Inocente experimento
Explico como al pasar una mala etapa sexual con mi hermosa novia, he cometido el mayor error de mi vida al consentirle ''probar'' a tener sexo con otro chico. Además de ser un chulo, hizo todo lo posible para humillar, abusar y gozar de mi chica... aunque para mi desgracia, lo disfrutó.
Escribo esto pocas horas después de lo que ha pasado. Lo escribo llorando y temblando de la rabia, con la polla erecta y cagándome en los muertos de ese niñato que me robó a la novia… Pero me estoy adelantando.
Mi nombre es Pablo, y no me molestaré en censurar los nombres reales. De todos a excepción de uno. Tengo veintiséis años, y hace exactamente un año y dos semanas conocí a mi novia. Nicole, una colombiana proveniente de Medellín con apenas diecinueve años cumplidos.
Ambos nos conocimos por Badoo: una plataforma muy utilizada para tener sexo, aunque también se usa para buscar pareja. Me repetía una y otra vez que no buscaba sexo ni pareja, simplemente le habían recomendado esa página web para hacer amistades. Yo le fui sincero y le reconocí que no estaba cerrado a nada.
En la primera cita ella iba muy guapa, tanto como para enamorarme a primera vista con su cuerpazo y sus ojos hipnóticos. Recuerdo que al mirarla por primera vez en persona pensé que era mil veces más guapa en persona que en fotos, y eso que en ellas ya era una belleza que me había hecho dudar de si realmente era ella. No soy el típico tímido ni cortado, así que aquella primera vez la hice reír y la divertí. En nuestra segunda cita se mostró mucho más cercana, y en la tercera me besó. Ella era virgen, por unos padres que la habían reprimido hasta que ella se fue del país por medios propios. Pese a que era yo quien tenía más experiencia ella no se quedaba atrás.
De manera innata, me daba los mejores besos con lengua que habían rozado mis labios. Tenía una sensualidad única para restregar su culo contra mi polla y sabía muy bien como usar sus armas femeninas para seducirme.
Era una pajera compulsiva y me lo reconoció desde el primer momento; por eso, nuestra primera vez a las pocas semanas de estar saliendo apenas le dolió aunque sangrase tanto.
Para que entendáis todo, esto tengo que contároslo: Una chica buena, no puedo negarlo. No me mentía, no era demasiado celosa ni me daba motivos para estarlo. Teniendo sexo era completamente desinhibida y la hice correrse prácticamente todas las veces. Algunas ocasiones con más rapidez y otras con más dificultad. El sexo ella siempre lo prefirió suave y romántico, aunque a mí nunca se me ocurrió darle de manera violenta no me lo reprochó cuando a mí se me iba la mano… Lo cual no era habitual, porque yo soy un trozo de pan en lo referente al sexo.
La presenté a mi compañera de piso; y Nicole me presentó a su tía, que era la familia con la que vivía… Poco más se puede decir. Los meses fueron pasando: El sexo era bueno, demasiado bueno. Siempre he sabido que no fingía porque, además de ser muy evidente cuando disfrutaba y cuando no, nunca tuvo reparos en decirme cuando me corría demasiado rápido o la dejaba a medias. Entonces todo cambió cuando se acercaba la fecha de celebración de nuestro primer aniversario juntos. Sus besos no me transmitían deseo ni disfrute, la noté sexualmente inapetente y no conseguía hacer que se corriera. Muchas veces me pedía que parara y no aguantaba demasiado.
El resto de la relación era perfecta: Confiábamos en el uno en el otro, no había mentiras, éramos cariñosos y dábamos para recibir… Pero hace dos semanas tuvimos una conversación que lo cambiaría todo.
* Dos semanas atrás ***
Los domingos nos encerrábamos en mi piso, en mi cuarto. Disfrutábamos literalmente de hacer ‘’nada’’. Cerrábamos la persiana, nos abrazábamos y dormíamos provocándonos mutuamente para acabar follando.
Como llevábamos algún tiempo con problemas para tener sexo, lo intenté y ella me paró, por lo que se echó a llorar. Le pregunté que pasaba. El dialogo que pondré a continuación no es literal, puede haber cosas distintas pero intentaré ser lo más fiel a lo que hablamos:
— Oye… ¿Qué te pasa? –le pregunté, abrazándola y plantándole un beso en la mejilla.
— ¿Lo estoy fastidiando todo, no? No sé que me pasa últimamente…
— Es una mala racha –contesté automáticamente, con la voz más dulce que pude sacar.
— No es una mala racha, soy yo.
— Cariño, o a lo mejor soy yo… Últimamente estoy follando de pena –reconocí, avergonzándome de mí mismo. El poco sexo que teníamos últimamente hacía que todas tuviese muy poco autocontrol y me corría exageradamente rápido. Como mucho había llegado a durar diez minutos… Como mucho.
— No eres tú, soy yo –me explicó que no tenía ganas de masturbarse, que no me deseaba sexualmente y se sentía mal.
— Podemos probar de comprar algún juguete… Lubricantes, yo que sé –Pese a lo pajera que siempre había sido, no le habían llamado nunca la atención los consoladores ni vibradores-. O podríamos ir al gine, a ver si…
No recuerdo como continuó la conversación exactamente, pero es indiferente. De repente dijo:
— ¿Y si probásemos con otras personas?
— ¿Qué? –me quedé paralizado; molesto y dolido sin saber que pensar.
— Coger… con otras personas.
— ¿Estás de broma?
— Lo estoy diciendo en serio.
— Nicole… No creo que pueda compartirte.
— Sería solo coger. Una sola vez…
— ¿Me lo estás diciendo en serio? –volví a repetir. En el fondo creía, o quería creer, que no lo decía en serio.
— ¿Tan mal te parece?
Pongo énfasis en el hecho de que estábamos abrazados en mi cama, su culo pegado a mi entrepierna. La oscuridad del cuarto era absoluta y no nos veíamos las caras, por lo que no podía saber que gestos hacía con su rostro.
— Eres demasiado valiosa para compartirte. Además… ¿Qué me garantiza que no pruebes con uno y te guste?
— Me gustas demasiado como para abandonarte.
— Ya. ¿Pero que te impide repetir a mis espaldas?
— ¿No confías en mí? –musitó molesta.
— Sabes que sí.
— ¿Entonces?
