Inicio de bodas...(8)
Esto llega a su fin, o casi
La noche, cada vez más patética, avanzaba con nuevas humillaciones, más pérdida de mi persona hasta el punto de verme cabalgado con la mujer que cabalgaba con más ímpetu sobre el falso pene atado en mi espalda. Sus jadeos eran más intenso cada instante que pasaba. Los azotes en las nalgas hacían que ya estuviera ardiendo, seguro que con un intenso rojo, mientras los espasmos del consolador metido en mi culo, con su correspondiente tubito que me llenaba el intestino que el semen de los perros había llenado el recipiente para almacenarlo.
De repente se detuvo, haciendo círculos sobre mi espalda, moviéndome apoyado en la mesita de un sitio para otro, llegando a un orgamos que descargo la corrida de su polla verdadera sobre mi espalda. Dominado en esa continua sesión por el transexual al que me había prestado mi mujer, o quizás vaya siendo mejor ya decir ama.
La puerta se abría, despacio, asomando por ella la silueta de mi esposa con una bolsa en la mano, de la mujer con la que me había casado ese mismo día. A la vez que la recepcionista del hotel se descabalgada y se arrodillaba delante de mi cara.
- Límpiamelo bien perrito. Por si tengo la oportunidad de utilizarlo más tarde - dijo soltando una leve carcajada -. Desde luego eres un buen putito. La pena es que tu mujer no me haya dejado usarte con mis mascotas - añadió mientras comprobaba que sus miradas se encontraban.
El consolador se va retirando de mi culo, dejandome la sensación de vacío que había tenido un rato antes en la sala del restaurante.
Un collar se ajustaba en mi cuello. Ancho, negro con una argolla de la que colgaba una ancha y pesada cadena. La polla de la recepcionista empezaba a llenarme la boca, de nuevo en activo para usarla conmigo.
- Suéltalo, que supongo que ya lo has disfrutado bastante. Espero que no te haya puesto pegas - era la dulce voz de mi mujer. El pene de la recepcionista desapareció de la boca, de un solo gesto, dejándomela, inconscientemente, unos instantes abierta. Sus manos soltaron las mias de la argolla del suelo. A continuación los pies. Me sentía libre de moverme, de estirar las extremedidades entumecidas-. Anda, levántate cariño, que necesito que hagas todavía unas cosillas - añadió.
Ya de pie, volví a notar las pinzas estirar de mis pezones, a la vez que los testículos se tensaban por las cadenas que se unían a los tobillos.
- Realmente estás precioso, cielo. ¿Estás disfrutando de tu noche de bodas?. Este es el regalo que te tenía preparado. Y seguro que el mejor, ¿verdad? - su sonrisa, pícara, dulce, provocó que me estremeciese, que el pene diese un pequeño impulso, reprimido por la presión de las cadenas y el aro que lo sujetaba. De alguna forma inconsciente se lo estaba ofreciendo, entregando. Asentí con un gesto, sin moverme, sin hacer nada más. No porque no me atreviese, si no porque esta en mi voluntad que fuese la suya que continuase tomándose como suyo -. Bien, esto es algo que seguro no esperabas. Y que todavía no ha terminado. Ya ves como despacio te estoy tomando, cogiendo el pulso de los juegos inocentes que habíamos iniciado. Así que coge la bolsa y sube a la habitación, por las escaleras. Si te encuentras con alguien, no cruces ninguna palabra, ni siquiera una mirada. ¿Vale maridito? - asentí de nuevo, sin preguntas. Después de todo, ya he hecho tantas.
