Inma, la cuñadita

Mi cuñadita se empeña en calentarme y no para hasta que me la follo.

Pasa el tiempo y las posibilidades de que Lorena lea esto ya son prácticamente inexistentes. Por lo cual voy a compartir los mejores cuernos que he puesto hasta la fecha.

Ya casi al final de nuestra relación tuve un momento asaltacunas de manual aprovechando que su relación con su hermana no era la mejor del mundo y que nuestra relación tenía fecha de caducidad.

En las últimas vacaciones que pasé con su madre divorciada y su hermana, relato que me falta por escribir, porque tiene bastante enjundia, tuve a bien pasearme desnudo delante de su jovencita hermana, 18 añitos, y su divorciada madre, 55.

Su hermana se puso muy pesada desde que me vio el manubrio y mi ex me trasladaba todas sus perlas.

  • Joder, Lucas. Eres un exhibicionista. Primero mis amigas y ahora mi hermana. Desde entonces Inma no para de decir que qué bueno estás, que a ver si encuentra ella uno que esté tan bueno como tú y con ese rabo. Y sus amigas igual.

Me advirtió que si lo volvía a hacer terminaríamos nuestra relación.

Pobre, no sabía cuan cerca estaba aquello…

Sea como fuere, aquello música para mis oídos pese a que Lorena había atado cabos. Primero fue el descaro con el que me paseé desnudo ante Virginia, pero lo de Claudia tampoco se quedó atrás. Menuda bronca me costó andar desnudo de su mejor amiga… Aunque poco pudo hacer cuando su madre nos invitó a su casa en Málaga. Ahí eché el resto porque sabía que a esta relación le quedaban cuatro telediarios.

El caso es que Inma vino a visitar a mi hermana con unas amigas suyas aprovechando que faltaban apenas unas semanas para empezar las clases.

Lorena no podía ni quería seguir el ritmo fiestero que llevaba su hermana y sus amigas, de las cuales Inma era la única menor porque cumplía los años en octubre.

Inma estaba muy buena. Alta, delgada, media melenita castaña, muy guapa, con nariz un poco grande y labios gorditos, tetas muy gordas y un culito respingón que, pese a no ser del nivel de su hermana, que era redondo y daban gusto embestirlo y follarlo, no era nada desdeñable.

Vinieron cuatro días y tenían intención de salir todos. Salimos con ellas el viernes, pero Lorena el sábado no quería salir porque tenía que estudiar porque tenía un examen de recuperación la semana siguiente. Por este examen se había quedado más tiempo en Tudela, de hecho.

Bueno, ese mismo viernes Inma me intentó zorrear lo que no está en los escritos. Ella y sus amigas se ponían unos modelitos exagerados: sandalias, pantalones y faldas muy cortos, ropa ajustada, escotes hasta el ombligo, pantalones muy finos que con la luz se les transparentaba el tanga…

Era un grupo de perras en celo por cómo vestían y como bailaban.

El viernes con la excusa de perrear restregaron sus culos por distintas pollas. Me consta que una de ellas terminó chupando una en un baño y otra acabó en casa de otro.

Solamente Inma y otra amiga suya, Alicia, volvieron al hotel.

Por supuesto Inma súper pesada intentando perrearme todo el rato.

Que yo estaba encantado, llevaba unos pantaloncitos cortos y unas cuñas que me ponían muchísimo. Amén del escote exagerado que se ponía para realzar sus enormes tetas.

Lorena le tuvo que llamar la atención varias veces, y ante el caso omiso que hacía su hermanita al final se mosqueó de verdad.

  • Joder, Inma, deja de restregarte con Lucas, que es mi novio.

  • ¡Pero si no hago nada malo! ¿A que no te molesta, Lucas?

= A ver, molestarme no, pero eres mi cuñada…

  • ¿Ves, Lore?

  • ¿Pero no ves que está intentando ser amable? Ya vale, coño.

Inma estaba bastante molesta y yo me moría de ganas por restregarle mi gorda polla por ese culito. Aproveché que estaba borracha y hablando con Alicia para decirle que si mañana salíamos que bailaríamos, pero que no le dijese nada a su hermana.