— ¿Y si quieres repetir?
— Te lo diría…
— ¿No dijiste que solo sería una vez?
— Bueno, vale –dijo de repente-. Ya sé sobre eso, pero… ¿Qué te parecería hacerlo? –insistió.
Al darme cuenta de que prácticamente me lo estaba insistiendo, cedí.
— Bueno… No sé.
— ¿No sabes?
— No sé.
— ¿De verdad?
— Sí, no lo sé.
— Me estaba quedando contigo –dijo. Lo que siguió a esta conversación es irrelevante, porque yo en ese momento estaba seguro de que ella lo había dicho en serio, y mi novia defendió en todo momento que se había tratado de una broma y de una idea pasajera.
No volvimos a hablar del tema hasta hace una semana…
Una semana atrás
Nuestras relaciones sexuales a lo largo de la semana pasada no mejoraron. Al llegar el fin de semana ``su broma´´ había hecho mella en mí. Empecé a cuestionarme que, si tanto la amaba, no podía impedirle probar tener sexo con otro hombre si era lo que realmente quería. Hay que probarlo todo en esta vida, y ser tan cerrado no puede traer nada bueno. Así que siendo domingo, cuando volvimos a estar abrazados fui yo esa vez quien sacó el tema.
— Nicole…
— ¿Hum?
— ¿Quieres acostarte con otro? –no contestó de inmediato a mi pregunta.
— ¿Sigues con eso? Era broma, ya te dije.
— Creo que lo pensabas en serio. Y creo que eres demasiado fiel como para insistirme. Recuerda que nuestra relación se basa en la confianza. ¿Quieres follar con otro tío?
— Sí… Me gustaría probar.
— ¿Con alguien el concreto? –De ser la respuesta afirmativa, sabía que me iba a doler mucho. Porque habría significado que ya estaba todo pensado desde antes.
— No… Sería buscar en internet alguien que nos parezca bien a los dos y… bueno. Quedo y lo hago.
— ¿Y me prometes que si lo haces…?
— ¿Cómo podría hacerte eso? Ya te dije que era una idea pasajera.
— Si llegásemos a un acuerdo. ¿Sería solo una vez?
— Sí… -concluyó unos segundos después tras titubear la respuesta.
Se removió de la cama, agarró su móvil a ciegas y en la oscuridad de mi cuarto destelló el cegador brillo del Smartphone. La vi descargarse badoo, esa misma aplicación con la que nos conocimos. Antes de registrarse de nuevo –porque la cuenta que tenía la borró tras conocerme-, me cuestionó mirándome a los ojos:
— ¿Seguro que quieres consentir esto?
— Sí… -dije completamente dolido, viendo que ella estaba dispuesta a continuar. Evidentemente yo no quería, pero ya estaba picado por su evidente interés.
— ¿Seguro? –insistió.
— Veo que tú estás dispuesta… -le reprendí.
— Tengo curiosidad… No quiero pedirte un tiempo para irme con otro, ya sabes que pienso de esa vaina.
— No sé si sería mejor que no lo supiese…
— ¿Prefieres no saber nada?
— Ahora que ya me lo has dicho no hay vuelta atrás.
— Tú también puedes hacerlo… Una sola vez –sentenció, con un deje acusatorio al final-. Esto no va a acabar con nuestra relación. Es solo… Una experiencia nueva.
En los quince minutos siguientes se creó su usuario: Vinculó el número de teléfono, verificó su identidad con un selfie, y empezó a llenar los detalles sobre ella. Puso foto provocativas, aunque no demasiado descaradas ni irrespetuosas para mí. Dejó claro que no quería nada serio y que solo quería pasárselo bien.
Y en menos de media hora ya tenía más de cuarenta chicos petándole la bandeja de entrada: ‘’
Me mide veinte, deja que te empale con ella´´
, *Vaya boquita que tienes, seguro que tragas hasta los cojones…´´,
Me corría dentro y te hacía un buen amarre´´…*
Esos fueron los comentarios más ‘’moderados’’ que recibió, aunque contestó a muy pocos.
Nicole se fue de mi casa sin decidirse por ninguno, pero a los tres días me dijo que ya había elegido.
Hace cuatro días
— Vive al lado del Subway –me dijo por llamada telefónica. Le había insistido, ya que era un tema demasiado delicado como para hablarlo por WhatsApp.
— ¿Y cómo lo haréis?
— A casa no puedo traerlo, así que hemos hablado de ir a un hotel.
— ¿Lo pagaréis a medias? –le pregunté, y habría sido lo normal.
— No… Lo pagaré yo.
Sé que puede sonar estúpido, pero me ofendió que ese cabronazo, a parte de estar a punto de follarse a mi novia, que es una diosa… ¡No fuese a pagar la habitación del hotel!
— ¿Cómo que lo pagarás tú?
— Es cosa mía
— ¿Vas a pagar por tener sexo con otro tío?
— Él no quiere pagar habitación de hotel.
— Nicole. Hacedlo en mi casa.
— ¿Qué?
— Quiero que lo hagáis en mi casa, es la única condición que te pongo.
— Pablo –Rara vez me llamaba por mi nombre-: No voy a coger en tu casa. ¿Sabes lo incómoda que estaría?
— No me hace gracia que estés con un desconocido en un hotel… toda la noche –si solo hubiese sido sexo, no habría sido tan insoportable como imaginarla trasnochando y durmiendo junto a ese malnacido…-. Quiero que sea en mi casa.
— No sé si le hará gracia…
— Si no le hace gracia pues no hay trato y ya.
— Hablaré con él…
En resumen, el muy cabrón dijo que sí. Ni se lo pensó, y lo sé porque ayer, sábado, le cogí el móvil a mi novia mientras se duchaba. No me gustó nada lo que leí, pero ya no había vuelta atrás. Sé que si le hubiese prohibido quedar con ese chico, habrían quedado a mis espaldas. Nicole deseaba demasiado esa cita, ya fuese por curiosidad o por morbo, y al haberle tentado tanto ya no sería capaz de retroceder.
Estaba seguro de que era mejor que todo eso pasase en mi casa, pudiendo yo intervenir en cualquier momento… pero me equivocaba. Y era algo que empecé a comprender cuando leí la conversación.
