Inolvidable trío

Una pareja de amigos hace realidad su más disparatada fantasía... ¡hacerlo con un famoso presentador de tv!.

Regresábamos en mi coche de una fiesta.

Este es el relato de algo totalmente increíble que viví junto a una amiga. Nunca se lo he contado a nadie.

Comenzaré diciendo que Leticia es una chica con la que tengo amistad desde hace mucho tiempo. Ella es realmente bonita, aunque es preciso destacar ahora que, hasta los hechos que voy a relatar a continuación, sólo éramos simples amigos.

Regresábamos a casa de una fiesta en casa de un amigo en las afueras. Yo había pasado un día muy agradable en la piscina con todos mis amigos, fumando y bebiendo en el césped.

Pero la tarde llegaba a su fin y tenía que volver a la ciudad para trabajar y Leticia me pidió que la llevase a su casa porque no se encontraba muy cómoda. Al parecer la habían tirado al agua con su ropa de calle en el transcurso de la tarde y aún se encontraba con el pelo húmedo y vistiendo una ropa que no era la suya.

Yo encontraba a Leti especialmente sexy. Su pelo color caoba adquiría con la humedad una tonalidad rojiza que hacía más resplandecientes sus ojos. Su sonrisa, siempre pícara iluminaba su rostro.

Le habían prestado una camiseta enorme, y aunque en un principio esto no pueda parecer algo muy sexy... a mí sí me lo parecía. La camiseta dejaba apenas intuir sus femeninas formas, al tiempo que marcaba ligeramente la situación de sus pezones. Pero yo sabía lo que esa camiseta ocultaba; un cuerpo precioso, generoso, con curvas.

Leticia no es muy alta, por eso su cuerpo no tiene sitio para imperfecciones. Nunca me había sentido realmente atraído por ella pero no me importa admitir que alguna vez me había sorprendido a mí mismo mirando embobado sus grandes tetas.

Pero cuando Leticia demuestra toda su sensualidad es al hablar. Su voz es dulce, cargada de erotismo y muy frecuentemente apostilla sus frases con alguna palabra cariñosa.

¿Nos vamos ya, amor ?- me dijo. Y es que Leticia irradia erotismo por todos los poros de su piel.

Sí, vamos. Además se me hace tarde.- le contesté.

Yo me llamo Dani. Tengo 24 años y soy técnico de sonido en un grupo mediático de radio y televisión bastante conocido. No soy guapísimo, pero tampoco me considero feo. Soy un chico deportista, alto y fuerte. Voy al gimnasio cinco días a la semana, por lo que tengo un buen físico. Tenía que ir a los estudios centrales de la emisora, pues estaba trabajando en el turno de noche.

En el camino de vuelta a la ciudad comenzamos a hablar un poco de todo, de cómo nos lo habíamos pasado en la piscina, de si fulanito hablaba mucho con menganita, y de algún chisme más. Pronto surgió el tema de la pareja. Leti no estaba con nadie en ese momento, y me preguntó a mí que tal estaba yo, pues sabía que recientemente lo había pasado mal por una chica.

-Bueeeno, bien, no sé, mal . jaja- sentencié yo – creo que me voy a hacer gay, puesto que no me quiere ninguna- le dije en tono de broma.

-Jaja, ¡di que sí! En la vida hay que probar de todo un poco...

-Pues mira jeje- continué yo – quizá lo pruebe.

-¿Ah sí? Jaja ¿y ya has pensado en algún chico?- dijo Leticia siguiéndome la broma

-¡Claro! He pensado en Nico Abad- respondí demasiado rápido.

Había contestado sin pensar, había dicho algo que prácticamente era un secreto íntimo mío. Lo que no es ningún secreto es que Nico está buenísimo. Es presentador de la cadena Cuatro de televisión y muchos días me le había cruzado por los estudios, puesto que la radio donde yo trabajo es una filial del canal de televisión donde trabaja Nico y los estudios de ambos forman parte del mismo polígono, compartiendo zonas comunes como cafetería, parking...

Los tíos siempre negamos que nos fijemos en otros tíos, e incluso la mayoría de los tíos dicen a veces cosas del estilo de "yo no sé si ése es guapo o no. Soy un tío". Toda una gran mentira.

A Leticia le pareció que yo demostraba buen gusto, y siguiendo con la coña, entre risas, me dijo que si algún día me le ligaba, que estaría bien que le compartiese con ella. Le contesté que no pensaba prestárselo, que en cualquier caso haríamos un trío.

Los dos reímos con ganas y acordamos que así lo haríamos. Llevábamos la mitad del camino de vuelta recorrido y la verdad es que con tanta broma y tanta risa se me estaba haciendo el trayecto de lo más corto. Yo había bebido algo, y en ese momento me di cuenta de que Leticia también estaba "contenta".