Abrí la puerta lentamente, inicio los lentos pasos hacia la escalera con el cuerpo ligeramente encorvado por la tensión de las pinzas que unen los pezones a los testículos e inicio el suave ascenso hasta el tercer piso donde está nuestra habitación. El alivio que noto cuando levanto la pierna en cada escalón se siente interrumpido cada vez que vuelvo a estirarla para darme impulso en el ascenso que tengo que hacer. El silencio llena las escaleras, los pasillos. Hasta que se oye una puerta, cerrarse. Se aceleran los latidos. A estas alturas, debería darme igual lo que pueda pasar, quién pueda verme. Pero no es así. Me laten las sienes mientras pienso en la incertidumbre de lo que pueda encontrarme tras ese ruido, leve, aunque real de que voy a encontrarme con alguien. Y así sucede, una pareja joven, abrazada por la cintura, dándose tiernos besos, aparece anti mi, a escasos pasos. La expresión de asombro les invade el rostro a los dos. Se separan un instante y flanquean mi paso. Noto como me miran desde atrás y sisean algo que no adivino a descifrar. Suspiro levemente por la sensación de que ha pasado el peligro. ¿Qué peligro? me pregunto. Si en realidad no he hecho nada para impedir esta situación, esta realidad.
Ya en el tercer piso, en dirección a la puerta que me dará cierta intimidad, se abre una puerta justo a mi paso. Una mano repentina me atra a su interior, tirando bruscamente de la cadena de los huevos. Sin tiempo de reaccionar, ni siquiera de pensar, me encuentro arrodillado, detrás de la hoja de madera, sujeto por el pelo de la cabeza, tirante con un dolor intenso que me hace abrir la boca para tomar aire, o para protestar. En realidad no sé que es lo que pretendo. Y una poya se mete de un golpe en la boca, mientras sigo notando el tirón en el pelo.
Abre bien la boca y haz bien lo que tienes que hacer perrito - una voz femenina se oye desde mi espalda. Es intensa autoritaria. Abre la puerta que está a mi izquierda, entra en ella y oigo el agua de una ducha que empieza a correr. Sigo con la mamada del desconocido que me invadido tan subitamente hasta que se corre, llenándome toda la cavidad. El semen es abundante, pero no dejo escapar ni una gota. Ufff como me esta domiando, controlando toda esta situación. Me llena la incertidumbre y eso me sume más en la obediencia en la entrega. ¿Los ha mandado mi mujer, me han visto en algún momento y quieren abusar como se les antoje?
Ponte a cuatro patas - es la voz de hombre que me ha follado la boca. Los azotes se suceden uno detrás de otro con una palma ancha de cuero, dura, resistente. Me arde. El dolor empieza a ser intenso -. Camina hacia la bañera y metete dentro, a 4 patas.
Entro como puedo, siento los estirones por todas partes debido a las cadenas y las nalgas azotadas sin cesar hasta que vuelvo a tomar la posición de 4 patas en su interior. Paran los azotes. Retiran el difusor del extremo de la manguera de la ducha, meten la puntita de la goma en el ano. El agua, fría, empieza a invadir el intestino. Muerdo los labios por la presión que empiezo a sentir, la sensación helada del agua que hace el efecto de adormecimiento. Y cuando me muevo por lo insoportable de la presión, cierran el grifo.
No se te ocurra dejarla escapar, perrito - se oye la voz de la mujer -. Vamos a limpiarte bien, el interior claro. Cuando te entre otra polla, no queremos que sienta el tacto de los perros que te han regalado su sumen. Que pena no tener una de verdad para ser yo la primera en llenarte de nuevo -. Me vuelve a coger del pelo, sacando la cabeza fuera de la bañera. Coge la pala y vuelve a azotarme las nalgas. Primero suave, despacio. Luego más intensamente, manteniendo el tiempo entre azote y azote. Cuando voy a pedirle que pare un poco, que me deje respirar, una nueva polla llena mi boca a la vez que tira de la cadena que une los pezones con los huevos, provocando que enconver el cuervo, que intente unir los pezones a los testículo para aliviar el dolor. Lo que provoca que estiré más de las cadenas para meterme más la polla, hasta la garganta.
