Iniciando a la abuela al intercambio.

Grata sorpresa la nuestra, que tras un juego pícaro no exento de un pequeño engaño, conseguimos hacer caer a la abuela vecina en una bacanal de sexo inolvidable

Llevábamos varias semanas con las visitas del viejo banquero por casa y para ser sincera, aunque estaba disfrutando como una loca con su enorme aparato y sus juegos eróticos con mi marido, lo cierto es que quería innovar algo en la cama, pues la rutina aunque sea buena, llega a cansar un poco.

El tema lo hablamos los tres y fue Valentín el que dijo que llevaba ya unas semanas tanteando a su mujer con algunos videos de intercambio y fiestas en grupo  de películas x que solía ponerle en casa para que ella entrara en el juego erótico y pode animarla un poco.

Aunque según nos conto no se la llevaba a la cama todas las veces que él quería, si que había conseguido que por lo menos hablara del tema notándola mucho mas receptiva que años atrás.

Decidió un día hablar con ella seriamente y proponerle algo diferente, pues su rutina le hacia caer en una apatía que él quería cambiar, aunque el muy pícaro no le decía que a mi me estaba dando candela fina.

Para ello nos pidió nuestra ayuda, informándole a su mujer que nos había oído en alguna conversación que nosotros habíamos estado en algún club de intercambio  y que éramos liberales, por lo que le dijo que nosotros podríamos ayudarles a integrarse en ese mundo si ella quería.

La mujer sorprendentemente según nos conto Valentín, no se  negó en principio a un  encuentro, aunque puso innumerables trabas y escollos morales, aunque él se encargo de limarlos un poco.

Para no aburrirles con los preliminares les diré que tras una semana de preparativos decidimos comenzar con la visita a un club privado de otra ciudad cercana a la nuestra, para que ella viera un poco aquel entorno, a la vez reservamos una  habitación en un Hotel  con Jacuzzi para romper el hielo por si todo iba viento en popa.

La visita en el club fue algo fría para ella pues se encontró algo desorientada y un poco distante, al ver mucha mas gente joven, aunque  se decidió a bailar, eso si, entre nosotros, por lo que tuvimos cuidado que no notara nuestra relación ya fructificada.

Bailo con Paco y yo con Valentín cambiando frecuentemente con juegos sin llegar a ser muy íntimos, pero a los que ella no pareció molestar mucho, todo lo contrario se le veía animosa y mas tras la segunda botella de champán  que llevábamos  ya tomadas.

Cuando vimos que todo llevaba buen camino, su marido propuso irnos a darnos un baño en el Jacuzzi y poder relajarnos.

Ya en el Hotel, los primeros pasos fueron algo atolondrados, pues no queríamos que ella descubriera el juego y decidimos hacernos un poco los estrechos,  por lo que comenzamos a bañarnos con la ropa interior los cuatro.

Paco que andaba estirando el slip que llevaba. pues tenia un empalme de campeonato, comenzó a jugar conmigo con pequeños besos y caricias, mientras ella observaba  como nos tocábamos, su marido no tardo en comenzar igualmente a jugar con ella, que por cierto  aunque intento resistir un poco termino por caer en el juego y sorprendentemente  se dejo quitar el sujetador, mostrando un pechos tersos para su edad,  de los que Valentín dio cuenta rápidamente, mordisqueando los pezones y jugando con su aureola.

Él le tomo la mano y le hizo que le acariciara su enorme paquetón que a través de las burbujas , asomaba desafiante , como a punto de explotar, y aunque no veía la mano de él, si que intuimos ya jugaba con su sexo,

Mientras Paco que era un artista  en el tema, me había metido dos dedos a través de mi tanga, jugando con mi clítoris que andaba excitado, viendo como mi vecina, disfrutaba ahora de su marido al que yo anhelaba, y mas deseando que ella viera como me montaba, pero tenia que tener paciencia y dejar que los acontecimientos siguieran como iban.

Paco ya estaba como una moto e incorporándose un poco se libero de los slips , mostrándonos a los tres su duro rabo apuntando al frente desafiante, y ofreciéndomelo a mi para que se lo comiera.