Se le iluminó la cara, me abrazó y me dio un beso en la mejilla casi colgándose de mí.

Lorena observó la escena y cuando se fueron ella y Alicia me abordó al instante.

  • ¿Y eso a que venía?

  • Y yo que sé, está borracha. Le he dicho que era la mejor y…

Lorena me miraba seria, esperando.

  • ¿Y?

  • Le he dicho que lo que pasa es que baila muy bien y que le tienes envidia.

  • ¡¿Qué?!

  • A ver, entiéndeme, que no quiero llevarme mal con ella y es una mentirijilla que no hace daño a nadie.

  • ¿Y no se te ha ocurrido otra cosa?

  • Pues no. Está en una edad muy mala. Yo que sé, solo quería quitarle hierro al asunto.

  • En fin… Estoy un poco harta de ella, de su egoísmo, de que sea tan mal criada, de sus hormonas, de su puterío… Hizo una pausa antes de continuar y me miró para decirme lo siguiente, se ha follado al primo Damián en Málaga.

Me alegré de poder hablar de otra cosa, y no me hizo falta fingir sorpresa porque estaba bastante sorprendido. Me había quedado claro que Inma no respetaba nada cuando se le calentaba el coño, pero esto era otro nivel.

Por lo visto sus tíos los habían pillado en mitad de la faena una noche que habían salido para cenar y habían vuelto antes de tiempo. Un buen escándalo para la familia.

  • ¿Seguro que no os apellidáis Borbón, Lore?

  • No tiene gracia… Mi madre y su hermano han discutido por este tema.

  • Hombre, admíteme que visto desde fuera la tiene…

  • No, no la tiene.

Lorena hacía tiempo que estaba más amargada. Se agotaba el tiempo y yo ya me había aburrido de fingir que no pasaba nada. Si no fuera porque quería restregarme con su hermana esa misma noche hubiéramos tenido la conversación.

Aunque decidí posponerla, cuando miraba ese culito me decía a mí mismo, “¿para qué adelantar acontecimientos si va a volver a Málaga? Aprovecha para seguir lamiendo y embistiendo esas nalgas, que queda poco”.

Al día siguiente salí con unos amigos. Lorena me preguntó si iba a avisar a suhermana y le dije que no. Tudela era lo bastante pequeña como para encontrarse sin querer y que vigilaría que no se pusiera como una inglesa en Salou.

A Inma le faltó tiempo para mandarme un mensaje y preguntarme dónde iba a estar y con quién, etc.

Si quedamos a las 22:30 antes de las 23:15 teníamos a esas cuatro locas en celo con nosotros. Y menudos modelitos llevaban…

Iban todas súper arregladas y la única que no llevaba tacones era una chica llamada Macarena, el resto iban todas bien escotadas y arrepretadas.

Me voy a centrar en Inma que es la que nos atañe.

Inma llevaba una minifalda fina blanca ajustada y un tangazo rojo. ¿Cómo sabía que era rojo? Porque se le transparentaba.

La camiseta de tirantes negra y un escotazo en forma de “U” que era imposible mirarle a la cara.

Las sandalias eran también negras, con un buen tacón, y tenía las uñas pintadas de rojo.

Los pies de mi cuñadita me encantaban porque eran bonitos, más que los de Lorena.

Cuando la vi llegar de esa guisa se me secó la garganta y el pensamiento “te has equivocado de hermana” surgió en mi mente.

Bueno, pensé, para lo que me queda en el convento me cago dentro.

Mis amigos, pese a sacarles 10 años o más, no tardaron en echarles la caña e intentar arrimarse. Y como para no. Qué arte tienen las andaluzas para sacarse partido…

Alicia, la más feíca y que no había ligado, estaba de parte de Lorena en cuanto a quedarse con nosotros.

Mi amigo Fer, también recontra hecho, había hecho muy buenas migas con ella y se venía folleteo. Inma por su parte no se despegaba de mí.

