Iniciándome en un Trío

Con Marcela, nos conocemos desde que íbamos a la secundaria. En nuestros años de adolescencia, compartíamos no solamente horas de estudio y pijamadas, sino también salidas a bailar e incluso llegamos a compartir noviecitos. Con ella “no había secretos”, ha sido muchas veces mi paño de lágrimas y mi consejera. Somos inseparables. Habrán notado que puse que “no había secretos”, en tiempo pasado, es que ahora si los hay. Ahora hay algo que le estoy ocultando, al final del relato, se van a enterar de que se trata.

Esto que les voy a contar, comenzó en el mes de mayo, dos meses después del inicio de la Pandemia y se ha venido repitiendo en reiteradas ocasiones.  La última ves que lo hice, fue el domingo pasado…, día de las Madres en Argentina

Mi mejor amiga se llama Marcela, ya se las había nombrado en el relato de “

Mi verdadera historia

”.

Con Marcela, nos conocemos desde que íbamos a la secundaria.  En nuestros años de adolescencia, compartíamos no solamente horas de estudio y pijamadas, sino también salidas a bailar e incluso llegamos a compartir noviecitos.

Con ella “ no había secretos ”,  ha sido muchas veces mi paño de lágrimas y mi consejera. Somos inseparables.

Habrán notado que puse que “no había secretos”, en tiempo pasado, es que ahora si los hay.  Ahora hay algo que le estoy ocultando, al final del relato, se van a enterar de que se trata.

Fueron pasando los años y tomamos diferentes rumbos…, yo me casé, pero ella siguió soltera.  Siempre decía que todavía no le había llegado el amor de su vida, hasta que le llegó.  Se casó en diciembre del año pasado con un compañero de trabajo, tres años menor que ella.  Nunca dejamos de frecuentarnos, o yo voy para su casa o ella viene para la mía.

Hechas todas las aclaraciones, comienzo con el relato.

Un sábado lluvioso del mes de mayo, más o menos a las 4 de la tarde,  le dije a mi marido…, mi amor, voy a lo de Marcela a charlar un ratito. Fui caminando rápido para no mojarme, vive a un par de cuadras de mi casa.

Estaba sola.  Héctor, su marido, todavía no había llegado de trabajar.

Hablamos de diferentes temas, pero sobre todo, me contaba acerca de cómo iba la relación con su flamante esposo…  Que se llevaba muy bien…, que estaba muy enamorada…, muy contenta y sobre todo me hablaba explícitamente de las relaciones sexuales que tenían.

Mientras ella me hablaba, yo recordaba los primeros años de mi matrimonio, en donde también me la pasaba cojiendo.

Llegó un momento en el que le dije…, para Marcela, ya no me digas mas, no cuentes el dinero delante de los pobres…, con todo esto de la pandemia y el aislamiento, hace dos meses que no tengo nada con nadie, solo me estoy conformando con mis juguetitos….. y nos comenzamos a reír.

Mientras Marcela y yo estábamos a las carcajadas, llegó Héctor…..

A quien le están sacando el cuero ¿?, preguntó,… por que se ríen tanto ¿?...

Nada, nada… le respondió Marcela y fue a recibirlo.

Ni bien llegó, hizo lo que prácticamente hace todo el mundo en medio de esta crisis, fue directo al baño a bañarse y a cambiarse de ropa.

Habrán pasado unos 15 minutos cuando se reunió con nosotras en el living, oliendo muy rico, recién bañado y perfumado.  Se había puesto una bermuda y una musculosa que le quedaba muy bien.

Estábamos los tres conversando cuando noté algo raro en la mirada de Héctor, aunque para ser sincera, yo también lo estaba mirando de una manera diferente, sobre todo después de todo lo que me había contado Marcela acerca de sus relaciones sexuales y sus atributos.

Y como va todo con tu marido ¿?, exclamó de la nada… me sacó de onda con la pregunta...  Bien, bien… todo bien…, le conteste agachando la cabeza. Se hizo un silencio abrumador.

Voy por unas cervezas dijo, se levantó y se dirigió hacia la cocina.

Cuando me quedé sola con Marcela, le reclamé.... no me digas que le contaste a tu marido lo que pasa en mi matrimonio y mis cosas íntimas ¿?

La respuesta era de obvia.  Si, algo le comenté… El otro día me preguntó y bueno, algo le dije, pero no pasa nada amiga, no te preocupes, hay confianza.

