentado aquella noche. Seguí trabajando durante una semana más, al final tome la decisión y se lo comunique a Julián.

• Julián la empresa no va muy bien, he decidido dejar el trabajo y ocuparme de la casa.

• Bien si eso es lo que as decidido te apoyaré, además con lo que gano nos llega de sobra – me dijo sonriente.

Es verdad que la empresa andaba renqueante, pero mi puesto de trabajo no corría peligro. Cuando Julián y las chicas se fueron a trabajar y al instituto, yo llame a una de las mujeres de la fiesta que se llamaba Marga.

• Hola Marga, soy Teresa, ¿podíamos quedar?

• Claro Teresa estaba esperando tu llamada.

Me cito en una cafetería y allí después de tomar unos cafés y hablar de cosas intrascendentes, me llevo al gimnasio donde querían que me apuntase. Al entrar vi a todas las mujeres que conocí en la fiesta, a todos menos a una. Al preguntar por ella, Marga me llevo a una sala donde había un espejo, de esos que se ve por un lado y por el otro no. La mujer que faltaba estaba siendo follada salvajemente por uno de los monitores, no diré que no me excite con la escena, pero yo amaba a Julián y no pensaba engañarlo de esa manera tan ruin.

No se escuchaba nada, hasta que Marga apretó un botón y se empezaron a escuchar los gritos de placer de aquella mujer, Marga no me convenció en lo de follar, pero si en lo de apuntarme al gimnasio. Creía que lo tenía todo controlado y que yo no caería, fui una ilusa. Aguante un año de insinuaciones, de cambiarme de monitores constantemente. De llevarme a fiestas donde alguna terminaba con un hombre más joven gritando de placer, el problema empezó cuando empecé a olvidarme de Julián y a sentirme atraída por ese mundo.

Sin darme cuenta me fui separando poco a poco de Julián y por defecto de Nadia, empezaba a comportarme como esas mujeres y no como lo que había sido hasta ese momento. Las discusiones empezaron, tanto con Julián como con Nadia. La única con la que no discutía era con Sara que me idolatraba.

Al final paso lo que tenía que pasar, había aguantado siendo fiel a mi marido durante dos años, pero todo cambio el fin de semana que me fui a un balneario con mis nuevas amigas. No me dijeron nada, el balneario era nudista. Al principio me dio mucha vergüenza, pero me di cuenta de que ahora mi cuerpo era más apetecible incluso que las de todas mis amigas.

No fui indiferente a ningún hombre, yo intentaba no dejarme llevar, pero la primera noche que fuimos a cenar al restaurante del balneario. Nos dimos cuenta de que unas mesas más haya había unos chicos que estaban haciendo la despedida de soltero. Por lo que escuchamos la stripper les había fallado, Marga después de escuchar eso se levantó y fue directa a los chicos, no sé que les dijo, pero todos miraron a donde estaba yo sentada.

• ¿Qué ocurre Marga? – pregunte.

• Nada que los chicos se han quedado sin stripper y les he comentado que tú estarías dispuesta a ser la stripper del chico que se va a casar – todo con una sonrisa.

No sabía donde meterme, pero si dijera que la idea no me atraía mentiría. Después de meditarlo bien y los ánimos de las demás acepté, solo tenía que bailar un poco, quitarme la ropa y calentarlos un poco, ¿qué podría salir mal?, yo os diré lo que salió mal, no contaba con que me iba a calentar de esa manera viendo a todos los chicos medio desnudos y algunos con las pollas fuera.

Solo me dejé tocar por el chico al que le estaban haciendo la despedida, no sé que hora serian, pero los demás chicos nos dejaron solos y yo decidí darme una ducha para volver a mi habitación. Esto había sido una locura, pero tengo que reconocer que me había gustado.

Me estaba enjabonando el cabello cuando note dos manos posarse sobre mis pechos, tendría que haberlo parado, pero no fui capaz. Para cuando me di cuenta me estaba metiendo la lengua hasta la campanilla y no tardo en bajar para hacerme una comida de coño como no me lo hacía Julián hacía años, cada vez apretaba más la cabeza de ese chico contra mi coño mientras jadeaba hasta la extenuación. Me corrí por lo menos dos veces, tenía que devolverle el favor y me agache para meterme su polla en la boca.

Si algo me entusiasmaba era el seso oral, con Julián me esmeraba mucho y esta vez no sería una excepción. El pobre chico casi se corre en mi boca, lo pare y le di la espalda poniendo mis manos contra la pared del baño. El chico no se hizo de rogar y metió su polla dentro de mi mojado coño, la tenía más pequeña que la de Julián, pero a mí en ese momento no me importaba. Estuvo fallándome durante un rato y entonces intento meter uno de sus dedos en mi culo, le pare y le dije que por el coño lo que quisiera, pero ese agujero estaba vetado.