Me encontraba pensando esto cuando reparé en que hacía ya cinco minutos que no hablábamos. Después de ese ataque de risa que nos entró tras haber acordado que cuando me ligase a un famoso presentador de televisión nos montaríamos un trío con él nos habíamos quedado callados. ¿O tal vez no era así? Seguramente no hacía tanto tiempo que no decíamos ni palabra, pero yo miraba a Leticia por el rabillo del ojo y la veía muy callada, con la mirada fija en el tráfico.

No sabía qué decir pero a mí me resultaba molesto este silencio. Decidí romper el hielo.

-¿Qué te pasa, que miras más fijamente al tráfico que yo? ¿Quieres conducir tú? Jejeje.- le dije haciendo una torpe broma.

-¿Eh?- Leti contestó como despertando de una ensoñación.- estaba pensando que sería fantástico...- me respondió al fin

-¿El qué?- pregunté sinceramente.

-hacer el trío.

-¿Qué trío?! Dije un poco extrañado, como no creyendo del todo lo que estaba oyendo.

-¿Qué trío va a ser Dani, coño? ¿De qué estábamos hablando? Sería genial follárnosle entre los dos- aparté la vista de la carretera y giré la cabeza hacía ella. Mis ojos se encontraron con los suyos, mirándome fijamente.

Fue una suerte estar conduciendo en ese momento, pues pude así esquivar su intensa mirada y dirigirla al tráfico. Aunque no estoy seguro de que Leticia no notase mi nerviosismo. Y es que yo estaba hecho un lío. ¿Era una continuación de la broma de antes? ¿Hablaba Leticia enserio? ¿O es que antes no era tan en broma lo que hablábamos? Seguramente me quisiera vacilar...

Pensé que si se trataba de un juego, no sería yo quien le pusiese fin.

-Yo sé donde encontrarle.- no dije nada más. Simplemente eso.

Continué conduciendo y no aparté la vista de la carretera. Hubo unos segundos de intenso silencio que interpreté como que el juego había terminado. Una broma es una broma. Y todo tiene su fin. Noté que Leticia iba a hablar, ya daba por hecho que diría algo como "anda, cambiemos de tema, dejemos de hablar tanta tontería".

-¿Y como le convencemos? Dijo de forma atropellada. -¡Ni siquiera podremos acercarnos a él! Habrá medidas de seguridad y...

..y tres guardaespaldas que le protegen. ¡No te jode! Jaja ¡ni que fuese el Presidente! Jaj´. Y la risa se me cortó de golpe.

Leticia se giró y se sentó de lado en su asiento, deslizó su mano y la dejó apoyada sobre mi muslo derecho y me dijo con esa voz suave y acompasada;

-¿Se te ocurre algún plan, cariño?

En ese momento yo no sabía ya qué hacer ni qué decir. Ellas siempre ganan. Es lo único que acerté a pensar.

¿Todo esto era una broma, no? ¿En qué momento había comenzado a ser real? Noté que algo comenzaba a crecer entre mis piernas. Me sentiría como un estúpido integral si ella estaba jugando conmigo en todo momento (como muy probablemente así fuese) y me descubría excitado. Si eso ocurría mejor sería que me tragase la tierra.

Leticia se acercó aún más a mí. Aproximó su cara a mi cuello y al tiempo que su mano se acercaba lentamente a mi entrepierna. Noté su aliento cerca de mi oído al tiempo que su mano estaba ya sobre el bulto que cada vez se hacía más grande bajo mis bermudas.

-¿Te vas a rajar ahora, amor?- me susurró al oído. –humm parece que te atrae a ti también la idea...

Y es que en ese momento mi polla había alcanzado su tamaño máximo. Tuve que agarrar su mano y apartarla de ahí por miedo a tener un accidente.

Le dije que yo no pensaba echarme atrás.

Pero en un instante, logré pasarle a ella toda la responsabilidad de decidir qué pasaría con este juego. Nos acercábamos a la ciudad y era momento de elegir que camino tomar. Nos encontrábamos ante una bifurcación de la carretera. Dos caminos totalmente opuestos quedaban delante de nosotros: a la derecha la carretera que nos llevaría a su casa y a la izquierda la circunvalación que llevaba a la zona donde estaban las emisoras y platós de televisión.

-Elige Leticia, ¡deprisa! ¿Qué camino tomo? ¿Te llevo a casa?

Ella bajo lentamente la mirada y se sentó más correctamente. Me creí ganador. Estaba apunto de decir "sí, a casa". Pero no supe mantener la boca cerrada.

¿O te vas a rajar , nena?- Dije burlonamente.

Leticia levantó la cabeza y me miró con ojos desafiantes. Tenía los labios apretados y no dijo nada. Se limitó a hacer un rápido ademán con la cabeza señalando inequívocamente hacia la izquierda.

Esto era un pulso, un juego, y ninguno nos íbamos a dejar ganar.

