Iniciado en la sauna

Dominación, Gay

¿Cómo comenzó todo? Pues fueron un sin fin de cosas, pero voy a intentar ordenarlo todo. Me llamo Juan, tengo 50 años, casado, una hija, y una vida aceptablemente cómoda hasta hace poco, relativamente.

No soy un adonis pero me conservo relativamente bien. Frecuentaba el gimnasio de forma más o menos habitual, y no tengo muchos vicios.

En el tema sexual nunca he sido un portento, lo reconozco. Aunque de joven me defendía, llegó un momento en que empecé con problemas de erección y eyaculación precoz que a duras penas lograba disimular con mi mujer. Asi que de unos años para aca, las relaciones sexuales son escasas o directamente nulas.

Quizás por esos problemas de no sentirme hombre, comenzó a excitarme la idea de que mi mujer se satisfacía con otro, delante mía, mientras era humillado, y si en esas fantasías yo era usado sexualmente la corrida era segura y bestial.

A todo este panorama se sumó, el cierre de mi empresa. De la noche a la mañana pase a disponer de todo el tiempo del mundo para pensar en estas fantasías, y debido por un lado al trabajo por turnos de mi mujer en un hospital, y por otro que mi hija estaba estudiando en otra ciudad y vivía en casa de unos familiares durante gran parte del curso, disponía de total soledad para hacerlo.

Y así acabe en salas de chat donde saciaba algo mi morbo, con calenturientas conversaciones que poco a poco iban derivando en mis fantasías. Alternaba salas de dominación donde normalmente solían buscar más el humillarme con mi mujer, y las salas de temática gay.

Allí experimenté con más intensidad aquel precipicio en el que me había metido y conocí a un hombre que me inició en temas que ni en mis mejores sueños hubiera pensado que llegaría a estar.

Así me acabé masturbando para él, lamiendo mi semen de mi mano, penetrandome con diversos objetos, y me sentí humillado de forma verbal. Y aquello provocaba en mí una constante y terrible excitación que hacía que mis pajas fueran habituales y con el mismo ritual. Me ponía unos slips y me tocaba por encima, y casi sin empalmarse llegaba al orgasmo y mi polla escupe el semen manchando la prenda. Todo este proceso lo grababa para mandarle el video a él. Después le enseñaba el interior con mi pene flácido y pringado de mi leche, metia mi mano para embadurnarse y la lamía con mi lengua. Solía ver estos videos mientras se reía de mí y me insultaba. Y aquello provocaba mas pajas.

Aquella espiral me llevó hasta hacerme 5 pajas al dia. Mi mujer llegó a decirme que si estaba enfermo, porque me veía decaído, pero el motivo era el cansancio provocado por tanta actividad sexual en solitario.

El dia que me dijo que venía a la ciudad y que quería follarme casi me da algo. Me dijo que cuando venía resolvía cuestiones de trabajo por la mañana y por la tarde solía ir a una sauna a relajarse, así que me propuso quedar allí y pasar una tarde allí metidos.

Asi que alli estaba, antes de la hora fijada que eran las 4, apoyado en una pared enfrente de la entrada de una conocida sauna gay de la ciudad. Antes de ir había dejado a mi mujer en el trabajo y un doble turno hacía que hasta el día siguiente a las 8 no tenía que ir a recogerla. En principio como mucho estaríamos tres horas así que tenía tiempo de sobra.

Y entonces pasó, me llego un mensaje al móvil, una disculpa y cita cancelada. Aquello me dejó descolocado, así que después de asimilarlo, decidí encaminarme a casa, así que no tardé mucho en llegar al coche, pero una vez dentro me entró el gusanillo, y un tremendo deseo de probar aquello. Me había mentalizado y decidí no perder la oportunidad.

Volví otra vez al local y esta vez traspase el umbral de la puerta. 20 euros y tenía en mi poder unas chanclas, una toalla y una llave de taquilla, así que pase una segunda puerta que daba a una especie de vestuario. Busqué mi taquilla y emulando a un señor mayor que andaba desnudandose hice lo propio, dejando la ropa en la taquilla y vistiendome solo con una toalla que me tapaba lo justo.

Había visto fotos del local por internet, así que me encaminé al interior del local. Donde más gente había era el jacuzzi y la piscina, pero nada exagerado. Después había una serie de habitaciones pequeñas todas vacías, y unas tres salas semioscuras donde tampoco había nadie.