El chaval lo entendió y me estuvo follando durante un buen rato, haciendo que me corriera dos veces más y él al final haciéndolo sobre mi cara. Me volví a duchar y entonces empezaron los remordimientos, después de esa noche no disfrute más del fin de semana. Solo quería volver a casa olvidar lo sucedido y compensar a Julián.

En ese momento no me di cuenta de que ya estaba perdida y que había probado la peor de las drogas, volvió a suceder una y otra vez. En cada salida que hacíamos terminaba con un hombre en la cama y lo peor era que cada vez sentía menos culpa, una de las veces me lleve a uno a una casa de veraneo que compro Julián para la familia. Con la gran mala suerte que en medio del polvo fui descubierta por mi hija Sara.

Al principio me asusté, pensando que había venido con Julián y Nadia y me habían pillado con las manos en la masa, Sara pronto me saco de mi error. El chico salió corriendo como alma que lleva el diablo y yo me quede con Sara que se suponía que solía ir a esa casa para estudiar. Decía que en casa y en la biblioteca no se concentraba, Sara me prometió que guardaría el secreto si le dejaba participar, yo le dije que no. Entonces me dijo que ya era mayor de edad y que lo aria de todas formas, por miedo que se fuera de la lengua y porque no decirlo, porque me gustaba lo consentí.

Este fue un acto totalmente egoísta por mi parte, pero la suerte ya estaba echada, el tiempo fue pasando y en casa se levantó un muro infranqueable entre Julián, Nadia y nosotras. Ya me comportaba como mis amigas y empezaba a gastar más dinero del debido, eso me trajo problemas con Julián. Creo que se estaba planteando divorciarse de mí, si no lo hizo es porque entramos en una crisis mundial y la empresa empezó a ir mal.

Ya no entraba tanto dinero en casa, los socios de Julián abandonaron el barco. Él se quedó y aguanto durante dos años hasta que la situación se tornó en insostenible y tuvo que cerrar, eso nos enfadó mucho a Sara y a mí. Le exigimos que no estuviéramos dispuestas a renunciar a nuestra nueva vida y que buscara una solución, Nadia cada día estaba más preocupada por su padre, cada día tenía peor aspecto, casi no comía, ni dormía. Solo trabajaba para poder seguir dándonos la vida que teníamos.

Un día una furibunda Nadia nos echó en cara que su padre no podía seguir así y que nos buscáramos un trabajo para ayudar en casa, le dijimos que si, pero nos habíamos acostumbrado a la buena vida y no le hicimos caso. Llego el día fatídico, a Sara y a mí nos habían invitado a una fiesta y a uno de los chicos de allí se le antojó hacer un trío con madre e hija. Aceptamos con una condición, que no tendríamos interacción entre nosotras. El chico puso cara de decepción pero acepto, durante la follada sonaron nuestros móviles. No les hicimos caso hasta que después de terminar cuando estaba duchándome, escuche un grito de Sara. Cuando salí le temblaban las manos y no podía hablar, cogí el móvil y pude leer un mensaje de Nadia que decía que le había dado un infarto a Julián.

Salimos corriendo, pero para cuando llegamos Julián ya había fallecido, al llegar al hospital, Nadia ni nos miró a la cara. Fue su novio el que nos contó lo que había pasado, me pareció un chico guapísimo. Me sentí orgullosa del gusto de mi hija, Nadia seguía sin mirarnos a la cara y fue peor en el tanatorio. Tanto a Sara como a mí nos costaba disimular la atracción que sentíamos por Raúl y este se dejaba querer, al final paso lo que tenía que pasar.

Un fin de semana que Nadia se quedaría estudiando en casa, Raúl se presentó en casa con algo de cenar. Cenamos rápido y fuimos a lo que había venido desde el primer momento, terminamos follando las dos con él. Fue Raúl la que nos estrenó el culito a las dos, no sé cómo lo hacía pero éramos incapaces de decirle que no. La primera vez fue muy doloroso para las dos, jadeábamos para contentarle, pero no fue nada agradable.

Así fueron pasando los meses, tanto Sara como yo intentamos parar aquello, si Nadia se enteraba la dejaríamos hecha polvo, una de las noches que al final nos pusimos firmes con él. Al llegar a casa nos encontramos unas fotos y una nota encima de la mesa, en la nota ponía.

