Inicio de bodas....(6)

Sorpresa sobre la mesa

Mientras Laura desliza sin pausa el pene artificial, grueso, por mi interior, me invade la sensación del poder que va tomando de mi ser, empujado en cada embite hacia el polla que se abre paso por mi boca hasta llegar a la garganta, adueñándose de ese modo hasta del paladar, de los sabores que me llenan los dos agujeros de los que dispongo.

En una ojeada inconsciente por el rabillo del ojo, observo cómo se disponen en uno de mis laterales diez sillas en círculo que se van llenando de tios, desnudos aún de cintura para abajo. En el centro deposita una recipiente, cilíndrico, transparente, sellado por arriba y abajo y del que salen diez tubitos flexibles que van a parar a otros tanto succionadores herméticos. Por abajo un único tubo, también flexible y transparente que termina en una especie de mordaza que lleva un pequeño pene incorporado.

-¿Te gusta lo que estás viendo, cielo?-indaga Laura con la respiración entrecortada por la follada a la que me somete. Soy incapaz de responder ni siquiera con un gesto afirmativo por no tener claro lo que me espera a que la mano del tio que somete mi boca sujeta la cabeza para que note más profunda su invasión.

-Bueno, quien calla otorga-suelta una carcajada suave, imagino que con esa sonrisa que tanto poder toma y tanto me domina.

Por fin la polla se corre en mi boca, abundantemente, ocupando toda la cavidad de la boca y colándose, primero, despacio por la garganta y, después de forma acelerada. Empieza a gustarme el sabor que deja, la viscosidad que se engancha en el paladar, la lengua y las encías. Se retira bruscamente dejándome la boca abierta, sin darme tiempo para reacción y cerrarla.

El pequeño pene unido al tubo entra en la boca, sujetándolo con unas tiras que se envuelven en la cabeza, como si de un bozal se tratase. El tacto es suave, blando, aunque ancho, grueso. Empiezo a pensar para que sirve el artilugio que observo, ahora colocados los succionadores en cada una de las pollas sentadas en cada miembro de los tios que permanecen en circulos, casi impasibles por el espectáculo y la situación en la que participan.

Oigo un pequeño zumbido, sordo, que envuelve la sala. Los penes están siendo ordeñados, como si fueran reses tratadas para dar leche. Sus ojos se van abriendo y cerrando, sin ritmo fijo.

-Ya vez a que me refería. Esto es otra de las sorpresas que te esperan. Es la forma de que te sientas alimentado por estos machitos que te brindan su potencia. Como pueden apreciar, están dispuestos a todo. Pueden y tienen mando sobre ti y están tomando posesión de tu voluntad al ritmo que marco.

Intento tomar aire por las fosas nasales, abierto todo cuando puedo. Cuando oigo un zumbido semejante detrás mio.

Las embestidas de mi mujer se aceleran. Su respiración se agita, muestra del orgasmo que le llega. Me coge de las caderas y da golpes fuertes, secos hacia mi interior, dándome unas cachetadas en las nalgas que resuenan en el silencio del restaurante. Me coge del pelo y estirando de la cabeza hacia atrás, me susurra: “El ruidito de fondo, cariño mio, es lo mismo que ves a tu lado, con otros diez hombrecitos también ordeñados. Solo que esta vez la salida del liquido termina en el pene que te tengo metido hasta el fondo. ¿Sabes cuando vaciaré los recipientes en ti?. Cuando todos hayan terminado”.

¿Cómo es posible que esté terminando así mi día de bodas? Sin moverme, sin intentar salir de la situación, de la posición en la que estoy, sin estar sujeto, atado a nada, libre para terminar cuando yo quiera. ¿Cómo es posible que sienta cada vez más necesidad de esto, de seguir con esta situación hasta que el final de mis días, ansioso por satisfacer a Laura, a los hombres y mujeres que están presentes aquí, entregando con ello todo mi ser a los capricho de la persona con la que me casado hoy?

Laura toma aire, descansa unos segundos para retomar su mete saca con nuevas fuerzas.

Observo cómo alguno de los machitos, como dice mi mujer, se va corriendo y como el succionador lleva hasta la última gota hasta el recipiente, iniciando el llenado que pasará de alguna forma hasta mi interior. Parece poca cantidad, aunque por segundo se va llenado, corrida tras corrida. Una camarera va desconectando succionador tras succionador a medida que van orgasmando dentro del tubo que empuja su leche, reservada para mi, hasta el cilindro depositado en el centro del círculo.

Por fin, uno a uno quita el tubito de cada aparato y dándole a otro interruptor, empiezo a notar el aire que empieza a entrar en mi boca.

Otra camarera se acerca por mi lateral, mete una de sus manos en su entrepierna, la empapa de su abundante líquido y la esparce por mi espalda. Se acerca otra y haciendo la misma operación, noto la calidez de su flujo envolverme las nalgas.

Y de repente, el semen entra en mi boca, a presión estrellándose en el paladar, entrando sin pausa por la garganta, con la cantidad justa para que parezcan varias corridas seguidas.

Laura acelera el rito a la vez que me entran las primeras descargas anales del líquido que impactan en el intestino.

-Ummm, es mejor de lo que pensaba amorcito. Siento los embites como si fuesen pequeños espasmos, como los de tu polla cuando está dentro de mi-muevo en culo en círculos, empujando hacia ella para que no se retire-Estás hecho un buen putito, cielo mio. Como veo que te gusta tanto, creo que voy a seguir otro ratito. ¿O prefieres que lo dejemos-evidentemente niego, esta vez sí, como buenamente puedo, tragando por los dos agujeros llenos por lo que más deseo en estos momentos. Ni siquiera pienso en correrme, si no en hacer eterna esta situación, este sometimiento.

-Bien, biennn. Me voy otra vez maridito, ummmm. Creo que esto es lo que voy a querer de ahora en adelante. Tenerte así, sometido de la forma más insospechada. Eso sí, siempre que me apetezca. Porque te habrás dado cuenta que ahora es todo para mi placer, mis orgasmos. Aunque los tuyos, como tus agujeros, estarán retenidos para mi posesión y dominio, ¿verdad?.