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Porque eches un vistazo a lo que puede ser...

-La palabra clave es Orión.

Son las últimas palabras que oyes de mis labios antes de que te ciegue con una venda mientras te beso con todo el amor y la confianza que soy capaz de poner en un beso.

Ajusto unos cascos en tus orejas, y aprieto el "play". Iron Maiden con su Fear of the Dark llena tus oídos lo justo para que no oigas mis pisadas, sin ensordecerte. Ya te he robado dos sentidos.

Extiendo con paciencia tus brazos hacia la cabecera de la cama y con un nudo muy cuidado te los inmovilizo en esa posición. Después hago lo mismo con tus piernas hacia los pies de la cama, dejando una cómoda separación entre ellas.

Te dejo analizar la situación mientras observo cómo tu respiración se normaliza: después de encerrarnos toda la mañana en el hotel hasta aprendernos el cuerpo del otro, hemos salido a comer y vuelto para satisfacer tu curiosidad.

" when the light begins to change

i sometimes feel a little strange

a little anxious when it's dark..."

Tras unos minutos, tu olfato y tu tacto tienen que haberse estimulado lo suficiente como para jugar.

Paso los dedos por tu cuerpo notando cómo te erizas a cada contacto, no eres consciente de tus jadeos, sé que me buscas y que no sabes dónde estoy.

Cojo una de las velas que he dejado encendidas y la acerco a tu piel. Aguantas la respiración al notar el calor y el olor: he dejado que identifiques lo que era. Pongo una mano sobre tu pecho y dejo que la cera resbale sobre mi piel, para calcular la temperatura e impedir quemaduras, y la dejo caer sobre tu cuerpo, oyendo cada suspiro...

  • Dios...Avhen...

  • Sshhh...-pongo un dedo en tus labios cuando entiendo que no me oyes y al contacto me lo besas.

Sigo dibujando con la cera mientras veo cómo las cuerdas te empiezan a incordiar, las ganas de soltarte con las que las tensas. Me coloco sobre ti y soplo, disfrutando la tensión en tu gesto, buscando mi boca. Sentada sobre ti dibujo tu cuerpo con las uñas, oigo como inhalas entre los dientes produciendo un siseo cada vez.

  • Por favor...

Me inclino para besarte y callarte, y sólo tu fuerza casi me atrapa, sin poder cogerme, ese beso que bebe de mí y habla de ansias me tienta a desatarte...pero todavía no. Me separo y te acaricio la cara mientras empiezo a morder tu piel libre de cera, arrancándote gritos ahogados, y bajo un poco más hasta que entre besos y mordiscos llego a tu polla, más dura y recta que por la mañana, y la empiezo a mimar sin prestar ninguna atención a su dueño.

-Oooh...jodeeerrr...

Saboreo cada rincón paseando mi lengua, la abrazo con los labios y la intento abarcar entera sin usar las manos. Te acaricio con la falta de pudor que sé que has conocido y te retuerces bajo mis cuidados, acelerando tu respiración hasta que, cuando empiezo a notar cómo el líquido preseminal altera mi concentración, me detengo de golpe. Ante el calor que visiblemente te recorre, acerco un hielo y lo paso por toda tu piel, desacelerando tu pulso, y acercándome compruebo que las cuerdas no te han hecho daño, y me fundo en otro beso mientras tu pelvis sube, buscando empujarme contra ti.

Suena "Aquelarre", de Mägo, en un volumen más bajo preparado aposta.

Subiendo sobre ti te dejo acercarte, te acerco mi cuello, mi pecho y mi boca, y ahogo mis propios gritos cuando tus dientes se clavan en mi piel. En esa posición suelto tus manos del cabecero pero no entre sí, y en cuanto lo notas las pasas, juntas, por mi espalda, apretándome contra ti y besándome con furia, sin intención de darme ningún tipo de tregua.

Tras dejarte jugar un rato, me libero apoyando una mano en tu cuello, obligándote a permanecer tumbado mientras me libero de tus brazos, y finalmente apoyando la otra en el nudo hasta soltarme.

Me muevo hasta sentarme sobre tu pecho, con mi coño a escasos centímetros de tu cara, de forma que hasta notes su calor, y empiezo a tocarme. Tú con el movimiento presupones y te inclinas buscando alcanzarme, pero mis piernas en tus brazos te tienen casi inmóvil.

Dejas caer la cabeza y golpeas la almohada.

-¡¡¡Joder!!! Suéltame. Suéltame.

Sin variar la posición te quito los cascos, los aparto a la mesilla y te pregunto, socarrona:

-¿No era que no iba a poder contigo?

-Esto no cuenta.

-Contará si yo lo digo...

-Verás cuando me sueltes...

Sólo una bofetada, rápida e inesperada, cruza el aire y tu cara retensando todo tu cuerpo y haciéndote jadear.

-Cuando te suelte, ¿Qué?

-¡¡¡¡Buffffffffffffffff!!!!

-Mejor así.

Paso los dedos empapados en mis jugos y te los acerco a la boca, tú empiezas a devorar con ansia, y volviendo atrás te quito la venda, dejando que veas lo que estaba haciendo.

La escasa luz te hace cerrar los ojos hasta que te acostumbras, y tu cara, más seria que nunca, con los ojos brillantes de excitación, lo dice todo. Me levanto a soltarte las piernas completamente, y manteniendo mi mano derecha sobre el nudo que une tus manos y la izquierda sobre tu cuello, me siento y dejo que entres en mí, marcando un ritmo agónicamente lento, hasta que, casi libre, te revelas, y me empujas.

En ese momento, sonrío y echo las manos al nudo que une las tuyas mientras te beso, y te libero.

-Ahora eres mía.

-¿Tu qué?

-Mi todo. Mi diosa. Mi Ama. Mi puta.