Insistió e insistió, hasta conseguir hacerme suyo
Al tocar aquel bulto, quedé sorprendido y asustado de la verga que tenía sobre mis manos. Dios, tenía la verga tan pero que tan gruesa, que me dio miedo. Aquella verga si conseguía entrar en mi culo, me iba dejar reventado, era como si te meten el puño en el culo.
Se llamaba Felipe, según me habían contado, era abogado y trabajaba o había trabajado en un organismo público de la ciudad (La Coruña). Si yo por aquel entonces tenía unos 23 años, el me doblaba claramente la edad, yo incluso diría que la superaba con creces, vamos que andaría rondando los 60 años.
Nos conocimos, bueno más bien supo de mí, en el bar Ibérico. Dicho bar quedaba en la calle de la Galera, esquina a Torreiro, o como yo le solía llamar, callejón del cine Paris. O sea, justo enfrente al mítico bar La Bombilla. Ahí solíamos parar varios jovencitos gais, y por ahí se dejaban caer algunos maduritos en busca de tiernos culitos a los que sodomizar.
Ya en varias ocasiones había intentado llevarme con él en una clara intención de sodomizarme, pero en todas las ocasiones que lo intentó, yo siempre le había dado calabazas.
Cuando coincidíamos en el bar, siempre intentaba que le entregara mi culito. No había día que me dijera algo y que alabara mi tesoro más preciado, que era y es mi culito. Era algo obsesionado con esto, y la verdad es que ya me tenía cansado con tanta insistencia. Pero yo no cedía, siempre le decía que no.
Llegó incluso a seguirme por la calle, e incluso si yo iba a la discoteca Xornes, que estaba en la Calle San Agustín, justo en un lateral de la iglesia de San Nicolás, él también iba, y solía invitarme a alguna consumición.
Estando en la discoteca Sornes, era de ambiente misto, aunque abundaba el ambiente gay, llegó a meterme mano. En cuanto tenía ocasión, me sobaba el culo, era algo obsesivo.
Hasta que un día, consiguió lo que con tanto anhelo buscaba.
Ese día lo encontré cuando yo iba para casa, a la altura de la iglesia de San Pedro de Mezónzo. Serían sobre las 7 u 8 de la tarde. Yo iba para mi casa, llevaba unos días con el culo irritado, y no me apetecía salir, y ¡zas! Me encuentro frente a mí, al incansable e insistente del cabronazo que no cejaba de acosarme, y que no era otro que el tal Felipe. Tan pronto me vio, ya me abordó.
Después de saludarme como si fuéramos grandes amigos, se puso a caminar a mi costado, tratando de convencerme de que fuera con él. Yo como siempre le daba largas, y le decía que no. Además, le dije aquel día que estaba cansado y que tenía el culo algo irritado y que no me apetecía hacer nada.
Joder, vaya cosa le había dicho, al momento me contestó, que no quería hacer nada conmigo, que solo me invitaba a beber una cerveza nada más, que no tenía ninguna otra intención. Tanta fue la insistencia, que no se como consiguió convencerme. Al final le dije que estaba bien, que solo bebería una cerveza con él.
Yo pensaba que íbamos a algún bar, ya que me dijo que fuésemos a la avenida de Chile, calle que queda en el lateral de la estación de autobuses, iba pensando que seguro me llevaba al famoso bar “la tacita de plata”. Que iluso era yo. Al llegar a dicha calle, va y me lleva a un edificio nuevo, y me dice que acababa de comprar un apartamento, que me lo quería enseñar, que solo beberíamos una cerveza, me enseñaba el piso, y que luego nos iríamos. Solo quiero ver que te parece el apartamento que he comprado, quiero que me des tu opinión, haber si he hecho una buena compra, me dijo.
La verdad es que era bastante iluso, y aunque desconfiaba de él, y me daba la espina de que algo iba a intentar, al final accedí a su petición, y subí al apartamento con él. Iba pensando que, si intentaba seducirme, le iba volver a decir que no, bebería la cerveza, y me marcharía. ¡Ay que equivocado estaba! Que iluso y pardillo era yo por aquel entonces.
