Inolvidable compañero

Un compañero que jamas pude olvidar

Era 7 de marzo y ya se iniciaban las clases en la facultad de artes de la universidad. En ese entonces tenía 18 años y recien había salido de la secundaria. Muy entusiasmada aquel día me levante temprano, y como era verano decidí usar ropa ligera para estar más cómoda. Salí a buena hora de mi casa, ansiosisima por saber lo que me esperaba.

En el camino me comía las uñas mientras pensaba en las cosas que iba a hacer, lo que aprendería, en mis compañeros, esperaba encontrar muchos hombres guapos para recrear la vista un rato. El bús llego a mi destino y con el estomago apretado baje de él rumbo a la facultad. Al llegar fui directamente al mural para saber en que sala me tocaba clases y recuerdo muy bien que la primera era de dibujo, estaba fascinada. Entre a la sala y observé a mis compañeros que estaban en completo silencio, cada uno en lo suyo. En la sala no habían pupitres ni mesas, lo que habían eran atriles y unas cuantas sillas. Tomé asiento y aún nerviosa comence a jugar con mi largo cabello color miel.

-¡Uy que son hartos! exclamó una voz de anciano. César Sepúlveda, el amado profesor de dibujo de la facultad hacia ingreso a nuestra sala.

-Ya niños, ahora se van a tener que presentar para acordarme de sus nombres, que la memoria que tengo ya no aguanta- dijo graciosamente y todos reímos

A medida que se fueron presentando, mi nerviosismo fue apaciguandosa y ya cuando llegó mi turno estaba en completa confianza. El profesor nos dio unos minutos para que fueramos a comer alguna cosa pequeña y para que hablaramos entre nosotros. En esa oportunidad entable conversaciones con la mayoría de mis compañeros, algunos muy guapos, pero no eran de mi verdadero interés. El profesor nos llamo nuevamente para que ingresáramos a la sala.

-Alguien al parecer no puso el despertador en la mañana, pero ya, igual le daremos la oportunidad de presentarse- dijo el anciano

En ese preciso momento mi mirada se posó en Fernando. Tenía ojos verdes oscuros, una barba bien cuidada cubría parte de su rostro pálido, pelo oscuro y desordenado, alto, y se podía advertir que su cuerpo estaba bien trabajado. Era mayor que nosotros, tenía 24 años y ya llevaba dos carreras universitarias inconclusas a cuestas y aunque se expresaba con mucha libertad sus ojos demostran introversión. No me causo mayores sensaciones, pero me interesó desde el momento en que lo vi.

Terminada la clase, me junté con un chico con el cual llevaba más de un año de relación, pero para ser sinceros nuestra relación olía a puro sexo. Quedamos de juntarnos en su casa, sus padres no estaban en ella y la teníamos a nuestra completa disposición. Cada vez que follabamos lo hacíamos como si no lo hubiesemos hecho hace años y esa vez no fue la excepción. Al poner un pie en esa casa comenzamos a comernos como locos y entre caricias, besos húmedos y calientes terminó penetrandome encima de la mesa del comedor. Fue placentero como siempre, pero inexplicablemente mi mente divagaba y recordaba los ojos de mi compañero.

Habían transcurrido unas cuantas semanas desde el inicio de clases y ya me había hecho de muchos amigos, pero Fernando era bastante introvertido y pasaba el tiempo libre leyendo o conversando con algunos otros compañeros de facultad. Cada día que pasaba me parecía más interesante y creo que ese intéres se acrecentaba con lo indiferente que el era hacia mí; si su mirada se cruzaba con la mía era por mera casualidad y era fría y desinteresada. Yo ya estaba sientiendo más que solo interés, comenzaba a tener una gran atracción hacia él, hacia sus labios carnosos, hacía sus ojos grandes y claros, hacia su cuerpo muy bien cuidado, pero el seguía haciendo como si yo no existiera, es más, notaba su mirada bastante entretenida en otras chicas. Definitivamente no le parecia interesante.

