Inicios...(4)
Carlota intenta una vez mas que Juan José acepte su proposición...
Escuché un sonido lejano, pero que cada vez aumentaba de intensidad, era el despertador de mi móvil, me había quedado dormida en la cama, medio atada y completamente húmeda. Habían pasado 2 hora y media desde mi orgasmo fantaseando con el sr. Juan José. Dos horas y media en la que había recibido llamadas y varios whatsapp’s de mi amiga Cloe por si quería salir esa tarde, pero no los escuché, me corrí de forma tan intensa que me quedé exhausta en la cama.
Me desaté la mano izquierda que aún tenía atada en el cabecero de la cama con un foular y de la corbata que había usado pasa sujetarme los tobillos, me quité el panty y metí todo lo usado en la lavadora, mientras tanto me di una ducha en la que aproveché para limpiar el vibrador. Al salir de ella, aún con la toalla envuelta en mi cuerpo, respondí a los mensajes de Cloe para quedar sobre las 7 de la tarde en mí casa. Me puse a mirar de nuevo videos sobre bondage, ¿Cómo podía excitarme todo eso y hacer llegarme al orgasmo. Me vestí con un vestido estampado de verano y a las 7 llegó mi amiga y salimos por el pueblo hasta cerca de las 9.30.
Vino a recogernos su padre y cenamos en su casa comida típica belga. No pusimos una película y sobre las 12 salimos de nuevo a tomar algo al pueblo. Estuvimos con los amigos de siempre y cuando nos cansamos, allí sobre las 3 de la madrugada, fuimos a un bar donde sus padres habían salido a tomar algo con unos amigos. Mi sorpresa fue al ver al sr. Juan José con ellos. Era un hombre al que no le gustaba salir, pues era muy hogareño. Los saludamos a todos y al decirle que hacía allí me dijo:
-Una vez al año no hace daño, hay que sentirse joven también.
Estuvimos bebiendo un par de chupitos, sentadas con sus padres y a los 20 minutos se levantaron para irse. En principio me quedaba en casa de Cloe a dormir, pero el encontrarme al sr. Juan José allí y charlar con él, les dije que me iría a mi casa que no había recogido nada de nada lo de la noche anterior (mentira) no quería que mis padres se presentaran sin avisar y me dijeran algo. Me dejaron en mi casa primero y me quedé observando como enfilaban calle arriba y a 100 metros giraban a la derecha para dejar al sr. Juan José en su casa. Mi interior ardía, entré en casa, volví a cerrar todas las ventanas y puertas, empecé a tocarme apoyada en la pared del comedor, luego me puse boca abajo en la mesa, a sobarme toda como si fuera otra persona la que lo hiciera. Mi mente imaginaba que allí estábamos el sr. Juan José y yo, solos, el metiéndome mano y yo respondiendo de forma sumisa, me vino a la mente un video porno ruso donde dos hombres humillan con comida a una chica, la cual han amordazado y atado antes, me voy a la cocina y abro la nevera, todo lo que estaba a medias lo cogí, ( kétchup, mayonesa, botella de vino, leche, tres magdalenas, un par de cervezas enteras) y me fui a la ducha, deje todo y me fui a mi habitación a por un par de medias, volví al baño, me maquillé un poco con Rimmel y los labios con el pintalabios rojo, me amordacé la boca y me até los tobillos, quedando solo con unas bragas blancas con topos rosa y un sujetador blanco, empecé a tirarme por encima el kétchup, luego me puse un tercio de cerveza apoyado en el panti que hacía de mordaza para que se filtrara y me llenara la boca, mientras que con la otra mano me masturbaba, luego me derramé el vino tinto, aparté la media e introduje las tres magdalenas en mi boca y repetí la operación de la cerveza, no podía entrar nada y el líquido se derramó por mi cuerpo, la bollería se hizo una pasta espesa en mi boca y el verme en esa situación hizo que me corriera intentando oírme claramente diciendo:
-Quiero ser tu puta Juan José, ahhh…
Me quité la media y escupí la pasta que tenía en mi boca, bebí lo poco que quedada en la lata de cerveza mientras me recomponía de la situación, estaba de pies a cabeza pringada con varias mezclas de líquidos, mi pelo apestaba y mi entrepierna palpitaba como nunca.
