Inocente Aprendiz III

Después de muchos meses sin vernos... El Maestro de 50 años retoma las lecciones a su alumna de 20.

El verano ha llegado,

hay mucha calor y en un pueblo costero se incrementa! la bahía está atestada de turistas buscando refrescarse. Las piscinas ¡Ni hablar! al caminar por las estrechas calles el sudor es el

primer contacto.

Las mujeres se abanican al son de su caminar y los hombres aprovechas para ver aquellas revelaciones

,

que el sudor y el viento caliente deja ver secretamente de las mujeres.

Ya se acerca la hora, mi amante pre

dilecto

está cerca. Acordamos un encuentro secreto en un hotel a pocas calles de aquel en donde me hospedo con mi padre... de este modo garantizamos discreción en lo nuestro. Compro un par de artesanías del lugar para justificar mi "paseo" y arribo finalmente al hotel modesto pero confortable.

Me dirijo directamente a la habitación que me indica la llave que me dejo leo dentro del libro que uso para entregármela secretamente; un cuarto pequeño, decorado a lo marroquí, con colores rojo y arena. Alfombras y una cama baja y llena de almohadones. El ambiente es frio gracias al slip que hay en una pared. Sin embargo, el sudor corría por mi piel ¡No podía dejar que me tocara así.

Opt

é

por acudir al cuarto de baño

, entro a la ducha, deseo aplacar el calor de mi piel blanca y pecosa dejando caer el agua fría sobre mi; mojando mi cabello, tomó el jabón perfumado, y comienzo a deslizarlo por cada centímetro de mi piel, deslizo mis dedos mojados por mi entre pierna y los recuerdos de viejos polvos con el socio de mi padre y mejor amigo, un hombre que me lleva treinta años de experiencia sexual... comencé a masturbarme con mi mano recordando sus caricias y su delicioso falo dentro mío, llevándome a la frustración pues mis dedos son muy pequeños para igualar el poder de aquella verga.

Salgo de la ducha un poco triste y excitada, seco mi piel húmeda y prefiriendo el frío aire acondicionado de la habitación, me acuarto en medio de la cama entre los almohadones totalmente desnuda y procuro descansar.

Pero me inquieta la humedad de mi vagina reclamando placer...

De repente siento la yema de unos dedos tibios rozar mi pie, me asusto y casi me siento en la cama, pero al abrir los ojos puedo verlo allí, de pie junto a mi cama: Ese hombre de cincuenta y cuatro años,

1.80m,

con calvicie, pecho de pelo blanco, vestía solo una remera,

un jean azul y zapatos

sports

. Volví a relajarme, aunque no podía disimular mi alegría.

Besó mis labios, paso su mano por mis pechos, sentí su aliento en mi cuello y su lengua recorrió mi abdomen. Con una mano entrelazada con la mía, la otra jugueteaba con mis piernas y caderas. Mi mano libre, la ocupe recorriendo su abdomen y su falo aun cubierto... Y mientras mordisqueaba  uno de mis pezones, decidí liberar su falo y masturbarlo con mi mano. suspiró

en mi

oído y no pude evitar gemir. Bajó su mano nuevamente a mi entre pierna y pudo sentir de inmediato la humedad de mis jugos. Se liberó de su pantalón y sin preámbulos me tomó de las caderas, abrió mis muslos como si fueran alas de mariposa y ensartó su falo hasta lo más profundo de mi, haciendo que mi espalda se arqueara abandonando el colchón y provocando que mi garganta gimiera

placenteramente.

Creí perder la razón por un momento o dos;

apoyándose desde el interior de mis muslos comenzó a mover su pelvis, sacando y metiendo su falo rítmicamente. Ambos gemíamos y liberábamos placer, excitándonos más y más con nuestros sonidos. Mis jugos resbalaban fuera de mi. Yo apretaba lo almohadones. Cuando comenzaba a vaciar mi mente, bajo el ritmo de las embestidas hasta detenerse y sin sacarlo de mi. Me tomó de la cintura y me alzó me llevó contra la pared y allí volvió a reanudar la danza del placer insertando con más fuerza su falo, lo sentía llenarme completamente ahora le gemía y gritaba al oído y el al mío. Su remera estaba completamente empapada y de mi piel salían grandes gotas de sudor.

Incapaz de continuar de pie. se cuesta en la cama dejándome a mí a horcajadas para continuar con la labor la cual estaba completamente dispuesta a cumplir. Me acomodé en la posición de la amazonia,

y comencé a mover mis caderas.El paseaba sus manos por mi culo, mi espalda, mis pechos y abdomen, y yo recorría su abdomen. pecho y cuello.

Siendo ahora los jadeos nuestro único idioma aceleré el ritmo de mis caderas. Pero al parecer el no quería acabar allí. Me empujó de regreso a la cama y dándome la vuelta me obliga a arrodillarme y a bajar la cabeza al colchón. Agarrando mis tetas hundió de nuevo su verga dentro de mi y comenzó a darle con todas las fuerzas que tenía, en como tiempo su ritmo era frenético, me hacia llorar, sudar y gritar de puro placer.

Impulsada por la adrenalina, levante mi rostro para verle, pero me castigó nalgueándome con fuerza, y llevando mi cara de regreso al colchón me sujetaba por le cuello para que no lo volviera hacer. Volvió a pinchar mi nalga

y aceleró aun más el ritmo. estaba ya gritando como loca cuando el con un fuerte rugido dejo dentro de mi su leche caliente invadiendo cada rincón de mi y activando oleadas de espasmos en mi cuerpo, liberé excitación con un grito

. Exhausto, cayó sobre mi inmovilizándome completamente. En mi espalda oprimía la mojada tela de su remera. Y podía sentir como las gotas de mi sudor se deslizaban hacia el colchón.

Así nos quedamos dormidos, para luego vernos de nuevo durante una cena junto a mi padre y demás socios del nuevo complejo turístico.