Iniciando a mi primo (I)

¿Alguna vez habéis ayudado a un hombre a experimentar su sexualidad para que descubra lo que realmente le gusta?

¿Alguna vez habéis ayudado a un hombre a experimentar su sexualidad para que descubra lo que realmente le gusta?

Eso hice yo con mi primo, al que llamaremos Víctor. Siempre hemos pasado veranos y vacaciones en nuestro pueblo, que está cerca de la ciudad donde vivimos, y como para vernos solo tardamos 2 minutos en ir caminando de una casa a la otra pasamos mucho tiempo juntos desde la infancia.

Ya siendo adolescentes descubrimos juntos nuestros cuerpos (aunque yo un poco antes que él) y aunque él siempre ha tenido más reparos tuvimos la oportunidad de desarrollar nuestra sexualidad en casi todas las facetas. En esta ocasión me gustaría compartir con vosotros el momento de romper el hielo, con nuestra primera paja juntos (y la que creo que fue su primera paja).

Fue durante una siesta de verano de hace ya unos cuantos años. Como no queríamos dormir la siesta íbamos juntos al garaje de sus padres, donde estaban las cosas con las que nos entreteníamos y el coche de mis tíos. Por aquellos entonces yo había empezado a masturbarme junto con unos amigos, y habíamos robado un par de revistas porno que teníamos escondidas cerca de casa para cuando nos reuníamos. En esa ocasión yo había ido a buscar una de las revistas, ya que Víctor quería hacer una cosa que a mí no me apetecía. Cuando nos aseguramos de que nadie nos molestaría, abrí la puerta del coche y me senté en el asiento de atrás, sacando la revista del bolsillo y empezando a sobarme el paquete mientras escogía a qué foto dedicar mi atención. Tras hojear un poco la revista me decanté por una pareja que follaba en la encimera de la cocina, y tras un par de minutos tocándome el paquete mi polla ya estaba lista para empezar la paja. Miré de reojo y vi que mi primo no estaba prestando atención a lo que yo hacía, por lo que decidí pajearme allí mismo y me la saqué de los pantalones. Por aquellos entonces no se me había desarrollado del todo, pero ya rondaría unos 15 cm, y el vello púbico cubría todo mi pubis. Ensimismado observando la revista y mi polla al lado no me percaté de que mi primo se había acercado al coche, y cuando levanté la vista vi cómo me miraba boquiabierto.

-¿Qué haces primo? ¿Cómo es que tienes una revista con una mujer desnuda?

Yo no supe qué contestar en ese momento, pero al indicarle a mi primo por señas que entrara al coche me di cuenta de que trataba de esconder un bulto que iba creciendo rápidamente en su entrepierna, así que decidí lanzarme e intentar que me acompañara, como ya hacía con mis amigos.

-Entra Víctor, mira lo que tenemos los chicos de la pandilla escondido por ahí.

Entró al coche y cerró la puerta, mirando más mi polla que la revista. Al notar que me estaba dando cuenta se puso rojo como un tomate y puso instintivamente su mano en el paquete, intentando ocultar una erección que no había manera de disimular.

-Tranquilo primo, puedes enseñármela ahora que has visto la mía. ¿Sabes qué hacer para que se baje?

Víctor negó con la cabeza mientras seguía ensimismado mirando mi polla, lo que me puso más cachondo que nunca hasta ese momento. Empecé a masturbarme despacio, dejando que se fijara en cómo el prepucio cubría y descubría el glande, que empezaba a brillar mientras el precum acompañaba a la saliva que yo mismo me repartía con el dedo al masajearme toda la polla.

-¿Vas a hacerte una paja primo?-Me preguntó- Yo nunca me he hecho ninguna, me da miedo.

-No te preocupes Víctor, es una sensación cojonuda. Sácatela, no te cortes, que vamos a darle juntos.

Ante su vacilación tomé la iniciativa y empecé a sobarle el paquete, esperando que se la sacara o que, con mucha suerte, actuara de la misma forma. No conseguí lo segundo, aunque al cabo de 30 segundos escasos su polla estaba al aire, sacudida arriba y abajo por mis dedos nerviosos y juguetones. Su polla era un pelín más corta que la mía (quizás 1 o 2 cm), pero igual de gorda. Las venas recorrían su fuste palpitando cada vez más deprisa, y su glande se hinchaba por momentos, aumentando el roce del prepucio al subir y bajar.

-Me está gustando mucho primo, ¿cuánto tiempo podemos seguir? Mi punta no brilla como la tuya.

Entre el calentón que ya tenía y que mi primo se dejaba guiar decidí dar un paso más y llegar a mi siguiente fantasía, que consistía en que alguien me ayudara a correrme.

-Tranquilo Víctor, vamos a tomárnoslo con calma. ¿Quieres tocar la mía y así te vas soltando? Puedes echar saliva en la tuya para que se deslice más fácilmente, así aguantaremos más tiempo.

Me volví a apoyar en el respaldo del asiento y acerqué un poco mi polla para que la cogiera. Tras unos segundos (eternos para mí) se decidió y alargó la mano, rozando mi glande con la punta de sus dedos, como si temiera hacerme daño. Incluso ese contacto tan leve hizo que otra gota de precum apareciera en la punta, cosa que Víctor aprovechó para recogerlo con el dedo y repartirlo por todo el glande. Eché mi cabeza hacia atrás y me dejé hacer, notando cómo Víctor continuaba su “investigación”. Del glande pasó a rodear mi polla con la mano y empezó a hacer movimientos suaves de subida y bajada, observando cómo el prepucio cubría y descubría el glande, muy concentrado en no hacer nada brusco o inapropiado.