“Ojalá no sintiera nada como vosotras, ver estas imágenes me ha partido el alma en mil pedazos. Hasta que no he visto estas fotos he pensado de verdad que me queríais, soy una ingenua y lo he pagado caro, espero que algún día os toque pagar a vosotras”

Las dos nos pusimos a llorar como locas, éramos conscientes de que habíamos perdido a Nadia para siempre. No nos portamos bien, pero era mi hija y su hermana y aunque no lo parezca la queríamos. La llamamos pero no sirvió de nada, Nadia desapareció de la ciudad sin dejar rastro. Raúl desde ese día pasó de nosotras por un tiempo, Nuestro estatus no podía estar más dañado, el dinero que hederamos de Julián se nos había acabado y Marga y compañía dejaron de mirarnos con buenos ojos.

Una de las veces fui a pedirle ayuda y me dijo.

• Muy bien os ayudaré pero todo tiene un precio – dijo seria.

• ¿Qué precio? – pregunté yo.

• Algunos clientes de nuestros maridos, suelen querer diversión, ya me entendéis.

• ¿Quieres que seamos tus putas? – pregunto indignada Sara.

• Si queréis que sigamos aparentando que somos vuestras amigas y que sigáis viniendo alas fiestas, es lo que hay.

El karma había aparecido y nos estaba dando golpes a manos abiertas, desde entonces nos rebajamos a las prácticas sexuales más denigrantes que os podáis imaginar, lo peor fue cuando el mismo Raúl empezó a utilizarnos de la misma manera para captar clientes para la empresa de su padre. Si de algo estamos convencidas era de que su padre no sabía nada, nosotras nos resignamos e hicimos lo que nos mandaban. Hasta que llego el día que dejamos de ser la novedad y nos terminaron echando a la calle y de sus vidas. Jamás olvidaré la cara de asco con la que nos miraba Marga el día que nos dijo que ya éramos mercancía usada y no nos querían cerca.

Echamos a perder nuestra familia por personas que no merecían la pena, ¿pero y nosotras la merecíamos?, engañe y traicione a Julián, traicionamos a Nadia. Recogimos algunas cosas y nos mudamos a una casa en el barrio más peligroso de la ciudad, allí no nos quedó más remedio que seguir ejerciendo de prostitutas. Las dos acabamos muy enfermas y esto nos trajo a la situación en la que me encuentro ahora y pronto lo estará Sara.

Un sonido me saco de mis pensamientos, mire hacia la puerta de entrada y allí estaba Nadia, había venido. Estaba muy seria y su primera frase me dejo claro lo enfadada que estaba.

• Este es el último lugar donde pensaba encontrarme con vosotras – dijo Nadia de la forma más fría.

• Nadia por favor – le dije.

• Por lo menos te acuerdas de mi nombre.

• No podrás perdonarnos nunca Nadia – dijo Sara.

• Sois conscientes del daño que me hicisteis.

• Y lo hemos pagado, si preguntas por ahí te enteraras, solo espero que un día puedas perdonarnos – le dije con tristeza.

Como decirle a mi hija que tuvimos que prostituirnos para pagar las deudas que íbamos generando a cada fiesta que asistíamos, sabía que Nadia investigaría y sabría la verdad, para entonces ni yo ni su hermana estaríamos en este mundo.

• Hija has venido – le dije.

• Si mama he venido, como lo hubiera hecho papa aunque no os lo merezcáis.

Sara lloraba amargamente mientras yo notaba como mi cuerpo se iba apagando poco a poco, antes de exhalar mi último aliento y cerrar los ojos para siempre mire a mis hijas por última vez, ver a Nadia me dio fuerzas para encarar a la muerte.

SARA

Después de la muerte de mama, Nadia se portó muy bien, se hizo cargo de los gastos del funeral de mama. Sabía que no nos lo merecíamos, pero Nadia había salido a papa y sabía que cuando llegara el momento no nos dejaría tiradas. Así fue, estuve en el tanatorio, pero no pude ir al entierro y más sabiendo que yo sería la siguiente. En parte me daba vergüenza de que mi hermana se enterara en lo que su madre y hermana se habían convertido y llore echando la vista atrás.

Con el poco dinero que me quedaba me compre mi último chute, el chute que me llevaría otra vez junto a mama y liberaría a Nadia de una carga como yo, mientras lo preparaba recordé los buenos momentos que habíamos vivido en familia. Me encontraba en un mugroso portal, llovía mucho, tanto como las lágrimas que estaba derramando. Había echado mi vida a perder y ni siquiera había llegado a los veinticinco, cuando la droga empezó a invadir mi cuerpo, todo se fue apagando, los sentidos, el dolor, los pensamientos. Todo término siendo una oscuridad que me envolvía y me arrastraba hacia ella, así termino una vida que prometía mucho y al final termine echando por la borda.

FIN.