Nada más entrar en el apartamento, me llevó a una pequeña salita. Allí me mandó sentar, mientras tanto él iba a por unas cervezas. Cuando volvió a aparecer con las cervezas, dejándolas en la mesita que adornaba aquella sala, me invitó a ver el apartamento. Era pequeño, pero la verdad era que además de nuevo era realmente precioso.
¿Qué te parece, he hecho una buena adquisición, o no? Me preguntó, poniendo su mano sobre mi cintura.
Sí, le contesté, es muy bonito.
En aquellos momentos me estaba enseñando su dormitorio; era realmente espectacular; espera que voy a por las cervezas, que quiero que veas una cosa, me dijo, dejándome allí, mientras él iba a por las cervezas.
Cuando vino con las cervezas, pasándome la mía, nos sentamos en la cama, mientras él con un mando a distancia encendía una televisión plana, que en aquellos entonces era realmente novedad, y empieza a reproducir una película.
Sí, claro que sí, efectivamente pensáis bien, la película, era una película porno gay, y me invitaba a verla mientras bebíamos la cerveza, sentados sobre su cama.
A aquellas alturas ya sospechaba cuales eran sus más que claras intenciones, y por supuesto que estaba dispuesto a decirle que no. Solo esperaba que abriera la boca proponiéndome lo que tanto él deseaba, y le contestaría lo que siempre le había dicho, no. Y entonces me marcharía y listo.
Pero el muy cabrón, además de perro viejo, era listo, y no dijo nada. Sabía que viendo aquella película iba a terminar por calentarme, y una vez me tuviera bien excitado, caería como una fruta madura.
La verdad que el cabrón tenía trazado un buen plan, y hasta el momento le había ido todo sobre ruedas. La película me estaba poniendo cada vez más cachondo, y acompañado del tiempo que llevaba sin tener ninguna relación, ni haberme pajeado hacía ya algo más de una semana, cada minuto que pasaba, estaba cada vez más y más excitado. El empalme que ya tenía era de campeonato, y si no me aliviaba, iba terminar con un dolor de huevos.
De vez en cuando él miraba para mi entrepierna, viendo como el bulto que mostraba era cada vez más eminente, por lo que muy sutilmente, fue colocando con mucho disimulo su mano sobre mi pierna, y cada vez que la escena de la película era de lo más erótico, el frotaba mi pierna e iba subiendo cada vez más, hasta alcanzar su objetivo, que no era otro que poner su mano sobre mis genitales, y empezar a acariciármelos, hasta que consiguiera hacerme claudicar, y callera rendido en sus brazos.
La verdad es que todo iba como el pensaba, y yo cada vez me dejaba manosear más y más. A aquellas alturas, hasta estaba dispuesto a que me pajeara y de una vez por todas aliviara aquella calentura que a cada minuto que pasaba me estaba torturando.
Viendo que ya casi me tenía en sus manos, fue a buscar otras cervezas, y luego de traerlas, sacó de uno de los cajones, un tubito de Popper, invitándome a inhalar de él. Toma me dijo después de inhalar él, es Popper, dijo pasándome el tubito.
Quedé pensando unos segundos, pero visto la calentura y excitación que tenía, no lo pensé más, abrí el tubito e inhalé varias veces. Dios, ahora si que mi corazón bombeaba con mayor rapidez. Estaba deseando bajarme el pantalón y slip, y pajearme como un loco.
Justo eso era lo que él estaba esperando, sin darme tregua no esperó más, y ahora sin ningún disimulo, empezó a acariciarme los genitales, mientras me abrazaba a él.
Yo excitadísimo, dejaba que me acariciara, mientras desesperado gemía y le dejaba que empezara a sacarme el pantalón.
Viendo como me tenía, el muy cabrón no perdió el tiempo, en un plis plas, ya me había aflojado el cinturón, y conseguido bajarme el pantalón y slip hasta los tobillos.
