Instante de cristal

Ese momento mágico y a la vez angustioso, cuando se presiente que la vida va a cambiar.

Instante de cristal

Estoy ante la ventana de la cocina

y el aire tiene una expresión muda,

como de sorpresa.

Parece que la cosas

se hubieran detenido,

hubieran perdido sus nombres

y nadie supiera distinguirlas.

Parece

que alguien, sin darse cuenta, se hubiera confundido

y hubiera colocado la mañana

en un lugar impropio.

Los árboles tiemblan inquietos.

La falsa pimienta, el limonero y la mimosa

no reconocen la tierra en la que crecen.

El zumbido de las abejas

es sonido hueco,

hilo fino

que se desliza sobre canaleras y bajantes.

Todo es perezoso y sin sentido.

Ni el espejo se atreve a despertarme:

me devuelve mi imagen con cansancio,

como un deber de odioso cumplimiento.

Siento que estoy dejando el mundo

y que entro en el espacio en blanco,

en el lugar donde las cosas

son, sin más, y nada significan.

Mis propias manos

se me antojan lejanas,

brumosas e innombrables.

Siento la inquietud de la mujer que espera

al hombre o a la muerte.