Clase de fotografía, la guapa profesora nos encomienda un trabajo grupal, en el cuál teniamos que hacer un montaje con bastantes fotos que tendríamos que tomar de unas ruinas. Mi grupo estaba casi completo, pero inesperadamente se acerca Fernando:

-Chicos, puedo hacer grupo con ustedes, los otros ya estan completos - dice mirando a una de mis amigas

-¡Claro! - le dice ella pegandome con el codo, ya que yo le habia comentado de mi atracción hacia él - justo nos faltaba un integrante, trae una silla y toma asiento.

Por primera vez sus ojos se posaron en los míos por más de tres segundos y me sonrió sin motivo alguno. Yo le respondi con una sonrisa y baje mi mirada timidamente. Como el trabajo era largo decidimos dividirnos en dúos, para avanzar más rapido:

-Fernando con Alejandra, estoy seguro que trabajaram muy bien! - dijo mi amiga guiñandome y un ojo y yo abriendo los míos con reproche

-Me parece perfecto, he visto que trabaja bastante bien- Dice él con su mirada penetrante en mis ojos.

Disimuladamente acepté felíz sin pensar que ese sería el inicio de nuestra aventura.

Nuevamente me junté con el chico que salía. Esta vez fuimos a un motel, aunque no lujoso, pero bastante lindo y agradable. Como siempre empezamos  besandonos lujuriosamente, mientras nos desvestiamos y acariacabamos controlados por la calentura. No puedo negar que sus besos en el cuello eran exquisitos y que su verga era grande y digna de ser lamida, la cual no tardó mucho en introducirse en mi interior. Gemiamos como locos mientras el me tenía en cuatro bombeandome como si no hubiese mañana, yo estaba a más no poder cuando de un momento a otro pensé en Fernando; lo imagine montandome desesperadamente y diciendome cosas sucias al oído, eso aumentó aún más mi excitación que cúlmino en un orgasmo seguido del orgasmo de mi chico.

Llegó el día en que saldría a trabajar con mi compañero, teníamos que ir a fotografiar un lugar que había sido devastado por un terromoto. En el camino hablamos sobre arte, libros y música y descubrimos que teníamos muchas cosas en común, pero yo aún podía percibir esa gota de desinterés. Estaba fotografiando una pared apunto de caerse cuando el me toma una foto:

-Que lindo se ve tu pelo a la luz del sol- me dice mirando la foto - Y esas pestañas tan largas, ¿son tuyas?

-Si, son mías, que crees ¿que las compré? - le digo riendo coquetamente

El me mira y sonrie sin despegar sus ojos de los míos. Quería fotografiar un lugar donde me era imposible llegar por la altura de este:

-Yo te ayudo - me dice acercandoce a mí

Pensé en ese entonces que me impulsaría poniendo sus manos en mis pies, pero él con fuerza me toma de la cintura y me alza. Yo sonrojada tomé la fotografía mientras sentía como su mirada se posaba en mis amplias caderas y mi abultado trasero. Terminada la misión me baja y nuestros rostros quedan frente a frente.

-No solo tienes bonitos ojos y lindo pelo...- me dice directamente

-Ah, pero no más lindo que los tuyos - le digo con fuego en las mejillas sin dejar que termine de hablar

En ese momento su mirada cambió, ya no era opaca sino brillante y sus ojos ya no me miraban con desinteres, es más, pude notar una gota de deseo. Terminamos tarde nuestro trabajo entre risas y coqueteo y quedamos de  hablar por msn cuando llegaramos a nuestras casas. Dicho y hecho, me conecto y a los segundos me habla. Conversamos sobre muchos temas, fueron horas de conversación, hasta que tocamos el tema del chico con el que yo salgía, eran la 1 de la noche y las cosas comienzan a ponerse un poco más acaloradas:

