Insatisfacción

Había roto con una pareja dos años antes. Leí un aviso donde prometían ejercicios orientales para explorar un erotismo diferente, y sin dudar llamé. (Fotos)

INSATISFACCIÓN

Pasaba un período de mi vida en que me sentía insatisfecha. Deseaba encontrar alguna variante para cambiar la rutina y no encontraba respuestas a mis urgencias sexuales. No me conformaban las relaciones que había tenido con mi pareja con la que corté luego de dos años. Me sentía sola y angustiada, hasta que leí un aviso clasificado, "Técnicas orientales, relajación y erotismo, equipo multidisciplinario, terapia grupal o individual". Daba un número telefónico. Por curiosidad y casi sin pensarlo llamé.

Me atendió una mujer muy amable de voz sensual y luego de identificarme y explicarle sucintamente el motivo de mi llamada, me hizo una propuesta para entrevistarme y luego sugerirme lo más conveniente para mis expectativas.

Acepté. Nos pusimos de acuerdo en el día y el horario. Concurrí al departamento en la fecha convenida. Me recibió la mujer que me había citado. Era una madura trigueña de ojos pardos y mirada sugerente. Me atrajo e impactó desde el primer momento. Su cuerpo armonioso de piernas torneadas y cintura estrecha la hacían sumamente atractiva. La indumentaria ajustada al cuerpo con un escote atrevido insinuaba el inicio de sus pechos generosos de gruesos pezones que resaltaban a través del vestido.

Luego de las presentaciones, nos sentamos en un sillón y luego de degustar un té que gentilmente me ofreció inquirió sobre mi expectativa para incorporarme al grupo que ella dirigía y el porqué de mi llamado.

Su voz y su delicadeza para preguntar sobre mis frustraciones y debilidades, hizo que me sintiese cómoda y confiada y me explayase sobre mis deseos, recién entonces me pidió permiso para incorporar a la charla al psicólogo del grupo. Adujo que entre los dos me podrían asesorar para que resolviese mis angustias y gozare de la mejor manera posible de una nueva y gratificante experiencia. Acepté, no sin antes expresarle que sería la primera vez que me sometería a una entrevista con un psicólogo, y no sabía si estaba preparada para su interrogatorio.

Me presentó a Javier, un hombre de unos 40 años muy buen mozo de un físico atlético que se insinuaba detrás de un traje que lucía impecable. Me pareció encantador y me tranquilizó desde el principio con su voz pausada e inquisidora. Malena la anfitriona se retiró con discreción dejándonos solos.

Me hizo reclinar en el diván y me pidió que me explayara sin tapujos sobre los temas que me llevaban a la consulta con absoluta libertad. Me sugirió que cerrase los ojos, pues iba a sentirme más cómoda. Le hice caso. Efectivamente me sentí sin miedo de expresar mis sentimientos. Divagué por situaciones de mi vida hasta que me preguntó por mis experiencias sexuales, y casi sin proponérmelo le conté mi curiosidad por explorar un mundo nuevo como insinuaba el aviso sobre el erotismo.

"¿Tuviste alguna experiencia con otra u otras mujeres?" me interrumpió.

"Jamás", "bah, salvo algunos juegos que tuve de pequeña con una prima."

"Fantaseaste con una reunión donde fueses el centro de atracción y te dejases llevar por tus instintos incursionando en lo más profundo de la sensualidad de una mujer".

Debo haberme sonrojado al escuchar su pregunta, pero estaba dispuesta a decir la verdad.

"Quién no fantaseo con ser una prostituta y participar de una orgía alguna vez", fue mi respuesta.

Luego la charla prosiguió por temas baladíes pero temí que descubriese mi estado de excitación a raíz del tema sexual. Al despedirme Malena me preguntó si me había sentido bien y contenida con la conversación con Javier. Le respondí que estaba contenta pues había desentrañado muchas frustraciones y fantasías de parte de mi vida, y estaba dispuesta a iniciar las sesiones y ejercicios con el grupo. Malena me dijo que conversaría con el psicólogo para colocarme en el grupo más adecuado según su criterio.