Tras estar bebiendo un rato unos cuantos cubatas en un chino y estar todos más o menos borrachos decidimos empezar con la fiesta. Calculo que sería la 1 de la noche.

Las otras dos amigas se separaron para irse con los chicos con los que habían estado el día anterior. Palabras textuales de la tal Macarena, “me quiero volver a comer el rabo de ayer”.

Cuando entrábamos en algún pub Inma no tardaba de cogerme de la mano con la excusa de no perderse y no me la soltaba hasta que lo hacía yo. Entramos en tres y nos quedamos en el Escudo.

En cuanto vino la primera canción de reguetón me sonrió con una expresión pícara y me plantó su culito en mi paquete. Alicia hizo lo mismo con Fer.

El resto de mis colegas, carcomidos por la envidia, se fueron a buscar mozas con las que restregarse. A partir de ahí no los volví a ver.

Inma no bailaba, intentaba follarme a través de la ropa. Se restregaba contra mi paquete con un ansia exagerada. También me apoyaba la espalda en el pecho.

No entendí que pretendía hasta que puso su cara a un lado y lo que me quedaba al frente eran esas dos lustrosas mamellas.

No me quedó ningún tipo de duda cuando vi que Inma no dejaba de mirarme mientras yo miraba sus tetas.

  • ¿Te gusta lo que ves?

Yo estaba con el rabo tieso y pensaba entre cero y nada.

  • Me encantan tus tetas.

  • ¿Las echabas de menos?

  • No te voy a mentir…

  • Puedes tocarlas si quieres…

Justo lo que esperaba escuchar.

Mis manos subieron lentamente por su cadera y cintura recorriendo su cuerpo hasta alcanzar sus tetas y apretarlas brevemente una vez.

  • Ah…

  • La de veces que fantaseado con tocarlas.

  • Y yo con que lo hubieras hecho…

Seguimos “bailando”, pero ahora tenía los pezones erectos. Iba sin sujetador pese a tener esos dos melones en una camiseta tan fina. Yo tuve que sacármela del calzoncillo y dejarla libre debajo del pantalón.

El bulto era más que obvio para cualquiera que mirase, pero necesitaba más liberad.

Inma dio la bienvenida a la idea.

  • Uf.. Ahora la noto más todavía… Qué grande es.

  • ¿Te parece grande?

  • Sí… En la playa te juro que te la hubiera comido desde el primer momento que te vi en pelotas.

  • Agárrala.

Pasó su mano por detrás de su culo y la metió en mi pantalón. Me la agarró con firmeza e intentó apretarla.

  • No me da la mano.

  • Es que me la has puesto muy dura.

Volví a agarrarle las tetas y se le escapó otro jadeo.

Miré hacia la barra y uno de los camareros, Juan, que era amigo mío, me miraba mientras asentía con gesto de aprobación. Entonces tuve una idea.

  • Ahora vengo, cariño. Y le di un beso en la mejilla.

Mi duro rabo y yo fuimos hasta la barra.

  • Hostia, Lucas, ¿y ese pibón?

  • Está buena, ¿eh?

  • Ya te digo, si tiene una hermana preséntamela, eh…

  • Jejeje… No creo que tenga. Oye, Juan, ¿me dejas la llave del local de al lado?

  • ¿Para qué?

  • ¿Para qué crees?, y le hice un gesto con la cabeza hacia Inma.

Miró hacia ambos lados.

  • Hostia, Lu, no sé… Si se entera el jefe me la cargo.

  • Te doy 20 pavetes.

Agarró el billete con bastante velocidad.

  • Venga, va… ¡Pero devuélvemela al acabar!, ¿eh?

  • Dalo por hecho, eres el mejor, Juancho, y le di un beso en la mejilla.

Juan se rio y se limpió donde le había dado el beso mientras me decía marica.

Volví hacia Inma rápidamente, a la cuál había abordado ya un pesado.

Le hice un gesto de que viniera hacia mí. No tardó nada en desprenderse del tío ese y acercarse hacia mí dando mini saltitos como un cervatillo contento.