No volvimos a decir ni una sola palabra. Parecía que nos hubiésemos enfadado. Llegamos a los estudios rápidamente. Ya había anochecido, tan sólo un ligero resplandor rojizo manchaba el cielo por donde el Sol se había ocultado. Introduje mi ficha en la máquina que levanta la barrera del parking, prácticamente delante del vigilante de la puerta. Faltaba algo más de una hora para que comenzase mi turno pero... ¡bendito Mundial de fútbol! El muy cabrón ni me miró. Estaba absorto mirando una pequeña televisión. El resplandor verdoso de la televisión, que inundaba toda la garita, delataba que era fútbol lo que veía.

Ya dentro del parking fui hasta donde se aparcan los coches de trabajo; las unidades móviles y las furgos donde transportamos los equipos. Aparqué mi coche y tiré del freno de mano con fuerza. Me giré hacia ella. Lo hice bruscamente, me miró ligeramente asustada y quiso hablar

ooye yyo..-

Pero no dejé que continuase. Rápidamente pegué mis labios a los suyos y le di un fuerte beso. Acto seguido repetí la acción, pero esta vez más suavemente, ya sin el factor sorpresa mi cara se acercó lentamente a la suya. Leti buscó mi boca. Nuestros labios se juntaron de nuevo. Su lengua comenzó a jugar con la mía. Extendí mi brazo derecho rodeando su cuerpo, situé mi mano en su espalda mientras continuábamos besándonos con pasión. Mi mano recorría su espalda.

Me encantaba esa horrible camiseta enorme. Me encantaba notar que no llevaba sujetador. Me encantaba notar su mano otra vez donde minutos antes había estado sin permiso.

Introduje fácilmente mi mano por dentro de esa enorme camiseta y fui subiendo lentamente, acariciando su piel mientras mi mano ascendía, al tiempo que continuábamos besándonos. Con la palma de la mano comencé a acariciar sus tetas, sus pezones se endurecían por momentos bajo mis suaves caricias.

  • Para, para, Leticia, uff, para- acerté a decir. Leticia había metido la mano en mi bermuda y agarraba algo que no era suyo, pero que yo me moría de ganas por darle.

-¿Tienes un plan, eh? ¿Qué se te ha ocurrido Dani?- me dijo con su aterciopelada voz mientras movía muy suavemente su mano recorriendo mi polla.

-Cierto. Algo se me ha ocurrido. Pero vamos a hablarlo. ¿O has olvidado por qué hemos venido hasta aquí?

-No, no lo olvido... Hemos venido a follarnos entre los dos a Nico Abad. He inmediatamente me beso suavemente en los labios.

Todo esto era completamente surrealista. Tomé conciencia de que Leticia estaba loca. De que yo también debía de haberme vuelto loco. Esta locura podría costarme mi empleo, quizá incluso la cárcel, y muy probablemente no consiguiésemos nuestro objetivo. En ese momento sólo creía estar seguro de que, por lo menos, Leticia y yo acabaríamos esa noche follando. Entonces me asaltó una pregunta en mi mente: ¿merecía la pena arriesgar tanto por una noche de placer? O lo que es lo mismo ¿merecía la pena intentar realizar ese trío?

Pensé que hay ocasiones que sólo se presentan una vez en la vida. Y no estaba dispuesto a lamentarme nunca en el futuro por no haberlo intentado.

Le conté a Leti mi plan. O más que plan lo que hasta entonces se me había ocurrido, pues no es que tuviese "lagunas" el plan... es que casi no había por donde cogerlo.

Yo había aparcado mi coche justo al lado de la furgo que uso para desplazarme por dentro del plató con todo lo necesario para mi trabajo. Todo tipo de herramientas, escaleras, equipos de sonido, "kilómetros" de cable, esas cosas jeje. El plan era el siguiente: montarnos en la furgo del curro y aparcar cerca de la puerta del estudio de televisión, por donde irremediablemente debía salir Nico. Una vez localizado el "objetivo" le seguiríamos en la furgo hasta su coche, y allí, lejos del estudio me las ingeniaría para meterle en la parte de atrás, usando la fuerza si fuese preciso.

En este punto Leticia me interrumpió. Y me dijo:

-Eso de usar la fuerza no me convence. Quizá se pueda hacer otra cosa.- y me sacó la lengua de forma burlona al tiempo que se levantó fugazmente la camiseta y me enseñó las tetas

-jajaja. Está bien, como quieras.

Nos montamos en la furgoneta. Yo conducía, y Leticia se situó en ese momento en la parte trasera, a modo de precaución, por si nos cruzábamos con alguien por el parking. El turno de la tarde finalizaría en pocos minutos. Pronto saldrían todos los trabajadores y todo aquello quedaría mucho más vacío. Pero por el momento había en el parking un número considerable de coches, por lo que no fue fácil localizar el de Nico. Cuando lo hube hallado estacioné la furgo lo más cerca que pude del coche de Nico, y advertí a Leticia que no se moviese de allí, y que esperase a que yo volviese.