Esperé ansiosamente el llamado de Malena que finalmente se comunicó conmigo la semana siguiente. A las cuatro de la tarde del día martes comenzaban las sesiones. Llegué puntualmente. Me presentó a los contertulios que me recibieron con afecto.

Javier y Malena nos dieron la bienvenida y nos presentaron a los líderes que nos iniciarían en las prácticas y ejercicios. Yo no iba con el grupo principal pues me informaron que como era la primera vez dos mujeres se encargarían de introducirme en el mundo del placer y el erotismo. Malena me presentó a Zhen una morena de rasgos orientales. Me tomó de la mano y me llevó a una habitación espaciosa. Poseía una colchoneta y una cama enorme. Una luz tenue alumbraba el mobiliario y el aroma de varios sahumerios encendidos impregnaban la pieza. Sobre una mesa pequeña observé varios aparatos consoladores de diferente tamaño, color y textura.

Zhen que según me enteré era china, me presentó a Lorena, una morena de pelo ensortijado y cuerpo infartante. Me invitaron a desnudarme y relajarme echándome de espaldas sobre la colchoneta. El ambiente era especial. Se escuchaba de fondo una música oriental para embriagar los sentidos. Sin preguntar les hice caso. Quedé solo con un top rojo y la bombacha, cubriendo los senos y la vulva depilada.

Una voz monocorde comenzó con un mensaje pidiendo que nos iniciemos entregándonos a la voluptuosidad de los sentidos. "Relájense, separen sus muslos, y comiencen con una caricia suave de sus senos en forma circular.". Inconscientemente le hice caso. Ya no miraba alrededor, había cerrado los ojos y me dejaba llevar por esas palabras que parecían guiarme a un mundo desconocido.

"Aprisionen sus pezones y pellízquenlos con vehemencia". Estaba absorta y ensimismada acariciando mis senos cuando sentí que mis guías se acercaban. Abrí los ojos. Zhen se había despojado del corpiño. Tenía un cuerpo hermoso. Aproximó su hermoso seno a mi boca. No dudé ni un instante, estaba desconocida. Me dejé llevar por mis deseos y mi calentura y me apropié con mis labios de su pezón mientras ella me ofrecía un consolador negro que no tardé en insertarlo en mi vulva húmeda por el deseo. Ella y Lorena, que contemplaban extasiadas la escena, hacían lo propio masturbándose con sendos consoladores.

Estaba desatada, mamaba los pezones de ambas alternativamente. Gozaba. Lorena se situó entre mis piernas y su boca se ocupó de mi vulva y mordisqueo el clítoris. Sentí sus dedos dilatando la entrada e insertándome un consolador que comenzó a vibrar. Me agitaba y gemía de placer. Abría mis piernas invitándola a enterrar el aparato profundamente. Era algo diferente, sublime. Entre jadeos y gemidos de las tres Zhen elogió mi entrega, "Eres tan sensual","Podés participar de cualquier grupo", agregó.

Me situé entre las dos. Mientras nos prodigábamos intensas caricias, Zhen le ordenó a Lorena que se ocupase del placer supremo,"Ya está preparada", le dijo. Luego me susurró al oído, "Relájate, ponte de espaldas y levanta las piernas". Como una autómata le hice caso. Su boca besó mi ano y lo llenó de saliva. Lorena me fue introduciendo delicadamente un consolador blanco doble dentro de la vagina y el ano. Separaba los glúteos y con la mano libre me estimulaba el clítoris. Zhen besaba mi boca y nuestras lenguas intercambiaban su saliva. Sentí el consolador completamente dentro de mí y me entregué al placer. Movía mi pelvis como si tuviese dos hombres haciéndome el amor. Tuve dos orgasmos seguidos. Mis jugos se esparcían por los muslos mientras gemía de placer, "Quiero más", "No se detengan por favor". Con vehemencia me presté a retribuirles sus caricias y las colmé de besos y juegos con los consoladores hasta que sus jadeos y gemidos me anunciaron sus orgasmos. Terminamos sudorosas y agitadas.

Fue una velada maravillosa, y al despedirme me elogiaron calurosamente delante de Malena quién no olvidó recordarme una nueva cita para la semana siguiente donde estaba segura la pasaría mucho mejor.

Munjol. hjlmmo@ubbi.com