Como ya dije, Nicole se fue a bañar y yo con toda la tranquilidad del mundo desbloqueé su teléfono, busqué en Whatsapp y al encontrar una conversación con el chico que me pareció sosa y hasta sospechosamente aburrida, me dirigí a una carpeta oculta –que siempre he conocido sin que ella lo supiese -, y busqué en telegram. Ahí está el punto… Parte de mi confianza se avala en el hecho de que ella tiene conversaciones verdaderamente privadas en esa aplicación. Y nunca le encontré nada realmente sospechoso. >>
<< Mentiría si no dijese que empecé a leer la conversación desde el principio… Y para mi sorpresa, llevaban más de cuatro días hablando. Aproximadamente, habían empezado a hablar bastantes días antes de que ella me gastase esa broma de tener sexo con otro ``por curiosidad´´.
Él se presentó como el chico de Badoo, ese era el primer mensaje. ¿Cómo se pudieron conocer si Nicole supuestamente no tenía cuenta? Y no se la crearía hasta una semana después, cuando la creó frente a mí cuando llegamos a ese acuerdo.
Lo más sospechoso de todo es que ella le corrigió y le dijo que se llamaba Nicole, no Paula, aunque en ese momento no le di importancia, ya que estaba más concentrado en leer y no ser descubierto que en el hecho de entender que ponía.
Ella confesó tener novio y decir que no estaba interesada en tener sexo. A lo que él contestó que era una pena porque estaba muy buena y le atraía mucho. La conversación era bastante larga. Aunque varias veces Nicole rozaba la traición al tontear por escrito con ese ‘’ chamo’’ . Di saltos de horas ignorando mensajes sin ninguna relevancia. Alguno más picante que otro hablando de sexo, pero nada hasta tres días atrás.
``Mi novio ha accedido…´´
``¿Tengo permiso para follarte?´´
``Ni yo me lo creo…´´
`` Ya te di por perdida cuando me dijiste que tenías novio.´´
``No es seguro… Yo lo amo y no quiero traicionarlo. Si por cualquier cosa se echa para atrás, no va a pasar nada. ´´
``Pero de momento vas a ser mía por un día…´´
``Sip, eso parece…´´
Omitiré dar relevancia a muchos mensajes calenturientos que leí y me cabrearon muchísimo. Alguna que otra foto o video provocativo por parte de Nicole. Alguna foto de un pollón del niñato… Me sentí impotente, la odié, pensé en dejarla y en escupirle en la cara. Pero no lo hice… No hice nada excepto mostrarme más distante de lo habitual, aunque antes de que saliese leí lo último que se habían escrito:
`` Mañana es el día…´´
`` Lo haremos con condón.´´
`` Vale…´´ -contestó él.
`` Nada de hacerlo sin condón, por muchas ganas que tengas…´´
`` Vale… -volvió a contestar él´´
`` Que sospechoso que no insistas… ´´
`` No quiero darte ninguna excusa para tirarte para atrás´´
`` ¿Seguro que mañana no me suplicarás hacerlo sin?´´
`` Bueno… Si cuela…´´
`` No va a colar. No estoy tomando la píldora´´
`` Me dijiste que con tu novio lo hacías sin condón´´ –Me quedé helado al enterarme que Nicole le contaba nuestras intimidades. Era una de las muchas cosas que me había pasado de largo al saltar la conversación.
`` Mi novio es mi novio, y tú eres tú. Esto solo lo hago para experimentar con otro chico, y obvio es con su consentimiento… No lo estropees.´´
`` Si fuese por ti me dejarías hacerlo sin condón.´´
`` Quizás… ´´
`` ¿No me irás a decir que sin condón no es más rico?´´
Era cierto. Nicole y yo desde que nos conocimos tuvimos un tira y afloja en lo referente a hacerlo sin condón. Nos gustaba demasiado el riesgo, el morbo de que ella pudiese quedar embarazada. El peligro que tanto nos excitaba a los dos y lo hacía más delicioso.
Por eso me dolió tanto leer como ese mismo juego había sido explotado por ese hijo de la grandísima puta.
`` Sí… Es más rico´´
`` Pues mañana se nos olvida y no pasa nada…´´
`` Con mi novio tengo unas condiciones para hacer esto y pienso cumplirlas´´
`` ¿Cuáles?´´ –preguntó tras poner muchos emoticonos riendo.
`` Nada de besos con la boca, hacerlo con condón y borrar tu número de teléfono al despedirnos.
`` ¿Y las conversaciones de Whatsapp?´´
`` Ya sabes que por ahí no´´
`` ¿Y porqué por aquí si?´´
`` No sabe que tengo telegram´´
`` Creo que no voy a poder evitar ninguna de las tres cosas… ´´-se burló ese cabronazo, refiriéndose a las únicas tres condiciones que le había puesto a mi novia. Nicole se limitó a reírse.
No sabía que lo sabía, aunque ayer me pareció comprensible que quisiese evitarme el sufrimiento de verla tonteando con otro hombre. Algunas veces, meses atrás, había espiado su telegram y no había visto nada comprometedor… Hasta ese momento.
* Domingo de traición ***
Mi compañera de piso –a la que no voy a nombrar-, me hizo el favor de irse con unas amigas porque le avisé que quería intimidad con mi novia. Es una buena amiga, y por eso mismo me prometió avisarme si por cualquier cosa tenía que regresar antes de la noche. Lo de mi compañera de piso es un caso aparte de lo bien que nos llevamos y que hablaré más adelante, me ha tratado demasiado bien y se preocupa más por mí que la propia Nicole… Aunque como ya he dicho, hablaré de eso más adelante.
Todo esto pasó hace unas diez horas: Eran las doce del mediodía, Nicole se estaba acicalando en el baño. Recuerdo que poco antes de que sonase el timbre, la observé frente al espejo acentuando su escote mientras se daba los últimos retoques con el rímel. Llevaba una falda negra, corta y ceñida. Cualquiera sabe la fama que tienen las latinas: Son nalgonas y tetonas, pues esa es mi novia. Una morena de piel café con leche de ojos saltones y labios carnosos. Su pelo es negro como el mar una noche sin luna y su cuello parece de porcelana.
Sé que podéis pensar que he tenido mucha suerte, pero cuando veáis como va avanzando lo que cuento entenderéis porque no es así. Estoy enamorado de esa zorra, sí. Aún todavía mientras escribo esto. Pese odiarla, pese a querer hacerle daño con mis propias manos. No por haberse acostado con otro chico, con ese desgraciado, sino por haberme traicionado de esa manera. Pero me estoy adelantando otra vez.