Sin quitarme los ojos de encima, y sin dejar de acariciarme, vio como tenía hinchada y enrojecida mi polla, y que estaba tan pero que tan excitado, que supo de hecho que en esa ocasión iba a ser suyo, sabía a ciencia cierta que en ese estado yo me iba a entregar sin condiciones.
Sin dejar que me moviera, empezó a desabotonarme la camisa, hasta que consiguió quitármela por completo, lanzándose a mis hinchados y excitados pezones.
Lo primero que hizo, fue empezar a mordérmelos, mientras con sus manos iba acariciando mis órganos sexuales, e iba subiendo por mi abdomen, hasta llevar sus manos a mis excitados e hinchados pezones, , los cuales empezó a pellizcar y retorcer, mientras con su boca iba subiendo por mi cuello dándome pequeños mordiscos y lamidas, las cuales me hicieron estremecer de tal manera, que me aferré con mis manos a su cabeza, dando fuertes gemidos, mientras empezaba a temblar y convulsionar como si me estuviera dando un ataque epiléptico.
Después de martirizarme un buen rato, siguió subiendo con su boca, hasta llevarla a mis labios, los cuales luego de morderlos y saborearlos, introdujo su lengua en mi boca, dándome uno de los besos más sensuales que me dieron en mi vida.
Dios, no me corrí en esos momentos de puro milagro. Nervioso y excitado como estaba, llevé mis manos a su pantalón, empezando a aflojarle el cinturón. Estaba tan pero que tan desesperado, que necesitaba quitárselo y sacarle la polla para tenerla en mis manos.
Cuando por fin conseguí aflojarle el cinturón y bajarle el pantalón, liberando la polla que me iba hacer suyo, al tocar aquel bulto, quedé sorprendido y asustado de la verga que tenía sobre mis manos.
Dios, tenía la verga tan pero que tan gruesa, que me dio miedo. Aquella verga si conseguía entrar en mi culo, me iba dejar reventado, era como si te meten el puño en el culo. Esa polla junto a la del portugués que me folló en varias ocasiones, fue la polla más gruesa que vi en mi vida. Esta no era tan grande como la del portugués, pero de grosor, era igualita. La polla del portugués, además de gruesa, debería medir entre 22 a 24 centímetros, eso era un monstruo de polla, pero esta no era tan larga, aunque no andaría muy lejos de los 18 o 20 centímetros. Pero con aquel grosor, era igualmente una monstruosidad de polla. Cada vez que la miraba, me daba miedo, joder si era igual de gruesa que mi muñeca.
Cuando el vio la cara de asustado que tenía al ver la polla que se gastaba, y que el intentaba por todos los medios metérmela en el culo y hacerme suyo, intento tranquilizarme, llevó sus manos a mi cara, y dándome pequeños besos en mi boca, me susurraba que no tuviera miedo y que estuviera tranquilo. Me volvió a pasar el tubito de Popper, y destapándolo, me dijo, toma, inhala un poco que esto hará que el esfínter se relaje y dilate, lo demás déjamelo a mí, ya verás como no pasa nada.
Mientras yo hipnotizado, inhalaba del tubito de Popper, él fue quitándome los zapatos y terminó de sacarme el pantalón y slip.
Joder, ya me tenía en sus manos, me tenía sentado sobre su cama, desnudo por completo, medio colocado por el efecto de la inhalación de Popper, y las 2 cervezas que había bebido, con una calentura y excitación, de campeonato.
Una vez me tuvo desnudo por completo, y sabiendo que ahora estaba en sus manos, mientras me acariciaba, me fue tumbando sobre su regazo, para que fuese jugando con su monstruosidad de polla, y se la fuese chupando.
Mientras yo acariciaba e intentaba chupar aquella verga, él terminó de quitarse la ropa, quedando desnudo igual que estaba yo. Luego de terminar de quitarse la ropa, y mientras yo acariciaba y chupaba su verga, abrió el cajón de la mesilla de donde había sacado el tubito de Popper, sacando un tubo de lubricante.