Ya puedes vaciarte - ordena la mujer, Y dejar pasar un instante, dejo escapar las primeras gotas del agua del intestino. Seguido de un intenso derrame del líquido, acompado de más azotes que hacen que contraiga el esfinter, impidiendo que salga toda.
Qué bien que la mama!!!! Seguro que lo has hecho unas cuantas veces - el hombre acelera el ritmo, respirando profundamente, preparandose para correrse enseguida -. Cuando esté limpio, voy a follarte hasta la entrañas, perrito.
El dolor empieza a llenarme por todas partes. Entre los azotes, los estirones y la sensación de no poder vaciarme completamente, empiezo a sentirme desesperado por primera vez. Ansioso porque terminen pronto con lo que quieren hacerme. Pero no es lo que tienen pensado. Con su corrida, con el escape de su leche llenándome la boca, estira mas de las cadenas, empuja fuerte de los pezones, los huevos se exprimen hacia arriba, presionados por el aro que los aprieta. Contraigo mas el esfinter, lo que hace que no salga nada de agua y que los azotes sean más fuertes ya que la mujer me siga ordenando que me vacíe de "una puñetera vez".
Esta vez, debido al dolor, al aire que intento tomar, se me escapa semen, goteando en la bañera, quedando una parte pegada a los labios. La mano de la mujer empuja la cabeza al fondo del recipiente "límpialo antes que se vaya con el agua, perrito", dice mientras sigue con los azotes. Estiro los labios, como si quisiera dar un beso y succiono el semen mezclado con una fina película de agua que sigue ahí acumulado.
Umm, genial. Y ahora termina de vaciarte -. Casi se me ha pasado la sensación de presión y hago un esfuerzo por dejar salir el liquido que tengo dentro, hasta que consigo que vuelva a fluir todo, resbalando una buena parte por los muslos. El alivio toma posesión de mi. Las cadenas ya no tiran de mis pezones. Tomo aire.
Ahora, tendremos que limpiarte de cintura para abajo. Te has quedado hecho un asco -. Y empieza a derramar agua por cintura y las piernas -. Ponte de pie y pon las palmas de la mano hacia arriba - lo hago y deposita gel en las manos -. Enjabonate bien de cintura para abajo, sin tocarte el sexo. Y hazlo deprisa.
Cuando he terminado de hacerlo, me hace salir de la bañera, secarme y me ordena acostar sobre el suelo, boca arriba.
Se abre la puerta de la habitación y entra mi mujer. Que alivio, ha sido cosa de ella.
Parece que no has puesto reparo a nada cielo. ¿Y si no hubiera sido yo quien lo hubiese preparado? ¿Qué tendría que pensar? - su mirada es sería, aunque oculta cierta malicia. Mira mi pene, ¿o es suyo?. Hace un leve gesto con los labios -. Aún la tienes dura, cariño. Al final te va a doler de tanto forzarla, no crees?. Creo que debería relajarla. ¿Tu qué opinas?.
Cariño, aún no sé que pensar de todo esto. Aunque opino lo que tu quieras que opine. Creo que ya hasta en eso dependo de ti.
Uummm, buena respuesta. Pero no es lo que quería oir. Y como no te has pronunciado, voy a hacer algo más por ti. Espero que te guste -. Hace un gesto al hombre y este empieza a quitarme las pinzas y las cadenas, tanto de los pezones como la de los tobillos. Solo queda el aro y los brazaletes de los tobillos. Hace otro gesto a la mujer, que se desnuda, sale del baño y trae una vela, gruesa de color granate. La acerca a la llama del encendedor de mi esposa y prende la mecha. Se me abren los ojos como planos de pensar lo que va a ocurrir. La mujer sonríe, mira a mi mujer, mi dueña y empieza a dejar caer las primeras gotas en el pecho. No me atrevo a moverme, a estas alturas no quiero defraudarla, que se plantee lo que está haciendo conmigo, a pesar del fuego que siento en el pecho. Se acerca a los pezones. Me muerdo los labios a la espera de que caiga la primera gota sobre ellos. Y cae un chorrito de cera sobre el izquierdo. Arqueo la espalda -. Para un momento - mi mujer se agacha, coge el tanga de la mujer y lo mete sin muchos miramientos en boca -. ¿Te gusta verdad, amorcito?. Puedes continuar -. Y cae otro chorrito, esta vez más abundante sobre el pezón derecho. Cuando los tiene cubiertos, le dice que vuelva a parar.