Llevaba un tanga negro bajo la falda y una blusa ceñida que no conseguía disimular sus pezones. No llevaba sujetador y era un poco más alta gracias a los tacones que llevaba puestos.
— ¿Seguro que quieres verlo? –me dijo, sabiendo que quedaba poco para que el otro llegase. Ya no me preguntaba si quería echarme atrás.
— No puedo dejarte sola con un desconocido…
— Va a ser raro.
— Sé que la idea es que estés relajada… Pero no puedo, Nicole. No puedo –repetí.
— Lo sé… Bastante haces con darme esta oportunidad.
Se acercó y me besó fuerte, con lengua. Marcándome los morros con su pintalabios rojo putón. Sonó el timbre en ese mismo momento, como si aquel ruido quisiese interrumpirnos.
— Recuerda… El condón, nada de besos y…
— Bueno, lo de los besos es lo único que me parece exagerado.
— Esos labios son solo míos…
— ¿Y si me besa que le hago? –se echó a reír. Era una risita nerviosa, eufórica. Estaba cachonda. Olía sus hormonas revolucionadas a pesar de que no usaba perfume. Era ese olor que sentía siempre que habíamos tenido sexo apasionadamente. Volvió a sonar el timbre.
— Ya está aquí… Voy a abrir.
Quise gritar que no lo hiciese. Que me había arrepentido, pero no lo hice. Yo mismo había permitido todo eso. Aún así, confiaba en mi novia y en que cumpliese lo que habíamos acordado.
— ¿Te has puesto así para mí? –Escuché decir a ese estúpido subnormal.
— Sí –le escuché decir con timidez a Nicole.
Oí cerrar la puerta y ambos entraron en el comedor –que era la sala más grande de todo el piso-, agarrados de la cintura. La mano de él, en su culo, mientras que mi novia le pasaba el brazo por encima del hombro.
Era un chico poco más alto que yo, y supuestamente tenía dieciocho años. Era corpulento, de gimnasio, y una cara de prepotente que no podía con ella. Si ya me caía mal sin conocerlo, al tenerlo delante supe que celebraría el día de su muerte.
Se paró frente a mí, con mi novia claramente incómoda.
— ¿Qué hay? –me dijo alzando la barbilla-. No quiero malos rollos, pero me voy a follar a tu novia… ¿Lo entiendes, no?
No asentí ni dije nada, lo miré a los ojos. Recuerdo perfectamente como me comenzaron a escocer los ojos y me entraron unas ganas incontrolables tanto de llorar como de darle un puñetazo. Se me humedecieron los ojos, y eso enterneció a mi novia, aunque no llegué a derramar una sola lagrima.
Me encogí de hombros.
— Se me ha ocurrido una idea… -musitó Nicole, acompañando al intruso hasta el sofá. Me hizo un gesto con la mirada para que me sentase junto a ellos.
— He pensado… -empezó a decir- que no es justo para Pablo todo esto… Así que lo haré con los dos.
En ese momento me sentí bien, irónicamente. Estaba a punto de ver follada suciamente a mi novia –y lo sabía-, y me alegré por el hecho de que se preocupase por mí. El invitado soltó una risotada y negó con la cabeza.
— Yo no comparto lo que es mío. No te rayes–me dijo dirigiéndose a mí-, pero ahora es mía. Te la estoy robando por un día.
Una vez dicho esto y sin darle tiempo a mi pareja para responder, la nalga por encima de la minifalda y la hizo girar, montándosela sobre sus piernas con su trasero sobre su entrepierna. La falda no daba de sí, así que solo su tanga separaba su vagina de la cremallera del pantalón.
— Si quieres hacer este experimento bien, tienes que olvidarte de tu novio… No me gusta compartir –Aseguró antes de empezar a morderle el cuello. La vi abrir la boca y reprimir un gemido, mirándome a los ojos de refilón. Mantuve mi cara de póker, de hecho… No sabía que cara poner.
Lo vi manosear ese culo del que estaba tan orgulloso y que consideraba de mi propiedad. Sin ningún tipo de reparo, le corrió la falda hasta la cintura y dejó el tanga entre sus dos nalgas jugando con él sin dar tregua a Nicole.
Jugó con el hilo de la prenda, introduciéndolo en su coño… Reconozco que me incliné, y vi su coño carnoso completamente brillante con el hilo tenso entre sus labios. Él, cuyo nombre desconocía, babeaba con pasión el delicado cuello de mi novia. Sus manos tan pronto estaban en su culo como en sus tetas, haciéndola cerrar los ojos. Lo vi agarrarla del pelo, haciéndola mirar al techo y reprimir un gemido mientras restregaba su sexo contra el bulto que había entre sus piernas…
— El condón…
— ¿Tan rápido?
— No puedo más…
Como inciso he de decir, que mi novia, tan orgullosa ella… En todo un año nunca, repito, nunca me había suplicado que se la metiese. Era cierto que yo no me hacía derogar, pero me molestó mucho oírsela rendir tan fácil.
— ¿Qué quieres?
— Que me la metas… -musitó Nicole ruborizada mirándome de pasada.
El bastardo se sacó un único condón del bolsillo. Solo uno… Y eso definitivamente me creó mucha desconfianza. Lo normal sería que Nicole, al ver esto, preguntase porque traía o sacaba solo uno pero no hizo comentario al respecto.
— Antes me la vas a mamar, perra –le ordenó, tirando el condón al asiento del sofá. La agarró del pelo, con desprecio, y la hizo arrodillarse a sus pies. Forzándola a mantener la mejilla aplastada contra el pantalón de él mientras de manera incómoda le quitaba la cremallera.
Sorprendida por el tamaño, consiguió sacar del calzoncillo aquel cipote que era mucho más gordo que el mío. No era impresionante tanto por longitud, sino por esa anchura desproporcionada.
— Saca la lengua –ordenó, y ella obedeció.
Lo empezó a masturbar con una mano mientras con la otra le acariciaba sus enormes testículos, golpeando el glande cubierto con el prepucio contra su lengua de serpiente. Hasta yo olía el pestilente olor que desprendía aquel miembro. Se miraban a los ojos, pero él no tenía paciencia para juegos.
