Inicio de Rebeca
La primer e inolvidable follada de Rebeca
Ya se me hace costumbre despedir a mis padres cada domingo por la noche pues están obligados por su trabajo a viajar por distintas comunidades durante toda la semana estando solo los sábados y domingos en casa. Esto hace que mi ánimo esté divido en dos. Por una parte, me siento demasiado solo (pues soy hijo único) en casa, pero este sentimiento de soledad es contrarrestado por el sentimiento de libertad.
Desde que tengo conciencia siempre me he sentido atraído por lo femenino. La ropa, el maquillaje, los zapatos, accesorios, bolsas, un sinfín de cosas. Estando solo en casa toda una semana aprovechaba todos los días que llegaba de la escuela para probarme todo lo de mi mamá (pues tenía una amplia colección muy sexy de lencería), no tenía problema alguno con la talla pues somos muy similares: de corta estatura (1.60 m), complexión “llenita”, prominentes caderas y nalgas (esto era motivo de varios apodos hacia mí departe de mis compañeros) y ambas calzamos del número 5. Mi proceso de travestirme era lo que más placer me daba, incluso más que masturbarme. Disfrutaba cuando me iba poniendo la tanga, desde que rozaba con mis pies, pasaba por mis piernas, apretaba mi pequeño pene y al fin, el hilo acariciaba mi caliente ano. Como estaba gordita, mis pechos llenaban bien los bras, y esto me ponía muy feliz. Me encantaba usar vestidos ajustados, sentir el roce de la suave tela por mi piel, verme al espejo y modelar el vestido que tuviera puesto, ver mis enormes nalgas levantadas por el uso de tacones altos, ¡qué placer!, andar toda la tarde/noche así por toda la casa. También había ocasiones en las que andaba solo con tanga y tacones. Todos mis días terminaban con una masturbación pues era mucha la excitación. No tenía miedo a que alguien me viera pues toda mi casa estaba embardada.
Era domingo en la tarde, ya estaba listo para despedir a mis padres, la misma rutina, oír sus indicaciones, consejos, hacer aseo, mis tareas y portarme bien. Pero esta vez ocurrió algo raro, mi mamá se acercó a mí y me dijo: “Hijo, esta vez no te quedarás solo en casa, el tiempo en el pueblo está muy peligroso, asesinatos, asaltos, no queremos que te pase algo, por eso le pedimos de favor a tus tíos para que te quedaras en su casa por un tiempo”. El mundo se me vino encima, cómo podía ser posible eso, no podría vivir sin vestirme de mujer. Les reproché a mis papás esa decisión: “No quiero quedarme ahí, está aburrido, mis tíos personas muy grandes, no hacen nada divertido”, mi mamá dijo: “ahí estarás más seguro, comerás bien, ellos no tienen problema alguno en que te quedes ahí, además les hará bien tu compañía pues desde que sus dos hijas se fueron a estudiar a otro estado están muy solos”. Tuve que aceptar esa decisión, no podía hacer nada, nada se puede hacer cuando mis papás toman una decisión pues es definitiva.
Hice mis maletas, alisté mi ropa, mis uniformes, todo lo necesario para la escuela. Estaba triste porque no tenía oportunidad de tomar ni la mínima prenda de mi mamá. Subimos los tres al carro. Llegamos a la casa de mis tíos, me recibieron muy felices, tuve que fingir una cara de felicidad como la de ellos. Mis papás se despidieron de nosotros. Al mis papás cerrar la puerta, mi tío habló conmigo: “hijo, queremos que tu estancia aquí sea placentera, te trataremos como un hijo, pero debes perdonarnos por no tener una habitación especial para ti, espero y no tengas problema alguno en quedarme en el cuarto de alguna de tus primas”, en verdad no presté atención en lo que dijeron, solo vi que después caminaron y los seguí. Ahí estábamos, frente al cuarto de mi prima, lo abrieron, entré, mis tíos dijeron les hablara por si necesitaba algo. Les dije que quería dormir, esto no era cierto, solo quería ya no verlos, ellos salieron yo cerré con seguro.
Estando ya solo entré en cuentas, ¡tenía a mi disposición el cuarto de mi prima, de una mujer!