Después me encaminé a una zona de duchas y donde se ubicaba la sauna. Había estado en una sauna de hotel, pero al entrar noté la diferencia. La oscuridad me cegó por completo, y solo después de estar un buen rato esperando adecuarlo a la casi inexistente luz, pude intuir una especie de bancos de piedra al fondo a donde me dirijí y me senté.

Después de un buen rato mis ojos se fueron acostumbrando aunque, solo podía distinguir siluetas. Si que vi que justo enfrente de donde yo estaba había un hombre sentado, y no tardó en levantarse y dirigirse donde yo estaba sentado cerca de mi. El corazón me iba a cien por hora, y aunque se veía poco, podía intuir que era una persona mayor. Y también vi como se abría la toalla y comenzaba a tocarse a mi lado.

No conocía nada de cómo se relacionaba uno en esos sitios, pero mi intuicion me decia que hacer algo, así que alargué la mano y contacte con su pierna, oír su suspiro y como su mano abandonaba su entrepierna, dejándome el camino libre, así que mi mano subió hasta encontrarse con un pene semi erecto y palpitante.

Casi me corro de gusto en aquel instante, y más cuando oí a su gemido cuando lo rodeé con mi mano y sentí su calor.

  • ¿te gusta? - Me dijo.
  • Mucho - dije sin soltar.
  • ¿y chupar?.
  • Si.
  • Y a que esperas putita - dijo echando para atrás dejándome espacio.

No me lo pensé, y bajé mi cabeza hasta sentir que mis labios rozaban la cabeza de aquel pene, que no era muy grande, lo bese poco a poco oyendo suspiros y poco a poco lo fui introduciendo en mi boca. No tardé en sentir su mano en mi nuca presionando para que tragara mas y mas. Y sentí como ya no podía más, mi polla totalmente arrugada se electrificó y comenzó a escupir leche en mi entrepierna ahogando mis gemidos.

  • Asi  putita chupamela, que boquita mas caliente - susurraba mientras seguía con mi ritmo

Había imaginado aquello muchas veces, pero ahora sentía aquel tronco duro recorriendo mi boca, mi lengua acariciándolo, y los gemidos de un macho disfrutando de ello. Y ya me había corrido como un cerdo sin tocarme.

Me afanaba en tragar más y más y llegó un momento en que soltó mi cabeza y me dijo que se corría, y no pude más que acelerar mi mamada y le oí gemir de forma más sonora.

  • Joder me corro puta, traga, traga - me dijo al sentir que no me retiraba.

Note como mi boca se embotan de un sabor extraño, su polla escupía semen en mi interior y mezclado con mi saliva lo tragué con gusto mientras oía su placer.

Cuando sentí que perdía dureza me incorporé, y sin más el hombre se levantó dándome las gracias y se largó.

Lo había hecho, me sentía muy guarro, mi leche chorreando en mi entrepierna y mi boca mancillada por una corrida. No podía creerme a donde había llegado. Cuando me tranquilice, sentí el calor del ambiente y más acostumbrado vi que había más gente que había entrado.

Ahora dos tíos se besaban mientras se metían la mano mutuamente y otro cerca se la machacaba sin ningún recato mirándolos. Entonces entró otro, que resaltaba por su barriga. Y no tardó en dirigirse hacia mí sentándose a mi lado.

  • ¿sigues teniendo hambre putita? - Dijo sin mirarme.
  • Si - dije volviendo a subir la adrenalina.
  • A que esperas, de rodillas mamona.

Me hinqué de rodillas delante de él, y él se levantó dejándome su paquete a la altura de mi cara. Abrí mi boca para atraparlo. Era más gordo y pesado que el anterior y no tardó en convertirse en una piedra en mi paladar.

Fue entonces cuando atrapo mi cabeza y fue él el que tomó el control, follándome mi boca. Mientras su polla se movía con fuerza mi frente se hundía en su barriga.

  • Toma mamon, toma polla - decia entre jadeos - joder cabrona que boca mas caliente tienes.

Sentía mi polla palpitar de nuevo totalmente sobreexcitada con el mínimo roce de la toalla y cuando comencé a abofetearme suavemente, no pude evitar correrme de nuevo.

  • Así zorrita, disfruta comiendo una buena tranca - exclamó cuando escucho mi gemido al correrme.

Entonces me di cuenta que a mi lado tenía al pajero que antes había visto. Ahora se la machacaba a centímetros de mi cara y no tardé en sentir como un chorretón de leche se estrellaba en el lateral de mi cara y otros dos estaban cerca del cuello.