Nuestra vecina no quito ojo del aparato de Paco, mostrándose excitada de la sabia comida que yo acababa de comenzar, empezando por pequeños mordiscos del glande y juegos con mi lengua alrededor de su cabeza, al mismo tiempo acariciaba sus bolas, como diciendo mira lo que tengo aquí por si quieres catarlo.

Paco gemía como un loco, diciendo come, come, no pares cariño, trágatela toda como tu siempre haces, que buen lo haces ummmm que rica comida,… no paraba de gozar ni hablar, y esto hizo que ellos se pusieran encendidos, pues paso rápidamente a la escena Valentín, quitándole sus bragas y montándola sobre el, para comenzar a jugar con su enorme rabo con el sexo de ella.

Aunque un poco cortada ella, lo cierto es que no nos quitaba ojo,  y comenzó un poco a contornear las caderas sobre su esposo, que ya intentaba calzarle su rabo en todo su sexo, mientras Paco me incorporo  para poder ahora comer un poco mi hambriento sexo, mostrándoselo a ellos con disimulo para  excitarlos mas.

El rabo de Paco quedaba cerca de los dos abuelos, mientras ahora me comía mi conejito con su experta lengua, haciéndome llegar un pequeño orgasmos que no pude contener, aunque no quería parecer una calentorra, lo cierto es que estaba muy encendida.

Y ahí fue cuando  Valentín entro en escena con su sabia decisión, para que su mujer perdiera ya toda su timidez, pues tomo la mano de su mujer y la dirigió a los huevos de mi marido para que los acariciara.

Fue el momento crucial de la noche pues, si ella se hubiera negado quizás la cosa  quedaría solo en un polvo con espectadores,  pero  lo cierto es que acepto y comenzó a tocarle el paquete a  mi esposo, pasando de los huevos a su rabo, el cual acariciaba con la mano y lo meneaba, mientras su marido fue metiendo su rabo en aquel viejo agujero que con el agua y la excitación parecía haberse abierto en su plenitud, pues entro  con suavidad y la estaba cabalgando lentamente haciendo que ella subiera y bajara de aquella enorme estaca que tenia dentro.

Ahora era ella la que gemía con gran placer,  y sin soltar el rabo de Paco subía y bajaba  sobre su marido, cerrando los ojos  por el gozo que recibía.

Valentín le dijo al oído, pero que todo escuchamos, “cómesela  un poco a Paco que esa no te cuesta metértela en la boca, que no es tan gorda como la mía, y veras como te gusta”.

Paco no dio tiempo a que dudara y dándose la vuelta se la ofreció, poniéndosela frente a la cara, toda mojada y brillante  por el agua y dura como solía tenerla mi marido.

La encaro a su boca y ella no tardo en comenzar a chuparla, y lo cierto es que lo hacia muy bien, pues mi esposo sorprendido de lo buena comida, no ceso de gemir y agradecer la fiesta que estaba recibiendo. Su marido le dijo “cómele un poco los huevos veras que le gusta también”, siguiendo ella  con su lengua hacia la bolas de mi esposo que agradecía nuevamente esta decisión.

Le tomo Paco con sus manos su cabeza para aguantar su rabo dentro de la boca, a a vez que movía las caderas lentamente, pajeándose con la boca de la vieja vecina, que no hacia ascos a toda aquella fiesta.

Pero en segundos soltó el rabo de mis esposos para expresar con un alarido digno de la mejor hembra en celo, su primer orgasmo, que nos sorprendió a todos,  y mas  a su marido, que vio como aquella tarde su mujer no le ponía problemas ni trabas en su monta, gozando como una fiera desmelenada.

Yo  me quede un poco al margen en esos minutos, pero pronto pase a la escena, pues mi marido volvió a meterle el rabo otra vez en la boca mientras Valentín se había echado hacia atrás  sin haber sacado su dura estaca de las entrañas de su mujer, pero esta quedaba ahora a la vista fuera del agua, por lo que me posicione debajo de ellos para  comenzar a comerle aquel viejo conejo que estaba siendo castigado con la entrada y salida de aquel misil.