Lo primero que hice fue revisar su clóset, ¡estaba repleto de ropa juvenil!, no como la ropa de señora de mi mamá. Revisé todo el cuarto, era la gloría, lencería, zapatos, todo estaba ahí. Al caer la noche me bañé, me puse una bata de mi prima y así estuve checando mi teléfono. De repente me llegó un mensaje de una amiga Karla: “oye, hay que salir a tomar unos tragos, para empezar bien la semana”, le respondí que no podía pues no estaba en mi casa sino en la de mis tíos, ella me dijo casi rogándome que me escapara, estaba muy ansiosa de salir, me dijo que fuéramos a buscar hombres, pues ella era la única persona que sabía mi secreto, le dije estaba loca, que para que quiero un hombre, a lo me ella me respondió: “anda, hay que conseguirte uno pues sabemos que te hace falta, nunca has estado con alguno y debes de saber qué se siente”. En ese momento me entró el morbo, en verdad tenía ganas de estar con alguien, pues a los 18 ya no es edad para seguir virgen. Le dije que le confirmaba la salida en media hora. Me puse a pensar en las alternativas para escaparme. El plan quedó así: esperaría hasta las 12 a que mis tíos estuvieran bien dormidos, ella me esperaría afuera en su coche y regresaríamos en la madrugada. Se lo conté a Karla, me dijo que sí con un mensaje que denotaba emoción.
Eran aun las 8, tiempo suficiente para que muchos se arreglen, pero no para mí. No sabía que usar, cómo vestirme para parecerle atractiva a un hombre. Tras un largo rato de decisiones opté por usar unos jeans ajustados de mi prima, me quedaba bien pues eran unitalla, una playera y unos tenis ya míos. Me puse una tanga negra de encajes negros que resaltaban un poco en los jeans. Usé un poco de brillo en los labios que encontré en el tocador de mi prima. Eran ya las once, esperaba con ansias que el reloj ya marcara las doce para poder salir y encontrarme con Karla. Los nervios me invadían.
Por fin, las doce. Salí de la habitación con cuidado, no había señal de mis tíos. Fui al lugar de la cocina en donde se encontraban las llaves de la casa, las tomé. Abrí la puerta con cuidado de no hacer ruido. Salí. ya estaba Karla esperando adentro de su coche, subí. “esta noche la llevarás en tu memoria para siempre”, me dijo muy exaltada, “aja”, respondí toda nerviosa, me preguntó que qué me pasaba, “nervios”, solo le dije. En verdad, una parte de mí más que nerviosa estaba excitada. Karla se estacionó en un bar, salimos. Como desde que la vi estaba adentro del coche no pude apreciar lo sexy que se veía. Nos sentimos en una mesa, pedimos unos tragos. Después, ambas notamos que un tipo no le quitaba la mirada a mi amiga, ambas comentamos esto entre risas. El sujeto se acercó; alto, de piel blanca, con cuerpo atlético, muy guapo y atractivo en verdad. “las puedo acompañar”, dijo, “claro, ya te estabas tardando” dijo mi amiga a la que el alcohol ya le estaba haciendo efecto. Nos empezó a sacar plática entre tragos y más tragos, yo ya estaba mareada, pero Karla ya estaba superébria. Tenía miedo que el tipo se quisiera aprovechar de nosotras pero al parecer él no era de esos. Pasó el tiempo y mi amiga se durmió sobre la mesa. Mario, que así se llamaba el tipo que recién había conocido, se ofreció a ayudarme a sacarla pero yo le dije que sería mejor esperara ahí para que se le bajara un poco, me dijo que estaba bien. Ambos dejamos de tomar y nos concentramos más en la plática. Él me ponía nerviosa pues no paraba de mírame a los ojos, nunca había sentido una sensación así. Era un gran platicador pues nunca se acababa la conversación con él. Ya entrando en confianza me preguntó algo que me sacó de onda, pues no me lo esperaba para nada, “y tú, ¿tienes novio?”, acto seguido me ruboricé, “por qué me preguntas eso, sí soy hombre”, dije entre enojado y apenado. “no te hagas, desde que entraste me llamaste la atención, esos jeans de mujer, y más, lo que se remarca, no te vayas a enojar pero esas nalgas atrajeron toda mi atención”, no sabía que hacer o decir, me sorprendió lo directo que fue, “perdón, pero me tengo que ir”, fue la única frase que pude articular. “perdón