Lo vi claro desde el principio: No quería disfrutar de una ‘’chupadita’’, sino que quería verla destrozada. Y con esa aura sádica, la agarró de la nuca y la hizo mamársela bien hondo.
`` Cof, cof´´ tosió Nicole con la polla clavada en su garganta. Pequeños hilos de saliva salieron volando contra su vello púbico, aguantó unos segundos así hasta que él la hizo retroceder.
— Escupe –Soltó un pequeño y tímido hilo de saliva, a lo que él insistió-. La quiero bien babeada. Escupe bien.
Soltó un burbujeante salivajo sin dejar de masturbarlo, dejándolo caer sobre el glande.
— Mete la lengua aquí… -le indicó. Y Nicole, dejándome impresionado de lo sumisa que estaba resultando ser, trató de meter la lengua entre el glande y el prepucio. Lo empezó a bajar con los labios hasta dejarlo totalmente al descubierto.
Entonces, la agarró de nuevo por la nuca y empezó a follarse su garganta.
— Así me voy a follar tu coño. Bien duro y sucio… Y así de mojado va a estar tu coño –le prometió justo cuando clavaba su glande contra su esófago-. Agghh… Podría correrme solo con follarme esta boca infiel.
Mi novia empezó a poner los ojos en blanco, poniéndose morada. Volvió a toser y más hilos de saliva se acumularon en ese vello púbico. El rímel se le había corrido por completo, y sus parpados estaban negros como los de un mapache, algo que la hacia ver incluso más sexy si cabía.
El intruso la volvió a soltar, pero antes de permitirle ponerse en pie, le hizo gozarle de una buena comida de testículos. Mi novia enterró la boca entre los babeados testículos, con la polla botándole sobre la nariz y entre los ojos. Debatiéndose entre la necesidad de dar bocanadas de aire y continuar comiéndole las pelotas. Entonces él la hizo reincorporarse y con la polla tiesa, se encasquetó el condón en un momento tras sentarse.
Nicole no se quitó la falda, ni se quitó el tanga. Se lo hizo a un lado y empezó a descender montada sobre él. Puso cara de dolor, mordiéndose la comisura del labio.
Lo vi agarrarla de las caderas y hacerla caer en picado, logrando hacer que lo abrazase y abriese la boca completamente ida.
Le había prometido a Nicole que no intervendría, por eso, quizá, por el hecho de tener más palabra que ella no llegué a hacerlo. Mi novia empezó a botar sobre él, reprimiendo sus gemidos.
La conocía lo suficiente para saber que lo hacía por mí, para que no la viese disfrutar tanto… Pero los gestos de su cara la delataban. Cuando la clavaba hasta el fondo, abría la boca como si fuese a gemir y fruñía el ceño; cuando extraía centímetros de verga, se mordía los labios antes de volver a dejarse caer. Sus nalgas retumbaban sobre esos enormes testículos.
— Vamos a hacerlo sin condón… -le susurró él al oído, como si yo no pudiese escucharlo.
— No… Acuérdate de lo que acordamos –murmuraban, como si no estuviese.
— Venga…
— Que no…
Intentó besarla para convencerla; mi pareja lo evitó. Conocía a mi novia y sabía que estaba demasiado cachonda como para pensar. ¿Iba a traicionarme de verdad? ¿Tan fácil?
Sus besos subieron por su cuello hasta llegar a las mejillas, pero ella se apartó de nuevo.
— No…
— Lo estás deseando.
— Solo sexo… -gimió…
Al llevar él el pantalón puesto, no había ese característico ruido de aplauso. Aún así, el ruido que hacían al follar me molestaba. Y de repente, sin venir a cuento, la apartó de sí y ella salió de su trance.
— ¡Ay, chamito…! ¿Por qué la sacas?
— Oye –dijo dirigiéndose a mí e ignorándola a ella-. Así no puedo follármela bien. Nos estamos preocupando más porque no te rayes y no estamos disfrutando. Me la llevo a tu cuarto. No nos molestes.
Debería haber sido ella la que tendría que haberse negado o hecho dicho algo, lo que fuese. En lugar de eso se dejó arrastrar hasta mi habitación, echando la vista atrás para mirarme… ¿Lo más irónico de todo? No cerraron la puerta, sino que la dejó entreabierta.
Me levanté del sofá y los seguí, mirando a través de la puerta y viendo como la tiraba a la cama, boca arriba y abierta de piernas.
— Déjame follarte sin condón, anda. Lo vamos a disfrutar los dos mucho más.
— Te he dicho que no…
— ¿Por qué no?
— Porque se lo prometí a Pablo.
— ¿La quieres dentro? –preguntó de repente, Apartándose a un lado de la cama y metiéndole tres dedos. Mi novia susurraba, él no.
— Sí… Métemela.
— Antes dime: ¿Ahora de quien eres? ¿De tu novio o mía?
— De Pablo siempre –pese a lo que decía, se notaba que estaba cachonda perdida. Ansiando la polla engomada que tenía a dando botes a su lado.
— Si la quieres dentro tendrás que reconocer que eres mía.
— No…
— Te he robado a tu novio. Ahora eres mía…
— No soy tuya… -desde la puerta pude ver como sus bocas se acercaban más y más con cada cosa que decían.
— Ahora eres mía...
— No…
— Eres mía. Te he robado, zorra. Y disfrutas como la puta que eres.
— Ay, papi… -dijo antes de ser besada de manera asquerosa. La lengua de él se metió dentro de la boca de ella y exploró sus dientes, luchó contra su lengua y por poco llegó a la campanilla. Fue un beso profundo.
— Venga… Solo la puntita sin condón.
— No me vuelvas a besar así…
— ¿Por qué?
— Es demasiado rico…
La agarró del pelo y la besó aún más violentamente mientras se montaba sobre ella y se follaba su vientre como un perro se restriega con la almohada. Nicole agarró la polla como pudo y le quitó el condón fallando varias veces, masturbándolo.
— Otro condón… Este estaba sucio.
— No he traído más condones.
