Instinto

Vagó solitario por oscuras calles llenas de agonía busco en palacios rastros de apatía que me consienta seguir con esta vida llena de infortunios y de penurias, donde se escapa el mundo hacia las calamidades.

Instinto

Vagó solitario por oscuras calles llenas de agonía busco en palacios rastros de apatía que me consienta seguir con esta vida llena de infortunios y de penurias, donde se escapa el mundo hacia las calamidades.

Dentro del silencio existe un mundo oscuro que se oculta de nuestro inframundo cuando nos preguntamos dónde se encontraban las desdichas del mundo austero y soporífero. Solitario es el silencio, oscura la brisa, silenciosa la tristeza, mentirosa la mentira, el mar busca el silencio, la soledad la brisa, la tristeza la mentira, el dolor la sonrisa. Por las calles empedradas de esta antigua ciudad las horas parecen días, los años no parecen pasar, sus frías calles sinuosas envueltas en un misterio están por donde corren mil leyendas y ninguna fue verdad.

Corría el siglo primero, en lo alto de la colina esta el castillo empedrado de hiedra y azahar; sobre sus almenas desdentadas vigilantes de piedra hay con misteriosas miradas de fría piedra mirándote están, son gárgolas de piedra que de noches a la vida volverán para proteger a sus amos de la infinita maldad que en la noche se cobijara.

Los siglos irán pasando la magia se olvidara, las gárgolas dormirán sobre sus almenas reposando esperaran a que la noche les levante de su infinito sopor. Fueron soldados de piedra, generación tras generación que en la noche despertaron para combatir el horror. La austeridad nos llena de impaciencia, mientras que la experiencia nos invade de simplicidad, abrumadora como el gélido viento llegado del norte.

Abrumadora esperanza y llena de paciencia nos llega la complacencia de la inseguridad sin avisar se pierde en medio del camino donde no hay destino sino lo creas ya. Todo gira a su alrededor formando parte del engranaje de este mundo suplicante siendo siempre caminante en un sendero de oscuridad para empezar a sembrar las semillas de la soledad en este viejo camino olvidado al azar por los hombres, por la humanidad.

Ocurrir tubo que ocurrir, mientras todo tenia su fin desgastado un poco ruin sin que tenga nunca fin este camino destartalado por el que nos ves desaparecer cuando llega el anochecer con todo su festín de silencio que con el fin de esta humilde esperanza de dolor. Camino sin tener ganas de caminar, simplemente camino por caminar, sin un rumbo que trazar sobre las líneas del corazón que fueron el motor de esta engranada pasión del dolor que llamamos amor. Cuando acabe este camino romperé el mapa del destino para no volver a caminar sin rumbo que me haga enloquecer en este siniestro amanecer cuando sin querer esperamos obedecer a las leyes del camino que tenemos que recorrer. El camino era frío y sinuoso. ¿Dónde empezaba? ¿Dónde terminaba? Nadie lo podría decir.

Este es el principio o el final, era donde comenzaba o donde acababa, no se podría precisar, solo se podría decir que allí se encontraba las gemelas, firmes e inmóviles, sinuosas donde la hubiera, arrastrando aquel sendero misterioso que por las noches parecía un cementerio de hielo, imperturbable, donde reposaban bajo las frías lapidas de arena almas desconocidas que habían seguido el camino sin conocer el rumbo justo y habían empezado a formar parte de este misterioso camino. Con los primeros rayos de sol el camino sea convertido en cálido y vespertino, aunque me sigo preguntando ¿Dónde empieza? ¿Dónde termina? Es el principio o el final, comenzaba o acababa solo el día te lo puede aclarar.