-Y que es él? tu novio? - me dice Fernando

-No no lo es, pero si llevamos un largo tiempo saliendo-

-Y entonces...en que se basa su relación? - me pregunta con intriga

-No exactamente en el amor...- le respondo misteriosamente

-Mmmm...me queda claro. Y lo hace bien? - la conversación empieza a calentarse

-Si, no puedo quejarme, sabe manejar bien sus manos y otras cosas...-

-Cuentame más, por favor, si no te molesta - aunque no lo veo, puedo percibir el ardor en sus palabras y yo calentonamente empiezo a contarle

-Bueno, el es como de tu edad, estudia publicidad, es alto, moreno y tiene un gran bulto entre sus piernas-

-Ya...y que más...-

-Y cada vez que nos vemos, hacemos cosas...cosas ricas- En ese entonces ya podia sentir el cosquilleo en mi vientre

-Cositas ricas así como besos no más? - me pregunta sabiendo la respuesta

-Más que eso, yo diría que los besos son sólo el inicio, quieres saber que sigue después? - le digo totalmente decicida

-Si tu quieres, aunque me gustaría mucho saberlo- ya podía sentir el calor

-Todo empieza con besos húmedos en la boca, en el cuello, un poco más abajo de mi cuello...luego a desvestirme mientras me acaricia. Comienza por arriba, arracandome la blusa, mientras besa cada centímetro de mi cuerpo. Saca mi falda lentamente y masajea mi trasero que tanto le encanta-

-Y que más...- en sus puntos suspensivos puedo imaginar lo encendido que está

-Y luego me saca el sostén, que sabe hacerlo muy bien, y toma mis pechos que le encantan aún más que mi trasero, los toca, los toca como loco y los lleva a su boca, pasa su lengua por ellos como si fueran dulces. Después es el turno de mi tanga, que ya está húmeda, la saca con sus dientes como un perrito y las lanza al suelo con violencia y después abre mis piernas  y empieza a trabajar con su lengua.

-Y que hace?- puedo apostar mi cabeza a que en ese momento comenzaba a masturbarse

Estaba ideando la forma más caliente de decircelo, pero en ese entonces entra mi madre rápidamente a mi habitación pidiendome urgentemente que le preste mi laptop. Yo en un acto de desesperación apago el computador rapidamente, sin darme el tiempo para decirle nada a Fernando, mientras la distraigo con una conversación. Al pasar media hora mi madre me devuelve mi laptop, me conecto desesperada para seguir mi conversación pero él ya no estaba.

Al otro día, avergonzada llego a la facultad recordando la conversación de la noche anterior. Me sentía un tanto arrepentida por lo que había dicho, pero la excitación que me causo hizo que me olvidara de mi arrepentimiento. Abro la puerta de la sala y lo primero que veo es a él.

-Hola mujer, como estás? - me dice mientras me da un beso en la mejilla muy cerca de mis carnosos labios

-Bien...y tú? - le digo tímidamente

-Bien, muy bien. Por qué ayer te fuiste así nada más? - me pregunta entrecerrando los ojos

-Es que no sé...se me cayó la internet y no pude conectarme en un buen rato- le mentí, me avergonzaba decirle que mi madre casi me sorprende

-Ah bueno...oye tenemos que editar las fotos que sacamos, te parece si vas a mi casa para que lo hagamos? -

-Hacer qué?- pregunto torpemente

-La edición pues, que más vamos a hacer? - me pregunta con una mirada desafiante

-Ah claro! no, es que estaba pensando en otra cosa- comienzo a ruborizarme

-Bueno entonces quedamos en eso, 7 de la tarde en mi casa, si? -

Le respondo que si con mi cabeza y tomo posición en mi atril para comenzar con la clase de dibujo. En todo el tiempo que estuvimos juntos en la facultad no hablamos sobre la conversación hot que habíamos tenido, pero él no despegó su mirada de mi en casi toda la jornada, la podía sentir aunque no lo estuviese mirando directamente. También aprovechaba cada momento para acercarse a mi y tener algún contacto físico; jugueteaba con mi pelo, posaba su mano en mi espalda o me rozaba la mano "accidentalmente" mientras caminabamos.