Mi turno de trabajo estaba a punto de comenzar. Ahora yo debía encontrar a mi encargado y engañarle de algún modo. Subí por unas escaleras y caminé por un pasillo hacia la zona de despachos técnicos. Félix, mi encargado, era un tipo no muy alto, gordo, y con un bigote enorme. Félix se encontraba en su oficina estudiando unos planos, al tiempo que escuchaba el fútbol en un pequeño transistor. Como la mayoría de encargados cabrones, éste tenía la costumbre de llegar siempre muy pronto al trabajo.

-Buenas noches jefe, ¿cómo va?- fingí interés por el fútbol. No quería levantar sospechas, pero lo cierto es que sólo podía pensar en Leticia, en su cuerpo, en su delicada piel, en sus dulces labios susurrándome cosas al oído...

-¡Coño Martínez, llegas pronto! ¿Estás enfermo?- me dijo en tono socarrón- Ganan los Brasileños 3-0, éstos se plantan en la final seguro..

-eh sí sí, seguro.. Por cierto Félix, no pienso irme a trabajar esta noche al plató número seis yo solo. Toda la instalación está atrasadísima y de ninguna manera me voy a comer yo sólo el marrón. Allí hay curro para dos días.

  • ¡¿QUÉ?! Ese cabrón de Gálvez me ha engañao, ¡me dijo que estaba casi a punto! Y tú tira pa’ allá! No quiero verte el pelo en toda la noche. Joder Martínez –dijo en tono mucho más amable, al tiempo que jugaba con sus dedos en su ridículo bigote- sé que estás solo por la noche pero los productores quieren ese plató listo para comenzar a emitir esta semana...

De acuerdo jefe –dije fingiendo desgana- Cogeré una furgo y me iré para el seis.

No pude evitar esbozar una sonrisa de triunfo al darme media vuelta. Ese plató estaba prácticamente terminado. En pocos días se estrenaría un nuevo "late night show" en la cadena. Parecía que el plan daba resultado. Pero poco tiempo me duró la sonrisa en la boca. Miré mi reloj y advertí desolado que había perdido mucho tiempo con el gordo. Deshice el camino andado y bajé presuroso las escaleras. Pasé por el torno y salí de nuevo al parking. Ya había oscurecido totalmente y las farolas iluminaban tristemente los escasos coches que se encontraban desperdigados por el enorme parking del complejo. La mayoría de las personas se sorprenderían de la poca gente que trabaja en una radio o en una televisión en el turno de noche.

Nuestro disparatado plan había fracasado al fin. Nico debía de haberse ido hacía rato. Caminé despacio por el parking casi vacío pensando en cómo se lo tomaría Leticia. Quizá se enfadase o se "enfriase" y seguramente, ni siquiera entre nosotros pasase nada.

Pensaba estas cosas cuando casi tropiezo con el coche de Nico. Mi pulso se aceleró. ¿No habría salido? ¿Aún se encontraría en el edificio principal? El leve sonido monótono de una conversación llegó a mis oídos, busqué la furgoneta con un veloz giro y pude comprobar que oía con algo más de nitidez. Capté una risa fresca... ¡era Leti! Obviamente no me había hecho caso en lo de esperarme dentro de la furgo sin moverse, pero.. ¿con quién hablaba?

Se encontraban al otro lado del vehículo puesto que no los veía. Sigilosamente recorrí todo lo rápido que pude los metros que separaban el coche del guapo presentador y mi furgoneta, y ya pude oír lo que decían, pero no presté atención a su conversación. Debía pensar en algo y rápido... me agaché junto al lateral de la furgo para comprobar dónde se encontraba exactamente cada uno. Leticia estaba a mi izquierda y su interlocutor.. ¡esa voz! ¡Era él! Nico estaba hablando con Leti y quedaba a mi derecha.

Muy lentamente y sin hacer ningún ruido me incorporé y me situé detrás de Nico. Leticia me vio y pude notar cierto sobresalto en sus ojos. Posé el índice de mi mano derecha en mis labios y ella comprendió que no debía delatar mi presencia, pero quería que ella viese que yo estaba allí. Entre tanto, Nico continuaba hablando.

...bueno, ha sido un placer firmarte la camiseta y charlar contigo, no me había fijado que teníamos técnicos tan guapas. Pero me voy ya, es tarde y...

Nico- le cortó Leticia- quiero decirte algo. No soy técnico. En realidad me he colado aquí para proponerte algo...

Nico torció el gesto, pero le dijo a Leticia que continuase hablando.

Verás, seré muy clara. A un amigo mío y a mí nos gustaría mucho montarnos un trío contigo. ¿Qué te parece si nos vamos a buscarle y pasamos una noche genial?

Mira niña, creo que estás loca o no hablas en serio... - Leti dio un paso adelante, seguramente quería demostrarle lo enserio que estaba hablando, pero Nico retrocedió hasta situarse muy cerca de mí, ignorando totalmente mi presencia.

En ese caso... ¡ahora Dani! –gritó Leticia.

