Inocente Aprendiz II
Muchisimas gracias por todos sus comentarios, buenos malos, todos han sido recibidos. Aqui la parte que han esperado.
Después de aquel estupendo orgasmo, me quedé dormida, no sé si por unos segundos o por algunos minutos, solo recuerdo que desperté sintiendo algún dedo de Leo hurgando en mi rajita y su boca jugando en mi vientre. No demoré mucho tiempo en comenzar a gemir, las sensaciones exquisitas que él me hacía sentir eran únicas para mí.
Comencé a hacer puños en la sabana para drenar aquella corriente que recorría mi cuerpo. Solo me dediqué a disfrutarlo y a acariciarle los escasos cabellos plateados que tenía en la cabeza.
Ya ronroneaba como gata cuando él se detuvo y me dijo alzando su mirada: “Tengo una idea” y se levantó al tiempo que se chupaba el dedo para saborear mis jugos; Tomó y descorchó una botella de vino tinto y desde el pico sorbió algunos tragos dejando caer en su pecho algunas gotas. Me ofreció su mano y me dijo “Sígueme” y yo obedecí sin dudar. Me guío hasta la sala de baño la cual era bastante amplia, tenía un gran espejo, dos lavados, una ducha anti estrés, y yacusi y un pequeño diván. Me llevó hasta el yacusi vacío e hizo que entrara en él. Una vez dentro me arrodillé, supuse que un poco de sexo oral en su miembro mientras se llena la bañera sería un buen comienzo; sin embargo, no estuve tan equivocada, el entro y roció un poco de vino en su falo y me lo ofreció con una sonrisa. Lo tomé sin miramientos y comencé a lamerlo y poco a poco a meterlo en mi boca, su sabor a vino y carne me excitaba, podía ya darme cuenta que le gustaba que lo pajiara lento lo notaba en su respirar profundo. De improvisto, comenzó a echarme vino en la cara y en mi pecho, me bañaba con el vino que quedaba en la botella, no sé si por accidente por lo bien que disfrutaba o adrede para hacerme algo más. Luego comprendí que fue mi segunda hipótesis, pues una vez que tenía el falo bien duro y a poco de correrse me separó de su deliciosa y alcohólica polla y comenzó a lamer mi cuerpo, buscando recoger con su lengua todo el vino que derramó sobre mí.
Mi piel porcelana estaba pintada con vino tinto y el pasaba su lengua en cada lado pintado, incluso recogía lo poco que estaba en el frio fondo del yacusi y me la untaba con sus manos aprovechando con esto de masajear mi cuerpo de modo que mi excitación se incrementara poco a poco. Ya estaba yo, acomodándome para recibir su polla en mi rajita, cuando el continuo su juego y tomo la botella, me hizo tragar de pico lo poco de líquido que quedaba en ella y deslizando la boquilla por mi pecho y mi abdomen, colocó la boquilla en la entrada de mi conejito. Lo miré con miedo y él solo sonrió. “Si te gusta tu falo de hule, os gustará esto también” me dijo, y abrió con sus dedos mi entrada y lentamente fue metiendo la punta de la botella en mí, me dio escalofríos sentir como se abría paso fácilmente dentro ya que estaba muy mojada. Leo, comenzó a acariciar mis muslos al tiempo que me follaba de a poco con la botella, cada vez sentía más excitación y a medida que Leo iba aumentando el ritmo, mis espasmos se venían acercando, me revolcaba dentro de aquella bañera sobre el charco de vino que dejó y magreaba mis senos disfrutando cada movimiento que hacia Leo con la botella en mi chocha. Cuando ya estaba por correrme el saco la botella y se posó sobre mí y comenzó a besarme yo abrí mis piernas dejando que él se acomodará, quería que continúe fallándome, apreté sus nalgas y le rogué que me penetrara. No lo pensó mucho y acomodo mis pantorrillas en sus hombros y apuntó su falo en mi entrada y lo metió a fondo para comenzar su baile sobre mí, movía las caderas con lentitud, y mi chocha rogando velocidad, brotando jugos, sentía placer y tortura porque quería más. Así fue incrementando sus embestidas y mis gritos resonaban en todo el cuarto de baño. No encontraba lugar en donde sostenerme, sentía perder mi juicio y mi cuerpo se manifestaba con voluntad propia, Leo follaba como perro; me llevo las rodillas a mi pecho y metía su falo duro hasta el final, haciéndome sentir que me reventaría por dentro, cosa que me enloquecía de placer y en 3..2..1 un grito descontrolado salió de mi garganta cuando aquel macho de 58 años estallo en mis entrañas bañando mi interior con su leche espesa y caliente, provocando que mi cuerpo temblara en incontrolables espasmos que dejaron mi mente en blanco por un tiempo incontable para mí.