Ahora voy a relajarte la polla cielo, ya que estoy segura que lo estás deseando, verdad? - asiento sin aliento, sin poder decir nada -. Ya sabes, ahora le toca al pene - le dice a la mujer -. Mi sorpresa es evidente. No espera ese tipo de relajación. Me tengo esperando la lluvia que me va a llega. Cierro los ojos, fuertemente, pensando que lo voy a soportar mejor. Y la mujer derrama otro chorrito, aunque cae en las ingles. Doy un ligero salto, con miedo acelerando de nuevo los latidos, Y anates de recobrarme del fuego que ha llenado las ingles, cae la cera sobre los huevos dándome la sensación que la cera penetra por la piel, tensando lo indecible las piernas, moviendo la cintura a un lado y otro, lo que provoca que vaya cayendo en las caderas y vaya alternandose con los testículos y el pene. Hago acopio de fuerzas y consigo estarme quieto, sin moverme. Ahora tengo la necesidad de sentirla caer sobre mi miembro, sobre la piel que protege la polla que es mi mujer, de mi esposa. Tengo la necesidad de sentirme castigado dolorido para notar el placer que me llena que penetra con la cera cada poro y que entrego a mi ama, a la persona con la que me acabo de casar.
Gota a gota, la cera ha cubierto la polla, dejándola de color granate, caliente, con una rata sensación de prisión.
- Bueno amorcito. Ahora estarás más caliente. Espero que la tengas más relajada. Aunque segura que tienes más ganas de juego. Que estas más excitado aún. La verdad es que quiero que esto no decaiga, Que quieras seguir porque te quiero hacer sentir cosas para que me las ofrezcas a medida que las descubras. Hemos cambiado la habitación por esta suite, ya que la anterior era pequeña. Te ha gustado el cambio, verdad - asiento -. Pero si no has visto el resto, así que aún no puedes opinar - su sonrisa me vuelve a llenar de amor, de entrega -. Anda, ponte de pie. Y dame un beso, te lo estás mereciendo - acerco la labios a los suyos que se unen con una pasión indescriptible. Intento acercarca mi cuerpo al suyo y pone sus manos en mis pechos para impedirllo -. Eso aún no te toca, cielo.
Me coge de la mano y me hace salir de la habitación. No sé cómo describir mi asombro, la suite es enorme, casi un piso. Pero lo que me deja sin aliento es lo que veo instalado al lado de la enorme cama de matrimonio. "No sé si la vas a probar cariño", dice mi ama refiriendose al lujoso lecho.
Dos barras, horizontales, a unos 60-80 centimetros del suelo, se elevan a un lateral de la cama, con argollas en los entremos y en los hierros que las sujetan a la moqueta. A media altura, una plataforma ergonómica que puede ser usada de pequeñisimo camastro. El desconcierto me invade, mientras el hombre y la mujer me llevan hacia ese aparato. Me hacen poner sobre las barras, apoyas en los hombros y en las ingles, dejando las piernas dobladas por fuera y rocogidas sujetas por los tobillos a los laterales. Quedo colgando con la plataforma debajo de mi cuerpo. La cabeza apoyada en un soporte que va de una barra a la otra.
- Cariño, este es el último paso. Mientras se va ocurriendo, te iré diciendo por qué todo esto. Me excita que lo sepas. Tu también te vas a excitar, bueno seguirás estándolo. Y además, continuará el juego.