Nico quiso darse la vuelta, pero tan pronto como comenzó a girar hacia la izquierda descargué mi brazo derecho. El dorso de mi mano impactó en su cuello, en un preciso y seco golpe que aprendí en kárate. Al popular presentador no le dio tiempo a emitir ningún sonido. Se derrumbó como un saco de patatas.

Metimos el cuerpo inanimado en la furgoneta entre los dos y montamos apresuradamente. En mi mente comenzó a esbozarse una idea de arrepentimiento por la locura que estábamos llevando a cabo, miré a Leticia y pareció leer mi pensamiento. Pasó una mano por mi cuello y me atrajo hacia sí. ¡Qué rápido cambiamos de parecer los hombres! Después de besarnos durante un momento, nos dirigimos los tres al plató número seis.

El plató se encontraba en la más absoluta oscuridad pero yo lo conocía a la perfección. Dejé a Leticia y al inconsciente Nico en el centro del plató, seguro de que no se moverían porque la falta de luz era total. Yo me dirigí a la sala de control. Sabía muy bien lo que hacía, presioné un botón y se encendió un foco justo al lado de Leticia. El concentrado haz de luz iluminó una columna no muy gruesa. Acto seguido encendí otro foco. Éste último era más grande, y arrojaba su luz de forma oblicua iluminado una mesa. Los dos focos no podían vencer la negrura que envolvía los dos puntos iluminados, dominando el resto del plató.

La mesa era grandísima de esas típicas de programa nocturno y estaba entera forrada de terciopelo rojo. Un faldón que llegaba hasta el suelo, también de terciopelo, completaba el conjunto. Me reuní de nuevo con ellos y entre Leti y yo desnudamos a Nico y lo atamos a la columna. Le sujetamos las manos con bridas de plástico por detrás de la espalda. Rodeando con los brazos la pequeña columna, Nico quedó sentado en el suelo.

Me dirigí a la mesa y me senté en ella.

-¿Y ahora qué? – preguntó Leticia mientras se sentaba a mi lado.

-Bueno, no sé, tendremos que hacer tiempo hasta que ese se despierte... –

Fui quitándome la camiseta mientras hablaba y nada más hacerlo Leticia se lanzó a por mis labios. Pasó su pierna derecha por encima de mi cuerpo, quedando sentada encima de mí. Su lengua se abrió paso en mi boca, buscó a la mía y cuando se encontraron jugaron juntas.

Mis manos acariciaban su culo por encima del pantaloncito, Leti se separó levemente de mí y acto seguido se despojó de la camiseta prestada. Nos miramos a los ojos. Sus ojos brillaban con una mezcla de deseo y diversión. No pude contenerme por más tiempo. Puse mis manos en su espalda y me lancé a por sus tetas, eran simplemente preciosas, maravillosas. Pellizqué suavemente sus pezones, haciendo que se endureciesen, los besé y lamí durante un rato, hasta que de su boca salió el primer gemido. Sin darnos cuenta nos habíamos despojado de todas nuestras ropas que se encontraban ya desperdigadas por el suelo. Hacía rato que yo tenía una erección terrible, de las más grandes que he tenido en mi vida. El hecho de tener encima de mí a semejante belleza no era para menos. Leticia comenzó a mover rítmicamente su cadera, de forma muy suave haciendo que mi polla se frotase contra su monte de venus. Yo no podía dejar de besarla. Besaba su cuello, chupaba sus pezones, mordía sus labios. Leticia continuaba moviéndose encima de mí muy lentamente, pero cada vez lo hacía un poco más fuerte. El calor y humedad de su sexo se hacía notar en el mío. Eché mi cuerpo hacía atrás en la mesa, apoyándome en los codos. Nuestra respiración se volvía más agitada por momentos. Ahora yo también me movía. Resultaba increíble lo que estábamos disfrutando sin llegar a la penetración. Su coñito se frotaba contra mi verga siguiendo una cadencia casi mágica. En uno de nuestros movimientos mi glande rozó fugazmente sus labios, separándolos lo suficiente para sentir que ahí se hallaba la entrada al paraíso. Ella obviamente también lo notó y emitió un breve suspiro que casi me pareció un lamento.

De haber sido un movimiento premeditado habría sido fácil penetrarla, pero apenas duró un segundo mi polla en la posición idónea. Al siguiente movimiento de nuestros cuerpos su chochito volvía a frotarse contra mi polla en toda su longitud, desde el glande hasta la base, compartiendo conmigo su humedad.

Decidí posponer ese placer. Resultaba evidente que estábamos a un solo paso de hacerlo . Coloqué mis manos en su espalda y giré mi cuerpo haciendo que Leticia quedase tumbada encima de la aterciopelada mesa. Ante el desconcierto que mostraba su rostro me bajé al suelo y me situé frente a ella. Tenía el pelo revuelto y su pecho subía y bajaba sensiblemente, fruto de su respiración agitada. Sus pezones se hallaban duros y sus labios, húmedos y enrojecidos, no encontraban las palabras para preguntarme por qué me había bajado al suelo. Entonces comprendió.

