Inicio de bodas....otra (3)
Incursión en el servicio
Solo había una puerta de entrada a los servicos. sin pomo, sin tirador para abrirla. Así que siguiendo el ritmo de mi avance, la empujé con la cabeza hasta abrirla y deslizar mi cuerpo por la ranura entre la hoja de madera y el marco. Continuo adentrándome en el limpio aseo (no esperaba tanta limpieza) buscando un reservado libre, sin darme cuenta que casi ninguno de ellos tiene puerta. Están abiertos, sin posibilidad de intimidad. Y los que podrían tenerla están cerrados con llave. El resto, expuestos para quien sea que pueda pasar por alli. Mi asombro es mayor cuando veo que de la pared cuelga un collar sujeto a una argolla por una cuerda, ajustables a la altura que alguien pueda desear. Intento orinar poniendome de rodillas ante el inodoro de uno de los reservados, pero la cadena tira tanto que me es imposible. Como puedo, con estiramientos constantes en los huevos, consigo sentarme, aunque como la cadena pasa por los bordes del inodoro, estir más de los testículos, así que doblo las piernas y la apoyo en el siento. Uuuufff que alivio, no siento la tirantez.
Oigo pasos que se acercan y por el espejo de la pared, veo la silueta de un hombre, desnudo de cintura para abajo que se refresca la cara. Al levantar la vista, me ve reflejado en el espejo, atónita mi mirada, y se vuelve hacia mi reservado.
-Pareces ocupado-me dice-. Por mi no te cortes.
Y sin decir más, une un brazalete que cuelga de la pared lateral a una de mis muñecas. Pasa delante de mi rostro y une la otra muñeca a otro brazalete que también cuelga de la pared. Tensa los dos haciendo que los brazos queden estirados, tensos. Estira de la cadena de los testículos hacia arriba, haciendo que me incorpore un poco y la suelta. "Esto te va a gustar", susurra. Une el cuello al collar y lo tensa, haciéndome estar erguido. Creo que se me han pasado las ganas de mear.
Sale, va al reservado de al lado y oigo como cae el chorro. Suena la cisterna y vuelve hasta mi. Me coge por la mandíbula e, increiblemente, sin decir nada. abro la boca y mete su polla en ella. Primero noto los últimos restos de su orina, cierta repugnancia. Pero la situación, lo que he pasado hasta ahora, hace que tome conciencia de lo que estoy viviendo. Y empiezo, como puedo, a hacerle una mamada, metiendo y sacando su pene, succionando como buenamente puedo. Retiro la boca hasta dejar solo el capullo metido, succionándolo y acariciándolo con la lengua. Hasta siento placer. Hasta quiero dárselo. Se apooya las manos en la cintura y empieza un mete saca impresionante.
¿Qué me está pasado? ¿Por qué estoy dándole placer a este tio? Joder, ni no me gustan los tios. Su leche impacta en el paladar y en la garganta. Oigo su ronco placer. Y se vacía totalmente en mi. Sale del reservado sin decir nada, sin mirarme. Dejándome inmóvil. Sin aliento, sin palabras que poder decir. Con una sensación de abandono, dejadez que intento asimilar, mientras una sensación muy extraña se va apoderando de mi.
Sin darme cuenta, un nuevo rostro aparece ante mi. Me mira desde la entrada del reservado, sonrie y da un morreo. La aspereza de la barba roza con la mia. Abro la boca y dejo que su lengua se enrosque con la mia, que sus labios muerdan los mios. Su mano empieza a poner algo en mi polla, tiesa como un mastil. Es flexible, como un preservativo, aunque mucho más grueso y que se adapta perfectamente a la forma del pene. No lo había visto nunca. Termina de colocarlo, lo lubrifica, va a orinar y sin mediar palabra, sin tocarme para nada abro la boca y le invito que la invada. Cuando está limpia, se vuelve y empieza a inclinarse delante mio, mirando la entrada. Busca la punta del pene con las nalgas, se las abre y empieza a meterse mi polla en el culo, primero despacio y, cuando entra el glande, se sienta sobre él, abiendo las piernas dobladas, sin importarle el dolor por el estiramiento de los huevos. Pero no digo nada, me muerdo los labios y dejo que Laura me siga haciendo suyo, siga con su dominio.
-Podeis venir-dice de pronto-. Me quedo piedra, pensando qué puede pasar. Aparecen tres tios. Uno se coloca delante de él y le mete la polla en la boca. Otro se pone en un lateral de la pared, a la altura de la mano y pone su pone entre mis dedos. El tercero hacer lo mismo, a la vez que me pellizca los pezones. Ninguno de ellos dice nada, ninguno me mira. Los dos que están a mi lado acercan sus rostros y se besan, sin dejar de mover sus pollas en mis manos. El que se folla el culo, no para de moverse en círculos a la vez que entra y sale de mi pene.
Con lo que ha envuelo mi polla no puedo sentir placer. Y el que siento, tan intenso, tan vivo es por lo que están haciendo conmigo, por lo que me están haciendo sentir, por lo que me están convirtiendo. Mi mujer me había dicho que esta noche sería su objeto y lo esta consiguiendo. Está haciendo que sea el juguete de toda la sala, de todos cuantos quiesieran abusar de mi. Aunque todos son tios. Quizás me quiera demostrar con eso que tengo que conformarme con dar, con ver y nada de recibir placer. Y eso me estaba gustando. Dar tanto placer a los hombres, privándome de sentir el mio, ni siquiera con los tios que me estaban usando. Qué decir tiene que Laura me ha controlado. No sé cómo, pero lo ha hecho. Me ha entregado a quien y como ha querido hacerlo.
Noto como sus pollas crecen en mis manos, cómo se agitan entre ellas, cómo acelera el ritmo mientras se folla el culo y adentra más profundamente la polla que le penetra la boca, hasta que van estallando uno detrás de otro, llenando mi cara de semen, la camisa, el pecho. viendo cómo se traga la corrida del que folla la boca y como salta la leche mientras da las últimas sacudidas encima de mi miembro.
Uuuuffffff. Se miran todos. Satisfechos. Y tampoco me miran mientras salen del reservado. Ni se preocupan por mi. Y, encima, cuando quiero darme cuenta, me doy cuenta que hay cola para entrar en mi reservado. El resto está vacío o así lo intuyo.
Cada cual hace lo que quiere conmigo o quien entre con él. Pinzas en los pezones, haciéndome inclinar como puedo encogido en el asiento del inodoro, uniéndolas al collar.
Y aqí estoy, pensando en cómo he terminado aquí, en la posición en la que me encuentro. Usado por tios que ni conozco. Y conn este sentimiento que tanto ansío que no desaparezca y que tanto quiero entregar a mi mujer, a Laura. Espero que sepa lo que me están haciendo, que sea ella quien está moviendo las cuerdas de mi entrega sin ninguna oposición. De lo que quiero que sea a partir de hoy mi vida, mi amor hacia ella.