Inolvidable compañero (Parte II )

Segunda parte de la apasionada aventura con mi ex-compañero de clase. ¿Qué les parece sexo en la universidad?

Después de nuestro primer encuentro mi vida fue una maravilla. Dejé al chico con el que antes salía y decidí solo pasarlo bien con Fernando. Él se convirtió en una persona muy importante, y no lo digo sólo por el aspecto sexual, sino también porque compartiamos más que una cama; gustos, experiencias, momentos sin sexo, risas, penas. Compartiamos la vida. Y debo admitir, que poco a poco ocupó un lugar en mi corazón, llegué a quererlo como amigo, como pareja y como amante.

A medida que fueron pasando los meses, nuestra relación se volvió aún más fogosa. Cada vez que teníamos tiempo libre, nos íbamos a su casa a hacer el amor como locos y lo más excitante de todo esto es que siempre era diferente. Habíamos llegado a la conclusión de que él sexo no se trata solo de "mete y saca", sino que al igual que el arte, es un proceso el cual requiere deun preámbulo, de estímulo y constancia, para ir poco a poco llegando a un hermoso climax. Hacer el amor puede llegar a ser la obra de arte más preciosa.

Cuando estábamos en la facultad, tratábamos de ser lo más sutiles posible. Nos dábamos la mano de vez en cuando, nos besábamos tiernamente y también nos acaraciabamos discretamente. Hasta que un buen día, y digo buen día porque diablos que lo disfrute, nos pilló la calentura en la universidad. Habíamos pedido el taller de escultura para terminar en un trabajo con el cual estábamos atrasados, eran las 6 de la tarde y hacía mucho calor y estábamos solos en aquel lugar:

-Mira se parece a ti - me dice riendo mientras me muestra una figura que había hecho con un gran trasero

-No! mentira! yo no tengo el culo así de grande! - le digo mientras le pego a su figura

-Me lo has arruinado, Ale - me dice como niño frustrado

Yo lo ignoro haciéndome la desinteresada, él no dijo una palabra más. Lo miro de reojo y su rostro mostraba una gota de tristeza. Para romper el hielo le tiro un pedazo de greda a la cara:

-Deja de ser tan niñito chico - le digo sacándole la lengua

-Quién me lo dice, la que me tiró un pedazo de greda - dice mientras me lanza greda en la ropa

Y así comenzamos a lanzarnos pedazo tras pedazo. Gracias a la guerra de greda, destrozamos nuestros trabajos que teníamos que entregar en dos días, pero no nos importó. Miramos el desastre a nuestro alrededor, reímos a carcajadas, luego nos callamos  y nos miramos fijamente:

-Ven - me dice con un sonrisa coqueta en su rostro.

-Ven tu - le digo yo entrecerrando mis ojos

Comienzo a dar pasos hacía atrás esperando que él se mueva. Mientras camino en reversa él se dirige corriendo a la puerta y la cierra con seguro:

-Ahora no podrás escapar, pequeña gatita - dice mientras se dirige lentamente hacia mi

En ese instante sentí una excitación tremenda por la situación y por sus palabras. Al llegar hasta mi, nuestros rostros quedaron frente a frente. Sin decir nada empezó a lamer mis labios y morderlos lentamente sin tocarme con sus manos. Yo no respondía, solo me dejaba querer para saber que hacía. Luego comenzó a pasar su lengua por mi cuello, esta vez la sentí espesa y más grande, la sensación era tan exquisita que se me escapó un pequeño gemido, sin duda lo excitó. Sus grandes manos rodearon mi cintura y fueron bajando sigilosamente hasta mis caderas, mientras su lengua recorría mi cuello y bajaba hasta la entrada de mis senos. Mi plan de inmovilidad no funcionó por mucho, ya mi respiración estaba agitada y comenzaba a sentirme húmeda y acalorada.

Con mis manos sucias tomé su cabeza y comencé a introducirle mi lengua en su oreja. Mientras lo hacía sus manos bajaron a mis nalgas y comenzaron a apretarlas. Mis lengüetadas estaban en su cuello, cuando se le escapó un gran quejido:

-Shhh...despacito, chiquitito, despacito - Le dije al oído con una voz sensual, que agitó aún más su respiración.