Descansó por unos minutos y abrió las llaves del yacusi, y lo dejo llenar hasta la mitad, con agua tibia, muy rica a decir verdad. Con mucha calma fue mojando mi cuerpo y yo el de él, nos lavábamos mutuamente el sudor y licor que nos envolvía. Me senté muy cerca envolviendo sus caderas con mis piernas y comencé a besar su pecho con besitos dispersos. El acariciaba mi espalda y comenzó a besar mi cuello, bajo a mis hombros y lentamente llegó a mis pechos que mojados estaban a su merced.
Leo los lamia y mordía, los magreaba a placer y yo disfrutaba de cada movimiento. Era el primer hombre con quien estaba oficialmente, y me había hecho conocer los orgasmos que tal vez muy pocas mujeres experimentan. Me estaba poniendo cada vez más caliente e hizo que me levantara con las piernas abiertas coloqué mi rajita en su boca, como si me sentara sobre él y el agarrándome firme por las nalgas comenzó a lamer mi entrada, mi clítoris, y parte de mi interior. Mis gemidos no se hicieron esperar y mis caderas respondían solas a las lamidas de su lengua. Tal vez por mi inexperiencia me ponía cachonda muy rápido, pero era algo que no podía controlar y me daba cierta rabia, porque sabía que acabaría rápido.
Cuando ya mis piernas no tenían fuerzas, él se levantó y pude ver que su falo estaba erguido, me dio la vuelta y me hizo apoyar mis manos en el borde del yacusi, y abrió mis piernas… y así en cuatro, comenzó a acariciar mi ano, y con su dedo viajaba de mi ano a mi rajita y a mi clítoris.
Luego sentí su glande en la entrada de mi vagina y me agarro muy fuerte de las caderas, y en un empujón firme lo enterró completo lastimándome el coño y haciendo gritar no solo de placer sino también de dolor.
“linda chiquilla, blanca como nieve y cabello de fuego… lo que provoca que follarte como se folla a una puta.” Me dijo, a lo que respondí: “Pues imagina que soy tu puta más puta y fóllame como queráis.” Entendido esto, llevo sus manos a mis senos y los apretó como queriendo exprimir liquido de ellos y comenzó a follarme con fuerza, en cada embestida sentía su glande golpear mi fondo, lo hacía cada vez más rápido y mis piernas perdían fuerza, ya no gemía, gritaba con cada golpe de su glande en mi coño, sus manos cada momento estaban más y más aferradas a mis senos hasta que se cansó de aquella posición y volviendo a tomar con fuerzas mis caderas enterraba su falo con más potencia en mis entrañas, cada embestida me volvía cada vez más loca, mi chocha comenzaba a doler pero quería más placer. Sus huevos tongoneaban y me golpeaban, buscaba agarrarlos pero no podía había mucha fuerza en sus penetraciones que sentía perder el equilibrio si me movía.
Miré al espejo, grande que ocupaba toda la pared y me excitó de sobre manera ver como metía y sacaba su falo de mí, con aquella fuerza y rapidez.
Nuevos espasmos recorrían mi cuerpo y el continuaba son su ritmo desbordado y con un gran suspiró comencé a sentir su leche esparcirse dentro de mi nuevamente. Cada chorro que golpeaba mi coño provocaba nuevos espasmos en mí. Caí arrodillada dentro del agua, mi respiración estaba entrecortada; él igual que yo buscaba recuperar el aliento, más eso no impidió que me tomara por el cabello y haciendo que mi cabeza girara hacia tras, me metió su falo entero en la boca, haciéndome tragar tanto su leche como mis fluidos.
Me dio un gran beso en la boca y se fue a dar una ducha, yo me quede en el yacusi, disfrutando se sus masajes y burbujas.
Luego me vestí y me retire de la habitación con mi celular en mano, no sin antes guardar su número para que al darse una vuelta por mi ciudad, podamos tener nuevas lecciones.