  • Toma cerda, joder - grito al correrse.

Entonces el que me follaba la boca aceleró las embestidas y separándose cogió su polla y apuntó a mi cara.

  • Abre la boca puta - gritó.

Y allí, arrodillado, con la boca abierta y con leche en mi cara comencé a recibir varios impactos de leche en todo mi cuerpo cayendo alguno dentro de mi boca. Cuando terminó la volvió a meter dentro.

  • Limpia la cerda - dijo, y la chupó hasta que se dio por satisfecho y se fue.

El pajero se había ido antes, así que después de aquel desmadre decidí darme una ducha y limpiarme. La toalla andaba manchada pero no podía hacer nada, me la quite y me metí en una especie de ducha comunitaria donde otro hombre se duchaba. Intenté abstraerme bajo el chorro, pero cuando andaba en ello noté como ese hombre se había puesto detrás de mí y masajeaba mis nalgas.

Muy delicadamente con besos, caricias, y leves movimientos fue poniéndome en posición, inclinando mi cuerpo, separando mis piernas, y en cuanto me quise dar cuenta mis manos se apoyaban en el azulejo, el chorro de agua caía a mi espalda, y mi ano sentía como su polla ejerce presión para entrar.

Sentí esa sensación muy nueva de que algo cedía en mi interior y como su polla se enterraba poco a poco en mi interior mientras el gemía de placer. Después comenzó a martillear, al principio suavemente pero fue subiendo la intensidad, y el chocar de nuestros cuerpos era claramente audible.

Ahora ya no había delicadeza, sus manos agarraban mis caderas con fuerza como apoyo, mientras escuchaba su placer, gemía en cada embestida y sabía que no tardaría en llegar lo inevitable. En ese frenesí una de sus manos se alargó a mi polla y comenzó a menearla con fuerza, cosa que no tardó en hacerme comenzar a gritar, y él hizo lo propio. Mientras mi polla escupía semen sin control sentí como mi interior era regado con su leche y aquello me dejó en una nube.

Cuando volví en si, estaba solo bajo el chorro de agua, y volví a recomponerme como pude, sentía como mi culo palpitaba mientras parte de su leche se escurría por mis piernas. Me limpie como pude y poniéndome la toalla abandone la zona de las duchas y volví a donde había entrado.

Ahora había más gente, y se notaba en el jacuzzi, donde ahora había más ambiente. Después de la tensión me apetecía relajarme un rato, así que deje mi escueto vestuario en una percha y entre en el sentandome en un hueco y me dedique a observar a mi alrededor.

Muchos andaban como yo, mirando, pero esta vez, al contrario de lo que pasó en la sauna, nadie se acercó. Me llamó la atención un señor mayor que sobrepasaba los sesenta a la vista, alto y con barba y muy serio, y más que nada porque me miraba sin disimulo.

Volví a sentir esa sensación de desasosiego, y no podía dejar de mirar el cuerpo grande y fuerte que tenía aquel macho, y entonces vi como me hacía una seña con la cabeza señalando su lado.

No tardé mucho en moverme y deslizarme a su lado.

  • Hola, como te llamas - me dijo con una voz grave y varonil.
  • Juan.
  • No, tu nombre es cerdita.
  • Cerdita - repetí rápido excitandome al momento.
  • Bien cerdita, vas a ser mi putita hoy que tengo ganas de follarme un buen culo, dime, eres sumisa.
  • Si - le dije.
  • Bien, ya tenía ganas de tener a una putita sumisa, ven sígueme, y no te pongas la toalla, las zorras como tu tienen que ir en bolas.
  • Si - dije algo nervioso.

Él salió primero, y yo fui detrás, él cogió su toalla y se la puso, y yo la cogí en la mano, y con las chanclas puestas le seguí. Entró en uno de los cuartos, y yo entré detrás de él cerrando la puerta.

  • Qué haces estúpida perra, que sea la última vez que haces algo que yo no te diga, abre la puerta.
  • Si, bien.

Se levantó y dejó la puerta abierta, y después se puso delante de mí, y me soltó un buen guantazo.

  • Sí amo.
  • Perdón, si amo, no haré nada que no me pida Amo.
  • Eso espero, si no no será la única hostia que te llevaras hoy.
  • Sí amo.
  • Venga, hazte una paja, que quiero ver como te corres, si puedes claro, porque con esa mierda de polla va a ser difícil que te la encuentres, eso si correte en tu mano puerca.

