Inocente ¿de qué?

MujerQueDesea narra en el Ejercicio la historia de una venganza que puede ser justa. Su protagonista es una bonita meretriz.

Mi venganza era suprimir una vida, después de eso daba igual que me detuviesen, juzgasen y encarcelasen. Sí, suprimir la vida de alguien que suprimió otras: las de mis familiares más queridos.

De un país del este vine engañada con la promesa de un buen contrato de trabajo como azafata de congresos. El saber idiomas me ayudaría a promocionar incluso como intérprete. Todo eso me entusiasmó y me animé a ir a un lugar de la costa del Mediterráneo, donde en principio todo me pareció precioso para acabar aborreciéndolo por culpa del mundo en el que el chantaje y las amenazas me iban a introducir.

Comencé mi carrera como prostituta, algo que no quería hacer, bajo la amenaza de que si no lo hacía matarían a mis padres y hermanos allá en mi pueblo natal. Fue un tal Golum, despreciable gordo mafioso que cumplió su amenaza sólo porque a uno de sus socios le di un gran mordisco en el pene, una vez que quiso que le hiciese una felación mientras él taponaba mis vías respiratorias presionando sobre mi nariz. A aquel inmundo ser le debió doler, ya que me llevé un buen pedazo de su carne entre mis dientes. Mi rabiosa acción llevó a la tumba unos días después a mi familia.

A mí me encerraron en un sótano. Mi vida corría peligro, lo sabía. Sin embargo tuve suerte en una de las ocasiones que mi carcelero vino a traerme algo de comida, porque el muy desdichado se descuidó hasta el punto de que pude arrebatarle la pistola para apretar el gatillo apuntándole y dispararle. Salí corriendo muy asustada sin saber si le había matado o no. Nadie en mi camino pudo detener mi escapada y tuve más suerte aún al meterme en un coche con las llaves puestas que me permitió huir.

Llegué a la determinación de buscar a Golum para matarle. Lo encontré fácilmente en el despacho de uno de sus negocios tapadera, pero lo encontré muerto. Sobredosis de cocaína. También vi una tarjeta con el nombre del sicario que ejecutó a los míos. Lo busqué, lo seduje vestida con ropa sexy y tumbado sobre la cama cuando se preparaba para hacer el amor le apunté a la cabeza con la pistola:

  • Soy inocente –exclamó asustado.

  • ¿Inocente de qué? –fue lo último que escucharon sus oídos.