Yo que en esos momentos me encontraba lamiendo y pajeando aquel monstruo de verga, medio colocado por efecto de las cervezas y Popper, con una calentura y excitación que me desbordaba, al ver como sacaba del cajón aquel tubo de lubricante, me di cuenta de que iba a ser sodomizado.
Intenté ponerme de pie, mientras le decía que no quería que me diera por el culo. Antes de que me diera levantado, Felipe, rodeándome con sus brazos, me atrapó pegándome a él diciéndome:
Tranquilo, si no quieres que te sodomice, no lo haré, solo vamos a acariciarnos hasta corrernos. Tu solo chúpala y me pajeas, mientras yo te acaricio y lamo hasta hacerte correr.
¡Dios! Me tenía tumbado sobre su cuerpo abrazado a él. Los 2 estábamos desnudos por completo, notando las tremendas erecciones de nuestras pollas y la calentura que despedían nuestros cuerpos. Notaba la tremenda verga de Felipe, pegada a mi abdomen, y como su boca lamía y mordisqueaba mi cuello, en un claro intento de mantenerme allí tumbado sobre su cama, impidiendo que me levantara y me pudiera marchar.
No seas tonto, mira que caliente y excitado estás. Tu solo déjate hacer, ya verás como te hago gozar. Mira cómo estás disfrutando con mis besos y caricias.
¡Dios! Aquel hijo de puta tenía razón, estaba tan pero que tan caliente, que incluso me hacía perder la razón. Aquella boca y aquellos mordiscos que me estaba dando, me tenían temblando de excitación, el cuerpo me ardía haciéndome claudicar, dejándole que hiciera lo que quisiera conmigo.
Poco a poco mis resistencias se iban cayendo, y Felipe, lo sabía. Sabía que ya me tenía como él quería y había planeado, y que yo poco a poco iría cediendo, entregándome a él por completo.
Me había dado la vuelta, quedando el encima mía. Ahora me tenía boca arriba sobre la cama, y él de rodillas sobre el medio de mis piernas, lamiendo y mordisqueando todo mi cuerpo.
Yo no paraba de gemir, mi polla que estaba que reventaba, la tenía dura e hinchada, derramando continuamente líquido preseminal, sabiendo él que, en cualquier momento, yo explotaría eyaculando. Y a él eso no le interesaba al menos de momento, sabía que, si yo me corría, sus intenciones se vendrían abajo. Y él lo que quería era hacerme suyo, estaba dispuesto a sodomizarme, quisiera o no quisiera yo. Aquel día iba ser por fin suyo.
Después de lamer todo mi liquido preseminal que se derramaba por mi polla, levantó mis piernas llevándolas a sus hombros, quedando el orificio de mi culito, totalmente expuesto a él.
Empezó a lamer mi hoyito con su lengua, dando de vez en cuando leves mordiscos sobre mi perineo, haciéndome chillar y gemir de tanto placer que estaba sintiendo.
Sin que me diera cuenta, había vuelto a coger el tubo de lubricante, y ya me estaba pasando su mano con aquel líquido, lubricando mi entrada. Metía y sacaba su dedo, mientras yo gemía y gritaba que no quería que me diera por el culo.
¡Felipe, no! No me la metas. Me vas a hacer daño, además tengo el culo algo irritado y esa polla no me va a entrar, le decía suplicando, mientras gemía notando como su dedo violaba una y otra vez mi culito, haciendo que mi esfínter fuese cediendo y dejase de oponer resistencia.
Tu déjate llevar, solo relájate y goza, ya verás como te va a gustar lo que Felipe te va a dar. Tienes miedo, pero se que lo estás deseando, y yo también lo estoy deseando tanto como tú.
Ya metía 2 de sus dedos en mi culo y yo no paraba de chillar y soltar gemidos, ¡ohhh! ¡ooohhh!