El sr. Juan José se estaba convirtiendo cada día más en una obsesión para mí, era verle y excitarme, imaginarme situaciones a su merced cada vez más morbosas y humillantes, quería ser suya, pero no sabía cómo hacerle cambiar de idea, que me viera como a una mujer sumisa y no como la hija de unos amigos.
Pasaron varios días en los que Cloe y Yo nos veíamos para ir a la playa, comer en mi casa o con sus padres y salir de fiesta. Quedaban 4 días para que ella se marchara a Bruselas de nuevo cuando pasó lo que había estado esperando tanto tiempo, era 11 de julio, me desperté y como cada mañana, Cloe y yo nos fuimos a correr 1 hora por la urbanización. Primero corríamos por las calles y la última media hora por el camino GR92 que hay por la costa, las vistas son magníficas, con unos acantilados de más de 15 metros. A la vuelta nos cambiábamos y bajamos a la playa que hay a 200 metros de casa de Cloe hasta la hora de comer, la tarde en mi casa hasta las 5 y luego con los amigos hasta las 8, cenamos por el pueblo y volvimos a cada una a casa para cambiarnos de ropa y salir de fiesta. Todo fue genial hasta que sobre la 1 de la mañana hubo una batalla campal en el pueblo por culpa de unos turistas ingleses que se habían pasado con el alcohol y me metieron con gente, estos, en lugar de calmar el ambiente, empezaron a discutir, total que salimos de la calle de bares como pudimos mi amiga y yo, llamamos a los padres de ella y que nos vinieran a buscar a la estación de tren, un lugar alejado de la pelea, a los 10 minutos vimos como su padre paraba enfrente de la estación, nos subimos y nos fuimos a casa. Una vez en el chalet, para calmarme de la experiencia de verme rodeada de gente pegándose, decidí aliviarme, bloqueé todas las puerta y me puse en ropa interior en el comedor de casa, me amordacé con cinta americana la boca y con la corbata que tenía de mi padre los tobillos, me puse una película bdsm en el televisor y me fui tocando viendo como ataban, azotaban, confinaban a una sumisa en un garaje industrial, estaba completamente ida cuando de repente oí como intentaban abrir la puerta principal, di un respingo y fui a coger el móvil para llamar a la policía, vi que había 8 llamadas pedidas del sr. Juan José, en ese momento escuché como me llamaba por mi nombre desde el otro lado de la puerta, pero en lugar de relajarme del susto me excité, me desaté los tobillos y me puse en la cocina, le llamé:
C -¡Sr. Juan José me estan intentando forzar la puerta!
JJ- No tranquila, soy yo. He escuchado lo de la pelea en el pueblo y te he llamado por si estabas bien.
C-Estoy bien, ya estoy en la cama, nos ha venido a buscar Joseph al pueblo, empezaban a quemar contenedores y nos hemos ido a la estación de tren para alejarnos del tumulto.
JJ-Vale, entonces nada. Me quedo tranquilo entonces.
C-Espere que bajo a abrirle y se toma algo por las molestias.
Era una nueva oportunidad para convencer a aquel hombre, tarde un poco, tenía que dejar indirectas, así que decidí continuar con lo que estaba haciendo antes del susto. Subí a mi cuarto y me puse el pijama de verano, bajé a toda pastilla para abrirle, retiré la silla que bloqueaba la maneta de la puerta y abrí.
C- ¡Buenas noches!
JJ- ¡Buenas noches Carlota!, menudo susto me he dado, me han enviado videos por whatsapp de lo que pasaba y al ver que era el bar donde vais siempre me he preocupado.