Mire para dirigir mi mano al pene, y si ya de por sí en reposo no medía más de 5 cm, ahora andaba totalmente arrugado, lo pude asir con dos dedos y empezar a moverlo.

  • Menuda paja mas triste, cerdita - dijo riendo.

Aquello me supera y casi al instante me estremecí y dos chorritos de leche mancharon mi mano.

  • Madre mia, ni te empalmas y te corres enseguida, menuda mierda de tio, ya veo porque eres una puta maricona, no sirves para nada más.
  • Sí amo.
  • Comete esa mierda de leche cerdita.

Me la lleve a la boca y limpie mi mano a conciencia cómo me había pedido.

  • Bien putita, ahora vas a comerme bien así que arrodíllate y empieza.

Me arrodille entre sus piernas y ante mi apareció un pene gordo y en reposo que casi era más grande que la mía empalmada. Comencé a chuparla pero no tardé en ir recibiendo órdenes, ahora los huevos, ahora cómeme el culo ahora tragatela. Todo ello acompañado de insultos y desprecios que no hacían más que excitarme. Mientras tanto me abofeteaba la cara o me daba patadas en las nalgas. No se el tiempo que me tuvo enfrascado pero en un momento dado se levantó dejándome allí arrodillado cuando más dura y grande tenía su polla.

  • Venga perra, porte cuatro patas en el colchón.

Me fue indicando dónde ponerme y note como se ponía detrás de mí, escupía sobre mi culo y encajaba aquel pollón. Sin ningún tipo de cuidado comenzó a empujar, y mis quejidos solo hicieron que ponerle mas bruto.

  • Que estrechita estas puta, te voy a reventar ese culo de zorra que tienes.

Note como me llenaba, como aquel mástil rompía toda mi hombría y me sentí a su merced, más aún cuando comenzó a bombear con total tranquilidad, sacándola casi completamente y volviendome a empalar.

  • Joder que ganas tenia de follarme a una buena perra.

Y no solo me follaba, sus manos igual me azotaban las nalgas con fuerza, pellizcaba mis pezones o me estiraba del pelo.

  • ¿te está gustando puta?.
  • Si a mi amo le gusta, a mi tambien.
  • Pero que zorron eres, me voy a divertir contigo.

Aquello pareció espolear y redoblar sus torturas mientras embestía con más saña mi culo y realmente perdí la noción del tiempo. Solo cuando oí a sus gruñidos y empecé a sentir como el calor me invadía, supe que me estaba regando profusamente.

  • Te preño cabrona, joder - exclamo.

Cuando terminó de vaciar sus huevos se sentó donde yo tenía la cabeza .

  • Venga chupamela y limpia la mierda de tu culo mientras estos disfrutan de tu culo tambien.

Obligo a mi cabeza a ir a su polla, y allí estaba saboreando mi culo, cuando note otra polla en mi interior, mas pequeña pero igual de contundente. Iba muy rápido y no tardé mucho en oír cómo gemía de gusto mientras me llenaba por dentro.

Hasta cuatro pollas mas me rellenaron sin ningún tipo de reparo, y al final la polla que me comía revivió, y me encontré siendo martilleado nuevamente por el.

Y esta vez duró mucho más, me sentia una mierda, lleno de leche y usado como una vulgar ramera, y aun así. Mi polla volvió a correrse espontáneamente durante la follada. Esta vez se salió antes de la corrió y se la meneo delante de mi cara, donde fueron a parar con fuerza un par de chorros de leche espesa que quedaron ahí.

  • Muy bien puta, te has portado bien, me has vaciado los huevos, avisame si quieres que te pegue una buena follada en tu casa.
  • Es que estoy casado.
  • ¿casado, con esa polla? Pues avisame igual que tu mujer necesitará un buen meneo, o igual ya se lo están dando en estos momentos - dijo riendo - te dejo el teléfono en la entrada cerdita.

Me dejó ahí tirado, cuando me recuperé fui a la zona de duchas y  me recompuse como pude. Estaba embotado de tantas sensaciones, así que decidí que ya estaba bien. Al llegar al vestuario, dije que habían pasado casi 5 horas desde que entré, me dolía todo y me costó vestirme, pero salí de allí con cara de felicidad. Eso sí, cogí el teléfono de aquel hombre. Lo que pasó después será otra historia.