El muy cabrón arrimando su pelvis a mi culo todo lo que pudo, colocó su verga y pelotas sobre la raja de mi culo, y mientras se restregaba a mí, haciéndome notar toda su hombría restregándose por mi culo, abrió de nuevo el tubo de lubricante, volvió a derramar un poco sobre su mano, llevando luego esta a su polla, untándola con aquel liquido lubricante.
Después de untarse bien la polla, volvió a pasar su mano por mi culo, lubricándolo aún más.
Yo ya no podía más, sabía que me iba a dar por el culo, y aunque tenía miedo, en el fondo lo estaba deseando. Quería sentir aquella monstruosidad de verga entrando en mi culo, haciéndome suyo. Quería que me preñara y me hiciera correr mientras me daba por el culo. Ya estaba dispuesto a entregarme totalmente a él.
Sabiendo como me tenía, y que ya no opondría resistencia alguna, colocó la punta de su monstruosa verga sobre mi hoyito, y sujetándome por mis caderas, manteniendo mis piernas levantadas sobre sus hombros, fue inclinándose sobre mi cuerpo, haciendo que mi culo se fuese abriendo mientras su verga iba abriendo por completo mi esfínter.
¡Ohhh ooohhh ohhh! ¡ohhh! Grité al notar como el glande de aquella monstruosidad de polla, abría mi culo, traspasando por completo el esfínter.
Ya, ya, tranquilo que ya te ha entrado, me decía acariciándome el abdomen y la polla, mientras esperaba a que mi culo se fuese acostumbrando a su verga y el esfínter se fuese relajando,
Cuando vio que mi cuerpo se relajaba y dejaba de estar en tensión, volvió a mover su pelvis, terminando por ensartarme toda su hombría en mi culo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Volví a chillar gimiendo, notando como aquella lanza se insertaba en mis entrañas, abriéndome el culo por completo, quedándome ensartado en aquella monstruosidad de polla.
Ya putita, ya eres mía. Ya te tengo bien empalada en mi verga. No querías que te sodomizara, pero mira como te gusta y disfrutas con mi polla en tu culito.
¡Ohhh Como deseaba tenerte así! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que culito más rico, putita! Gritaba el muy hijo de puta, moviendo su pelvis, haciendo que su verga fuese abriendo una y otra vez mi culito, haciéndome suyo.
Así me tuvo dándome por el culo, un buen rato, hasta que empecé a notar como aquella monstruosidad de polla se hinchaba dentro de mi culito, y empezaba a vibrar derramando su esperma dentro de mis entrañas.
¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto putita! Me corro, me corro, gritaba bañando mis entrañas con su semen.
¡Ohhh putita! Por fin te he hecho mía. Te has hecho de rogar, pero por fin te he preñado este culito tan rico que tienes. Ahora ya te he dejado mi semilla en tu culito, me decía acariciándome el abdomen y retorciendo los pezones.
Sacó su verga de mi culito, dejando que mis piernas reposaran sobre la cama, mientras me decía:
Tu aún no te has corrido, pero no te preocupes, vamos a terminar de ver la película y beber otras cervezas, que luego te voy a volver a sodomizar. Hoy te voy a dar por el culo hasta dejarte bien abierto y preñado.
Cogió el mando de la TV, y pausando la película, se puso a rebobinar, hasta que esta llegó al principio, empezando a ver de nuevo la película, la cual no termináramos de ver.
Mientras comenzaba la reproducción, fue a la cocina, trayendo con él otras cervezas, las cuales bebimos abrazados los 2, mientras veíamos la película.
Yo estaba con un empalme y calentura, que no aguantaba, estaba deseando que el muy hijo de puta de Felipe me volviera hacer suyo. Necesitaba sentir su polla abriéndome el culo y ser poseído de nuevo por él.
Y eso sucedió una vez terminada la película.
Empezó a morderme los labios y meterme la lengua en la boca, y una vez volvió a tener su polla erecta de nuevo, se tumbó sobre la cama, y haciéndome poner a horcajadas sobre él, me volvió a sodomizar.