Tomé uno de sus pies y lo llevé a mi pecho, lo cogí con ambas manos y lo besé. Lo besé repetidas veces. Pasé mi lengua por sus deditos y me introduje en la boca el dedo gordo. Su rostro formaba ahora esa sonrisa voluptuosa que tan caliente me ponía. Leticia se encontraba ahora en la posición que yo tenía unos momentos antes. Sentada en la mesa, con las piernas ligeramente abiertas y la espalda levemente hacia atrás, soportando el peso de su cuerpo en los codos. Mis mojados besos subieron por su pierna. Lamí su tobillo y mi lengua comenzó el delicioso ascenso hacia arriba. Al llegar a la rodilla dejé suavemente su pierna descansar de nuevo sobre la mesa. Fui agachando mi cuerpo. Besé sus rodillas, mi lengua iba de una a la otra alternativamente, y mis besos arreciaban con fuerza. Mis manos acariciaron la parte externa de sus muslos y ella, al notar el contacto de mis manos en su piel, separó aún más sus piernas. Mi lengua seguía ascendiendo de forma sinuosa por sus piernas, ahora lamía y besaba la cara interna de sus muslos, acercándome cada vez más al epicentro de nuestro placer.

Miré su rostro de nuevo, alcé la mirada y me encontré con la suya. Sus ojos se hallaban entornados y se mordía el labio inferior. Creo que el deseo la consumía.

Saqué todo lo que pude mi lengua y acaricié su piel con ella muy cerquita de su sexo. Su olor me embriagaba. Provocaba en mí el deseo de lanzarme de una vez por todas a comerle el coño pero quería aumentar su placer, quería matarla de excitación. Acaricié con mi lengua las proximidades de su cueva, lamí muy lentamente sus labios mayores, mi lengua recorrió muy despacio su pelito corto, más arriba de su botoncito y volví a bajar con la punta de mi lengua hasta llegar a esa zona donde la piel se vuelve tan tersa y suave, camino de su otro agujerito. En ese momento subí con mi lengua hacia arriba dando un gran lametazo pero sin aumentar la velocidad de mi lengua, separando sus labios menores y llegando por fin a su clítoris, repetí este último movimiento unas cuantas veces más, de abajo a arriba, incrementando la velocidad en cada acometida, llenándome de su sabor. Dulce, salado, agrio, delicioso, indescriptible.

Alcé la mirada una vez más ansioso de conocer a través de la expresión de su rostro sus sensaciones. Pero no me fue posible. Leticia había echado la cabeza hacia atrás abandonándose al placer que mi lengua le proporcionaba.

Me incorporé de nuevo y me situé entre las piernas abiertas de Leti. Ella levantó la cabeza y me miró. Su pelo alborotado, su frente sudorosa y su boca abierta y casi jadeante eran de por sí la viva imagen del deseo.

La enorme mesa de terciopelo tenía una altura ideal. Leticia se encontraba sentada casi en el borde de la mesa y mientras nos besábamos de nuevo rodeó con sus piernas mi cuerpo, haciendo que se encontrasen nuevamente nuestros sexos. Ella se movió muy hábilmente haciendo que mi polla quedase justo en la entrada de su coñito. Estaba muy mojada. Fui empujando muy lentamente al tiempo que respirábamos con fuerza uno en la oreja del otro. No había palabras. Cuando estuve totalmente dentro de ella sentí que me clavaba ligeramente las uñas en la espalda y empecé a mover mis caderas suavemente, mi polla entraba y salía de su interior cada vez un poco más rápido hasta adquirir un buen ritmo. Cada vez que entraba la casi totalidad de mi miembro en su interior yo daba un empujón para clavársela lo más profundamente posible. Cada vez que hacía esto notaba como sus uñas se clavaban un poco más en la piel de mi espalda. Casi inconscientemente fuimos aumentando más y más el ritmo. Leti me susurraba al oído –Ah, mmm así, que polla tienes, me encanta, me encanta, me encanta... –

Estuvimos así un buen rato, follando acompasadamente, hasta que finalmente llegó. Leticia comenzó a jadear cada vez más y más fuerte –Sí, sí, sí- decía. Hasta que gritó –SÍIIII- y se corrió. Tuvo un orgasmo tremendo que imagino que duraría el tiempo que clavó con mucha fuerza sus uñas en mi espalda. Al poco tiempo noté que las fuerzas la abandonaban y hubiese caído desfallecida encima de la mesa de no haber sido porque yo sujetaba su cuerpo, con mis manos en su espalda.

Yo había estado a un paso de alcanzar el orgasmo junto a ella. Muy dulcemente nos besamos repetidas veces en los labios y sus ojos se abrieron y se encontraron con los míos. Aún permanecía dentro de ella mi hinchado miembro. Empecé a notar ligeras contracciones de su chochito que apretaban mi polla y pensé que continuaríamos follando inmediatamente, pero de repente se oyó:

-¡EH! Cabrones SOLTADME ¡ya!-

¡Dios! ¡Nico! Nos habíamos olvidado por completo de él. Leticia y yo nos separamos rápidamente como si hubiésemos sido sorprendidos por un mirón. Habíamos olvidado por completo que lo teníamos allí atado, desnudo e inconsciente.