Regresó Héctor con una botellita de cerveza para cada una y volvió a sentarse con nosotras.

Seguíamos conversando y tomando cerveza, mientras cruzábamos miradas insinuantes entre él y yo.  Me dí cuenta que Marcela se había percatado de la situación.

Como toda pareja de recién casados, no se despegaban el uno del otro.  Tocándose besándose, haciéndose mimos.  De solo verlos, me alteraba y comencé a ponerme un poco inquieta.

Después de un rato, les dije lo mismo que le había dicho a Marcela cuando estábamos solas….Che, dejen de contar el dinero delante de los pobres y sonreí….

Qué te pasa Vicky…, te dan ganas ¿?, me pregunto Marcela abiertamente.

Y si…, claro que me dan ganas boluda, no soy de piedra ….

Bueno dale, te lo presto un ratito, dijo.  Con la misma mirada de complicidad que teníamos cuando éramos adolescentes.

Qué ¿?, estás loca, le conteste.

No pasa nada Vicky, te lo presto, no soy celosa, aparte somos mejores amigas…, o no ¿?. Hay que compartir, …dijo sonriendo.

Héctor solo nos miraba, sin decir nada.

Dale, anímate, volvió a decir…, me tomó de la mano y me llevó hasta donde ella estaba sentada, como quien dice, cambiamos lugares.

Y… lo vas a besar o no ¿?, dale un beso, no seas tonta. Yo la miraba a ella, lo miraba a él y comenzaron a subirme los calores, ahora si que ya me había excitado.

Marcela se arrodilló delante de nosotros y volvió a insistir, dense un beso, quiero ver como lo besas.

Y bueno…, tomé la iniciativa, le puse una mano en la mejilla y comencé a besarlo.  Lo estuvimos haciendo un rato largo de una manera muy suave, honestamente yo ya estaba toda mojada, besaba muy rico.

Cuando nos separamos…, lo solté  y bajé la mirada, notando que el marido de mi amiga tenía el pantalón bastante abultado, evidentemente, él también se había excitado.

Marcela seguía arrodillada frente a nosotros con sus brazos apoyados en mis piernas.

Me miró…, miró el bulto de Héctor…, me tomó nuevamente la mano y apoyándola sobre el pantalón de su esposo exclamó…., agarrala, mira como lo pusiste…. Lo apreté y efectivamente, la tenía muy dura y de un tamaño realmente grande.

Se te antoja ¿?..., te lo queres cojer ¿?..., claro que quiero Marcela, no seas tonta, como no voy a querer, ya te dije que no soy de piedra….   Bueno dale, te lo presto.

Sin pensar mucho, comencé a masajearlo y a besarlo nuevamente.  Marcela seguía arrodillada frente a nosotros.

Me hice un poquito para atrás y con ambas manos comencé a quitarle la bermuda que ya se la había desabrochado.  Él se levantó un poquito para facilitarme la tarea y con sus propias manos se quitó la camiseta.  Quedó totalmente desnudo frente a nosotras, con esa verga bien parada y del tamaño que ya me había anticipado Marcela, es más…, creo que se quedó corta con la descripción.

Me arrodille frente a él y apoyando ambas manos sobre sus piernas, comencé a chupársela, casi no cabía en mi boca. Marcela, que también estaba arrodillada junto a mi, observaba con mucha atención.

Héctor se había recostado en el sillón cerrando sus ojos…, disfrutando y dejando que yo hiciera mí trabajo.

Después de unos minutos, Marcela me dijo, déjame a mí.  Así que me hice a un costado, permitiendo que ella se la siguiera chupando.

Yo estaba muy pero muy caliente, los observé un momento y comencé a tocarme, luego a desvestirme de una manera muy acelerada.  Ninguno de los dos se dio cuenta que yo ya estaba totalmente desnuda, ambos estaban muy concentrados y con los ojos cerrados.

Yo seguía mirando como Marcela se tragaba esa verga mientras me seguía tocando y metiendo los dedos, hasta que no aguanté más….  Sin pedir permiso y pasando por sobre la cabeza de Marcela, me subí al sillón colocando una pierna a cada lado del cuerpo de Héctor.

Al percibir esto, Marcela dejó de chupársela, levantó la cabeza y se hizo para atrás, lo que me permitió a mí, sentarme y meterme semejante miembro hasta el fondo de mi vagina.  Como lo hice muy bruscamente, pegué un grito de dolor y placer, en verdad tenía un tamaño fuera de lo normal.