Agarre con mi mano el rabo del banquero y lo retire con cuidado para lamerle la cabeza toda mojada por la corrida de  su mujer, a la vez le mordisqueaba a la vieja toda su almeja abierta como una flor,  y volvía a meterle aquel trabuco en su agujero,  pasando a comerle las pelotas mientras estaba toda dentro.

La sacaba y la volvía a meter y comía entre tanto no la tenia ensartada, y al parecer este juego los encendió a los dos, pues estaban como absortos  gozando y gimiendo, balbuceando palabras entre ellos y Paco.

Paco, retiro  su rabo de la boca y agachándose la beso, viendo que ella le seguía, la tomo por los sobacos y las retiro del arsenal de su marido,  la dejo caer sobre una toalla que había en la orilla del jacuzzi y poniéndose sobre la vieja, la penetro y comenzó a montarla a la vieja usanza, dejándose caer sobre su cuerpo.

Paco que era un experto en mover la cadera, la estaba excitando a tope pues ella gemía y gemía y decía “que rico que rico ummmm.. sigue, sigue cariño que rico que rico “.

Los miramos unos minutos viendo como gozaban los dos, pero yo no podía perder tiempo y necesitaba ya mi ración de crema de mi cómplice vecino, por lo que deje que este me pusiera sobre el filo de la redonda bañera, apoyándome la manos en posición hacia adelante, dejando mi trasero a su libre albedrio,  pasando el a mi retaguardia y con un golpe certero,  atravesó tomo mi mojado conejo como un misil que entra en su gruta, para comenzar a darme tal soberana follada que encadene varios órganos seguidos, y mas viendo como mi esposos estaba haciendo gozar a aquella vieja vecina que nos tenia a todos sorprendidos.

Paco pronto comenzó a ponerse terso, en señal de la corrida que le estaba soltando en aquel viejo conejo, que al parecer y por los gemidos de ambos, fue una explosión de placer  al unísono, pues las garras de ellas se clavaron sobre el trasero de mi marido al mismo tiempo que este cejaba de culear sobre ella.

Se quedaron quietos unos minutos los dos, sin bajarse mi esposo sobre ella, mientras Valentín seguía con su ritmo endiablado, fallándome como un semental que acaba de tomar a una potrilla, pues sus pelotas golpeaban con fuerza sobre los labios de mi abierto sexo, que recibía las duras acometidas de aquel pollon enorme que me hacia tambalear de placer.

Los dos nos miraban ahora, con mirada relajada por tan buen polvo que habían echado, pero ella algo asombrada  por la vitalidad con la que su marido daba cuenta de mi, y como ya no podíamos mas en esa postura, pues mis fuerzas ya flaqueaban y las rodillas de él ya se tambaleaban, comenzó a soltar leche aquella cabeza dentro de mi con una virulencia, que pensé me perforaba toda en mi interior, regalándole yo en ese momento un orgasmo impresionante, que hizo que casi me diera con la cabeza en el filo de la bañera.

Tras soltar todo dentro de mi, saco aquel arsenal y como el macho que domina la manada, lo golpeo sobre mi trasero varias veces,  para sacudir las ultimas gotas que manaban por aquel cabezón, notando yo aun el tremendo  calibre y grosor de aquel monstruo que me había  perforado.

Nos incorporamos los cuatro y con unas sonrisas picaronas y complacientes  entre todos, sellamos esa tarde una amistad cómplice, que ni en los mejores sueños, nos hubiéramos imaginado que aquella mujer aceptara aquello como sucedió.

Pero gracias aquella fiesta,  y a lo bien que salió, hemos podido continuar con esta sana amistad, aunque tengo que decir que las visitas del banquero se  han recortado un poco, si bien ya hemos tenidos varios encuentros muy agradables, e incluso uno  donde rompimos un poco moldes y dejaron ellos aflorar su lado bises, pero eso se lo contare en otro momento si ustedes quieren.