-Ya está bien- continuó diciendo. –dejadme que me vaya a mi casa y podréis seguir con lo vuestro. Yo no os hago ninguna falta.

Miramos a través de la oscuridad reinante en derredor nuestro dirigimos la mirada hacia el punto iluminado donde se encontraba Nico.

Nico se había incorporado y se encontraba de pie puesto que la fina columna que tenía a su espalda se lo permitía. Leticia se recuperó mucho antes que yo tras haber sido sorprendidos. Bajó de la mesa y se aproximó a él con una sensual forma de andar, sus movimientos me recordaron a los de una gran felina.

-Suéltame ahora mismo o..- le ordenó Nico.

-¿O qué?- cortó burlonamente Leticia. –Además creo que no te está disgustando el espectáculo...

Lo cierto es que no sabíamos el tiempo que hacía desde que Nico hubiese recuperado la consciencia, pero lo cierto es que algo tuvo que vernos puesto que su miembro se encontraba en un estado de semi-erección. Para entonces yo ya me había situado al lado de Leticia y nos encontrábamos los dos de pie junto a nuestro prisionero .

-¿Verdad que te gusta lo que ves?- dijo Leti con su voz más melosa, al tiempo que comenzaba a acariciar su cuerpo, a pasar su mano por su cadera, llegando a su moreno vello, rozando ligeramente su pene y deteniéndose a sobar sus testículos.

Leticia se arrodilló frente al guapo presentador y supuse que trataría de convencerle para que aceptase jugar con nosotros. Yo aproveché para observar con más detalle su atlético cuerpo. Nico me miraba a los ojos y noté algo extraño en su mirada que no supe identificar, por lo que proseguí mirando su cuerpo. No estaba depilado como yo, y en el centro de su pecho lucía una mata de abundante pelo negro que le quedaba realmente bien. Tenía un abdominal definido y desde su ombligo bajaba hasta el pubis una fina línea de pelo que era como si marcase el camino a seguir. Y me disponía a seguir mirando hacia abajo cuando Leticia dijo: -¡Dani mira esto! A la vez que tiraba de mi mano hacia abajo, haciéndome quedar arrodillado junto a ella, enfrente de Nico. Lo que Leticia quería que yo viese es que a Nico no terminaba de ponérsele dura. Miré hacia mi preciosa amiga mientras se apartaba su rizado pelo de la cara y me dijo:

¿Qué tal si me ayudas?

Entendí al punto lo que ella quería. Asentí con la cabeza y no muy seguro de lo que iba a hacer comencé a moverme. Leticia y yo nos acercábamos cada vez más. Nuestras caras estaban ya a poquísimos centímetros del miembro de Nico, que sorprendentemente guardaba absoluto silencio. Leticia sacó la lengua y con la puntita de ésta recorrió el lateral de la polla de Nico, desde donde nacía su vello negro hasta la punta. Al fin me decidí a imitarla y desde el otro lado recorrí con mi lengua tímidamente la polla de Nico, con movimientos simétricos a los de Leticia. Era una sensación totalmente nueva para mí, aquel trozo de carne parecía dotado de vida. Se estremecía y se movía ligerísimamente como a voluntad. Mientras nuestras lenguas recorrían la superficie, una por arriba, otra desde abajo, esa verga no dejaba de crecer. Leticia sonreía. Lo habíamos conseguido. La polla del moreno presentador estaba ya enhiesta frente a nuestras bocas, su glande se encontraba por completo al descubierto y brillaba a causa de nuestra saliva en todo su esplendor. No era tan grande como la mía pero contaba con un tamaño considerable. Me estaba gustando aquello. Ahora yo sonreía.

Continuamos lamiendo con toda la superficie de nuestras lenguas aquella dura polla, nuestras lenguas se encontraban a veces, y en ocasiones dejábamos de lamer y nos dedicábamos a besarnos, compartiendo nuestra saliva, enroscando nuestras lenguas para seguir nuevamente lamiendo y besando. Intenté mirar hacia arriba para ver la cara del prisionero pero me fue imposible. Nos encontrábamos justo debajo del foco que iluminaba la columna y su cegadora luz me impedía mirar hacia arriba. Pero Nico guardaba silencio, tampoco hacia intención de rebelarse de algún modo por lo que supuse que estaba disfrutando como nosotros.

En un momento dado Leticia se introdujo la verga de Nico en la boca, con los ojos cerrados se metió primero el glande y fue metiéndose más y más hasta tenerla toda dentro, y comenzó a mamarla, mientras yo acariciaba con la punta de mi lengua, con movimientos rápidos los huevos de Nico. Pasados unos segundos susurré en el oído de Leticia -¿Me dejas probar?- Leticia con una amplia sonrisa me cedió el puesto. Comencé a mamar la polla de Nico y en ese momento empezó a gemir, estuve un rato metiéndola y sacándola de mi boca disfrutando de esa agradable combinación de tibieza, dureza y suavidad.

