Inicio de bodas....(4)
Cómo puedenser las cosas
La camarera aparece con paso decidido. Observa mi rostro, enrojecido por su presencia y el acalaramiento del trato al que he sido sometido.
No puedo decir que no me haya gustado. No puedo negar que sigo en trance por la excitación que invade cada centímetro de mi cuerpo. Pero su presencia, sabiendo la apariencia que presento hace que sienta un cierto ridículo: un tio como yo, amante de las mujeres (bueno de mi única mujer) en esta posición, expuesto en todos los sentidos y lleno de semen por dentro y por fuera, con un preservativo, o lo que sea, grueso que me envuelve la polla. Y lo peor, aun sin haber orinado.
-Tu mujer me ha enviado a buscarte por tu tardanza. ¿Has hecho lo que has venido a hacer?-su tono es serio. Si ni siquiera sé cómo estoy así. Niego con la cabeza, incapaz de pronunciar una palabra. Me retira el extraño preservativo y empieza a quitarme las sujeciones que tengo. Primero las muñecas y la cadena del collar, desenganchándola de la pared y sujetándola con su mano derecha. Hace que me baje del inodoro y que mis rodillas se posen sobre alguna de las gotas de semen que han caido al suelo.
-¿Me da tiempo de orinar?-pregunto más sonrojado de lo que he estado en mi vida.
-Supongo que tendré que dejarte, ya que tu esposa me ha dicho que me asegurase que has terminado con lo que tenías que hacer. Aunque veo que una parte ya está hecha-añade mirando la leche que aparece en algunas partes de mi cuerpo.
Espero un segundo a que salga y como no lo hace ya sé lo que me toca. Ni si quiera le pregunto. Orino como puedo dentro del inodoro, notando la tirantez de la cadena sujeta a los huevos y tobillos. He conseguido que la polla se ponga flácida, cosa que me ha facilitado la taréa. Antes de terminar, tira impaciente de la cadena y empiezo a volver a la mesa con Laura, despacio a cuatro patas. Antes de salir del lavabo me detengo un momento, lo que hace que la camarera se vuelva y me pregunte inquisitiva con la mirada: "tengo que salir así". Se agacha, me levanta la mirada y dice: "mira, no sé de que va esto, pero es evidente que no tienes mucho donde elegir. Es más, es la única salida que tienes". Se pone de pie, empieza a caminar y la sigo intentando no pensar demasiado mientras paso por el comedor.
Cuando llego a la mesa de Laura levanto la cabeza y veo que ha desaparecido el mantel y todo lo que había sobre él, excepto las copas y una nueva botella de vino.
-¿No quieres sentarte cielo?-asiento-. Pues a qué esperas, la silla te está esperando.
La verdad es que me resulta muy difícil, así unidos los huevos a los tobillos. Por lo que la camarera me ayuda. Apoyo las manos en el asiento. Han cambiado la silla, es fría, metal, negra.
-Verás cielo, es que como has tardado tanto, he pensado que no tendrías hambre y he dicho que lo retirasen todo y trajeran otra botella de vino. Espero que te parezca. Te estaba echando de menos y he pedido que fuesen al lavabo por si te había pasado algo-su sonrisa de falsa preocupación me envuelve, hace que me sienta observado, centímetro a centímetro.-Aunque ahora que lo pienso, si no está el mantel, tu parte íntima queda al descubierto. ¿Quieres que pida que lo pongan?-me quedo atónito, no sé que contestar. Sé que ella me quiere así, pero por otro lado sé que quedo a la vista de todos. Poca importancia tiene eso, con el paseo que me he dado por el comedor y la desinhibición del lavabo.
-Estoy bien así cariño.
¿Uffff por qué he dicho eso? Sin duda es tanto lo que me controla, tanta la excitación que me provoca que quiero estar a la altua de lo que espera de mi.
-Como quieras. Yo no tengo tan claro que debas estas exhibiéndote así. Pero tu verás-su sonrisa aparece de nuevo-. Tu copa vuelve a estar llena. Anda bébetela-lo hago sin dejar de mirarla a los ojos. Qué preciosa está, que luz emana de sus poros.-Bien cielo. Tengo algo que decirte, te gustará. Al menos hará que estés un poco más tranquilo-ahora es ella quien bebe un sorbo para humedecerse los labios y provocarme.
Alguien está trasteando debajo de la silla, por detrás. Pero no oso girarme para ver quién es ni lo que está haciendo. Noto que una parte del asiento desaparece. Unas manos buscan las nalgas y las abre estirando hacia cada lado de mi cuerpo, coge las cadenas que cuelgan de la mesa y coloca las pinzas en cada uno de mis pezones. Aparece la camarera a mi lado (así que era ella) y une la cadena del collar al borde delantero del asiento a una pequeña argolla que sobre sale de allí, dejando mi posición tensa entre los pezones pinzados y la inclinación de la cabeza hasta dejarla justo por debajo de la mirada de mi mujer. Vuelve a abrirme las nalgas y se coloca de nuevo detrás de la silla para seguir trasteando con algo. Noto un frío líquido entre las nalgas y una leve presión que busca la entra de mi ano, el esfinter que abre paso a las entrañas. Por instinto intento erguirme, pero la tensión de mis sujeciones me recuerdan mi estado: LIMITADO. Empuja con más fuerza y consigue que entre la cabeza primero y el resto después. Pasa algo por debajo de la silla, sujetando el consolador que me invade el culo para que quede ahí sin escaparse.