Ya eran las 7 y algunos minutos de la tarde y yo estaba frente a la puerta de su casa. Llamo y alegremente el sale y me saluda nuevamente con un beso, esta vez toma mi rostro para besar mi mejilla, y luego me invita a pasar. Al interior no todo estaba muy ordenado, tenía algunas pinturas en el suelo, algunos pedazos de yeso por ahí, y muchas fotografias pegadas en la pared. El orden no era lo suyo ni tenía quién le pusiera reglas, ya que el no era de la ciudad y vivía solo en una casa que sus tíos le habían facilitado.

-Ya, Ale, empecemos - me dice mientras posa sus ojos claros y taladrantes en los míos.

Empezamos a realizar nuestro trabajo. Estaba muy cerca de mí, tan cerca que podía sentir el calor de su sangre y el olor de su masculino perfume. De vez en cuando pasaba su mano por las mías disimuladamente. Yo nerviosa sentía como miraba mi cuerpo de reojo, como miraba el escote de mi camiseta con disimulo, mi cuello y mis labios. Comenzaba a excitarme con sus miradas y recordando cuando lo imaginaba haciendome el amor y esa conversación que tuvimos. Pasaron unas cuantas horas y logramos finalizar nuestro trabajo, en ese entonces la casa estaba bastante calurosa.

-No te vayas, para que te vas a ir? ya es muy tarde, mejor quédate aquí y mañana nos vamos juntos a clases- me dijo con con una voz tierna

-Bueno...pero, dónde duermo?- le digo mirándolo fijamente

-Conmigo obvio- me dice seriamente y luego ríe - hay dos habitaciones, tu duermes en la mía y yo duerno en la otra. Fin del problema

Acepte sin mucha insistencia. Comimos y bebimos, conversamos nos reímos y luego nos fuimos a dormir. Ya acostada en la cama no podía pensar en otra cosa que no fuera él. Imaginaba que besaba sus gruesos labios, que los mordía sensualmente; imaginaba su cuerpo desnudo, imaginaba su miembro, lo imaginaba sobre mi, dentro de mi. Ya sentía el calor en todo mi cuerpo y mi respiración estaba agitada, para calmarme un poco decidí bajar a la cocina por un vaso de agua. Estaba tratando de controlar la situación, cuando de repente siento que unas manos grandes abrazan mi cintura y una respiración agitada en mi nuca. Fernando me voltea, nuestros rostros quedan casi pegados:

-No podía dormir- me dice el jadeante

-Yo tampoco- le digo con nerviosismo en mis palabras

-No paraba de pensar que tan solo estábamos a unos metros y no hacíamos nada - y sin aviso posó sus exquisitos labios sobre los míos

Nos dimos un beso mojado, tierno pero caliente. Nuestras lenguas jugueteaban dentro de nuestras bocas y los mordiscos no se hacían esperar. Mi corazón latía a mil por hora, estaba excitada al igual que él. Nuestras respiraciones estaban agitadas y mientras me besaba el cuello pequeños gemidos escapaban de mi boca que sin duda comenzó a excitarlo aún más. Con firmeza tomó de mi cintura y me sentó al lado de la cocina mientras no dejaba de comerme la boca y acariciando mi vientre. La temperatura estaba altísima y podía sentir como nuestro sudor se unía, los besos cada vez eran más salvajes y sus manos recorrían otros rincones. Saqué su polera lentamente dejando al descubierto unos bellos pectorales, sin pensarlo dos veces comencé a pasar mi lengua sobre ellos, arrancándole gemidos.