si dije algo malo pero no pude contenerme más” dijo Mario. “me voy”, volví a decir. Me paré de la silla e hice el intento de cargar a Karla pero no pude, de pronto, Mario se puso de pie y me ayudó. Así, cada quien de un brazo, llevamos a Karla hasta su auto. Pero, yo no podía manejar, le expuse esto a Mario sin pensarlo, a lo que él dijo: “no hay problema, las puedo llevar”, cuando dijo “las” se me hizo un nudo en la garganta, hablaba de mí en femenino, eso me encantó. Mario tomó las llaves del bolso de Karla y abrió el carro, la recostó en el asiento de atrás, en ese momento me puse nerviosa, sabía que no había otra opción que irme con él en la parte de adelante. Antes de terminar de pensar esto, me abrió la puerta del carro, “adelante, señorita”, no pude evitar ponerme colorada, él lo notó e hizo una leve sonrisa. Subí, él cerró la puerta. Subió al auto. Lo encendió, pero no se movió. “platicamos toda una noche y nunca supe tu nombre, quiero saberlo para recordar alguien tan bonita” me dijo. Yo no sabía qué hacer, me volví a poner roja. De la nada dije: “Rebeca”. Es un nombre que me gustaba mucho desde que leí una novela, pero no sabía por qué lo dije en ese momento. Mario rio. “que niña tan bonita eres, Rebequita”, me dijo. Seguido esto. Arrancó el carro. Prendí la radio para romper la tensión. Iba a subir el volumen a una canción pero por casualidad también él así que nuestras manos se tocaron en el acto. Él tomó mi mano. Yo me puse fría, no sabía qué hacer, él notó mi nerviosismo. Traté de zafarme pero no pude, él tenía fuerza. Después, él puso mi mano sobre mi pierna y la mano de él encima de la mía, así íbamos. Noté como poco tiempo después soltó mi mano y solo la puso sobre mi pierna. Sentir una mano tan grande acariciándome me excitó mucho, jugaba por toda mi pierna. “ya llevo tiempo manejando pero no me has dicho en donde vive tu amiga”, “cierto”, dije. Le di la dirección. Después de un rato le dije que tenía que ir al baño. Detuvo el carro en un lugar solo, “anda”, me dijo y quitó su mano de mi pierna. Abrí la puerta del carro y salí, en realidad no quería ir al baño pero tenía que respirar pues estaba muy nerviosa. Estaba de espaldas al carro. De pronto, noté como unas manos grandes me tomaron de la cintura, era Mario, “no está bien que tardes mucho, nos puede pasar algo”, no sabía qué hacer, sus manos en mi cintura me pusieron más nerviosa. Se acercó más a mí, sentía su respiración en el cuello, sentía como rozaba su pelvis con mis nalgas, esto me excitó mucho y no pude evitar un “ahhh” muy largo, me apretó y me dio la vuelta, se me acercó a la boca, y me besó.
Nunca antes había besado. Mi boca no puso resistencia a su boca tibia, sus labios gruesos y a su lengua juguetona. Así estuvimos un largo rato, sentía como manos se pasaron de la cintura a mis nalgas, como las apretaba con su fuerza de macho. Metió sus manos bajo los jeans y sentí en calor de sus manos en mis nalgas como jugaba con el hilo de mi tanga. Mi excitación era tanta que quité mis manos de su cuello y le desabotoné los jeans. Toqué su pene por arriba de bóxer. Nunca antes lo había hecho, nunca antes había sentido eso, mis manos se vivieron locas, yo me volví loca. “anda, tócalo por abajo”, me dijo Mario, sin pensarlo lo hice, una enorme verga de unos 20 cm tocaron mis manos, eso me prendió más, podía sentir sus venas. Ya tenía un poco de líquido preseminal, “pruébalo”, dijo, “aquí no, es peligroso”, “está bien”, me dio un último beso y se abotonó los jeans. Me tomó de la mano y subimos al auto. En el camino no separó su mano me mi pierna, a mí me gustaba. Llegamos a la casa de mi amiga. Vivía sola así que habría problema. Tomé las llaves de su bolso y abrí su casa. Esta vez Mario la cargó solo. La puso en un sofá. Cerré la puerta de la casa. Mario, corrió hacia mí y me besó apasionadamente. Me separé un y le pregunté, “creí que era Karla quien te gustaba, no parabas de verla”, “sabía que a través de ella podía llegar a ti”, dijo esto y me volvió a besar. Poco a poco nos fuimos acercando por inercia al cuarto de Karla. Nos tiramos en la cama.
