Inicios
Esta historia sucedió algún tiempo atrás en una cálida tarde- de diciembre, se festejaba la fiesta de fin de año en un campo deportivo.
INICIOS
Esta historia sucedió algún tiempo atrás en una cálida tarde- de diciembre, se festejaba la fiesta de fin de año en un campo deportivo.
Habíamos estado desde la mañana, Paula, la profe, nos habíamos sentado a la misma mesa y habíamos charlado bastante en la tarde, a mí me gustaba, era una joven de unos 25 años, alta, rubia, de ojos celestes, culo forma de manzana y buenas tetas; a la tarde debido al calor se había servido gaseosas tomé un par de vasos de cola.
De pronto vi por el espejo de la biblioteca que Melisa venía y me dije, esta tiene que llevarse un buen recuerdo del examen. Se sentó enfrente de nosotros y mi compañero me dijo: voy a tirar el boli al suelo para poder verle las bragas, de pronto mi compañero se levantó y me dijo.
-Joder las tiene de tanga y son azules.
Pero su paisaje se turbó por la presencia de Paula, la profe, que se percató del detalle y vino a reprenderlo, a mi me mosqueó cuando dijo:
-Deja a Melisa tranquila si quieres algo me lo preguntas a mí.
Mirando para Melisa vi como empezó a chupar el bolígrafo. Mi compañero no aguanto más, me dijo, voy al servicio a tirarme una paja.
La profe también se percató y mandó sentar a mi compañero, cerró las cortinas y se saco el saco, hacia calor, se quedo con un top.
Todo comienza cuando yo tenía 18 años de edad, cursaba cuarto año en ese entonces. Mi profesora de entonces era una señora de avanzada edad, 60 años aproximadamente que un día tuvo un accidente y tuvo que ser reemplazada por otra profesora. Para mi sorpresa era una mujer de 25 años, su nombre era Paula muy seria a simple vista, pero que mujer, con una falda que le llegaba hasta las rodillas, que le dejaba ver un culito espectacular, durito, no tan grande, bien formado, y con una blusa que dejaba ver unos pechos espectaculares a simple vista, redondos, grandes y duritos, no se movían con nada, unos rasgos faciales espectaculares (un ángel), en otras palabras una mujer hecha a mano.
Un alumno cualquiera que hizo el contacto y organizó el encuentro. Una clase de apoyo, una profundización de los temas. A última hora, el llamado solicitando incluir un compañero que tenía la misma necesidad –urgida- de aprender. Al abrirse la puerta y al transcurrir los saludos de rigor y las frases estipuladas y el acomodarse de las cosas y las personas para la “situación de clase”, irrumpió un hecho inusual, levemente turbador aunque no por ello molesto, un hecho de los que solemos categorizar cómo “fuera de contexto”:
Le dije todo lo que salió de mi ser.
Yo creía que te gustaba de verdad…
Y me gustas – Respondió ella.- Me refiero como alumno.
Sus palabras eran agudas, afiladas como cuchillos de hierro.
¡Pero yo la amaba! O tal vez sólo la deseaba. ¡Pues la deseaba mucho! Quería que sólo fuera mía algo que jamás conseguiría.
Sentí una gran pena. Ella me miraba. Me levanté a abrazarla. Nos miramos a los ojos. Tenia una camisa blanca sin mangas. Debajo de ellas se insinuaban unos pechos muy apetitosos y bien formados.
Ella volvió a mirar con esa mirada que tanto miedo me daba, pero yo no bajé la mirada.
Andres quiero que sepas que paso de ti y de tus juegos sucios. No vengas tras de mí o se lo diré a la directora.
¿A la directora?
Me dejó aturdido. Tras decir eso se fue.
Intenté convencerla por teléfono pero no había manera. Yo haría cualquier cosa por tener lo que quisiera tenía que hacer algo para acabar con aquel ángel y no pararía hasta conseguir mi objetivo.
Por eso estudie las tecnicas para dominar gente tanto psicológicamente como sexual.