C- Muchas gracias. Es Usted un cielo. ¿Una cerveza?
JJ- Si por favor. ¿Hace mucho que habéis vuelto?
C- 30 minutos o así. Le tendí la botella mientras respondía.
JJ-Me sabe mal haberte despertado. Lo siento, pero eres la hija de unos muy buenos amigos y tu padre me pidió que te ayudara si necesitabas algo.
C- No estaba durmiendo, no se preocupe… estaba viendo una película en el portátil.
JJ- Mejor una peli que estar en el pueblo hoy, jeje.
C- Si, mucho mejor, además la película es una de mis favoritas, me la pongo para relajarme.
JJ- ¿de qué trata?
C- De una chica… pero no creo que le guste…
JJ-¿Por qué?
C- ¿Se acuerda de lo que le propuse el año pasado?
Hizo memoria unos instantes…
JJ-¿Aún sigues con eso?
C- Si, es mi desahogo. Cada uno tiene sus gustos, y a mí me gustan esos… aunque tenga que llevarlos a cabo sola…
Me miró sorprendido. Pero negaba con la cabeza.
C-¿Ocurre algo sr. Juan José?
JJ- No puedes seguir por ese camino, perdóname por la palabra, pero eso es de enfermos.
C- Puede que sea una enferma Juan José, pero mi cuerpo lo disfruto como quiero, le dijo a mi padre que me cuidaría. ¿Por qué no me cuida como yo quiero que me cuide? Ya soy mayor de edad para estas cosas. Le pedí ayuda, pues confío en Usted. No quiero irme con ningún desconocido. Usted reúne las condiciones que creo adecuadas. Ayúdeme por favor, se lo suplico. No me tilde de enferma, solo disfruto de mi sexualidad. Quedamos por teléfono a una hora, voy o usted viene, me ata con cualquier cosa y vuelva en 30 minutos. ¿Le pido mucho?
JJ- Tengo que irme, esto me supera de nuevo.
Dejó la cerveza encima de la encimera de la cocina, se volvió hacía la puerta, la abrió y me dijo buenas noches. Cerrando la puerta tras de sí.
Me apoyé en la encimera con cara de resignación, no podía ser, rechazada por segunda vez, fui resbalando mi espalda por el mueble hasta que me quedé entada en el suelo con los piernas juntas y flexionadas. Me llevé la botella a la boca y bebí un buen sorbo, intentando aceptar la situación, tomé otro, así hasta terminar la botella. Me levanté y me fui a mi habitación, cuando estaba en el piso superior llamaron de nuevo a la puerta del jardín. Miré por el interfono, era el sr. Juan José. Abrí, pensé que se había dejado algo en casa, bajé las escaleras y fui a abrir la puerta, estaba tenso, con cara de nerviosismo, no articulaba palabra.
JJ- ¿Te sirve esto? Mostrándome una bolsa de supermercado que llevaba en la mano derecha llena de cuerdas de nylon y de cáñamo.
Miré la bolsa, levanté la mirada y le sonreí.
C- Si, pase.
Cerré la puerta con llave, le dije gracias y nos fuimos al salón. Dejó la bolsa encima de la mesa, al lado de la cinta americana.
JJ- ¿y esto?
C- Para amordazarme, sino me oye todo el vecindario
Sonrió, me coloqué en el medio de la estancia, completamente recta. El cortaba un trozo de cinta, vino hacia mí y me preguntó:
JJ- ¿Cómo quieres que te ate?
C- Como Usted quiera.
Me colocó la cinta americana en la boca y se giró para coger una cuerda de cáñamo, la deshizo en el suelo, cogiendo una punta, se agachó a mis pies y empezó a atarme los tobillos, mi cuerpo palpitaba de excitación, por fin cumplía mi sueño… (madrugada del 11 al 12 de julio).