Tampoco se cortó y me plantó un beso en los labios. Ahí mis manos fueron a su culo y nos empezamos a liar en mitad del bar. Nos daba igual si nos veía Alicia. Mis amigos estaban al tanto de mi relación con Lorena y sabían que para octubre, fecha en la que ella se volvía a Málaga, volvería a estar soltero.

  • Ven conmigo.

No dijo nada. Borracha y cachonda la cogí de la mano, salimos del bar y nos metimos en el local de al lado que hacía las veces de almacén.

Fuimos a un rincón un poco apartado debajo de una escalera y seguimos comiéndonos la boca.

Le saqué las tetas y quedaron al aire con su redonda forma desafiando a la gravedad, pidiendo que alguien las chupase.

Me abalancé sobre ellas mientras con una mano le agarraba el culo y con la otra le pellizcaba ligeramente el otro pezón.

Inma gemía y me acariciaba el pelo.

  • Aaah… Sí… Qué gusto…

Yo no hablaba, estaba demasiado ocupado comiéndome esos dos melones. Volví mi atención a sus gordos labios y le volví a comer la boca. Con una mano le amasaba las tetas y con la otra me solté los pantalones y me la dejé al aire.

Cogí su mano y la guie a mi rabo.

Me masturbaba con cierta torpeza, pero me daba igual.

Me miró el rabo.

  • Buf… Qué grande…

  • Tienes que chuparlo, me duele.

  • Sí, sí.

Se puso de rodillas y se lo metió en la boca. No tenía mucho estilo, pero si espíritu.

La visión era magnifica, sus enormes tetas al aire, sus ojitos cerrados mientras la mamaba, y sus bonitas piernas terminando en dos preciosos pies con unos tacones que pedían que los agarrase mientras le embestía a cuatro patas.

La falta de práctica se notaba en que solo se metía el glande y que me rozó un par de veces con los dientes, pero eso me excitaba más. Era símbolo de que su pequeña boca tenía problemas con mi gordo rabo.

  • Perdón, es que es muy grande y no me cabe bien.

  • Lo haces muy bien, pero ahora me toca a mí.

La puse de pie contra la pared, le quité el tanga y metí mi hocico en su mojado húmedo coño. Tenía un olor peculiar muy agradable, más que el de su hermana. Un coño cuyo olor te gusta es de las cosas más adictivas que hay en este mundo.

Me lamí dos dedos y se los metí muy despacio mientras le lamía el clítoris.

  • Aaaaah… Diooos… Qué… Bien… Lo… Aaah… Dios…

Se estaba agarrando del escalón de una escalera metálica que subía al segundo piso y con la otra me agarraba por el pelo. Parecía que le fueran a flaquear las piernas.

En menos de un minuto me empujo ligeramente mientras emitía un gemido ahogado y largo.

  • Aaaaaaaah…

Yo seguí dándole con los dedos.

  • Sí… sí…

Tenía la cara descompuesta de gusto y los cerrados. Esperé unos segundos antes de seguir.

Volví a comerle el coño mientras la masturbaba con la mano. Ahora su pelvis acompañaba a mis dedos con gemidos entrecortados, como si tuviera asma.

Apenas pasaron treinta segundos y otro orgasmo como el anterior.

Menuda maravilla de niña, era multiorgásmica y no demasiado ruidosa. Me había tocado la lotería.

Me di cuenta que le temblaban mucho las piernas y yo quería saciar un poco mis ansias fetichiles. Así que maté dos pájaros de un tiro cambiando de postura.

Me incorporé y la llevé hacia una caja tapada por una manta que había en una habitación enana justo al lado. La subí sobre la caja.

  • Qué bien lo comes, Lu…

  • Pues ahora te la voy a meter.

No decía nada, se dejaba hacer. La puse encima del taburete y se la empecé a enchufar. No había peligro de embarazo porque tomaba la píldora. Y menos mal, porque no llevaba condones encima en ese momento.

Tal y como se la empecé a meter comenzó a arañarme la espalda.

Estuvo en silencio mientras entraba y cuando se la metí del todo soltó un gemido ahogado de alivio.