Nico debía estar ya por aquel momento excitadísimo y comenzó a mover la cadera. Aquello me sorprendió por completo y apunto estuve de dar una arcada. Me saqué su miembro de la boca y aparté mi cara, Leticia rió un momento y continuó chupándola ella. Nico continuaba moviendo su cadera como follándose la boquita de Leticia, pero me di cuenta de que Leticia ponía una mano en el cuerpo de ese morenazo, justo bajo el ombligo. Así debía controlar la cantidad de polla que entraba en su boca con cada embestida.

Fuimos alternando entre los dos, dándole la mejor mamada de su vida. Yo ya lo hacía casi tan bien como Leti y a los pocos minutos nuestro guapísimo prisionero comenzó a gemir, al principio muy levemente, pero en unos pocos segundos sus gemidos eran casi grititos. Y eyaculó. Lo hizo justo cuando le tocaba a Leticia y se disponía a tragársela entera. Un primer disparo cayó en la lengua de Leticia, que cogió su polla con la mano y apuntó hacia mi cara. Sin tiempo para pensar abrí mi boca, un segundo disparo alcanzó mi lengua. Leticia pegó su mejilla a la mía al tiempo que masturbaba rápidamente el miembro del famoso presentador. Los dos permanecimos con las bocas abiertas, con las lenguas dispuestas a recibir nuestro premio. Y hubo más descargas, cuatro, cinco. No puedo saberlo. Los dos teníamos semen por la cara. Lo habíamos logrado. Así, de rodillas, nos fundimos en un fabuloso beso. Saboreando su rica leche, lamiéndonos, besándonos y riendo, felices por la locura realizada.

Cuando el teléfono móvil sonó fue como si nos despertasen a los tres de un trance. Me llamaba mi jefe y lo que me contó me hizo palidecer. Colgué el teléfono sin articular palabra alguna. La policía se dirigía hacia el plató en el cual nos encontrábamos.

-Esto.. Leticia- acerté a decir- la hemos cagado pero bien. La policía viene hacia aquí.

Vi en el rostro de Leticia reflejado el mismo miedo que yo debía sentir en ese momento. Nico se mostraba más sereno puesto que él no debía temer nada. Entonces habló.

-Ahora sí tenéis que soltarme. ¿Sabéis qué hora es? Son casi las cinco de la madrugada. Mi novio ha debido llamar preocupado a la policía.

Leti y yo nos miramos el uno al otro con la boca abierta. Eran varias las sensaciones que nos embargaban pero la sorpresa estaba por encima del resto. ¿Había dicho novio?

Me adentré en la oscuridad que nos rodeaba y fui a buscar algún objeto cortante con el que soltar al presentador. No tenía sentido retenerle por más tiempo. En muy pocos minutos seríamos detenidos. Encendí algunas luces más y tras soltar a Nico nos vestimos los tres apresuradamente, ninguno quería ser encontrado allí desnudo. Nada más vestirnos oímos ruido de pasos de gente que se encontraba ya en el pasillo, a punto de su entrada en el plató de grabación. Por nada del mundo Leticia y yo nos esperábamos lo que sucedió a continuación. Nico tiró de la mano de mi amiga y se escondieron velozmente bajo la falda de la mesa en el preciso instante que aparecían ante mí dos policías seguidos a pocos metros por mi jefe. No tuve oportunidad de decir nada, salvo dar las buenas noches.

-¿Lo ven agentes?- preguntó mi jefe sin ánimo de ser respondido.- Les dije que no encontrarían aquí al Sr. Abad.- y girándose hacia mí continuó: -bien hecho Martínez, casi has terminado el trabajo aquí-.

Los policías salieron contrariados del plató, habían mirado ya casi en todo el recinto, y había indicios que apuntaban a que Nico seguía allí, como por ejemplo su coche.

Nico y Leticia salieron de debajo de la mesa riendo divertidos. Agradecimos a Nico que no nos delatase y nos despedimos de él. Nos besó a ambos en los labios y se marchó. Cuando abandonamos el estudio me sentí feliz. Aunque yo no había llegado al orgasmo no me importó. El sexo con Leticia es absolutamente maravilloso y doy gracias al cielo cada vez que tengo oportunidad de hacer algo con ella.

Nunca le contamos a nadie lo que nos pasó aquella maravillosa noche hace ya algún tiempo. Ahora Leticia trabaja en radio, donde tiene mucho éxito gracias a su dulce y sensual voz. No nos vemos muy frecuentemente pero cada vez que quedamos con amigos para salir o para tomar algo, llegado el momento de despedirnos, lo hacemos con un piquito, en recuerdo de tan memorable noche.