Luego él tomó mi cara y comenzó a besarme las orejas y a introdurme la lengua; mis pezones se pusieran aún más duros y los gemidos no cesaban. Mientras mordisqueaba mi cuello, comenzó a subirme la camiseta y se detuvo para acariciar mi vientre con sus grandes manos y hacía llegar sus dedos a la entrada de mi pelvis. Arrancó mi camiseta fuertemente soltando mis senos, ya que no traía sujetador. Los besaba y mordisqueaba y con su lengua jugaba en círculo con mis pezones, provocando que mi vagina se humedeciera aún más. También podía sentir como en su entrepierna empezaba a crecer cada vez más su miembro pidiendo a gritos que lo liberaran.

Luego me tomó en sus brazos me llevó a su habitación, dónde aún de pie empezó a quitarme la falda mientras besaba mis gruesos muslos. Cuando ya sentía que no podía más de la excitación, brutalmente quitó mi tanga y comenzó a masturbarme con sus manos. Introducía uno, luego dos dedos mientras pasaba su lengua por mi clítoris. Mis quejidos cada vez eran más fuertes,me estremecía, lo tomaba fuerte de sus cabellos y acercaba su cabeza hacía mi vulva, fue ahí donde tuve mi primer orgasmo.

Con las piernas débiles mi hinqué y baje sus boxers que escondían un gran bulto. Al ver su miembro se me hizo agua la boca, era grande, rosado y venoso. Inmediatamente lo tomé con mis dos manos y empecé a pasar mi lengua por su glande, el tomaba mi cabeza y gemía de placer. Cuando ya lo estaba introduciendo en mi boca pude notar los jugos que botaba, y de vez en cuando lo miraba fijamente a sus ojos que parecían dos llamas. Repentinamente me levantó y me dirigió hacia la pared, me dio unos tiernos besos y acarició con pasión mis nalgas. No era necesario que habláramos, las palabras sobraban ante el lenguaje de nuestros cuerpos. Con su fuerza el me alzó y yo entrelace las piernas en su espalda, nuestros genitales hicieron su primero contacto rozándose de una manera exquisita. Tomó su miembro y lo puso en la entrada de mi vagina, me miró profundamente a los ojos esperando alguna señal para comenzar su labor y yo húmeda, acalorada y mordiéndome los labios lo acerque con mis piernas haciendo que su miembro me penetrara por completo produciendo un quejido al unísono.

Sentía que explotaba por dentro de la calentura mientras el aceleraba el ritmo más y más. Su miembro comenzaba a atravesarme con cada vez más violencia. Nuestras respiraciones estaban agitadisimas y los quejidos eran intensos, irresistibles, sentía que se me saldría el corazón por la boca. Gritábamos de placer. Repentinamente me lanza a la cama y como un caballo empieza a montarme como loco, apretando mis nalgas y tironeando de mis cabellos. Pasa su lengua por mi cuello y muerde mi oreja, me pregunta al oído si me gusta, si quería más fuerte y cosas que me hacían sentir como una puta, cosas que me ponían a mil.

Llevábamos varios minutos haciendo el amor, lo tenía encima mirándome fijamente y yo pedía que esto nunca que se acabara. Podía sentir su corazón palpitante mientras me besaba y me mordía por completa. Ya no podía más, la excitación estaba acabando conmigo cuando estallé en un rico orgasmo y el tomándome fuerte de las caderas y gimiendo desesperadamente, llena mi vagina de su espesa leche. Exhaustos nos acurrucamos uno al lado del otro y acariciandome el cabello me besa tiernamente jugueteando con mi lengua. Nos reímos de felicidad y hablamos sobre las sensaciones de lo sucedido. El no imaginaba desde hace cuanto deseaba eso, que me hiciera el amor salvajemente y sin piedad, entrelazamos nuestras manos y sin separar nuestras bocas nos dirigimos a ducharnos para ir a clases.

Esa es sólo la primera parte de mi experiencia, hubo muchas más y más intensas que las sabrán en muy poco tiempo...