Cuando empecé a bombear empezó a susurrar “uf” cada vez que se la metía hasta el fondo. Parecía que le faltaba el aire.

Otra vez, ni un minuto y otro orgasmo con su consecuente lacónico y alargado gemido.

  • No me había pasado esto nunca con un chico…

  • ¿El qué?

  • Correrme tantas veces… Me pasa sola.

  • Qué honor ser el primero, pues.

Le metí la lengua en la boca y volví a bombear despacio. Parecía que intentaba gemir por la nariz.

Yo estaba mirando sus piernas y decidí no postergarlo más. Le quité una sandalia. Saqué mi lengua de su boca, me incliné un poco hacia atrás, agarré su pie y me metí sus cinco dedos en la boca.

Inma me miró con el ceño fruncido y la boca abierta. Una mueca entre sorpresa, enfado y placer.

Yo seguía bombeando y lamiéndole el pie.

Sin decirle nada llevó su mano automáticamente a su clítoris y empezó a frotar con violencia sin perder detalle de lo que le hacía.

Casi al instante tuvo otro orgasmo, pero esta vez más sonoro. Solté su pie.

  • ¿Te ha gustado?

  • Buffff, muchísimo. ¿Cómo sabías que me iba a gustar?

  • No lo sabía, pero llevo fantaseando con tus pies desde este verano.

  • Me pone mucho. Me encanta. Ahora con el otro…

Repetí el mismo esquema y ella volvió a masturbarse con violencia para volver a tener otro orgasmo demasiado rápido para mi gusto.

Cuando terminé de saciar mi fetiche le sequé los pies en mi pantalón y camiseta, le puse las sandalias y la puse contra la pared.

Era la hora de que aquello sonase como debía.

La empujé contra la pared. Tenía la mitad de la mejilla apoyada contra el muro.

La agarré del pelo, le levanté la falda y le azoté el culito.

Un mini gemido se le escapó.

  • Ya es hora de que te folle como la cerda que eres. Llevabas 15 minutos restregándote contra mi polla y este es tu premio.

Volví a azotarla y otro “¡mmmh!”, salió de su boca mientras se mordía el labio.

La penetré del todo y gimió cuando se la metí entera. Empecé a bombear con buen ritmo.

El sonido que se oía en el almacén era carne contra carne. Un sonido crudo que no necesitaba ser aclarado. Un sonido que cuando le prestas atención te excita todavía más.

Agarré sus enormes tetas cuando pensé que se iba a correr y se las apreté.

  • Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah…

Un orgasmo largo y ahogado que le fui alargando con embestidas profundas y lentas mientras le pellizcaba los pezones.

  • Sigue… Sigue...

No paraba de tener orgasmos entre cortados.

En ese momento sonó la puerta y nos quedamos petrificados. Oí pisadas y el sonido de una caja llena de botellas siendo levantada.

= Lucas, no tardéis mucho más. Se nos empiezan a acabar las cervezas y esta vez he convencido al jefe de que venía yo, pero igual la siguiente viene él.

  • Gracias Juan, ahora voy.

Se cerró la puerta. Nos habíamos quedado quietos con la polla dentro de ella. Volví a embestirla lentamente sin soltarle las tetas. Cerró los ojos lentamente con la boca entre abierta.

  • ¿Te queda mucho?

  • No, nena.

  • No me digas eso…

(Todo esto mientras el bombeo era profundo y lento, y recorría su vientre y sus enormes tetas con mis manos)

  • ¿Por qué?

  • Porque me gusta y me pone mucho…

  • ¿Te gusta cómo te follo, nena?

  • Uf… Sí… Calla, cabrón…

  • Me pones muchísimo, nena.

  • Calla…

Empecé otra vez a embestir con más violencia. Tras otro orgasmo suyo y noté que me iba a correr y no iba a tardar demasiado.

Pegué mi boca a su oreja, le metí la lengua y le susurraba sin parar

  • Me corro, nena, me corro, nena…

  • Córrete en mí, por favor…

  • Te voy a llenar de leche, nena.