— Te dije que trajeras muchos…
— Solo he traído uno. Déjame meter la punta solo. Eso no es traicionar a tu novio…
— Te he dicho que no…
— Solo la puntita... –repitió él soltando un largo escupitajo contra el clítoris de ella antes de clavar el glande entre sus labios. Estaba tan lubricado que el ancho y grueso glande de ese cilindro venoso de carne fue tragado al instante—. Ahora te haré gemir para que tu novio oiga como gozas conmigo.
— Ay, no… –sollozó tapándose la cara con la almohada, justo cuando él la clavaba hasta el fondo. Un estrecho coño siendo penetrado de nuevo por esa colosal polla-. ¡Ayyyyy! –berreó Nicole bajo la almohada, sin poder evitar que la escuchase a la perfección.
Ese cabronazo pareció disfrutar de oírla gritar así de fuerte, quizá sabiendo que estaba mirando. Se la estaba follando sin condón, a mi novia… Me costaba creer que se hubiese rendido tan fácil.
Plas, plas, Plas, plas, Plas, plas… me di cuenta de que él estaba ya sin pantalones. Ella sin tanga… ¿Cuándo se lo habían quitado? Ni cuenta me di.
Se la folló un rato oyéndola gemir bajo la almohada, hasta que se acabó cansando y se la retiró. Agarrándola del cuello con ambas manos y asfixiándola hasta el punto de que se puso roja, pero no recuerdo haberla oído quejarse al principio.
— Hmm… Ni se te ocurra parar. Más duro… Alex. ¡Dame más duro! –El aludido la obedeció al instante, se apoyó sobre el cuello de ella, hasta el punto de hacerme temer porque le rompiese el cuello y aceleró a una velocidad brutal. A mi novia siempre le había costado correrse conmigo, pero en esa ocasión sacó la lengua y puso los ojos en blanco.
Chop, Chop, Chop, Chop, Chop… ¡PLAS, PLAS, PLAS, PLAS! El encharcado coño de mi novia recibía gustoso cada embestida, mientras yo lloraba por no entrar y pegarle. No soy un cobarde, ese mierdas no me da miedo… Pero me sentía traicionado. Contra lo que sentía no había solución alguna. Ella era la culpable de todo, la que lo estaba tolerando. Era libre de elegir, y lo estaba eligiendo a él.
— Me ahogo… Me ahogo… —Logró decir Nicole completamente ida y con la lengua fuera como si con ella pudiese respirar mejor, pero el cabrón no paró dando caza a su propio orgasmo. Apretando los dientes y soltando hilos de saliva sobre las tetas y la cara de ella, golpeó el coño de Nicole como si le pagasen por ello. PLAS PLAS PLAS PLAS PLA S—. ¡Me corro dentro de ti, zorra!
La vi levantar las caderas y abrirse aún más de piernas, mientras sacaba la lengua aún más y de repente sus piernas morenas empezaron a temblar descontroladamente, evidenciando que se estaba corriendo como una loca.
— Me estás ordeñando con el coño, se nota que lo quieres todo dentro –se burló con malicia mientras detenía sus embestidas y paraba por completo. No supe ver que ese cerdo se estaba corriendo dentro de mi chica… Y ella no profirió queja alguna, pero lo entendí cuando lo vi suspirar.
— ¡Ahhh…! –musitó ella con un gemido muy agudo, cuando este restregó su cipote contra su cérvix. Aún no soltaba su cuello, se inclinó para besarle la lengua mientras aún le temblaban los muslos-. Ay, papi…
— ¿Te ha gustado?
— Demasiado rico…
— Me he corrido dentro…
— Eres un pendejo… Pero estoy sigo bien arrecha –En colombiano significa estar cachonda. El deje del tono de voz de Nicole no era de desaprobación, sino cómplice.
— ¿Quieres más?
— Si, bebe…
— ¿Quieres más, perra?
— Dame duro… -suplicó ella agarrándolo del pelo.
Sin sacarla siquiera, reanudó la follada. El coño de mi novia botaba semen fuera… Lo más seguro era que ni siquiera quedase embarazada, pero para mí ese cerdo estaba impregnando al amor de mi vida.
El muy bastardo la abrazó y la hizo subirse encima de él. Resbalaban por sus muslos y los testículos de él pringosas cascadas blancas goteando sobre mi colchón.
— Ay… ¡Ay! Que rico, papi… -gimió abrazándolo y con su delicada barbilla apoyada en el hombro de él, me miró a los ojos y se mordió el labio después de gesticular: ``Perdóname´´ .
Follándosela en el aire antes de sentarse en la cama y dejar que ella misma botase sobre su cipote. Trotó sobre él, con su ritmo latino hizo vibrar sus nalgas alrededor de los dos enormes testículos de él. Esta vez era él quien me miraba, sonriendo. Le introdujo dos dedos en el ano, algo que a mí nunca me dejó hacer… Y todo sin quejarse lo más mínimo.
La agarró del pelo y la besó.
— Quiero que digas que quieres ser madre.
— Eso no…
— Te estoy llenando de semen.
— Eres malo… -se besaron, o más bien, mi novia lo calló con un beso. Tras aceptárselo, la jaló del pelo y la hizo mirar al techo para comerle el cuello.
— Me voy a correr dentro y te voy a hacer madre. Vas a tener mi hijo y cada vez que lo veas, sabrás que eres mía –ordenó con malicia-. Ahora dime que te voy a embarazar. Que lo oiga tu novio. ¡Que oiga que me eliges a mí!
— ¡Nooo! –Sin parar de auto empalarse ni lejos de hacerlo, aceleró su ritmo haciendo un ruido mucho mayor.
Sin avisar la hizo levantarse y luego, de malas maneras, la hizo tumbarse boca abajo en el suelo mirándome. Su pollón brillante y pringoso apuntó contra las nalgas morenas de Nicole y se sentó sobre sus muslos. No podré olvidar nunca como se separó ligeramente ambas piernas, dejándolo entrar; estrangulándola en esa posición con una sola mano y con las dos enormes ubres de mi novia apretujadas contra el frio suelo… Y, de nuevo, sin que se quejase lo más mínimo.
Debía ser incómodo, sucio y molesto, pero mi novia me miró a los ojos mientras separaba ligeramente los labios y profería un gemido que acabó ahogado por la falta de aire.
Esa posición me encantaba practicarla con ella, una en la que el glande se restriega muy bien contra el cuello uterino mientras ella te aprieta con los muslos… Pero era ese cabrón el que se la estaba follando.