Le quite la camisa, el a mí la playera. Me empezó a besar las tetas, jamás me lo habían hecho y en ese momento sentí una sensación única, su boca caliente sobre mis tetas, jugando con la lengua, mordiendo con los labios. De tan excita que estaba me separé y le desabotoné los jeans, le bajé el bóxer y vi esa enorme verga de 20 cm, no le tuve miedo al tamaño pues la excitación era mayor. Me inqué frente a él, tomo mi cabeza entre sus manos y la empujo hacia su pene. Lo introduje lo más que pude. Me lo quería acabar ahí, era tan delicioso, salado, sabor a hombre. Me dirigía hacia sus testículos y los besé con numerosos besos. Él me puso de píe y nos seguimos besando. Con una mano sujetaba una nalga y con la otra una teta. Nos volvimos a recostar en la posición de misionero, con su enorme pene acariciaba el mío que era tan diminuto. Me besó en el cuello, poco a poco iba bajando. Hasta que beso mi pene, lo hizo tan rico que suspiré, siguió en mis testículos y bajó más aún. Llego a mí ano, “voltéate”, me dijo, lo hice, me puse en cuatro patas, abrió mis nalgas con sus manos.
Me pasó la lengua por todo el ano, lo besaba como si fuera una boca, la piel se me erizó, una sensación indescriptible. Trató de introducir su lengua adentro de mi cavidad, pero esta no lo permitió pues no estaba nada dilatada. Se separó, creí que se había molestado así que voltié y fue que vi que tenía dos dedos metidos en la boca, los estaba lubricando. “prepárate”, dijo. Poco a poca iba introduciendo sus dedos en mi ano, sentía un poco de ardor pero la excitación era mayor. Los introdujo por completo (dedos muy largos, por cierto), empezó a jugar con ellos, primero en círculos, después, no sé cómo describirlo. Noté como se enfocaba em una sola área, es más o menos por debajo del ombligo. Me gustaba mucho, mi erección era muy grande (relativamente). Sentía que me iba a venir en cualquier momento peor él paró. Me volitié. Nos besamos. Colocó mis piernas en sus hombros. Estaba listo para penetrarme. Sentí el roce de su glande en mi ano. Lo introdujo y no le costó mucho. Ya que estaba dilatado, no sentí mucho dolor cuando metió aquel pedazo de carne de 20 cm dentro de mí. Él hacia un movimiento tan rico. Me excitaban los gestos que hacía con la cara. No para de menearse. Bajó mis piernas y ahora estábamos en la posición del misionero, me besaba tan rico las tetas pero eso sí, no paraba de mover la pelvis. Me pidió ponerme en cuatro, lo hice. Sentí más profundo, la sentí, ahora sí, toda, me sujetaba fuertemente de la cintura, yo gritaba de placer, un gran placer. No paraba el “mete y saca”, el ruido de sus testículos impactándose con mis nalgas me excitaba aún más. No pude más. Me vine. Sobre las sábanas se hallaba mi semen. Mario seguía, qué rico es que te la sigan metiendo después de que te corres. Sentí como su verga se puso más tiesa. Pero él no paraba, ahí estaba dándole. Me tomó del pelo y me lo jaló pero al mismo tiempo sentí un chorro descomunal dentro de mí, no creí sopórtalo pero lo hice. Mario salió de mí y me empezó a besar el ano que estaba escurriendo de semen, algo demasiado rico, indescriptible, acto seguido, se pasó a mi pene y se lo comió todo, fue subiendo hasta mis tetas y otra vez esa hermosa sensación. Dejó mis tetas y empezó a comerme mis labios. Así estuvimos un largo rato. Nos dejamos de besar y me abrazó, ahí estuve, entres sus grandes brazos. Me separé para ir al baño. me senté en el retrete y de la nada vi como una gran cantidad de semen salía de mi ano. Me lavé bien. Regresé al cuarto y vi que Mario no estaba. Me cambié y salí. Lo encontré en la cocina. Rápidamente se fue contra mí y me besó. Lo solté. “me tengo que ir”, dije, él me dijo que me iría a dejar en el auto de mi amiga si no había problema, le dije que estaba bien. Salimos de la casa. Subimos al auto. En todo el camino no hablamos, solo íbamos tomados de la mano. Estaba frente a la casa de mis tíos. “te volveré a ver”, dijo, “claro que sí”, dije y le di mi número de teléfono. Se bajó, me abrió la puerta de coche. Me tomó de cintura y me besó, tan apasionadamente como antes. “nos volveremos a ver”, dije mientras sonreía.