  • ¡Sí, sí, sí!

Cuando empecé a jadear y a apretarme contra ella noté los primeros chorros de semen y casi de manera instantánea ella empezó a gemir y también a correrse por… Ni idea qué vez. Había perdido la cuenta.

Seguí bombeando lentamente mientras sentía cómo chorros y chorros rellenaban su adolescente coño mientras yo no paraba decir y gemir “aaaaaaaah, jodeeer”.

Tenía sus tetas agarradas y mis embestidas eran lentas. Ella también jadeaba.

Se la saqué, la agarré de la cadera, le di la vuelta y le metí la lengua en la boca. Tenía el rabo apartado de los dos mientras lo notaba gotear.

Tampoco se iba a notar mucho en un almacén con un suelo lleno de polvo, pero no era plan de ir dejando rastro.

Inma fue torpemente con las piernas separadas hasta su bolso de donde sacó pañuelos y empezó a limpiarse el coño y las piernas por donde un par de gotas intentaban llegar escurriéndose a sus pies.

  • Joder, Lucas… Me has rellenado como a un buñuelo.

  • Buf, sí. Ha sido increíble…

  • Sí…

Nos fundimos todos sus pañuelos intentando limpiarnos y antes de salir le dije que si alguna vez volvía por Tudela tenía asegurada casa, rabo y muchos orgasmos.

Me dio las gracias, me besó y volvió al bar con Alicia.

Yo le devolví las llaves a Juan, el cual me miraba con cara de “has disfrutado, ¿eh, cabrón?”.

Me entró un sueño horrible después de ese polvo. Me despedí de ellos y entonces Inma me agarró del brazo.

  • ¿Te vas?

  • Sí, me has chupado la energía.

  • Jo… Me he quedado con ganas de más…

Increíble, pero maravilloso… Tenía alguna cialis suelta por casa a la que le iba a dar uso para asegurarme que el alcohol no interfería con mi voluntad de reventar a la niña.

Les pregunté abiertamente a Fer y Alicia, que estaban medio acaramelados, si tenían plan de acabar la noche juntos.

Se miraron y se sonrojaron.

  • Bueno, pues me voy a llevar a esta elementa de fiesta mientras vosotros folláis, ¿vale?

  • ¿Y vosotros dónde vais?, me preguntó Fernando.

  • Pues voy a ver en el Risa, que creo que nos podemos sacar algún chupito gratis.

Nos despedimos de ellos e Inma me preguntó si íbamos a ir a ese bar.

  • No, vamos a mi casa.

Me miró sorprendida, pero sonriente.

  • Nena, te voy a follar hasta que te desmayes.

  • Ufffff… No me digas eso…

Le di un cachetazo y enfilamos hacia mi piso donde estuvimos follando hasta las cuatro de la mañana sin parar y terminé con el rabo escocido.

Lo primeri que hice al llegarla a casa fue meterla en la ducha donde le comí el coño y el culo.

Y ya en mi cuarto me la estuve follando en todas las posturas posibles.

No se dejó dar por el culo, pero sí me permitió que le enchufase dos dedos mientras le daba a cuatro patas con los tacones puestos.

Eso pareció excitarla bastante porque acortaba el tiempo entre sus orgasmos, pero lo que más le gustaba era verme lamerle los pies mientras se frotaba el clítoris con la polla dentro.

Cuando fueron las cuatro de la mañana llamé a un taxi para que la llevase al hotel. Le dije que mantuviera esto en secreto, por razones obvias.

  • Pienso volver, Lu…

  • Y yo espero que vuelvas, nena.

  • Buf, cállate.

  • Y cuando vuelvas te volveré a follar.

  • Mira, si no te callas no me voy…

Fue una química salvaje. Después de aquel encuentro le pagué varios viajes y también nos vimos en Madrid que nos quedaba a mitad de camino.

Fue una locura hasta que se echó un noviete de sus años. Poco le duró y poco tardó en volver a escribirme y menos tardé yo en volver a abusar de esa egoísta, consentida y enferma que era mi excuñada.