— Dile a tu novio que vas a quedar preñada de mí –dijo mirando los labios de ella antes de dirigirme a mí la mirada, sonrió:-. Dile que le has fallado.
— Te he fallado, mi amor… Soy una puta.
— Dile que vas a dejar que te preñe.
— Mi amor… No me odies. Me coge demasiado rico…
— Voy a preñar a esta zorra latina… -se echó a reir-. Que bien sienta esta posición…
Nicole movía el culo tanto como él las caderas, en ese momento lo percibí como que ella estaba intentando hacerle correrse… Puede que no me equivocara.
— Si mueves tu coño así vas a hacer que me corra… No querrás que me corra dentro, ¿No?
— No… No puedo parar.
Él se quedó quieto, Nicole era la única en mover su culo y su coño.
— Me corro…
— No… -repetía a pesar de no parar de moverse, cada vez más rápido y más duro-. Ay… -gimió cerrando los ojos y mordiéndose los labios-. Que rica… ¡Que rica!
La vi levantar el culo y pegarlo al vello púbico de él, sin saber cuando se corría. Sus ojos estaban en blanco, estando ambos completamente inmóviles. Vi al trasero de mi novia sufrir disimulados espasmos. Él metió tres dedos en la boca de ella que, lamió, aparentando estar sedada y con la expresión de una ninfómana satisfecha.
La saliva colgaba de entre los labios de mi pareja mientras ese bastardo restregaba su semilla dentro de ella.
La dejó ahí, tumbada y completamente agotada, sentándose en la cama con la polla brillante y en reposo…
Me gustaría poder decir que la cosa quedó ahí, pero no fue así. El muy cerdo salió de mi habitación parándose a mi lado completamente desnudo y sonriendo al pasar, encerrándose en el cuarto de baño.
Entré en el cuarto y me paré junto a ella, agachándome y quedando de cuclillas. La ayudé a levantarse con toda la ternura que pude, acompañándola a la cama y dejándola tumbarse. Empezó a llorar abrazando sus propias rodillas.
— Lo siento mucho, de verdad. No sé que me ha pasado…
— Ya está… -dije acariciándole la cabeza, aunque por dentro estaba destrozado. Mentiría si no dijese que sentí aversión por ella.
— No quería que me vieses así… Pensé que…
— ¿Tanto te ha gustado…? –ella no respondió.
Llegué a la conclusión de que era por como la trataba, puede que la tuviese más gorda que yo pero el tamaño era prácticamente el mismo. Mi novia había sido seducida por ese morbo, y yo podía entenderlo.
Hablamos y ella prometió que no volvería a contactar con él. Que lo bloquearía y justo cuando le dije que iba a echarlo de la casa el volvió con un cigarro en la boca.
— Me ha venido bien este descanso. Te he pillado un par de piezas de fruta… Un plátano y una mandarina –dijo con toda la tranquilidad del mundo.
— Va siendo hora de que te vayas –le espeté, levantándome, matándolo con la mirada.
— Eso lo decide ella –me gruñó sin acobardarse. Yo sabía que si había pelea, los dos recibiríamos por igual. Aunque su actitud si era cierto que me intimidaba un poco, pero estaba demasiado cabreado como para que me importase-. ¿Quieres que echemos un último polvo? –le inquirió avanzando hacia nosotros y poniendo su mano contra la mandíbula de ella. Su pulgar acabó sobre la lengua de ella, babeándole el dedo.
Nicole me miró y vi que se lo estaba pensando, ya no lloraba. Antes de que mintiese y tomase cualquier decisión, yo la tomé por ella.
— Terminas y te vas.
— Sí, sí… Lo que tú digas –se burló con esa sonrisita que tanto asco me daba.
— Amor… Sal del cuarto y cierra la puerta… Estaré bien, de verdad. No quiero que lo veas…
— Ya has oído. Sal –me dijo con descaro, y yo avancé un paso.
— Vuelve a hablarme así y te reviento la boca, payaso –su única reacción a mi amenazo fue sonreír.
— Pablo, por favor…
Mientras me encaminaba a la puerta lo vi pajearse ya con la polla prácticamente tiesa, la vi abrirse de piernas y mirarme. Lo vi comenzar a penetrarle y cerré la puerta.
Me gustaría poder decir que tenía una cámara dentro del cuarto, o algún tipo de manera de ver lo que pasaba dentro, pero no fue así. Lo escuché todo, absolutamente todo… Y no vi nada.
Me costaba creer que a mi novia le continuase apeteciendo hacerlo. Sin exagerar, nosotros en menos de veinticuatro horas lo llegamos a hacer, en nuestro mayor record, hasta once veces… pero siempre con pausas.
Ese cabrón se la había follado dos veces, y por desgracia para mí… Iba a follársela sin descanso; además, tardaría en irse.
— Cierra la puerta… -escuché decir, exhausta a mi novia. Me la imaginé señalando al pestillo y al muy cabrón obedeciéndola.
Me pasé un rato intentando escuchar, pero solo oía pequeños roces de sabanas y chapoteos. Se debían estar besando. A ratos se oían intensos aplausos y a ella gimiendo.
— Trágate mi saliva… Abre la boca, más… ¡Más! Saca esa lengua tan sucia que tienes –decía el en voz alta, seguramente para que yo lo escuchase. Me la imaginé tal cual y de repente, lo oí escupir.
— Hmm… -la escuché gemir a ella. Las embestidas se acentuaron-. Ay, sí… No pares –la oí decir-. Coges demasiado rico… Méteme la pija más honda… Ahí, justo ahí. Ese es el punto…
— Pídeme que te preñe… -Recuerdo esperar oír a mi novia negarse, por eso me sorprendió tanto que no lo hiciese.
— Quiero tu bebe, papi… ¡Así! ¡No pares! Rompe las bolas contra mi culo… ¡Que rico! –mi novia empezaba a gritar.
Oí un golpe, un guantazo. Ese cabrón estaba pegando a mi novia.
— ¡Más alto! ¡Que te oigan los vecinos! Di lo que quieres.
— Quiero que me llenes con tu lechita… -otro golpe-. ¡Ay! ¡Tan duro…! ¡Me vengo!
— Todas las latinas sois unas zorras.
— ¡Soy tu putita, Papi! ¡Me vengo! –la escuché decir mientras oía sus carnes aplaudir.
PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS… Y no escuché nada más. Intenté abrir la puerta.
— Nicole. Abre la puerta, ya está. Dije una vez más –no escuchaba nada dentro de la habitación. Me los imaginé besándose. Aporreé la puerta-. ¡Joder, Nicole! ¡Abre la puta puerta!
— ¡Pírate un rato, gilipollas! Me estoy enrollando con tu chica. Ten un poco de dignidad y pírate.
— ¡Abre la puerta y me lo dices a la cara, cabrón!-grité.
— Cuando acabe la abro..
Debieron pasar como treinta minutos en silencio, sin hacer nada de nada. Por muy macho que fuese él tenía que tener un límite. Pero de repente, la oí gemir… Escuchaba susurros entre ellos pero no alcanzaba a oír lo que se decían.
— ¡Ay…! –gimió ella, y pocos segundos después empecé a sentir el chapoteo.
— Di que eres mía.
— Soy tuya. Soy toda tuya…
— Abre la boca, voy a escupirte –lo escuché hacerlo-. ¿Cómo puedes ser tan guarra? ¿Te gusta? ¿Eh? ¿Te gusta? –decía mientras la escuchaba azotarla.
A lo lejos, escuché la puerta de la casa abrirse. Mi compañera de piso entró y no tardó en encontrarme arrodillado frente a la puerta.
— ¿Pablo? ¡Pablo! ¿¡Qué te pasa!? ¿Por qué lloras? –murmuró totalmente preocupada y con un hilo de voz. No tardó en escuchar el chapoteo…
— Ay…. ¡Ayyyyy!
Vi a mi compañera de piso taparse la boca, alternando la mirada entre la puerta y yo. No tardó en aporrear la puerta.
— ¿¡Cómo puedes hacer esto a Pablo, Nicole!? Sal del cuarto. ¡Sal, puta!
No me di cuenta de que estaba llorando, así que me enjuagué las lagrimas levantándome y la sostuve de la muñeca.
— Vamos –le dije a mi amiga y aunque dudó por unos segundos, me terminó acompañando. Cerré la puerta del pasillo y ella me abrazó sentándonos en el sofá. Le conté lo que os he contado a vosotros, y me abrazó aún con más fuerza. Sentí sus tetas contra mi cara y eso me hizo sentir infinitamente mejor que instantes atrás. Los gemidos llegaban aún con las dos puertas cerradas… Y pasó una hora, y dos horas… Hasta que Sergio salió por la puerta-. ¡No quiero volver a verte en mi casa! ¿Te enteras? –rugió por mí, haciéndolo reírse.
— Nicole folla de lujo… Volveré a quedar con ella, no lo dudes –me espetó con malicia antes de irse, cerrando con un portazo.
Ya no tenía ganas de protestar ni de irle detrás, toda la rabia se me había ido al llorar y al contarle todo a mi compañera de piso. La vi irse a mi cuarto y gritar a mi novia sin que yo las siguiese.
— Te largas de mi puta casa. ¡Mira que eres puta, tía! ¡Con lo bien que te trata y le haces eso! –Nicole iba a protestar, pero ella tiene peor carácter. Entre el arrepentimiento que mostraba mi novia y lo cabreada que estaba la otra… No dijo nada.
— Pablo… Lo siento –se disculpó al verme completamente molido.
— ¡Que te pires! ¡Largo! –rugió señalando la puerta a mi pareja… y se fue.
No quería que se fuera, en parte. Pero la odiaba y la despreciaba. Lo sé porque sigue siendo lo que siento ahora, pocas horas después de que pasase todo. Quizá arregle las cosas con Nicole, no lo sé… Esto lo escribo de madrugada, y temblando de la rabia o, ahora que lo pienso… Quizás es de la excitación.
Mi ex, creo que es la mejor manera de referirme ahora, en presente. Jura que ha bloqueado a ese capullo y que se arrepiente mucho de como se ha comportado. ¿Pero cómo voy a poder perdonarla? ¿Cómo voy a poder confiar en ella después de haber visto lo que he visto?
Pero hay algo que no os he contado, y es que ahora es en mi compañera de piso con quien estoy fantaseando. Tengo que explicarme para que lo entendáis… Me independicé con veintitrés años, y busqué un piso compartido que pudiese pagar. Mi compañera estaba a disgusto con otras dos personas con las que compartía el piso y aprovechó mi necesidad para encontrar un nuevo inquilino.
Con una suerte del carajo, me mudé con ella y hemos vivido tres años sin problemas ni discusiones pues somos muy compatibles en la convivencia. Tengo ojos, y aunque tenía una chica soltera tan buenorra –no es tan guapa como Nicole, las cosas como son-, nunca la llegué a ver de esa manera. Trajo a casa muchos chicos y chicas, se ha liado con muchas personas y la he oído incontables veces follando en su cuarto.
Y muchas veces la he pillado mirándome con deseo. No como compañera de piso, sino como mujer. Ha habido temporadas en las que no quería salir de fiesta ni conocer a personas, por lo que la abstinencia debía hacer que se fijase en mí.
Nunca correspondí ese interés, aunque no era porque tuviese novia sino porque estaba demasiado cómodo con ella como para arriesgar nuestra buena convivencia. Eso cambió cuando me abrazó en el sofá, ya que al estar tan furioso y despechado se me antojó tener sexo con ella… Y mientras escribo esto, os reconozco, que quiero vengarme de mi ex.
No quiero estropear mi amistad con mi compañera de piso… Pero desde que sentí sus tetas en mi cara no he parado de imaginarme follándomela. Antes me gustaba follar suave, pero reconozco que he fantaseado con experimentar esa misma manera de follar que la que ha experimentado Nicole… Al fin y al cabo, todas las mujeres son unas cerdas sedientas de sexo duro.
Reconozco que me gustaría escupir en la boca de mi amiga, correrme dentro sin condón, estrangularla y hacerla gemir de placer como lo ha hecho ese cabrón con mi novia… Me gustaría humillarla y usar su coño para mí único placer.
Esto lo escribo en caliente, y en cuanto me haga una paja se me pasará, aunque si por algún casual llegase a cometer ese error… Tened por seguro que os contaré sobre ello. Hasta entonces, intentaré no suicidarme por estar evitando a Nicole… El amor de mi vida.
¿Continuará?