Primero me hizo volver a inhalar de nuevo del tubito de Popper varias veces, al igual que lo hizo la primera vez que me sodomizó, y después de volverme a lubricar el culito y su monstruosidad de polla, me volvió a ensartar, dejándome empalado en toda su hombría.
Nada más colocarme a horcajadas sobre su cuerpo, sujetando la polla con mi mano derecha, me fui sentando sobre él, mientras su verga se iba introduciendo en mi cuerpo.
¡Ohhh dios! ¡ooohhh que gusto! Notaba como aquella monstruosidad me iba abriendo el culo, ensartándose en mí.
Una vez estuvo toda dentro de mi culito, notando como me tenía ensartado aquella verga hasta los mismísimos cojones, empecé a subir y bajar lentamente, hasta que poco a poco empecé a cabalgar sobre él, ensartándome una y otra vez aquella polla en lo más hondo de mis entrañas.
¡Dios como gozaba! Notaba como aquella monstruosidad de polla me abría el culo y como masajeaba una y otra vez mi próstata, haciéndome gemir y mover el culo cada vez más rápido, ensartándome aquella verga que tanto me estaba haciendo gozar.
Felipe que veía como gozaba, llevó sus manos a mis pezones, y mientras los pellizcaba y retorcía, yo movía mi culito haciendo que su vergota se deslizase por mis entrañas, hasta que empecé a gritar que me corría.
Me corro, me corro, ¡ohhh me corro! ¡ooohhh me corro! Gritaba mientras empezaba a eyacular, soltando todo el semen sobre el abdomen y pecho de Felipe, que seguía sodomizándome con su verga clavada en lo más hondo de mi culito.
Nada más terminar de eyacular yo sobre el pecho de Felipe, quedé parado sin poder moverme, no podía más, estaba totalmente agotado.
Felipe, al ver que yo no era capaz a moverme y él no se había corrido. Me hizo bajar sacándome su polla del culo, se levantó de la cama, y poniéndome a 4 patas sobre ella, dejando que mi pecho quedase pegado al colchón, quedándose él de pie al borde de la cama, llevó mi culito hasta él, y en esa posición, volvió a ensartarme su polla enterrándome toda su virilidad en lo más hondo de mí.
¡Ohhh dios! Aquella verga me iba a reventar, pero reventar de tanto gusto que me estaba haciendo pasar. Yo no paraba de gemir y llorar por tanto gusto que me estaba dando, me tenía agotado y no era capaz a moverme, pero aquella verga me estaba haciendo delirar de placer.
Felipe ahora arremetía ensartándome salvajemente una y otra vez. Era como un toro envistiéndome, resoplaba y gruñía enterrándome la polla en el culo, haciéndome gemir y llorar de tanto placer que me estaba dando, hasta que, por fin, clavando sus dedos en mis caderas, dio unas fuertes envestidas, empezando a gritar que se corría.
¡Ohhh putita me corro! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba derramando su semilla en lo más profundo de mis entrañas, dejándome bien preñado el culito.
Una vez terminó de eyacular dentro mía, dejándose caer sobre mi espalda, llevó su boca a mi nuca, empezando a morderme mientras me decía lo bueno que estaba.
¡Ohhh maricón como me gustas! Como me gusta tu culito, me decía mientras su polla iba saliendo de mi maltrecho y sodomizado culito.
Te has hecho el difícil, y me has hecho sufrir, pero por fin pude hacerte mío. Ahora que ya te he sodomizado y hecho mi putita, espero que no tardemos tanto la próxima vez en preñar este rico y sabroso culito.
Una vez pudimos recuperar el aliento y reponernos de aquella salvaje cogida, nos comenzamos a vestir, y después de terminar de beber las cervezas, salimos ambos, yo iba para mi casa, ahora si que iba bien pero que bien cansado, y sobre todo bien sodomizado y bien preñado con el semen de Felipe, el cual, por ser tan insistente y pesado, consiguió darme por el culo y hacerme suyo.