Respiro profundamente. El dolor me invade, aún no siendo la primera vez, ya que Laura lo había usado en alguna ocasión. Supongo que la tensión en la que estoy inmerso hace que todo sea más intenso, que las sensaciones seas más vivas, entregadas. Y, sin embargo, continúo sin quejarme, sin decir basta, aún preguntándome cómo es posible que no me esten observando. Aunque reconozco que pensar que lo puedan estar haciendo me excita, me entrega y, por qué no, me rebaja hasta el éxtasis.
-Cariño, esto es algo que llevo preparando mucho tiempo. No te preocupes, no es un chantaje. Y te quiero, muchísimo. Más de lo que puedas imaginarte. Lo he estado preparando porque he observado que es algo que te atrae con tanta intensidad que has provocado que quiera tenerte para mi, solo para mi y de la forma que yo quiera tenerte. Además de darte todo el placer que deseas, espero que incluso más-empiezo a removerme en el asiento, haciendo que el consolador se mueva en mi interior-. Ahora se trata de que sientas tantas cosas como has querido sentir siempre, aunque en el momento que menos esperabas, ¿no?-asisento-Mírame a los ojos, anda. Bien así me gusta. El caso es que mientras lo preparaba he notado que esto me va, que poderte hacer esto sin que lo esperases me pone como no te puedes imaginar. Aunque he añadido y continuaré haciendo cosas de mi propia cosecha-sonrie hinchando las aletas de la nariz-. ¿Cómo te sientes con eso dentro?
-Dolorido, poseido, entregado. Observado y humillado-solo atino a decir eso.
-Eso es algo que quería comentarte amorcito. Toda la gente que ves aquí, sabe lo que está pasando. Contacté con ellos por internet. Y todos han accedido a estar aquí esta noche. Los hombres que ves son todos esclavos y, además, gays. No les gustamos las mujeres. Pena porque hay alguno que está buenísimo. Las mujeres, también eson esclavas y no les gusta, a ninguna, los hombres. O sea que a lo mejor hasta tienes espectáculo esta noche. Eso sí, yo lo estoy teniendo-su pie roza mi pene para saber cuál es mi estado-. O sea, que las mujeres no te harán caso. Y los esclavos, pues supongo que ya sabes de lo que son capace. Me ha costado mucho tiempo encontrarlos y conocerlos. Como puedes ver son varios y varias. Primero fue por internet, luego los fui conociento, despacio y los que vi más aptos para esta situación aquí están. Igual que ellas.
Alguien me gira la cabeza a la vez que la agacha un poco más y, antes de notar su polla entrar en mi boca, me doy cuenta que ninguna mesa tiene ya mantel, solo copas y vino están sobre la madera. Y empiezo a succionar y poner los labios como de morritos mientas esa polla me llena toda la cavidad. Joder, usado, ahora sí delante mi Laura. Me siento tan rebajado. Cómo sabe lo que quiero, cómo tiene que manejarme para ser suyo. No ya como yo quería, superándolo.
-Ummm, me encanta lo que te están haciendo. Ahora solo actúan cuando se lo digo, con algún gesto o como hayamos acordado que tienen que hacerlo. Estás despertando en mi el ansia por saberte dar lo que quieres, tomando cada uno de tus pensamientos para llegar más allá de lo que tu mismo deseas. Piensa que a mi me toca cada vez que quiera y ya vermos si tu participarás. Al menos durante esta noche cielito. Por si lo habías pensado, no pienso aprovecharme de ti, ni hacerte chantaje, ni obligarte a ser mi esclavo. Podrás dejar de hacer algo cuando lo digas, cosa que aún no has hecho, aunque no me sorprende por lo putito que eres-doy un salto sobre la silla por el azote que noto en una de mis nalgas, mientras la polla sigue entrando hasta la garganta y saliendo hasta justo cubrir el capullo-. Cada vez que te niegues a hacer algo, limitarás más tu sumisión porque habrá algo que no volverás a probar, aunque despúes despierte tu interés. Y si alguna vez quieres dejarlo, no pasará nada, ya que sobre todo lo que quiero es hacerte feliz. Y por supuesto serlo yo también. Eso sí, si pasase, no volvería a ser tu ama. Y con lo que me está gustando, no puedo asegurarte que me buscase algún esclavo.
Otro azote marca mi otra nalga. Noto el calor que la va envolviendo, aunque es suave, excitante. La persona que me folla la boca está a punto de estallar. Sus gemido empiezan a llenar el pequeño estaurante. El consolador empieza a vibrar, girando en mi interior, despertando la sensibilidad que lo envuelve. Los azotes se aceleran, ahora más deprisa, alternándose en cada una de las nalgas al ritmo que acelera la follada de la boca. Y cuando estalla, se hacen más rápidos los azotes, combinando el fuego de la carne con el calor de el semen que se desliza por la garganta que llena el paladar. Cuando termina con el éxtasis, aún suspirando, paran los azotes y para la vibración en mi culo. Se retira de mi y no oigo ninguna palabra, otra vez.
Ahora puedo ver de nuevo el comedor. Todos están desnudos de cintura para abajo. Todas sin ropa de cintura para arriba. UUUffff que visión.
-Cielín, deja de mirar. Anda bebe otra copa, ¿quieres?-y la pone en mis labios para hacérmela beber de un trago.