Inicios

Como una noche de sexo en el coche se convierte en un polvo para recordar.

Inma y yo somos un matrimonio que acaba de entrar en los cuarenta. Nos conocimos recién cumplidos los 20, por lo que podríamos decir que llevamos media vida.

Cuando la conocí era una  chica muy alegre, bajita, delgada, con unos pechos pequeños y unos pezones oscuros con areolas que casi la cubrían el pecho. Con el tiempo y algún retoque eso cambio, pero lo que os voy a contar, paso en esos primeros años.

Ese verano lo pasamos en el pueblo, cerquita de donde vivimos, pues iban a ser las fiestas y el verano allí se pasa mejor y los amigos de toda la vida son parte del verano.  Esa noche, habíamos bebido alguna copilla de más en uno de los pubs de la zona de marcha. Iba a coger el coche para marchar a casa, pero con el calentón que llevábamos del alcohol y los toqueteos en el pub, me dispuse a llevármela a algún sitio apartado y dar rienda suelta en el coche como otras tantas noches de juventud.

Salimos hacia una zona apartada junto a las viviendas, en un camino y allí en un sitio algo mas ancho junto a una pared de una finca aparque. A unos pocos metros del pueblo.

Enseguida los toqueteos mientras nos besamos, encendieron a mi chica aun mas. Decidió que era hora de quitarse el top, de tirantes negros que cubría su pecho y se quedó con las tetas al aire, mientras se sentaba a horcajadas encima de mí. Echó su cuerpo hacia atrás, con la clara intención que le comiera las tetas, cosa que hice con voracidad fruto de mi calentón. Mis manos cubrían su pecho mientras su pezón se endurecía entre mis labios, haciendo que en mi lengua saltara con cada lametazo.

Me retiro la cabeza de sus tetitas y me beso mientras se incorporaba con poco problema debido a su tamaño y se colaba entre los dos asientos delanteros cayendo en el trasero.

Yo Salí del coche con toda mi ropa aun puesta y abriendo la puerta que pegaba al cercado, entre junto a ella.

Nuestros labios se juntaron de nuevo  y mi camiseta no tardo en acompañar a la de Inma en el asiento delantero notando al juntar los pechos el calor que desprendía su fina piel y la dureza de sus pezones.

Empecé a quitar el short vaquero que llevaba ante su mirada atenta, mas con lascivia que con interés de lo que hacía, dejando aparecer un tanga negro muy pequeño que me llevaba enseñando por su parte trasera toda la noche, y seguramente a alguno más de los que estábamos con ella en los pubs.

Baje su tanga, apareciendo su coño, con el vello arreglado, solo en el centro del pubis, dejando sus abultados labios a mi vista, pues aun siendo plena madrugada, la luna de esa noche iluminaba bastante en la oscuridad.

Un par de roces con mi mano en su coño bastaron para hacerla gemir de placer y a la vez comprobar lo húmeda que estaba. Solíamos llevar una toalla en el coche para follar, pues la humedad de su entrepierna, solía mojar los asientos.

Su mano fue ahora a mi hebilla del cinturón. Soltándola y de un tirón desabrochando los botones. Bajando mis pantalones y calzoncillos de una sola vez. Termine por quitarme toda la ropa y amontonarla en la parte delantera junto a la suya. Estábamos los dos completamente en bolas, mientras ahora sí, nos tumbábamos en el asiento rozándonos y lamiéndonos completamente. Mis pies salían al exterior del coche por la puerta abierta e Inma, bajo la ventanilla que daba al camino, pues la noche era cálida y dentro del coche más aun. Se colocó encima de mí e intento colocarse junto a mí, en la parte entre los asientos para empezar a comerme la polla. Era una posición incómoda incluso para ella que era pequeña. Dudo en salir fuera y hacerlo desde allí, pero al ir descalza no quería perder tiempo en ponerse las sandalias. Por lo que decidió, colocarse encima de mí, colocando su culo encima de mi pecho y al momento agacharse para empezar a lamer mi duro pene. Lo lamia despacito y apenas lo rodeaba con los labios me hacia disfrutar y gemir. En esa posición, su coño se abría ante mí, rosado, brillante y acoplándome con ella, pude llegar a acariciarlo con mi lengua, notando como ella se echaba un poco para atrás para que llegara mejor, llegando a notar su ano en mi nariz y sus fluidos en mi boca.

A los pocos segundos de estar en esa posición, oímos como alguien se acercaba a nuestro coche, quedando a unos metros, justo donde acababan las casas y se ponía a orinar. Nada raro una noche de fiesta. Pero notamos como se acercaba al coche, pudiendo descubrir que era un amigo mío de toda la vida, que por causa del alcohol se acercaba sin pudor hasta el coche, pensando, como luego me confeso que estábamos poco mas que dándonos unos besos y metiéndonos mano en un sitio tan cercano a las viviendas.

Se acercaba hablándonos, venga parejita, vamos a tomarnos unas cervezas, podíamos oírlo muy cerca, pero no nos movíamos. Tampoco seguíamos con nuestras travesuras nocturnas. Pude notar que se acercaba a la ventanilla que daba al camino, la más cercana a mi cara. Se quedó la noche de nuevo en silencio, imagino que no se esperaba la escena que pudo ver en el interior. Tampoco hizo nada. Se quedó allí en silencio, viendo iluminado por la luna el culo de mi novia. Yo no me atrevía a mirar para donde él estaba ni hacer mucho más. En ese momento note como Inma engullía mi polla casi por completo, porque el momento había hecho que bajara su dureza. Aquello me dejo descolocado. No solo no se molestaba, sino que quería seguir delante de nuestro amigo. Su mamada estaba siendo maravillosa y yo ya notaba que el corte se me iba pasando a base de lengüetazos, ahora lentos estando ya completamente empalmado de nuevo. No dude en seguir yo también, lamiendo su vulva, que creí en ese momento más hinchado aun que antes, más caliente y sobre todo más húmedo si cabe. Note como José, nuestro amigo, se acercaba ya sin mucho sigilo hasta la ventanilla, asomado casi al interior, aprovechando yo para abrir las nalgas de Inma, dejando ante su mirada el ano abierto y sobre todo, su coño. Inma en ese momento empezó a subir el ritmo de su mamada mientras con una mano empezó a acariciar su clítoris. Mi lengua ocupo su lugar, pudiendo oír ligeramente como José empezaba a desabrochar sus vaqueros y el posterior ruido inconfundible de una paja. Inma no podía saberlo, o quizá solo intuirlo, porque empezó a gemir de forma bastante sonora. YO estaba más empeñado en enseñar su coño que en que se fuera y nos dejara tranquilos.