Con la punta de mi lengua recorrí sus labios gruesos y sus dientes, y luego la introduje en su boca buscando la suya. Nos dimos un beso mojado y exquisito, nuestras lenguas se encontraban juguetonas mientras mis manos envolvían su cuello y las suyas acariciaban mis nalgas. Toma mi cintura apretándome a él. Puedo sentir un inmenso y duro bulto que hace contacto con mi vulva por encima de la ropa, eso hizo que me humedecería aún más. Lentamente bajo mis manos hasta su cierre y trato de liberar su miembro con éxito. Comienzo a acariciarlo suavecito y Fernando gime fuertemente en mi oído. La excitación la sentía en todo el cuerpo y solo deseaba que me hiciera suya una vez más.

Repentinamente me separo de él dejándolo con la boca abierta y su miembro duro afuera:

-Nooo - me dice con una voz desesperada

Y yo mordiéndome los labios y moviendo mi cabeza en negativa, comienzo a subir una escalera en caracol que lleva al semi segundo piso que había en el taller. Como un perrito jadeando me sigue hasta que nos encontramos arriba:

  • Que mala eres, te has portado muy mal - me dice mientras me jala hacia atrás del cabello - ¿Quieres que te castigué?

  • No...- digo despacito

-Si, tu quieres que te castigue - dice y pasa su lengua por mi cuello

Desesperadamente saque su polera y comencé a besarle los pectorales mientras él no dejaba de acariciar mis nalgas. Mientras nos mordíamos, con una mano desabrochó mi pantalón y la metió debajo de mi tanga sacandome un quejido de placer. Introdujo un dedo en mi vagina moviéndolo de forma frenética. Estábamos tan excitados que gemíamos al mismo tiempo, no pasó ni un minuto cuando tuve un orgasmo.

Me separó de él y me lanzó al suelo. No se cómo, pero de un tirón me arrancó los jeans que llevaba puestos y rápidamente se saco los suyos junto con los boxers. Quité mi camiseta y lentamente desabroché mi sujetador, él no tardó en llegar a mi para sacármelo. Se comió mis pechos como si nunca antes lo hubiera hecho, los mordía, los besaba, tiraba de mis pezones que estaban duros a más no poder. Tomó su exquisito miembro y empezó a recorrer con él mi cuerpo: acariciaba mi cuello, se metía entremedio de mis senos, tocaba mi vientre y luego lo puso cerca de mi boca. La abrí para recibirlo pero el lo separaba de mis labios, saqué mi lengua y con la punta pude sentir su glande que estaba caliente y húmedo. Quería comérmelo a pedazos, pero el se negaba:

-No tan rápido, mujercita - me dijo con una sonrisa - él quiere que te saques eso - y apuntó hacia mi tanga

Con una mirada lujuriosa procedí a quitarme la tanga que estaba empapada y se la tiré en la cara. El de rodillas tomó de mis piernas y me acercó hacia él, sin tomar su miembro comenzó a restregármelo por el clítoris sacandome gritos de placer. Tomó mi tanga y la puso en su boca, ese gesto hizo que me enardeciera como una zorra y le ordené que me lo metiera hasta el fondo. Con un movimiento pélvico comenzó a penetrarme.

Movía sus caderas sin cesar mientras nuestro sudor mojaba el piso. Con una mano en mis senos y la otra en el suelo gritaba del puro placer que este hombre me producía. No podía creer lo que estábamos haciendo, mientras otros pasaban fuera del taller ni se imaginaban de la manera que follabamos. Sus gemidos también se transformaban en gritos y dificultosamente me decía que tomara todo su pedazo y me trataba como una perra. Yo sonreía y miraba al cielo agradeciendo por la inmensa follada que estaba teniendo. De un minuto a otro se detiene:

-Ponte en la pared- me dice de forma seca e imperativa

-No quiero- le digo seria y a la vez calentona

-Ah, no? - tomó de mi brazo y me puso de cara a la pared. Me tomó de las caderas y puso su miembro caliente en la entrada mi vagina

-Pideme que te lo meta - me dijo mientras acariciaba mis nalgas

-No lo haré - le dije con dificultad, extremadamente excitada

-Hazlo, cosita hermosa- dijo mientras empezó a besar mi espalda y frotar con sus dedos mi clítoris