Me lo empecé a cojer de una manera desesperada…, Héctor se incorporó y comenzó a chuparme los pechos, lo que provocó que a los pocos minutos tuviera un orgasmo excepcional.

Mientras yo lo seguía cojiendo, Marcela comenzó a desvestirse.  Una vez que estuvo totalmente desnuda se sentó en el sillón de enfrente, nos miraba y se masturbaba.

Pasó un rato bastante prolongado, yo ya había acabado dos veces más.  De repente, Héctor me toma de los brazos como queriéndome sacar y comienza a decir, voy a acabar, voy a acabar, ya no aguanto.  Lo que él quería en realidad, era acabar afuera, pero no lo dejé…. Me aferré a él y comencé a moverme mas rápido, diciéndole…, acaba, dale acaba, no te aguantes, dale…., hasta que en medio del forcejeo explotó dentro mío, llenándome de leche.  El y yo, acabamos al mismo tiempo.

Me quedé un rato abrazada fuertemente a él, hasta que dejé de estremecerme. Solo levanté la cabeza cuando escuché que Marcela comenzó a gemir, estaba llegado al orgasmo, tocándose y mirándonos fijamente.

Que cojida…,  exclamé mientras soltaba un suspiro prolongado.  Me fui levantando muy despacio, liberando la pija que todavía estaba bastante firme y la leche que me había inyectado.

Nos quedamos recostados en los sillones por una media hora más o menos. Nadie decía nada, hasta que rompí el silencio….Los miré a ambos y dije…, que buena pija tenes Héctor, me encantó…, que afortunada sos amiga…, no respondieron nada, simplemente se miraron y me sonrieron.

Mientras Héctor y yo seguíamos recostados con los ojos cerrados, Marcela irrumpió diciendo…, ahora me toca a mi, ustedes cojieron y yo nada mas me estuve tocando.

Al escuchar esto, Héctor se levantó. Vamos al dormitorio,… dijo.  Las dos lo seguimos inmediatamente.

Ya en el dormitorio, nos pidió a ambas que nos acostáramos y eso hicimos, una al lado de la otra, mientras él estaba parado frente a la cama con la verga otra vez hasta el tope.

Comenzó haciéndole sexo oral a Marcela, una vez que ella tubo un orgasmo, siguió conmigo, haciéndome acabar también.

Después se acostó y nos pidió a nosotras que se la chupáramos mientras él nos miraba.

Lo comenzamos a hacer entre las dos, mientras una tenía la pija en la boca, la otra le chupaba los huevos.  Héctor se puso las dos almohadas en la espalda para quedar más o menos sentado.  Nos agarró de los pelos y nos acercó a ambas, quedando enfrentadas y casi pegadas.  Bésense…, dijo… Jamás había besado a otra mujer y creo que Marcela tampoco.  Comenzamos a besarnos y a acariciarnos mientras él nos observaba.  Luego se movió hacia un costado para que nosotras pudiéramos acostarnos.  Seguíamos besándonos y  no parábamos de retorcernos por las caricias que con ambas manos, él nos hacía.

Después tomó a Marcela de los brazos y la colocó sobre mí, en posición 69.  Las dos estábamos muy mojadas, nos comenzamos a chupar mutuamente.

Mientras yo tenía mi boca pegada a la concha de Marcela, Héctor se arrodilló quedando detrás de ella y exactamente sobre mi cara.  Se la metió muy suavemente y comenzó a moverse,  mientras él se la cojía, yo chupaba los fluidos que iban cayendo, lamía un poco el clítoris de Marcela y un poco los huevos de Héctor.

Ella comenzó a gemir cada vez más fuerte, hasta que llegó al orgasmo.  Mientras acababa, él retiró la pija y haciendo presión sobre su cintura, pegó aún mas su cocha sobre mi boca.  Cuando ella terminó de acabar, nos cambió de posición.  Comenzó a cojerme a mí, quedando mi cara en la entrepierna de Marcela y viceversa.

Después del primer orgasmo en esa posición y mientras Marcela me seguía chupando,  le dije a Héctor… Por favor, métemela por el culo, quiero sentirla. Me abrí un poco mas de piernas, apreté mi vagina sobre la boca de Marcela y lubriqué la entrada con mi propia saliva…. Héctor me la fue metiendo poco a poco…., que placer tener semejante tamaño dentro de mi culo.