Me tenso repentinamente, una chorro de cera ha caigo sobre una de mis nalgas. Muedo el tanga que aún tengo en la boca. Nuevo fuego cae en mi otra nalga. Esto es demasiado. Todas la sensaciones se unen. Todo lo que siento y me llena es para mi mujer. Todo lo que me está dando es suyo.
- Todo esto esto es por ti y por tu culpa cariño. Pero lo hago porque te quiero y porque deseo que tu amor sea mio, que su sexo me pertezca y que tus sensaciones sean las mias. Casi desde el principio me decías que te iban estas cosas, que querías probarlo. Y así lo fuimos haciendo. Al principio lo hacía sin mucho interés, aunque tengo que reconocer que me gustaba. Como sabes solo era alguna penetración anal, algún azotito, pellizquito en los pezones.... Bueno que te voy a decir. A medida que lo haciamos, de vez en cuando, me daba cuenta de que realmente esto te ponía y que de alguna forma querías algo más. En cuanto a mi, solo quería hacerte feliz, que lo fuesemos los dos y, evidetemente, satisfacernos, tener sexo. Vi que con esto era más intenso, disfrutábamos más. Así que decidí conocer mejor todo este asunto. Lei un monton de relatos, en la misma página que supe que lo hacías tu. Lei artículos, consejor, normas. Hice cosas varias para saber más y mejor - la cera da fuego a las nalgas, llenas, imagino, del granate del color de la parafina. Nuevas gotas van llenándome la espalda, encenciendo cada centímetro de mi piel. Mi mujer empieza a desnudarse, despacio, delante de mi rostro, sin dejar de mirarlo para no pederse ninguno de mis gestos -. Poco a poco fuimos añadieno alguna cosa más, azotes, ataduras.... Y por fin pusimos la fecha a la boda, Ese día hicimos el amor, con pinzas en tus pezones. Y ese día decidí prepararte esta sorpresa. Puse un anuncio en internet. Aún faltaban unos meses, así que tendría tiempo para conocer a las personas que puediera escoger. Tenían que ser gays y lesbianas, como has podido comprobar, aunque el anuncio no decía nada de eso. Hablé con muchos tios y tías. Al principio por msn. Hicimos algún juego para saber si realmente eran sumisos/as o si era algo camuflado. Después pasamos a tomar algo en alguna que otra cafetería - ya noto toda la espalda ardiendo, todo el cuerpo en llamas. El pene colgando, lleno de cera, dando pequeños impulsos por la excitación. Se abre la puerta de la suite y aparecen 10 tios y 3 chicas, se van acomodando, de pie, en la estancia, desnudandose. Mi mujer, solo con ropa interior, sexi muy sexi, acerca su rostro al mio, vuleve a darme un apasionado beso, se incorpora y empieza a tocarse por encima de la braguita, minúscula que le cubre el sexo, se la quita, me saca el tanga que tengo en la boca e introduce la suya. Uffff, es insoportable. No puedo orgasmar, ofrecérselo junto a mi entrega absoluta -. Como sé que todo esto va a costar mucho dinero, decido que quien quiera participar, tiene que colaborar con los gastos. Asi, que unos cuantos/as se echan atrás. Pero consigo la suficiente colaboración para seguir con mi juego. Porque aunque creas que es un juego de los dos, es el mio, cielito.
"Un día, vuelvo a entrar en las respuestas del anuncio y, sorpresa, veo tu respuesta: "me interesa participar, ya que soy sumiso, con poca experiencia. Pero me gustaría participar y sentir lo que siempre he deseado, sentirme sometido. Me puedes decir la fecha, por favor". y dejaste tu e-mail y teléfono. Lógicamente te conteste que no me interesaba y algo más que te hiciera sentir como quieres, humillado. Pero no me sentó mal, aunque no te lo creas. Me di cuenta que estaba preparando lo que tenía que preparar. Eso si, cambién en que lo haría para mi y con ello te daría lo que quieres, pero de forma totalmente inesperada",