Traté de resistirme pero mi excitación era tal, que terminé pidiéndole a gritos como una perra que me lo metiera hasta destrozarme. Lo metía y lo sacaba entero con malicia, mientras yo le rogaba que me follara salvajemente. Me tomó fuerte y comenzó a follarme como los dioses. En cada embestida me arrancaba gritos de placer que ahogaban el silencio. El gemía y gritaba como el lobo de la manada. La respiración ya no la podía contener, las gotas de sudor caían al suelo y sus caricias y mordiscos hicieron que explotara en un segundo hermoso orgasmo. Pero él no se daba por vencido, no paraba. Violentamente me dio vuelta y me tomo de sus brazos elevándome, así comenzó a penetrarme nuevamente pero no sólo con su miembro, sino también con sus ojos que estallaban de deseo.

Solo su mirada hacía que me extasiara y comencé a lamerle el rostro entero mientras mis uñas rasguñaban su ancha espalda. Sus gemidos iban nuevamente en aumento y yo mordía y me comía su boca para ahogarlos. Ya estaba gritando cuando me agarra fuertemente y siento como un liquido espeso llena mi vagina y chorrea por mis muslos. Muertos del inmenso placer que nos habíamos proporcionado mutuamente, nos tiramos al suelo. Los besos no paraban y las caricias tampoco, parecíamos después de todo, animales insatisfechos.

  • Parece que alguien quiere que lo vaya a saludar - le digo manoseando su pedazo que nuevamente está duro

  • Dale, te va a recibir tan bien como siempre - me dice lamiéndose los labios

Sin despegar mi mirada de la suya comienzo a bajar quedando frente a frente a su hermoso y rosado miembro. Saco mi lengua y con la puntita empiezo a lamer tímidamente su cabeza a lo que el sin pensarlo toma de mis cabellos gimiendo. Empiezo a sacar de a poco toda mi lengua y procedo a darle lengüetazos de arriba hacia abajo. Su miembro responde poniéndose más duro y mas venoso, ante hermosa vista no puedo evitar excitarme nuevamente como una zorra. Introduzco su pedazo dentro de mi boca y comienzo a chupar arrancándole quejidos de placer. Aumento de a poco la velocidad, él responde con sus manos sobre mi cabeza haciendo presión para que me lo coma entero. Con su pene en mi boca, mi lengua juguetea haciendo presión con el paladar, lo que lo enloquece como un animal. Inevitablemente llevo mi mano hacia mi vulva y comienzo a meterme un dedo. Lo meto y lo saco rápidamente mientras mis líquidos comienzan a fluir como un pequeño río. Nuevamente estamos excitados sin control.

Con la respiración agitada saco su miembro de mi boca y sin dejar de hacer contacto con mi cuerpo, me siento sobre él. Comienzo a cabalgarlo mientras mis manos acarician sus pectorales. Él toma de mis caderas fuertemente dejando roja mi blanca piel. Él ruido del contacto de nuestros sexos es simplemente exquisito y nos calienta sin duda aún más. Mientras nos penetramos con la mirada él dice cosas sucias, cosas que sabe que me excitan. Yo como loca aumento la velocidad. Los gemidos son ya casi insoportables, pensándolo después me extraña como nadie fue a ver que sucedía, pero en ese momento no nos importaba nada. Totalmente extasiados, nos damos un beso apasionado casi arrancándonos los labios. En un segundo siento un hielo en la espalda y me estremezco del puro placer, teniendo un tercer orgasmo en el día. Fernando al sentir mis fluidos aprieta fuerte mis caderas y con un quejido caliente, estalla llenándome de leche espesa.

Estábamos agotados, ahora si que satisfechos por completo. Nos mirábamos a los ojos con una mirada cómplice, no podíamos creer lo que habíamos hecho en el taller. Rápidamente nos vestimos por miedo a ser descubiertos por la señora que hace el aseo, ya que era bastante tarde. Nos dimos un tierno beso, bajamos para tomar nuestras cosas y partir a casa. Esa noche me quede en la suya y como pueden imaginar follamos como locos nuevamente, pero creo que eso ya sería digno de otro relato.

Ya vendrá la tercera parte, donde les contaré acerca de una triste sorpresa que tuve, aunque no acabó con toda esta pasión.