Oí unos pasos al otro lado de la puerta, ¿era José que se marchaba?  No, solo cambiaba de ángulo de visión. Vi como su silueta pasaba por la parte trasera del coche, como una sombra y se acercaba a la puerta abierta, donde con un ligero movimiento por mi parte, pude alcanzar a ver como se ponía a escasos pasos de nosotros. En esa posición, no había ninguna barrera entre él y nosotros. Podía ver perfectamente como Inma, mi novia, engullía casi por completo lentamente mi rabo. Inma ahora lo veía perfectamente, allí de pie, con su polla de buen tamaño, meneada por su mano. Los pantalones por el suelo hacían que se desequilibrara y tuvo que poner su mano en el techo del coche, justo en la puerta, haciendo que se acercara aún más. Yo me deje hacer, notando como Inma se colaba una mano en el clítoris, mientras seguía una mamada que tenía visos de ir acabando. Ella se incorporó un poco, haciendo que pudiera colar una mano yo también y empezar a masturbarla desde detrás, penetrándola frenéticamente con dos dedos, notando como ella se incorporaba y dejaba mi miembro huérfano de boca, para gemir, para enseñar sus tetas a mi amigo sin duda. Volvió a caer sobre mi rabo introduciéndolo completamente en su boca haciendo que me fuera a correr inmediatamente, avisándola que no podía más, se la saco de la boca y empezó a masturbarme hasta notar como mis chorros de leche salían en dirección hacia su cara, haciéndome gemir como un burro mientras ella reducía el ritmo de la paja hasta casi dejarla en caricias.

Pero ella quería su orgasmo y empecé a masturbarla rápidamente de nuevo, mientras ella se frotaba su botoncito, pero no oía su aliento, no oía sus gemidos, me gire el cuello hacia la parte delantera del coche y vi como José estaba aún más cerca de nosotros, pegando su cuerpo al coche. ¿Su polla estaba a escasos centímetros de la cara de mi novia, o quizá era el motivo del silencio? ¿Estaba comiéndole la polla a mi amigo? A los pocos segundos, avisó que se corría  y arqueando la espalda empezó a convulsionar y a correrse como una loca. Mi amigo se había separado un poco y empezó a masturbarse rápido, para dar un paso más y correrse.  Su leche salpico a mi chica según me conto después.

Se subió los pantalones, no dijo nada y se dirigió de nuevo al pueblo. Nosotros nos quedamos tumbados en esa posición durante unos minutos, en silencio, apenas la respiración aun acelerada de Inma tras su orgasmo.

¿Ha estado muy bien, no? Le dije

Su respuesta fue volverse a introducir mi polla en la boca, despacio, apretando con sus labios esperando notar su dureza de nuevo. Sus manos fueron a mis testículos, apretando suavemente mientras se incorporaba con una pierna en el suelo del coche. Su culo ahora estaba prácticamente en mi frente no dejando que mi boca volviera a jugar con él. Su silencio me inquietaba, quizá pensara que había sido algo premeditado, nada más lejos de la realidad. Mi polla empezó a cobrar vida de nuevo ante la maravillosa felación que estaba recibiendo. Inma no espero a estar más dura cuando giro sobre mi cuerpo para ponerse de pie, todo lo que el coche permitía. Me hizo sentar en el asiento central para sentarse ella encima mío, entrando mi polla en su lubricadísimo coño de un solo movimiento. Empezó a cabalgarme de forma rítmica, lento al principio y acelerando poco a poco. Su pecho pegado al mío delataba el semen caído quizá de mi propia corrida quizá de la de José. Ese pensamiento me hizo agarrar su culo acompasando con mis manos el sube-baja de mi chica, casi a la vez que me soltaba un “me corro” con los ojos cerrados que me sonó más cerdo que de costumbre.  Siguió ahora un poco más lento hasta que note que yo me volvía a correr y  sacando mi polla correrme de nuevo en su tripa.

Caímos los dos en el asiento trasero, sudados, manchados de semen pero satisfechos.

Este ha estado mejor, me dijo Inma

Solo asentí con la cabeza.

Has visto como se ha calentado José. Pregunté.

Ya te digo. Pero tú has tenido parte de culpa. En vez de decirle algo, me has abierto el culo.

Solo reí, pensando en una regañina cuando bajara la lívido

Le has visto de terminar.  Me sorprendí yo mismo al escucharme

Si.    Dijo escuetamente

Salimos a limpiarnos, fumamos un cigarro y  nos vestimos.    La noche había estado mejor que lo esperábamos. Hablamos varias veces de la noche aquella, incluso volvimos a follar en ese mismo sitio en varias ocasiones, pero nunca hablamos de que paso en ese silencio. ¿Se la mamaria?, ¿se corrió en su cara también?  Ella nunca dijo nada. Aquella noche, fue el comienzo de lo que años mas tarde volvió a despertar en mi ya mujer