Cuando noté que su mano se retiraba abrí los ojos y lo miré. Estaba oliendo mi precum, que se había quedado en sus dedos, lo que hizo que mi polla comenzar a palpitar de pura excitación. Al observar su polla vi que también había empezado a salirle precum, pero se estaba deslizando hacia su pubis al no haberlo repartido nadie. Me apresuré para agarrársela y comenzar la paja ya en serio, pero con un gesto me indicó que no se la cogiera todavía, tomando su propio precum y repartiéndolo por toda la polla, dejándola brillante y lista para sacudirla.

-Me da palo primo, ¿podemos mover cada uno la nuestra? Es que no sé cuándo hay que parar.

Se me escapó una carcajada, y enseguida comprendí que o bien no había llegado nunca al orgasmo o que directamente nunca se había masturbado. Decidí no andarme con rodeos y explicarle lo mínimo imprescindible, ya que veía sus huevos y me los imaginaba cargados a tope de leche espesa y caliente esperando a salir.

-¿Nunca te la has sacudido primo? Cuando llevas un rato te entra un gusto muy grande en la polla y sale una cosa blanca, ¿nunca lo has visto?

Víctor se miró la polla, intentando imaginar que un líquido como la leche condensada iba a salir por su polla, que brillaba y palpitaba más que antes.

-Enséñame primo, vamos a moverla un rato a ver si sale.

Empezamos a pajearnos despacio, mirando el movimiento de la mano del otro, intentando sincronizarnos sin perder detalle de cómo iba nuestra propia paja. Al cabo de un par de minutos Víctor ya le había pillado el truco, y una tímida sonrisa se le escapaba mientras su mano izquierda masajeaba sus pelotas, calientes y cargadas de leche. Seguimos unos 10 minutos más, y al ver que no pasaba nada Víctor empezó a dudar, pero no suficiente como para detenerse.

-¿Sientes algo primo? Aquí no sale nada, pero me está empezando a doler el brazo.

Decidí acelerar el ritmo mientras le guiñaba un ojo y le tocaba también su polla y sus huevos. Víctor se dejó hacer y vio cómo al cabo de 3 o 4 minutos mi respiración se aceleraba y mis caderas se movían hacia adelante instintivamente. De repente, un único chorro de leche espesa y caliente salió de mi polla para ir a parar justo por encima de mi vello púbico mientras yo cerraba los ojos y tensaba todos los músculos de mi cuerpo. Víctor dio un respingo y empezó a hacer lo mismo, esperando que a él también le pasara, pero su ritmo era demasiado lento para conseguirlo en solo 3 o 4 minutos. Sin embargo lo animé a seguir mientras no paraba de observar, y tras 10 minutos más la paja al fin dio los resultados que Víctor esperaba. Empezó a moverse hacia arriba, levantando el culo del asiento y luchando por mantener el ritmo mientras esa nueva sensación lo inundaba, lo que culminó en 2 trallazos de leche que fueron a parar por encima de su ombligo mientras sus ojos se ponían en blanco y un gemido se escapaba entre sus apretados labios. Pasado el momento del éxtasis su cuerpo se relajó y me miró con una sonrisa, observando que mi polla hacía rato ya que estaba flácida, aunque la leche seguía ahí, luchando por entrar en mi vello púbico.

-¡Esto es increíble primo! ¿Por qué no me lo has enseñado antes? Quiero hacerlo otra vez, pero ahora al cascarla me dan escalofríos.

Me eché a reír mientras veía cómo Víctor intentaba volver a empalmarse, pero sin tocarse el glande para evitar los escalofríos.

-Espera Víctor, no puedes hacerte otra paja enseguida, se queda muy sensible durante un buen rato. Además, tus padres pueden venir en cualquier momento.

Salimos del coche dejando las puertas abiertas para que el olor se fuera, y aprovechamos que teníamos una manguera junto al coche para quitarnos los restos de leche y ya de paso refrescarnos. Justo cuando volvimos a vestirnos oímos a mi tío, que nos llamaba para ir un rato a la piscina municipal. Nos sonreímos mutuamente, cogimos nuestras toallas y nos acercamos a la puerta.

-La próxima vez jugamos a ver quién dura más primo. El que primero se corra le acaba la paja al otro, ¿te atreves?

Una sonrisa de oreja a oreja apareció en mi cara. Esa propuesta abría la puerta a un montón más de fantasías que recorrían mi cabeza, amenazando con despertar otra vez mi polla, que seguía morcillona en mi bañador.

-Eso está hecho Víctor, ya puedes entrenar porque se te va a cansar el brazo de tanto pajearme.

P.D.: si has llegado hasta aquí muchas gracias por leer hasta el final, si el relato tiene buena acogida continuaré con la historia (que da para muchos más capítulos). Al igual que en mi primer relato, os ruego que comentéis qué os ha parecido, y por supuesto acepto sugerencias y críticas (constructivas siempre, obviamente). ¡Un saludo!