Inicio de una infidelidad
En esa última temporada no tenía demasiado sexo con mi novio.
Soy una chica normal, de 29 años, morena, 1,65 de estatura, morena, con el pelo largo y liso. Tengo los ojos marrón claro, nariz pequeña y labios carnosos. Mi cuerpo no es de una gran modelo, pero tampoco está nada mal. Las proporciones de 106, 63, 95 me hacen tener unas curvas que otras quisieran para sí.
En éste mi primer relato quiero contar el comienzo de una infidelidad que me pasó hace ya algún tiempo, cuando aún tenía un novio al que quería un montón y con el cual llevaba saliendo ya unos años, desde que entramos en la universidad, con lo que en esa etapa de mi vida tampoco es que tuviera demasiadas aventuras (alguna os la contaré en otra ocasión) y manteníamos una relación de lo más complementaria y satisfactoria.
Finalizados los estudios me volví al pueblo de donde soy, y del que también era mi novio, a preparar oposiciones. Quizá fue esa separación la que hizo que me empezara a fijara en otros chicos, cuando salía con mis amigas los fines de semana, pensando en ellos con lujuria y con ganas de acostarme con alguno.
Uno de esos días, hablando y tonteando en un local de copas fue cuando empezó a forjarse lo que a la larga sería una relación de infidelidad para con mi novio de toda la vida. Reitero lo de tener novio porque en aquel momento y siendo del mismo pueblo nunca pensé en hacer lo que hice, y que me saliera tan bien.
Tomadas unas cuantas copas a lo largo de la noche y teniendo yo la líbido bastante subida esa temporada, ya fuese por falta de sexo o por las dichosas oposiciones, este chico se ofreció a llevarme a mi casa. Fue en ese momento, al subirme al coche, cuando me entraron ganas de follármelo allí mismo y sin contemplaciones.
Evidentemente eso no sucedió. Estuvimos hablando y nos fumamos un cigarrillo, en un lugar apartado, para que nadie nos viera, y yo creo que los dos pensando en lo mismo.
Como sucede en la mayoría de los casos, se acercó a mí y empezó a besarme, suavemente, acariciando mi pelo y tocando mis pechos por encima de la blusa. Poco a poco comenzó a desabrochar los botones y sus manos rozaron mi piel y mi sujetador. Yo, en aquel momento, ya estaba totalmente mojada y decidida a entregarme a ese hombre, más joven que yo, por cierto, lo que me produjo en ese momento un mayor morbo.
Le dejé hacer, hacía mucho tiempo que sólo me tocaban las mismas manos, por lo que sentir un tacto desconocido me convulsionó como si nunca antes me hubiesen tocado.
Poco a poco me fue despojando de mi ropa, tocándome por todo mi cuerpo. Mis pechos ya eran suyos, los succionaba, los tocaba. Me acariciaba las piernas, por debajo de la falda. Sus manos se metían hasta el final, tocándome mi concha por encima de las bragas, metiendo sus dedos por dentro, tocando mis pelos y mis labios, introduciendo uno, dos dedos por mi vagina.
Estaba disfrutando a tope. Comencé entonces a tocarle a él, con vicio, primero por encima de sus pantalones. Frotándole, y al rato ya tenía su pija en mi mano. Era grande, en comparación con la de mi novio, pero un poco más delgada. La tenía durísima. La agarré con fuerza y se la meneé, le bajé hasta los tobillos los pantalones, toqué los güevos, la pija, todo con unas ganas que me moría por que me la metiera. En ese momento me agaché y empecé a chupársela, con ganas, me gustaba. Y a él parece que también. Se inclinó un poco en el asiento y parece que se dejó hacer por mí, que le estaba haciendo la mejor mamada que "yo" hubiera hecho en mi vida.
Sin darme cuenta e corrió en mi boca. Era la primera vez que eso me pasaba, ya que ni con mi novio lo hacíamos así, ya que él siempre me avisaba y se corría fuera, en un pañuelo o encima de mí. Pero en esta ocasión me la comí toda. Fue un momento de duda. Yo seguía calentísima y el muy cabrón ya se había corrido.
Escupí fuera del coche lo que no me tragué y nos quedamos mirando el uno al otro. Yo quería seguir, por supuesto, pero habría que dejarlo descansar un poco.
Durante un momento retomamos la conversación, los dos a medio vestir, y encendimos otro cigarro. Le acabé de contar los años que llevaba con mi novio, lo bien que nos compenetrábamos y lo fantástico de nuestra relación. Le pedí que aquello teníamos que llevarlo con mucha discreción y tacto, ya que estábamos en un pueblo y no sería bueno que la gente lo supiera. Ese chico no conocía a mi chico, lo cual me alegró.
Terminados los cigarrillos, nos besamos de nuevo. Pasamos a la parte trasera del coche y nos desnudamos del todo. Me acariciaba suavemente todo mi cuerpo, que se estremecía entre sus brazos. Seguí tocándome mi pubis, metiéndome los dedos. Me recostó en el asiento y comenzó a lamerme mis muslos, acercándose poco a poco a mi coño, tocándome los pechos, la barriga, hasta que comenzó a lamerme los labios, metiéndome su lengua por todas partes, haciéndome sentir en el cielo. Llegó hasta mi clítoris, me lo chupó, la mió, mordió delicadamente. Me corrí.
Después de terminar los jadeos, me dio la media vuelta, me puso mirando hacia atrás y me la metió, con fuerza por el coño, agarrando mis nalgas y empujado hacia delante. Me folló como nunca antes me habían follado. Lo que más me gustaba era sentir sus manaos por todo mi cuerpo al tiempo que me la clavaba. Tocaba mis pechos, mi pelo, mi vientre, mis muslos, mi clítoris. Después de un rato follando así me la sacó y se corrió en mi espalda. Yo tuve que terminar masturbándome delante de él, mirando como se seguía tocando y disfrutando de la que veía.
Por ese día había sido bastante. Me llevó a casa