Por supuesto que inmediatamente tuve otro orgasmo, es lo que siempre me pasa apenas me la meten por el culo, Marcela seguía chapándome y Héctor muy suavemente entraba y salía hasta hacerme acabar otra vez.

Lo empujé suavemente para que sacara despacio la pija del culo y le pedí que se acostara.  Me subí encima y otra vez, me lo empecé a cojer pero por la concha.  El culo me había quedado bastante adolorido.

Marcela se arrodillo en frente mío, de manera tal que su marido se la pudiera chupar y nosotras nos pudiéramos besar.

Así estuvimos…, besándonos con Marcela mientras yo me cojia a su marido y él se la chupaba.

Cuando me dí cuenta que Héctor ya estaba por acabar, me apreté más a él y comencé a moverme cada vez más fuerte pidiéndole que acabara… Hasta que no aguantó más y otra vez me llenó la concha de leche, los tres acabamos al mismo tiempo.

Quedé rendida, me acosté sobre él y ahí estuve hasta que su pija quedó totalmente flácida y se salió.

Sos insaciable,  me dijo Héctor…, vos tampoco te quedas atrás, le respondí.

Es que me pones muy caliente Vicky, sobre todo porque te gusta que te acabe adentro, Marcela no me deja hacerlo…. Claro que no…, intervino ella…, no quiero quedar embarazada todavía y si tomo pastillas como Vicky, a mi me hacen engordar.

Bueno, pero tampoco me dejas que te la meta por el culo, replicó Héctor…, es que vos sabes que me duele mucho mi amor…. Y si tanto te gusta meterla por el culo, ahí tenes el culo de mi amiga.. , a ella le encanta.   Inmediatamente intervine en la conversación…, bueno chicos…, acá estoy yo entonces para lo que necesiten…. y nos comenzamos a reír.

Por casualidad miré el reloj que estaba sobre mesa de luz…., ya es muy tarde, me tengo que ir…, me van a matar en mi casa.

Me levanté, busque mi ropa que había quedado en el living, me arregle un poco el pelo y me despedí.

La pasé bárbaro Amiga, muchas gracias… si bien se lo decía a ella, los miraba a los dos.

Me alegro que te haya gustado Vicky, respondió Marcela, yo también la pasé estupendo...

Espero que lo volvamos a repetir, agregó Héctor mientras pasaba su brazo sobre el hombro de Marcela…,  claro que lo vamos a repetir, no va a faltar oportunidad…, bueno ya me voy…, me abrieron la puerta y me fui…

Caminé de regreso a mi casa…, eran casi las 10 de la noche y todavía estaba lloviznando.

Mi esposo y mis hijos estaban viendo una película y comiendo pochoclo….  Y… que tal está tu amiga Marcela me preguntó mi marido,  bien, bien.... nos pusimos a chusmear y no me dí cuenta de la hora, perdón…. No hay problema, respondió…, por que no venís a ver la tele con nosotros….., si mamá, veni a ver la película, está rebuena, agregaron mis hijos al unísono…..  Denme unos minutos, me voy a dar una ducha caliente porque está lloviendo, me mojé un poco y no me quiero enfermar.

Lo que en realidad quería hacer, era bañarme para quitarme el olor a sexo y el desodorante de Héctor  que había quedado impregnado en mi piel.

Ya en el baño, me quité toda la ropa y la puse en el canasto para lavar.

Antes de meterme a la ducha, me paré frente al espejo y comencé a observar todo mi cuerpo con detenimiento…. mi cuello, los brazos, las piernas en busca de algo que me delatara, pero por suerte, no había nada, siempre trato de que no me hagan marcas ni nada de eso, pero a veces, cuando todo se va de control es inevitable.

Mientras me bañaba, pensaba en todo lo que habíamos hecho, algo nuevo, diferente y a mis 39 años.  Esta nueva experiencia me había gustado mucho.

Como les dije al principio del relato..,  Lo hemos repetido muchas veces y la última, fue el domingo pasado, día de las madres.

También de vez en cuando,  mantengo relaciones sexuales a solas con Héctor, a escondidas de Marcela, siendo éste, el único secreto que guardo con ella, es algo entre su marido y yo.

Que hago con él ¿?, en donde lo hacemos¿?… y como se fueron dando las cosas ¿?....es algo que les contaré en otro momento.

Vicky.